El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar.
Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”.
Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”.
»Los dueños de las farmacéuticas, de los bancos y de los medios son los mismos. Y su poder es, claro, abrumador.
-Para estas élites ¿se trata solo de poder o dinero o hay otros objetivos? ¿Cuáles?
-El dinero no es, desde luego, el objetivo. Los miembros de la élite disponen de él en abundancia; no es eso lo que les mueve.
»El poder es ya otra cosa. Es el verdadero afrodisíaco. La
sensación de poder, el sometimiento del prójimo –¡de la humanidad!– es
embriagadora. Eso no lo paga todo el dinero del mundo, y probablemente
no lo conseguirían a base de dinero.
»Pero no es solo el poder: las élites tienen un objetivo ideológico. No son en absoluto nihilistas, como algunos piensan, sino creyentes hasta el fanatismo. Unos fanáticos considerablemente cínicos, si se quiere, pero fanáticos al cabo.
-¿Con qué metas?
-Sus objetivos pueden situarse en dos planos distintos: uno a corto plazo y otro a más largo plazo.
»Dominados por una visión neomalthusiana, su propósito es el de disminuir la población mundial, un objetivo en parte relacionado con la necesidad de retener el poder. A través de la ingeniería social, las élites están ejecutando una verdadera revolución antropológica, en la que la ideología de género
juega un papel esencial. Quieren eliminar la libertad y la identidad de
los pueblos, de las personas, como paso previo a través de la supresión
de los estados nación.
»Una vez coronado el plan globalista, los seres humanos habrán perdido su libertad (cediéndola voluntariamente por miedo a perder la vida, la salud, la seguridad, o todo junto) y su identidad. Para construir el ser transhumano –el cyborg– hay que deconstruir primero al ser humano: ese es el papel de la ideología de género,
de la que forma parte la transexualidad. El ser humano está siendo
deconstruido a gran velocidad: una vez negada toda identidad natural,
basta la voluntad para “auto-construirle”.
»No es casualidad que muchos altos directivos de las big tech se cuenten entre los teóricos del transhumanismo.
No estamos, pues, ante una broma, o ante un mero disparate sin
consecuencias; las está teniendo, y las tendrá aún peores en un futuro
muy próximo.
-¿Y cómo encaja la Agenda 2030 en esa estrategia ideológica?
-El objetivo de la Agenda 2030 es el del control de la población para conseguir construir una sociedad al estilo chino: porque el modelo es China. Aunque los medios a emplear sean diferentes, claro.
»El Foro de Davos comienza por decirnos que para la fecha de la Agenda no poseeremos nada, pero que seremos felices.
A partir de ahí, todo lo demás está expuesto en un lenguaje atractivo,
que refleja unos conceptos difíciles de contradecir: igualdad, fin de la
pobreza, un mundo más limpio... Es el programa de la élite en términos
políticos, que tampoco es que esconda en exceso sus propósitos. Por
ejemplo, anuncia el fin del consumo de carne, de la ganadería, de los
viajes en avión, del vehículo privado…
-Una distopía...
-La Agenda 2030 es el modo en que nos vamos a convertir en China; no a través de las resoluciones del Partido Comunista, o de cualquier otro partido único, sino seducidos por propuestas amables
–buenistas– de un futuro inclusivo, equilibrado, armónico. En China es
el Comité Central el que decide por todos; en Occidente, los gobiernos
hace tiempo que se han convertido en simples correas de transmisión de
las decisiones que los poderosos del mundo adoptan y que hacen cumplir a
través de su dominio de las grandes instituciones globalistas y de los medios de comunicación.
»Proclama grandes principios, pero más allá de las palabras está
claro cómo se van a alcanzar esos objetivos. En España vamos a asistir a
la creación de una sociedad subvencionada en la que cada vez
haya menos gente trabajando –y en condiciones más precarias– con el fin
esencial de controlar a la población: una argentinización del país.
»Las utopías de transformación antropológica han sido, siempre, el prólogo a la esclavización de los seres humanos. La Agenda 2030 es la visión de un mundo feliz que ha de servir de coartada para el sometimiento de la humanidad.
Parece ser que sólo contando los abortos legales en el mundo. Si multiplicamos por diez años como mínimo, aunque llevan mucho más tiempo, es nos supone unos cuatrocientos millones de abortos en total. Como la población mundial viene a ser de unos ocho billones de personas, siendo un billón mil millones de personas, significa que perdimos un cinco por ciento de la población mundial en la última década. Teniendo en cuenta que todavía no había empezado la legalización en Latinoamérica, me temo que la próxima década será aún peor.
Con razón Bill Gates confía en reducir la población mundial al menos en un diez por ciento, con ayuda de las vacunas que también financia. Habría que preguntarse cómo las vacuna influyen en la fertilidad. Eso lo sabremos pronto, me temo. Otra cuestión es qué ganan y quién gana con que seamos menos seres humanos, y no cuela lo de la emergencia climática. Todos los seres vivos producen co2, incluídos los insectos y los peces. Y algunos países contaminan sin límites, como China. Sólo quieren que seamos menos para controlarnos mejor y seguir mandando los mismos.
