Diario conservador de la actualidad

El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”. Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”.

viernes, 31 de enero de 2025

Has de cambiar tu vida

 Hace ya algún un tiempo que Woody Allen describió así nuestra situación: «Dios ha muerto, Nietzsche ha muerto y yo, la verdad, no me encuentro nada bien». No sé por qué se me pasó por la cabeza esta frase (caprichos de la mente) hace unos días, mientras zapeaba en la tele.

Apareció en un canal David Broncano (ese comediante que hemos pagado entre todos para que nos haga reír mientras Sánchez nos gobierna). Asomó en otro canal el papa Francisco, aseverando que «todas las religiones llevan a Dios» —todas, todas, todas— (imagino que también el adventismo, que considera al Sumo Pontífice como el Anticristo).

Vivimos una época extraña, y a mí Woody Allen se me pasó por la mente mientras veía televisión.


Para entender estos tiempos nuestros, confieso que leo bastante más a autores progresistas que a autores conservadores (para disgusto de unos y de otros). Hay que comprender bien a quienes nos rigen (de hecho, estuve tentado de quedarme a ver el programa de Broncano).

Uno de los escritores que mejor calibran nuestra época es el alemán Peter Sloterdijk (que, por cierto, dentro de pocos días visitará Madrid). Puntualicemos que, en ocasiones, este filósofo sí se opone a la corriente que nos lleva. Por ejemplo, hace unos años se atrevió a lanzar a la opinión pública una idea bien estimulante: que los impuestos dejasen de ser eso, impuestos. Y que cada cual aportara al Estado solo los dineros que deseara. En su opinión, aguijoneados como estaríamos así por exhibir ante los demás nuestra nobleza y generosidad, la recaudación final no variaría mucho, mientras que lo que sí aumentaría sería nuestra virtud cívica (hoy reducida a «paga o acabarás preso»).

    «Sloterdijk ha criticado las exageraciones con que se defienden las humanidades, como si su estudio fuera a convertirnos en seres mansos»

Se trataría, en suma, de recuperar la antigua idea del thymós, del orgullo ciudadano, que ya cultivaban los griegos. Mas la propuesta, como imaginará el lector, no pasó más allá de las aulas de filosofía y los salones de tertulianos. Con todo, sin duda fue un soplo de aire fresco en el viciado ambiente de regüeldos socialdemócratas que nos suele circundar.

Sloterdijk también ha criticado las exageraciones con que a veces se defienden las humanidades, como si su mero estudio fuera a convertirnos a todos en seres mansos y comprensivos; diatriba en que fue bien precedido por George Steiner. Y a la que incluso un servidor (hoy escribe cualquiera de cualquier cosa) trató de aportar su granito de arena aquí en THE OBJECTIVE.


Ahora bien, ya entonces (y en el libro que escribió al respecto, sus Normas para el parque humano) Sloterdijk confesaba su afinidad de fondo con los tiempos actuales. Para él, resultaba absurdo seguir intentando domesticar a los humanos con la educación (y sus humanidades), con las iglesias (y sus morales) o con leyes (y sus castigos). Se trata de sistemas carísimos y, seamos francos, bien poco eficaces.

Nos convenía más bien, aducía Sloterdijk, lanzarnos a emplear la ingeniería genética y la eugenesia, sin ambages, para mejorar nuestra especie. Aprovechar la ciencia para convertirnos en personas más buenecitas. Hacernos más éticos a golpe de laboratorio. Todo un anticipo de los ideales transhumanistas que hoy campan por doquier.

    «Sloterdijk nos revelaba la clase de ser humano (‘concienciado’, ‘solidario’, ‘cosmopolita’) que esos augurios pretenden crear»

Pero donde mejor ha atrapado Sloterdijk el espíritu de nuestro siglo es en otra obra suya,titulada Has de cambiar tu vida. Un libro del año 2009 tan obsesionado por el calentamiento global como a día hoy sigue estándolo el autor. Así, en una entrevista de El País este verano, nos advertía: «Vivimos como si no pasara nada», pero «vamos a acabar como huevos fritos».

Sloterdijk resultaba allí iluminador, en todo caso, porque no se limitaba a repetir jeremiadas, ni a profetizar las habituales plagas (inundaciones, derretimientos, agostamientos, extinciones) que prodigan los profetas del calor. Sloterdijk iba más allá y nos describía (nos confesaba) el tipo de persona que se deja llevar, el tipo de persona que hoy permite (o incluso goza) que esos augurios empapen toda su vida. Dicho de otra forma: Sloterdijk nos revelaba la clase de ser humano («concienciado», «solidario», «cosmopolita») que esos augurios pretenden crear.