Todas esas estúpidas medidas anticovid que nadie quiere quitar tienen algo en común
Desde
los carteles que recomiendan 'quédate en casa' hasta los asientos
precintados, pasando por los libros en cuarentena, algo huele mal en el
último acto del teatro pandémico
Si el teatro pandémico existe, Atocha es el Bolshói. Entre las paredes de la estación madrileña se da la que probablemente sea la mayor concentración de medidas incoherentes por metro cuadrado.
Porque el mundo aparentemente ha vuelto a su estado natural, pero
decorado con tantas pegatinas como en la habitación de un adolescente y
una acumulación desopilante de cosas que no funcionan 'por el covid'.
Una pareja arrastra sus maletas hasta la consigna de la estación y comprueba que aún sigue cerrada. “Fuera de servicio. Disculpen las molestias”.
Así que se agolpan con otras tantas familias en los no-asientos del
jardín tropical de la estación haciendo tiempo, porque no pueden dejar
la maleta para, por ejemplo, visitar el Reina Sofía. El jardín, por
cierto, también está cerrado. No hay ningún cartel de 'fuera de
servicio', simplemente unas cintas impiden la entrada. El jardín no funciona. (En los baños te cobran un euro por entrar, pero me temo que los motivos para esto no son pandémicos).
Son cosas que ahorran pequeños costes o por las que nadie va a protestar
Más allá, en la sala de llegadas, hay tres asientos aún precintados,
y más allá, una pila de butacas colocadas unas encima de las otras. Así
que la proporción entre personas y asientos obliga a ir a la cafetería
recién instalada a tomarse algo y reposar. O a hacerse una PCR. Aunque los carteles de información táctiles no funcionan (dan covid), uno puede presentarse en ese nuevo establecimiento estratégicamente situado al lado del acceso al tren que ofrece “realización de pruebas covid”. Como poner una floristería al lado del cementerio o un bar enfrente de la iglesia.
Compro dos revistas en el quiosco de la estación y las pago con una
tarjeta que deslizo por debajo de la mampara. Me cruzo enfrente, pago un
café con dinero en efectivo y me agolpo en el único espacio que hay en
la barra. Mientras tanto, la megafonía y los carteles recomiendan:
“Guarden la distancia de seguridad”. Solo después de un buen rato dando vueltas reparo en que unas pegatinas en el suelo te indican por dónde debes ir (y por dónde no). Pero ya nadie, absolutamente nadie, les hace caso.
“Parece una arqueología de los primeros meses del covid, cuando se pensaba que lo más importante era la distancia de seguridad”, valora Fernando de Córdoba,
estratega de marca y narrativa. “Hoy en día, estos carteles se han
convertido en parte del panorama visual y no les hacemos caso: el típico
cartel con frases grandilocuentes tipo ‘quédate en casa’, las normas
que ya no tienen sentido… La gente ya no sabe ni qué está vigente. Al
final, como se dice, la mejor forma de ocultar algo es ponerlo a la
vista de todo el mundo”.
Pronto, uno empieza a encontrar ciertos puntos en común entre todas esas cosas que ya no se hacen 'por el covid'.
Son las cosas que producen pequeños ahorros, las cosas que han caído en
vacíos de responsabilidad, las cosas que molestan un poco pero por las
que nadie va a protestar enérgicamente. Incluso las cosas que permiten
hacer un poco de negocio. Las cosas que no le importan a nadie. O, mejor dicho, las cosas que no afectan a nadie que importe de verdad, y sí a mujeres, niños o parados.
O, como añade Javier Padilla,
médico de familia y diputado de la Asamblea madrileña por Más Madrid
que bromeaba recientemente con el tema en redes sociales, “las cosas que no tienen 'lobby”.
Padilla me ofrece un ejemplo maravilloso de teatro pandémico que no se
les habría ocurrido ni a los tremendistas de la Fura dels Baus: en el
colegio de su hija, se puede llevar comida a los cumpleaños, pero
siempre y cuando esté envasada. Si hay que cortarla, como ocurre con una
tarta, está prohibida. Pero si es una palmera de chocolate envuelta en
plástico, sí.
Durante la pandemia, se utilizó
el modelo del queso suizo para explicar cómo, al no existir ninguna
medida infalible, es la acumulación de estas lo que reduce la
posibilidad de contagiarse. El problema es que esa acumulación ha
terminado dando lugar a un síndrome de Diógenes de medidas. Y
como explica De Córdoba, uno de los principios de la psicología que se
han aplicado a la señalética de aeropuertos desde los años setenta
señala que la sobreinformación es peor que la información. “Con
el covid ha pasado eso: hay sobreinformación, lo que genera mucho ruido
visual y nos lleva a tener mucha incertidumbre sobre lo que tenemos que
hacer o no. La norma cambiante ha creado una experiencia de uso
desquiciante y con mucho ruido, y esto genera un estrés que hace que
todos los estímulos visuales nos impacten menos”.
Una lista de tontunas pandémicas
No pretendo ser exhaustivo, pero aquí va una pequeña lista de cosas que
se hacen 'por el covid' y a las que ya nadie encuentra mucho sentido: los urinarios (o aseos) cerrados por mantener la distancia social; limpiar las máquinas del gimnasio cada vez que se utilizan; tener que hacer deporte con mascarilla;
no bailar en la discoteca; tener que utilizar guantes (que no hay) en
servicios con pantallas táctiles como Bicimad; la prohibición de comer o
beber en el tren; no poder entrar al aeropuerto como acompañante;
vecindarios donde no se ha celebrado ni una reunión de vecinos desde la
pandemia, y, por supuesto, el clásico entre clásicos, la desaparición de
las servilletas en los bares.
"Los exámenes tienen que pasar tres días en cuarentena antes de corregirlos"
Los espectáculos son un punto y aparte. Los conciertos han tenido que
mantener la distancia social y la obligatoriedad de estar sentados
mientras otros sectores no, algo que lleva meses denunciando el sector
sin que nadie les haga mucho caso. En campos de fútbol como el
Metropolitano o San Mamés, se puede beber, pero solo agua. Nada de
bocatas en el fútbol. A no ser que seas vip, lo que muestra una vez más
que las medidas también entienden de clases: si estás en el palco, puedes prescindir de la mascarilla y comer y beber lo que quieras.
Las bibliotecas son otro lugar donde se agolpan las anécdotas. En algunas, los libros tienen que pasar varios días de cuarentena antes de poder volver a salir a las estanterías. En otras, siguen sin poder consultarse las revistas. La periodista Laura Cruz
me cuenta esta anécdota sobre una visita a la biblioteca Joaquín
Leguina: “Cuando me fui de la biblioteca, al recoger mis cosas, otra
trabajadora que no estaba antes me gritó ‘¡señorita! ¿Ha usado usted esa
taquilla?’. Le dije que sí y me dijo que no se podía, porque solo usaban unas por la mañana y otras por la tarde debido a la pandemia, y que las usadas debían desinfectarse”. Las taquillas también dan covid. Y los exámenes,
porque en la escuela de idiomas a la que acude, los papeles tienen que
pasar tres días en cuarentena antes de que el profesor pueda
corregirlos.
No es casualidad que las bibliotecas sean uno de los lugares con más
normas absurdas, porque recogen bien todas las contradicciones de la
etapa sainete de la pandemia. Para empezar, son públicas, lo que
las sitúa en el ángulo muerto de las urgencias sociales. “Todas las
restricciones relacionadas con el consumo o los bares se han retirado
muy rápido, pero en servicios públicos tengo la sensación de que vamos a dos velocidades,
pero no sé si es porque la Administración no quiere ser vista como
responsable o porque se ha dado más prioridad a lo privado”, valora De
Córdoba.
Las bibliotecas tampoco es que sean una máquina de hacer dinero. Mientras que a la hostelería le ha faltado tiempo para recuperar los aforos
previos a la pandemia, por razones obvias, que haya una consigna
abierta o más asientos en el metro no da más dinero a nadie (más bien,
da más trabajo). Algunas de estas restricciones, perpetuadas, pueden
terminar siendo muy rentables para otras empresas. Padilla sugiere:
“Siempre hay alguien que pesca: no te dejan entrar acompañado en el
ginecólogo de la pública, así que los lugares de ecografía privados ya te ofrecen poder ir acompañado”.
Nadie quiere ser al que le reprochen un contagio. Mejor curarse en salud
Por último, está el miedo, el “que el marrón le caiga a otro”
disfrazado de precaución. Nadie quiere ser el que tenga que dar la cara
ante la acusación de que se ha producido un contagio porque alguien
positivo dejó sus cosas en la taquilla de la ‘biblio’. Así que nadie da
el primer paso, porque, total, tampoco molesta tanto. ¿O no?
Todo lo que funciona mal
No necesito utilizar el Servicio de Empleo Público (SEPE), pero si fuese así, tampoco me serviría mucho. Intento obtener una cita presencial cerca de casa. No hay manera,
ni cerca, ni lejos. En el colmo del absurdo, como me explica De
Córdoba, lo que sí puedo hacer es bajarme un justificante que acredita
que he intentado conseguir cita y no he podido. Algo parecido ocurre con
las citas de la Seguridad Social. La recuperación de la atención
presencial ha sido exasperantemente lenta, si es que ha vuelto.
“Parece que nos hemos quedado con un anecdotario de la restricción, pero hay cosas que no parece que vayan a volver,
como ha ocurrido con el servicio de urgencias de la atención primaria”,
añade Padilla. Un caso sangrante, por ejemplo, es el de la prohibición
para las embarazadas de acudir acompañadas a consulta o a hacerse ecografías. Tampoco al pediatra o incluso a tratamientos de fertilidad.
Es el caso que cuenta Zebensui*:
“Empezamos mi mujer y yo un tratamiento de fecundación 'in vitro' un
poco antes de la pandemia, que es durísimo a nivel físico y mental para
ella”, explica. “En cuanto llegó la pandemia, tuvo que empezar a ir a
todas las consultas y partes del tratamiento sola, ni siquiera la he
podido acompañar a la mayoría de pruebas ni a consultas, llegando al
extremo de que tampoco al proceso de implantación”.
"Las familias estamos hartas de la absurdidad y del unos sí y otros no"
Ni en las consultas sobre el embarazo, ni en la atención infantil ni en
los colegios: parece que hay un denominador común. Aquí viene otra
retahíla de limitaciones en centros educativos: imposibilidad de dejar
los carritos de los niños, lo que los obliga a llevarlos y traerlos; niños con mascarilla en el recreo, pero que pueden juntarse nada más salir del centro, o prohibir a los padres entrar en el centro educativo.