Leámoslo con sus propias palabras:

«Debo autoafirmarme como ciudadano del mundo aunque apenas conozco a mis vecinos y descuido a mis amigos. Por mucho que la mayoría de mis compatriotas en el mundo para mí sea inaccesible tengo el encargo de copensar su presencia real en cada una de mis operaciones. Debo convertirme en un faquir de la coexistencia con todo y con todos y reducir la huella de mi pie en el mundo circundante a la huella que deja una pluma».

    «Nos lo advirtió ya el filósofo Eric Hoffer: ‘Es más fácil amar a la humanidad en general que al vecino’»

Son pocas líneas pero están repletas de pistas. Por ejemplo, la exigencia de ser cosmopolitas, «ciudadanos del mundo», aunque apenas conozcamos al vecino de al lado y, a los amigos (¡es que da tanto trabajo ser ciudadano del orbe entero!), los tengamos un tanto descuidados. En su simplicidad, esta sola frase da la vuelta a nuestra herencia cristiana, que nos invitaba justo a lo contrario: a preocuparnos del prójimo, del próximo, antes que una abstracta humanidad lejana. Por el simple motivo de que el primero es real (que se lo pregunten, si no, al buen samaritano), mientras que la segunda es imaginaria. Y siempre es más sencillo amar a nuestros propios productos, sobre todo si lo son solo de nuestra imaginación.

Nos lo advirtió ya el filósofo Eric Hoffer: «Es más fácil amar a la humanidad en general que al vecino». Y Dostoievski había vislumbrado una idea semejante en Los hermanos Karamázov: «Durante mis ensoñaciones a menudo he llegado a imaginar apasionadas acciones por el bien de la humanidad, y quizás me hubiese dejado sacrificar por la gente si hubiese sido preciso, aunque soy incapaz de convivir dos días con nadie en una misma habitación, eso lo sé por experiencia… Amo a la humanidad, pero me asombra que, cuanto más la amo en abstracto, menos amo a los hombres en particular, es decir, a cada persona por separado».



No se queda en lo dicho Sloterdijk, empero, al proponernos su nuevo modelo del humano adaptadito a nuestros tiempos. El alemán no solo nos reclama amar ficciones humanitarias, sino que astutamente nos desliza la palabra «compatriotas». ¡Pero no para usarla con los compatriotas de verdad! (Las patrias, parece, habrán de ser abolidas en el cálido mundo que viene; ya se sabe que nunca fueron muy patriotas los huevos fritos). Sloterdijk dirige más bien el título de «compatriota» a esa humanidad evanescente o, como él mismo admite, «para mí inaccesible». Y, de paso, nos impone una obligación gigantesca: pensar cada uno denuestros actos en función de cómo afectarán a todos los demás miembros de esa humanidad.

Si desayuno he de estar pensando en cuán sostenible es lo que desayuno; si viajo he de estar pensando en cuán ecológico es mi transporte; si desayuno y viajo a la vez, mis preocupaciones se multiplican al cuadrado. Como consecuencia, si desayuno, viajo, leo, escucho música y pongo aire acondicionado al mismo tiempo, la cantidad de obligaciones que se me abalanzan encima, la cantidad de deberes que reclaman mis ocho mil millones de «compatriotas» de la tierra, empieza a desbordar mi capacidad computadora.

    «Nuestra huella ha de consistir en no dejar huella. Nuestro mejor legado ha de radicar en no dejar ningún legado»

Eso es lo que Sloterdijk llama «copensar». Pero nuestras abuelas llamarían obsesionarse. Para eso es para lo que Sloterdijk nos pide ser «faquires de la coexistencia». Pero contra eso es contra lo que nuestras abuelas nos advirtieron, cuando nos desaconsejaban juntarnos con esos tipos raritos, los faquires, que vomitaban fuego y se clavaban agujas en el brazo.