Una arbitrariedad que, como ocurre en otros organismos públicos, se
deriva del proceso de toma de decisiones. “Las instrucciones las dicta
la Consejería de Educación, que concreta para los centros las generales
de Sanidad”, explica Eugenia Monroy, madre y profesora. “Luego
hay otras que son competencia de las juntas de Distrito o ayuntamientos,
porque atañen al uso del espacio, que lo llevan ellos. Luego, los
equipos directivos aplican las medidas en su centro según como las
entiendan. En la práctica, esto conlleva que ahora mismo en unos centros
las familias pueden
pasar al patio e incluso se han hecho reuniones presenciales al aire
libre, y en otros no se puede pasar de la puerta de la calle, en unos se
pueden echar la siesta los niños de Infantil y en otros no porque dicen
que no se pueden desinfectar las colchonetas, y así todo”.
El resultado es una incoherencia que
ha terminado provocando la percepción de que las medidas son
arbitrarias, meros caprichos que nadie se ha preocupado de revisar. Y
que, de paso, han servido para ahorrarse unos cuantos euros, como ocurre
con las taquillas de las estaciones de tren
que cerraron y no han vuelto a abrir. Como recuerda Padilla, ya que
resulta difícil aplicar ciertos recortes en una situación de
estabilidad, se hace poco a poco 'por el covid', como ha ocurrido con la
reestructuración de los servicios de urgencia en Madrid.
La gran pregunta es cuándo terminará todo. Por lo pronto, algunas
familias ya se están organizando para hacer un poco de ‘lobby’ ellas
también, como explica Monroy: “Ahora está empezando un movimiento de respuesta de las familias,
que ya estamos un poco hartas de la absurdidad y de que unos sí y otros
no, para presionar a los equipos directivos para que revisen las
medidas, porque lo que está significando es que se ha limitado o
destruido la participación de las familias en la vida del centro”. La
pandemia terminará cuando vuelvan los servilleteros. Es decir, nunca.
En estos quince años de blogs ha habido de todo. Me gustaría recordar sólo lo bueno, los momentos en que me han apoyado, las personas a las que he podido convencer, la convivencia con este grupo de amigos. La verdad es que este blog de momento es un remanso de paz y se agradece, salvo algún malentendido que no he llegado a comprender. Sin embargo, en el blog anterior recibí críticas y amenazas, sólo por hablar de mi punto de vista, que también es el de la Iglesia tradicional.
Me llegaron a decir que sabían dónde vivía porque supongo que soy fácil de localizar. No uso filtros ni trampas. Mi vida privada llegó a colisionar con mi vida pública. Y aunque ahora estoy bien, no puedo evitar recordar que tengo enemigos, algunos acérrimos y no puedo despistarme. Ahora controlo cada letra que publico, incluso aunque no sea en mi nombre. Es una pax romana. Aparenta que no pasa nada, pero pasa si te descuidas y te sales del raíl trazado por otros.
CARTA DE MADRID: EN DEFENSA DE LA LIBERTAD Y LA DEMOCRACIA EN LA IBEROSFERA
Más de 700 millones de personas forman
parte de la Iberosfera, una comunidad de naciones libres y soberanas que
comparten una arraigada herencia cultural y cuentan con un gran
potencial económico y geopolítico para abordar el futuro.
La Iberosfera tiene todas las
condiciones para ser una región de libertad, prosperidad e igualdad ante
la ley. Sus pueblos no están condenados por ningún tipo de determinismo
histórico.
Sin embargo, una parte de la región está
secuestrada por regímenes totalitarios de inspiración comunista,
apoyados por el narcotráfico y terceros países. Todos ellos, bajo el
paraguas del régimen cubano e iniciativas como el Foro de São Paulo y el
Grupo de Puebla, que se infiltran en los centros de poder para imponer
su agenda ideológica.
La amenaza no se circunscribe
exclusivamente a los países que sufren el yugo totalitario. El proyecto
ideológico y criminal que está subyugando las libertades y derechos de
las naciones tiene como objetivo introducirse en otros países y
continentes con la finalidad de desestabilizar las democracias liberales
y el Estado de Derecho.
A través de esta Carta de Madrid,
apoyada por diferentes líderes políticos y sociales con visiones e ideas
distintas e incluso divergentes, queremos afirmar que:
• El avance del comunismo supone una
seria amenaza para la prosperidad y el desarrollo de nuestras naciones,
así como para las libertades y los derechos de nuestros compatriotas.
• El Estado de Derecho, el imperio de la
ley, la separación de poderes, la libertad de expresión y la propiedad
privada son elementos esenciales que garantizan el buen funcionamiento
de nuestras sociedades, por lo que deben ser especialmente protegidos
frente a aquellos que tratan de socavarlos.
• La defensa de nuestras libertades es
una tarea que compete no solo al ámbito político, sino también a las
instituciones, la sociedad civil, los medios de comunicación, la
academia, etc.
• El futuro de los países de la
Iberosfera ha de estar basado en el respeto a la democracia, los
derechos humanos, el pluralismo, la dignidad humana y la justicia, por
lo que los abajo firmantes expresan su compromiso de trabajar
conjuntamente en la defensa de estos valores y principios
Hace tiempo que tengo la costumbre, cuando veo a una persona anciana, de intentar imaginarmela cuando era un niño, un joven, un padre o madre joven y más tarde un abuelo ilusionado, si ha tenido esa suerte. Cuesta mucho porque uno siempre tiende a ver a sus padres como padres y los abuelos como abuelos. A los niños los ves evolucionar en su camino al mundo adulto, pero los demás permanecen varados en un tiempo. A veces me pregunto si en la resurrección eterna seremos capaces de reconocer a nuestros seres queridos dependiendo del momento en que se vean representados.
Porque si viéramos a nuestros padres y abuelos como jóvenes tal vez no los asociaríamos a la imagen guardada por el recuerdo. Resulta duro pensar que somos las mismas personas y que todos acabaremos si Dios quiere como ancianos dependientes, ni sombra de lo que éramos. Pero es importante hacer el esfuerzo de extrapolar la imagen, para ser capaces de ver en cada etapa, desde el niño hasta el viejo a la persona que pudo haber sido o podrá llegar a ser en el futuro.
Desde el comienzo de la pandemia, el Dr. Anthony Fauci ha
negado en todos los tonos los informes de que estaba financiando
investigaciones de “ganancia de función” en el laboratorio de Wuhan.
“Ganancia de función” (Gain of Function, GOF), es la
ingeniería de laboratorio cuyo objetivo intencional es hacer a los virus
más infecciosos y mortales para los seres humanos.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.
Cuando Fauci fue interrogado de nuevo sobre este punto por el Senador Rand Paul en una audiencia del congreso de EEUU en junio pasado, insistió en que el National Institute of Health «no había financiado, ni ahora ni nunca, la investigación de ganancia de función en el Instituto Wuhan de Virología».
Entonces Fauci pasó a la ofensiva y dijo: «Si alguien está
mintiendo aquí, senador, es usted». Pero, ¿y si en verdad es Fauci quien
miente?
Desde hace mucho ha quedado claro que Fauci aprobó subvenciones del National Institute of Health a la Alianza EcoHealth de Peter Daszak, que a su vez subcontrató parte del trabajo al Instituto Wuhan de Virología.
Y hasta el comienzo de la pandemia, el propio Daszak se jactaba del
«gran progreso» que se estaba haciendo en el frente de
“ganancia-de-función”.
En noviembre de 2019 Daszak dijo:
«Hemos hecho grandes progresos con
murciélagos SARS relacionados con Coronavirus, la identificación de más
de 50 cepas nuevas, secuenciación de genes de proteína de pico, la
identificación de los que se unen a las células humanas, utilizando
virus recombinantes [y] ratones humanizados para ver signos similares al
SARS, y mostrando que algunos no responden a MAbs [anticuerpos
monoclonales], vacunas.»
¿El «nosotros» real de Daszak se refería a la investigación
del GOF realizada por su subcontratista, el Instituto Wuhan de
Virología?
Nueva evidencia documentaria obtenida del National
Institute of Health por The Intercept sugiere que la respuesta es sí.
Después de revisar 900 páginas de solicitudes de subvenciones e informes
de avances, los investigadores de Intercept concluyen:
Los científicos que trabajan bajo una subvención del National Institute of Health
de 2014 a la EcoHealth Alliance para estudiar los coronavirus de
murciélagos combinaron el material genético de un «padre» coronavirus
conocido como WIV1 con otros virus. En dos ocasiones presentaron
resúmenes de su trabajo mostrando que, en los pulmones de ratones
genéticamente modificados, tres coronavirus de murciélagos alterados a
veces se reproducían mucho más rápidamente que el virus original en el
que se basaban. Los virus alterados también eran algo más patógenos, y
uno causaba que los ratones perdieran peso significativamente. Los
investigadores informaron que «estos resultados demuestran la
patogenicidad variable de SARSr-CoVs con diferentes proteínas de pico en
ratones humanizados».
Vamos por partes.
En primer lugar, las subvenciones – al menos dos – estaban
destinadas a financiar la investigación del GOF, es decir, la creación
de nuevos coronavirus quiméricos relacionados con el SARS que podrían
infectar más fácilmente las células humanas y, por lo tanto, serían más
mortales para los seres humanos.
Y eso es exactamente lo que hicieron, como lo dejan claro los informes de avances de Daszak al National Institute of Health:
Aumento de infecciosidad: «… tres
coronavirus de murciélagos alterados que a veces se reproducen mucho más
rápidamente que el virus original». Cuanto más rápido se replica el
virus, más rápido te enfermas.
Patogenicidad aumentada: «Los virus
alterados eran también algo más patógenos, y uno causaba que los ratones
perdieran peso significativamente». Este no es un programa de Weight Watchers para ratones. Cuanto más peso pierden los ratones, más enfermos están, y más peligroso es el virus.
Así que si los investigadores de Wuhan habían tenido éxito
en la ingeniería genética de tres virus más infecciosos, uno de los
cuales era más mortal también, entonces parece que cumplieron los
objetivos del GOF. Ciertamente pensaban así: «Estos resultados
demuestran la patogenicidad variable del SARS [relacionado al
coronavirus] con diferentes proteínas de pico en ratones humanizados.»
Vincent Racaniello, profesor de microbiología e
inmunología de la Universidad de Columbia, está de acuerdo: «No hay duda
de que de la pérdida de peso [de los ratones] es la ganancia de
función. Tony Fauci se equivoca al decir que no lo es».
Tengamos claro que no estamos habando de ratones
ordinarios sino de ratones “humanizados”. Son ratones que han sido
genéticamente diseñados para parecerse a los seres humanos de una manera
muy específica: Los receptores de ratón en sus células pulmonares han
sido reemplazados por receptores humanos.