Con todo y con eso, lo que mejor refleja el proyecto de Sloterdijk es el anhelo con el que finaliza su texto: «Reducir la huella de mi pie en el mundo circundante a la huella que deja una pluma». De la etérea humanidad en que, según él, tenemos que estar pensando todo el tiempo, hemos pasado ahora a la obligación de ser etéreos nosotros mismos. Tiene lógica. Pero la consecuencia es pavorosa: nuestra mayor aspiración al pasar por este mundo ha de residir… en que parezca que ni hemos pasado por él. Nuestra huella ha de consistir en no dejar huella. Nuestro mejor legado ha de radicar en no dejar ningún legado.

Estas premisas le resultarán familiares a cualquiera preocupado por la baja natalidad de nuestras sociedades; pero hay, si cabe, algo peor en ellas. Y es el modelo de persona que Sloterdijk, con nuestro mundo, nos están proponiendo: hemos de ser lo más parecido a no ser. Pasó ya el tiempo en que instruíamos a nuestros jóvenes para que, si era posible, dejasen marca en la historia; lejos está ya la época en que los educábamos para que perdurase su huella en las vidas de los demás. Ahora hemos de enseñarles a estar como si no estuviesen, a pasar como si no hubiesen pasado, a olvidarse de sí mismos para que pronto se les pueda olvidar a ellos del todo.

El lector recordará que George Bailey, el protagonista de ¡Qué bello es vivir!, se salvaba del suicidio al conocer la huella que había dejado en cuantos le rodeaban. En el mundo que nos proponen Sloterdijk y nuestras élites actuales, sin embargo, George Bailey se habría matado. Cuando el único proyecto que nos permiten nuestros miedos a la contaminación, al clima y a las catástrofes estriba en camuflarnos como si no existiésemos, la idea de dejar de existir no puede sino volvérsenos más atractiva. No es entonces solo la baja natalidad nuestro problema, sino también el aumento de suicidios, de antidepresivos y de adicciones. Nos están proponiendo ser hombres-nada; es normal, entonces, que nos precipitemos hacia la nada por cualquier resquicio que nos reste.

    «Cuán distinta es una educación basada en hacer nuestras vidas más bellas de otra empeñada en hacerlas más insignificantes»

Lo más desazonador de todo esto es que en el mismo título del libro de Sloterdijk citado, Has de cambiar tu vida, reside la solución a esta deriva. Pero hemos de entender ese mandato de forma recta, y no como una invitación a ser más pequeñitos cada vez.

Porque «has de cambiar tu vida» es el verso final de un poema de Rilke, Torso arcaico de Apolo. Y de ahí lo ha recogido Sloterdijk. A lo largo de ese soneto, el poeta ha ido contemplando una estatua griega, hoy conservada en el Louvre, a la que solo le queda el tronco. Y nos ha ido narrando cuán interpelado se siente por su contundente aunque castigada belleza. Ahora bien, de repente, en el sorprendente verso final, Rilke gira súbito el foco desde la piedra esculpida hasta el lector, y nos increpa: «Has de cambiar tu vida». Ese es el sentimiento más noble que nos puede suscitar la belleza externa: el afán de hacer nuestra vida más hermosa también.


Cuán distinta es una educación basada en hacer nuestras vidas más bellas (como quería Rilke hace un siglo) de otra educación empeñada en hacerlas más insignificantes (como quieren tantos, no solo Sloterdijk, hoy). Cuán diferente es una vida que busca alabar y emular lo más alto que ha producido nuestra civilización, de otra vida que busca lamentar solo esa herencia civilizada. Y equipararla a la de los bárbaros.

Cuán elevado deseo sería, para este curso que estos días empieza, cambiar nuestras vidas fijándonos en una estatua de Apolo, en un relieve de María o en una pintura de Cristo; y cuán bajo será que en muchas clases de Ciencias Naturales, de Ética o de Religión, entre lo poco que se enseñará a nuestros alumnos, esté el color de cada cubo de basura en que deben reciclar.

https://theobjective.com/elsubjetivo/opinion/2024-09-18/has-de-cambiar-tu-vida/

jueves, 30 de enero de 2025

Ir dando tumbos

 Se refiere a tambalearse físicamente. O también a ir perdido sin dirección. Yo fui dando tumbos durante veinte años. No le encontraba sentido a mi vida.

Gracias a Dios, acabé encontrando una senda que me llevó a donde estoy hoy. Por desgracia, algunos nunca la encuentran.