Los virus se abren camino en las células al intentar
insertar su «llave» de la proteína de pico en la «cerradura” del
receptor. Los investigadores en Wuhan adjuntaron varias llaves de la
proteína de pico al coronavirus original para ver cuál «encajaba» mejor.
En tres casos, la nueva llave funcionó tan bien en el receptor humano
que el virus fue capaz de entrar rápidamente y replicarse mucho más
rápido.
Si un virus quimérico puede infectar y matar a un ratón
humanizado, también puede infectar y matar a un ser humano. De eso se
trata la investigación de ganancia de función.
Todos los científicos entrevistados por The Intercept insistieron en que la investigación financiada por Fauci «pudo no haber provocado directamente la pandemia. Ninguno de los virus enumerados en las anotaciones del experimento está relacionado con el virus que causa Covid-19″.
Bueno, sí y no.
El virus SARS-CoV-2 es claramente diferente de los virus
quiméricos creados en el programa de investigación civil de los
laboratorios Wuhan. Pero había un programa paralelo de investigaciónmilitar
dirigido por el Ejército Popular de Liberación en Wuhan cuyos
experimentos con virus genéticamente modificados y ratones humanizados
no fueron, por supuesto, reportados en la literatura publicada y
ciertamente tampoco al National Institute of Health.
Este programa seguramente se basó en técnicas que
compartimos con los científicos militares chinos y pueden incluso
haberse beneficiado de la financiación de Fauci también. ¿Quién sabe? El Instituto Wuhan de Virología es una caja negra. Igual que otros laboratorios en China, tanto militares como civiles.
La pregunta que deberíamos hacernos es la siguiente:
¿Hubiera habido una pandemia de COVID-19 si el NIAID, la agencia que
supervisa Fauci, no hubiera entrenado y financiado a investigadores
chinos todos esos años?
La respuesta es: probablemente no.
Al final de su artículo condenatorio, The Intercept
trata de dar a Fauci una salida: «Los documentos no demuestran la
afirmación del Senador Rand Paul de que Fauci estaba mintiendo, ya que
no dejan claro si Fauci los había leído».
Cuando esa investigación fue efectivamente
prohibida en los EE.UU. por personas más prudentes, él se aseguró de que
continuara en el extranjero. Estaba decidido a crear un superbicho.
Si el coronavirus que causó la pandemia COVID-19 tiene un padrino, su nombre es Anthony Fauci.
Hubo un tiempo, no hace mucho, en que yo tenía un don. Era capaz de escribir sin parar sobre cualquier tema en cualquier momento que me ponía. Esto me duró unos diez años. En ese tiempo escribí posts para publicar doce libros y otros dos inéditos. Cuando enfermaron mis padres, fui perdiendo esa capacidad y cuando murieron, descubrí que ya no podía escribir continuamente sin pensamiento previo. Ese don como vino se fue, tal vez por la edad o por las circunstancias.
El caso es que los libros siguen existiendo y están en la pagina bubok.es. acontracorriente. Creo que están todos en descarga gratuita. También se pueden comprar en texto por un módico precio. Los tres últimos los tengo en el lateral del blog. Tratan sobre refranes y dichos, pero no en un sentido literal, sino con una visión personalizada de lo que me inspiran a mí y desde un punto de vista humanista cristiano, tal como es mi opinión habitual en todos mis blogs. Espero que os gusten.
Mucho se escribe en estos días a cuenta de las declaraciones del Papa
Francisco sobre la actuación de la Iglesia en México durante los Siglos
del descubrimiento de América. Es cierto que hubo abusos, pero no es
menos cierto que fueron abusos «no organizados», es decir, abusos
individuales por parte de individuos, de la Iglesia o Laicos, que
desobedecían las normas impuestas por la propia Iglesia o por el Estado
Español.
Precisamente por esto ni el Estado Español ni la Iglesia católica
deben pedir perdón «formalmente» por nada, pues a diferencia de otros
estados como Inglaterra, Holanda, Francia… que si que diseñaron todo un
sistema de explotación, sometimiento, esclavitud y exterminio en las
tierras por ellos conquistadas, España, movida fundamentalmente por el
espíritu Evangelizador de Isabel La Católica, promulgó y conformó en los
primeros años del Siglo XVI las bases de lo que hoy se conoce como
«Derecho Internacional» y, por supuesto, de lo que, 400 años más tarde,
la ONU vino a declarar como «Derechos Humanos» con «las nuevas leyes de indias».
“Ante los nuevos horizontes que se abrieron el 12 de octubre de
1492, la Iglesia, fiel al mandato recibido de su divino Fundador (Cf. Mt
28, 19), sintió el deber perentorio de implantar la Cruz de Cristo en
las nuevas tierras y de predicar el Mensaje evangélico a sus moradores.
Esto, lejos de ser una opción aventurada o un cálculo de conveniencia,
fue la razón del comienzo y desarrollo de la Evangelización del Nuevo
Mundo”.
“Ciertamente, en esa Evangelización, como en toda obra humana,
hubo aciertos y desatinos, «luces y sombras», pero «más luces que
sombras» (Cf. Carta Apostólica Los Caminos del Evangelio, 8), a juzgar
por los frutos que encontramos allí después de quinientos años: una
Iglesia viva y dinámica que representa hoy una porción relevante de la
Iglesia universal. Lo que celebramos este año es precisamente el
nacimiento de esta espléndida realidad: la llegada de la fe a través de
la proclamación y difusión del Mensaje evangélico en el Continente”.
“Y lo celebramos « en el sentido más profundo y teológico del
término: como se celebra a Jesucristo (…) el primero y más grande
Evangelizador, ya que El mismo es el ‘Evangelio de Dios’»”.
Sin muchos los motivos para estar orgullosos de la gran realidad que
hoy en día, 500 años después, constituye Hispanoamérica, y esperamos
poder seguir detallándolos en los próximos días.
El otro día leí que una bloguera tenía más de un millón de simpatizantes y me invadió una envidia poco sana. Llevo más de quince años escribiendo y dudo que haya recibido medio millón de visitas en total. Para ello me paso al menos una hora al día buscando artículos que me parezcan interesantes. Es cierto que mi punto de vista no es en teoría el mayoritario y tampoco tengo una gracia especial al escribir. Pero aún así a veces me pregunto si vale la pena tanto esfuerzo.
Si hubiera dedicado este tiempo a leer novelas tal vez tendría una cultura superior. O si hubiera estado trabajando, al menos tendría ingresos. Si lo dedicara a estudiar los idiomas que conozco puede ser que ya los dominara realmente. Pero el caso es que siento la necesidad de escribir de vez en cuando y, sobre todo, la de divulgar temas relativos al humanismo cristiano y por eso me obligo a mí misma a seguir adelante; sin saber si lo mío es sólo un grano más en la playa.
En asociación con el Observatorio de los Discursos Ideológicos sobre la Infancia y la Adolescencia,
un grupo de profesionales de la infancia e investigadores (médicos,
psiquiatras, psicoanalistas, abogados, jueces, profesores del sistema
educativo nacional francés, filósofos, sociólogos, etc.), en total una
cincuentena de personalidades, protestan contra el discurso de la
"autodeterminación" de los niños, que, según ellos, legitima un fuerte
aumento de las solicitudes de reasignación de sexo, especialmente entre
los adolescentes.
Éste es el manifiesto que han publicado el pasado lunes en L'Express:
Cambio de sexo en niños: "No podemos seguir callando ante esta grave deriva".
No podemos seguir callando ante lo que nos parece una grave deriva
cometida en nombre de la emancipación del "niño transgénero" (aquel que
declara no haber nacido en el "cuerpo correcto"). Los discursos
radicales legitiman las solicitudes de cambio de sexo basándose únicamente en los sentimientos, que se erigen como la verdad. Pero esto es a costa de un tratamiento médico de por vida o incluso quirúrgico
(extirpación de pechos o testículos) en el cuerpo de los niños o
adolescentes. Lo que nos preocupa es este fenómeno y su gran repercusión
mediática, no las decisiones de los adultos transgénero.
El gobierno escocés, pensando tal vez que podría proporcionar una
respuesta, publicó el 12 de agosto nuevas directrices de inclusión LGBT
según las cuales, los niños a partir de la edad de entrada en la escuela
primaria, podrán cambiar su nombre y género en la escuela sin el consentimiento de sus padres. Sin su consentimiento e incluso sin que sus padres sean informados si el niño así lo solicita.
A los niños se les hace creer que una niña puede convertirse en un niño y viceversa porque así lo han decidido sin el consejo de los adultos, y esto ocurre a una edad cada vez más temprana.
Lo que está ocurriendo en nuestros países vecinos podría suceder muy
rápidamente en Francia: la difusión proteiforme de estas creencias ha
dado lugar, en los últimos años, a un considerable aumento de cambio de
sexo entre los niños y, más concretamente, entre las adolescentes. Según Jean Chambry,
psiquiatra infantil responsable del CIAPA (Centro Intersectorial de
Acogida del Adolescente de París), hace diez años había unas diez
solicitudes al año; en 2020 hubo diez solicitudes al mes (solo en la
región de Isla de Francia). Chambry habla de una preocupante aceleración de las respuestas médicas a estas peticiones de transición.
Un discurso trivializado afirma que podríamos prescindir de la
realidad biológica, de la diferencia sexual entre hombres y mujeres, en
favor de singularidades elegidas basadas únicamente en los
"sentimientos". Estos discursos ideológicos engañosos se transmiten en
las redes sociales, donde muchos adolescentes con problemas de identidad
acuden a buscar soluciones a su malestar. En nombre de la
"autodeterminación" -un eslogan que atrae a todos los progresistas- se convence a los niños y adolescentes de que pueden cambiar de sexo
con la ayuda de tratamientos hormonales o incluso de una cirugía
mutiladora. Esta retórica, difundida por activistas en muchos países
occidentales, utiliza falacias destinadas a engañar.
Secuestro de la infancia
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Y tenemos (todavía) derecho a
reaccionar sin ser insultados o amenazados? ¿Cómo pueden estos derechos
de autodeterminación ser un progreso satisfactorio? Este fenómeno, el
"niño transgénero", es en realidad una mistificación contemporánea que
debe ser denunciada enérgicamente porque se trata de un adiestramiento ideológico.
Nos quieren hacer creer que, en nombre del bienestar y la libertad de
cada individuo, un niño, liberado del acuerdo de sus padres
"reaccionarios", podría "elegir" su supuesta identidad de género.