Màs sobre Palestina:https://www.cesarvidal.fm/2022276/episodes/16512055-editorial-7-de-octubre-los-medio-israelies-van-revelando-la-verdad-27-01-25

miércoles, 29 de enero de 2025

Los abrazaárboles

 Son las dos de la tarde en un frondoso bosque de la Laponia finlandesa. Unas veinte personas se abrazan de forma obsesiva y con las más curiosas posturas a los troncos de los árboles.


Llevan un dorsal con un número a la espalda, lo que indica que están participando en una competición. Los jueces van, libreta en mano, inspeccionando cada uno de los árboles abrazados, y apuntan su valoración.


Miguel Pérez Pichel 

Se trata del Campeonato Mundial de Abrazar Árboles, que se celebró el pasado mes de agosto en Finlandia, un evento que ya va por su quinta edición y que atrae cada año a los más fanáticos seguidores del movimiento de los abrazaárboles, una actividad encuadrada dentro de la doctrina woke del medioambientalismo e inspirada por una perversa corriente filosófica: el sentimentalismo.



En el mundo relativista, de verdades etéreas, donde se ha renunciado a la verdad en favor de la percepción, el sentimentalismo triunfa como filosofía de vida, principalmente en las sociedades occidentales.


Esta corriente filosófica permea hoy toda la realidad social, es particularmente perceptible en la cultura y, sobre todo, en la política.


El sentimentalismo filosófico inspiró de una manera brutal el contenido de la carta del 24 de abril de 2024 del presidente Pedro Sánchez en la que amenazaba con dimitir por el supuesto ataque mediático-judicial contra su mujer, investigada por corrupción en los negocios.


«Soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer», afirmaba el presidente en una carta cuyo mayor pecado fue causar un intolerable y generalizado ataque de vergüenza ajena en la población española.


Obviamente, hay más casos: basta con escuchar algún discurso de la vicepresidenta del gobierno Yolanda Díaz, o de la exministra de Igualdad Irene Montero (por poner dos ejemplos) para comprobar el alcance del sentimentalismo filosófico en un ámbito tan importante como es el de la política.


Este sentimentalismo filosófico tiene una serie de características fácilmente identificables y de corte completamente orwellianas y relativistas.


Victimismo

Una de dichas características es atribuirse como propio lo contrario de lo que defienden. Por ejemplo, los popes del sentimentalismo –políticos progresistas, intelectuales woke, profetas del catastrofismo medioambiental– reivindican con orgullo la defensa de la ciencia y la razón.


Fe y razón que, después de mantener una absurda disputa secular, han quedado reducidas hoy a la práctica irrelevancia. Y una vez destruidas la fe y la razón, lo que queda sobre sus cenizas es el sentimentalismo.


El sentimentalismo filosófico no tiene teóricos identificables que la describan, asuman y promuevan. No tienen un René Descartes, un Immanuel Kant o un Friedrich Nietzsche, aunque filósofos como Herbert Marcuse, Jean-Paul Sartre o Jürgen Habermas ya apuntaron a principios que sostenían la libertad en la ausencia de una verdad última.


Muchos de los preceptos de la filosofía del sentimentalismo aparecen recogidos, sin embargo, en la falsa teoría queer: una supuesta teoría filosófica articulada por filósofos de dudoso prestigio como la estadounidense Judith Butler que pretende dar cuerpo teórico a varios preceptos de la ideología woke y su agenda LGBT, pero que no son más que un artificio, por desgracia ampliamente aceptado en las sociedades occidentales.


Los abrazaárboles

Este sentimentalismo filosófico se encuentra detrás de algunas de las prácticas más rocambolescas de nuestro tiempo que definen bien la deriva de la época postmoderna y de la postcivilización. La moda de los abrazaárboles es una de ellas.


La práctica, surgida en los años 80 del siglo XX, ha encontrado un caldo de cultivo idóneo en la sociedad woke y sentimental hoy imperante.


La actividad consiste en abrazar durante varios minutos el tronco de un árbol para que el bosque transmita su energía a la persona.


Esta práctica de rasgos claramente idólatras y propia del druidismo de la doctrina new age se va generalizando: además de los citados campeonatos mundiales de abrazar árboles, en Islandia lo recomendaron a la población para paliar los efectos del aislacionismo durante la pandemia de coronavirus, y en Cantabria ha puesto en riesgo un bosque de secuoyas debido a la erosión en los troncos y raíces por tanto abrazo.


Abrazar árboles se presenta como paliativo frente a los efectos del individualismo extremo, el materialismo y la soledad consecuencia de la puesta en práctica de la ideología woke.


En definitiva, no existen palabras para describir la desolación que puede causar en las pocas personas que siguen funcionado de acuerdo con la razón la imagen de siete personas abrazando el tronco de un árbol durante quince minutos.


Sin embargo, esta práctica, como se ha visto, es de lo menos perverso que puede salir del sentimentalismo, una filosofía que, en última instancia, puede justificar hasta la instauración de un régimen de terror.

https://www.eldebate.com/cultura/20241008/nefasta-filosofia-recorre-mundo-civilizado-abrazaarboles-son-expresion-menos-perversa_233162.html


martes, 28 de enero de 2025

Las ciudades de quince minutos, por Itxu Díaz

 En la última Cumbre Mundial de Alcaldes C40, celebrada el otoño pasado, no hubo más que hablar de eso. “Puede que haya menos coches, más naturaleza, un aire más sano, más educación, más saneamiento. Los ciudadanos lo apoyan porque con menos contaminación se vive mejor”, declaró la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. Todos parecieron maravillarse con el modelo ideado por el experto francocolombiano Carlos Moreno. La idea es que los habitantes de las ciudades tengan acceso a sus lugares de trabajo, compras, salud, educación y ocio a menos de 15 minutos a pie o en bicicleta.

Quizás conozcas el nombre de Carlos Moreno. En 2020, mientras los ciudadanos comunes luchaban por sobrevivir a la pandemia y ansiaban escapar de los confinamientos impuestos por los políticos, Moreno presentaba su iniciativa alarmista climática “Countdown” junto a Antonio Guterres, el Papa Francisco (Dios lo perdone), Al Gore, Ursula von der Leyen, Jane Fonda y otros reconocidos narradores. Su propuesta para las ciudades era, por supuesto, el FMC.

El objetivo del FMC es reducir las emisiones, salvar el planeta y todo eso, aunque los promotores de la idea prefieren decir simplemente que mejora la calidad de vida y la salud. De hecho, Hidalgo, la misma alcaldesa que participa en campañas contra el acoso a las personas obesas, afirma que una de las grandes virtudes del FMC es que contribuye a acabar con la obesidad. Hoy, tras los confinamientos por la pandemia, la coalición de alcaldes C40 ha juzgado a los ciudadanos lo suficientemente maduros y obedientes como para tragarse el modelo del FMC, como lo demuestran las recomendaciones de la “ Agenda de los alcaldes para una recuperación verde y justa ”.

Pero esta visión utópica tiene sus inconvenientes, que merecen mucha más atención. Por un lado, resulta que la mejor manera de implementar un plan de este tipo es desincentivar el uso de automóviles, porque no hay mejor manera de convencer a la persona promedio de que vaya en bicicleta o andando al trabajo. Como política, las ciudades europeas están haciendo esto peatonalizando grandes áreas, dando pasos iniciales para prohibir ciertos tipos de vehículos o imponiendo peajes elevados para conducir en los centros urbanos.

El 5 de febrero, Le Parisien reveló que París está perdiendo a sus habitantes: “En diez años, 123.000 personas han huido de la capital”. Como señala el periódico conservador Boulevard Voltaire , “la vida allí se ha convertido en una pesadilla de ratas, inmigración loca, inseguridad, robos en los barrios, suciedad y carriles bici”. Las salidas son parte de una tendencia de larga data alimentada por el alto costo de vida y otros factores, pero también se producen cuando París se prepara para prohibir el tráfico de automóviles en el centro de la ciudad a partir del próximo año. Hay pocas razones para pensar que esto revertirá el éxodo.

Aun así, supongamos que muchos ciudadanos están a favor de tenerlo todo a su alcance; yo también estaría a favor, siempre que eso incluya las máquinas expendedoras de tabaco y cerveza. Para conseguir un CMA, las administraciones públicas deben empujar a las empresas privadas a instalarse allí donde su planificación urbanística determine. Y cuanto más se inmiscuya el Estado en el sector privado, ya sea pagando o coaccionando, mayor será el revés para el libre mercado; las consecuencias se pueden leer en cualquier libro de historia serio que no se encuentre en las escuelas públicas.