Pero el niño es un ser en construcción, su desarrollo está en constante evolución antes de alcanzar la etapa de madurez.
Los neurocientíficos, los expertos en desarrollo, los psicoanalistas,
los psiquiatras infantiles, los pediatras y todos los especialistas en
la primera infancia son unánimes al respecto.
Engañar a un menor sugiriéndole que puede cambiar su sexo
mercantiliza su cuerpo de por vida. Foto (contextual): Ben Wicks /
Unsplash.
Se somete al niño, y aún más el adolescente, a un control que le lleva a la desestabilización mental, a la ruptura con su familia si esta no le apoya y con todos aquellos que se niegan a compartir su punto de vista. Este control genera un discurso antisocial y acusador e impone además un lenguaje específico o incluso una neolengua
a los que les rodean. El discurso de estos jóvenes es a menudo
estereotipado, como si hubieran perdido el pensamiento crítico (que es
una característica del control).
Denunciamos este secuestro de la infancia. Es urgente informar
al mayor número posible de ciudadanos, de todas las profesiones, de
todos los bandos, de todas las edades, sobre lo que bien podría
considerarse en un futuro como uno de los mayores escándalos sanitarios y
éticos, que habríamos visto llegar sin decir una palabra: la mercantilización del cuerpo de los niños. Porque al persuadir a estos niños de que se les ha "asignado" un sexo al nacer y que pueden cambiarlo libremente, se les convierte en pacientes de por vida:
consumidores de por vida de productos químicos hormonales
comercializados por las empresas farmacéuticas, consumidores recurrentes
de operaciones quirúrgicas a la búsqueda del sueño quimérico de un
cuerpo de fantasía. En la actualidad, los países que estaban a favor de
la transición médica antes de la mayoría de edad están prohibiendo los tratamientos hormonales a los menores (Suecia, Reino Unido y algunos estados de Estados Unidos).
Este dogmatismo implica una gran confusión para que nadie sepa
cómo actuar y alzar la voz, a menudo por miedo a ciertas asociaciones
LGBTQI+. Pero estas siglas abarcan a personas muy diferentes, algunas de
las cuales, como nosotros, están preocupadas por los excesos actuales.
Algunas están sometidas a la ley del silencio que reina en ese ambiente. El documental sueco "Trans train"
muestra a jóvenes adultos que, abandonados a su suerte y amenazados por
haberse manifestado públicamente, han sido presionados por su comunidad
trans si han expresado dudas o han "detransicionado" (es el
proceso que sufren jóvenes que lamentan el proceso de transición social
y/o médica que ven como una respuesta equivocada a sus preguntas o a su
malestar).
Reina la confusión, mantenida en gran medida para manipular a la humanidad en su sustrato más profundo:
su evolución, su temporalidad, su errancia y sus dudas. En nombre del
rechazo a una supuesta asignación de sexo, asistimos avergonzados, sin
entender nada, a una asignación de identidad. Así, Jorgina de Los cinco [serie
de libros de Enid Blyton en los que una de los protagonistas, Jorgina,
se hace llamar Jorge], antes descrita como un marimacho, es presentada
actualmente como transgénero. Podríamos reírnos de ello si no fuera
sintomático de nuestra época, atacada por radicalismos políticos que se
adelantan a todo debate.
¡No, en nombre de la protección de los niños no podemos seguir callando!
Nos negamos a aceptar que, en nombre de los "derechos humanos", se
cuestione esta base común -el universalismo de los derechos- que
constituye el fundamento de la humanidad.
La palabra misericordia viene de miser, desgraciado, y cordis, de corazón, así que significa apiadarse de los que sufren. Sin embargo, es una palabra con doble sentido tal como se utiliza actualmente, porque no es lo mismo sentir lástima por alguien que tener que apoyarle en sus errores. Como se dice, se perdona al pecador, no el pecado. Por tanto, se puede tener pena por el delincuente, por el enfermo mental o por el extremista, y eso no significa que tengas que aprobar sus actos.
Existe una creencia popular de que uno como persona religiosa debe anteponer siempre esa misericordia a todos sus juicios. Pero no hay más que ver en el nuevo testamento que Jesús no tiene inconveniente en reñir y hasta insultar a aquellos con los que no está de acuerdo. El que colabora con el mal o con el error, se convierte en cómplice por tanto de aquello que protege. La lástima no es excusa para hacer la vista gorda ante el aborto, el terrorismo u otros horrores de nuestro tiempo.
Una mujer llamada Noelia, médico de profesión, mató a tres personas en 2003. Al parecer estaba en tratamiento psiquiátrico por psicosis y no se tomaba su medicación. La ingresaron en un psiquiátrico quince años y salió antes de tiempo porque pensaban que era inofensiva con el tratamiento y la supervisión de su madre, que ya tiene ochenta años. Total, que salió y volvió a agredir con cuchillo a varias personas. Por suerte esta vez no murió nadie.
Eso trae a la actualidad la situación de las personas con enfermedades mentales a las que ya no se mantiene bajo custodia, porque se supone que tienen un tratamiento efectivo. Pero el problema es quién se ocupa de comprobar que lo toman y quién les obliga en caso contrario. Está claro que los familiares no pueden cargar con esa responsabilidad. Igual que existe la cadena perpetua sin revisión, debería existir, como antes, el ingreso hospitalario vitalicio. Si no, no viviremos nunca seguros.