La FMC también prevé que los barrios dediquen antiguas oficinas a espacios de coworking comunitario, donde teletrabajadores de distintas empresas puedan reunirse para cumplir sus horas a escasos metros de casa. Debe ser realmente emocionante intercambiar correos electrónicos con el director comercial de tu agencia inmobiliaria, o con el psicólogo que te da terapia online por Skype a tu lado, mientras otro tipo prepara hogazas de pan en el escritorio de enfrente, frunciendo el ceño mientras intenta pasarlas por el módem hacia la panadería. Da tanto miedo como que el “Imagine” de John Lennon se haga realidad.

Al final, la FMC también busca revivir ese viejo orgullo de barrio, convirtiéndolo en una identidad tan fuerte como la nacional. Es paradójico que las mismas personas que apoyan el globalismo sean las promotoras de ese orgullo de barrio. El propio Moreno ha rechazado las críticas a su campaña, calificando supuestamente de “mentiras” las nociones más conspirativas de que los planificadores gubernamentales encerrarían a la gente en sus barrios o restringirían el movimiento y vigilarían a los residentes. Es posible que Moreno sea sincero, pero también es razonable suponer que los políticos que deben implementar su plan se sentirían bastante cómodos imponiendo restricciones a los ciudadanos, como demostraron en la pandemia.

Incluso sin todo eso, convertir las ciudades en docenas de pequeños ecosistemas autónomos sólo empeoraría nuestra propia epidemia de alienación y nos volvería aún más insulares en nuestros hábitos. La mayoría de nosotros odiamos conducir en el tráfico de la ciudad, pero hay un valor social en tener que subir al coche un par de veces a la semana para hacer un recado, o más a menudo para ir a trabajar. Mezclarse con otras personas en tu ciudad (o, ¡oh, Dios!, fuera de ella) te enriquece y aumenta tu sentido de pertenencia. Amplía tu mundo. Y, además, a algunos de nosotros simplemente nos gusta conducir, acelerar a fondo antes de que se cierre el semáforo y maldecirnos unos a otros en los atascos como una forma de liberación; ¿por qué siempre vienen a por nosotros? ¿Por qué no gravan a quienes se desestresan yendo a Pilates?

Pero esto nos lleva a la llamada agenda 2030. Las restricciones a la movilidad que se impusieron durante la pandemia fueron un experimento de ingeniería social que ahora están aplicando los promotores de las llamadas “ciudades y comunidades sostenibles”, según el objetivo número 11 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Y llamadme paranoico, pero no confío en que los tecnócratas que idean estos sistemas resistan la tentación de convertirse en Gran Hermano. Hace unas semanas, viví la experiencia de que varias ciudades europeas ya exigen que uno tenga un DNI digital personal para poder abrir la tapa del contenedor de basura. Es cierto que no estaba intentando deshacerme de un cadáver, pero me sentí bastante incómodo con el hecho de que el contenedor de basura registre mi acto de eliminación de residuos. Sospecho que la idea es multarte si tiras una lata de atún en el contenedor de basura orgánica.

Sea como fuere, hoy, pasear por el centro de las antiguas capitales europeas revela lo que los simpatizantes del FMC no quieren admitir: que, sin el tráfico de coches y el tirón de gente de otros barrios, los centros antiguos de las ciudades se han empobrecido, los comercios han tenido que cerrar, los vecinos se han marchado y la extrema soledad de sus calles las ha convertido en un foco de delincuencia.

Como cualquier utopía, el FMC sólo podía funcionar si se le daba demasiado poder al gobierno. Los que se oponían podían irse al campo, sí, pero ¿por qué tendríamos que renunciar a los centros urbanos, los edificios, los monumentos y las avenidas que antaño fueron la cuna de la civilización occidental y a la esperanza de que algún día pudieran volver a tener su antigua gloria?

https://www.nationalreview.com/2023/02/the-problem-with-the-15-minute-city-utopia/

lunes, 27 de enero de 2025

Rasgarse las vestiduras

 Es lo que hacen algunos cuando al fin descubren la verdad sobre algo. Se hacen los sorprendidos y los ofendidos, cuando realmente deberían saberlo.

Es como intentar librarse de la responsabilidad de una desgracia. Declararse inocente. Pero no engañan a nadie màs que a ellos mismos.

Sobre el foro de Davos: https://www.cesarvidal.fm/2022276/episodes/16490746-editorial-sanchez-triunfa-en-davos-23-01-25

domingo, 26 de enero de 2025

Seres absurdos por F.L. Mirones


Los woke buscan los espíritus de sus ancestros abrazando árboles tras fumarse un porro, pero no hablan con su abuelo que está en una residencia porque todo lo que les diga les parece obsoleto.
Tienen a sus perrijos encerrados en una casa, los sacan una vez al día con jersey, les dan pienso vegano, y critican a los perros de los cazadores, que son los más felices del mundo.
No quieren tener hijos porque les quitarían libertad, pero no pueden estar cinco minutos sin mirar sus redes a ver qué han escrito sus ídolos que tienen dos años más que ellos.
No ayudan en su casa ni saben hacer nada, pero cambian el mundo una vez al año yendo de voluntarios dos días a alguna catástrofe que mole y sea fotogénica.
Incapaces de dar un paseo por el campo con sus padres porque es una pérdida de tiempo, pero atraviesan el mundo para hacerse selfies en lugares exóticos que den envidia a sus amigos.

Dicen que los animales son mejores que las personas pero si aparece un reptil o insecto en su baño te llaman para que lo mates.
No usan zapatos porque son de piel de animales muertos pero estrenan deportivas de plástico cada dos meses fabricadas por personas maltratadas en fábricas infectas.
Les preocupa el clima cambiático salvo cuando se trata de sus móviles, cuyos metales raros de sangre prefieren no saber de dónde vienen.
Dejan de ser jóvenes pero se siguen vistiendo igual sin darse cuenta de que parecen vagabundos.
Creen que hacer deporte es ir al gimnasio, un lugar cerrado con fluorescentes lleno de hormonas igual que sus oficinas; hacer actividades deportivas al aire libre, con sol, ni se lo plantean.
No leen un libro, prefieren ver series compulsivamente, eso sí, si hay que opinar en una discusión sobre marxismo, microbiología o arte, lo saben todo al respecto.
Creen profundamente en el consenso científico porque así no tienen que saber nada en absoluto de ello.
Consideran que la Semana Santa, la Navidad, el Día de la Hispanidad, la Inmaculada o el desfile de las Fuerzas Armadas son memeces viejunas; pero vibran con el Black Friday, Halloween y celebran Acción de Gracias porque una vez viajaron a Estados Unidos.
Sostienen que las religiones son todas igual de malas porque no conocen ni siquiera la suya, pero todo rito exótico de la Madre Tierra o que sea en una playa les mola y bailan lo que haga falta, lo satánico es atractivo.

No les gustan los niños porque a los niños tampoco les gustan ellos; los pequeños no son tontos, tienen un instinto ancestral para detectar perdedores, distinguen a alguien poco atractivo de lejos, prefieren mil veces al abuelo boomer, que es un jefe.
¿Reconoce usted a alguien así a su alrededor? Ojo porque ya los hay de más de 40 años y siguen igual, esperando la herencia.
No creen en el sacrificio, ni en el trabajo, ni en la lealtad, pero en los suyos; el sacrificio de sus mayores lo aceptan encantados porque creen que se lo merecen. Esos viejos que le destrozaron el planeta, por lo menos que le dejen algo para compensar el disgusto.
Todos odian a “los fachas”, pero en realidad no saben lo que son; quizá una suerte de orcos que les han dicho que son tremendos; por si acaso, y mientras lo averiguan, la palabra sirve de insulto para cualquiera que te caiga mal.
Pero no tema, querido lector, el planeta se auto regula, y cuando medra un ser absurdo, se acaba extinguiendo de forma natural para formar parte del humus y del plancton que tanto les gustan.
Un aullido.

sábado, 25 de enero de 2025

Hijos de donantes reclaman conocer su origen

 Dicen que padre es quien te cría, pero también lo es quien te da vida. Por este motivo, los hijos de donantes piden que se cambie la ley de reproducción asistida para que puedan conocer sus orígenes y la puesta en marcha de un registro. "Todo el mundo tiene derecho a saber quiénes son sus progenitores, hayas nacido como hayas nacido", denuncia Miquel, uno de los fundadores de la Asociación de Hijas e Hijos de Donantes (Ahid). "Si no, esto es dejarte fuera, como dice la Constitución en el artículo segundo, por cuestión de nacimiento, raza o sexo", añade.

La petición nació de un grupo de madres por donación solteras que tienen un podcast, cuenta Miquel a Vozpópuli. "Nosotros desde la asociación evidentemente estamos en contacto con todos estos grupos y apoyamos siempre cualquier causa que vaya en la dirección de nuestros objetivos, que es principalmente que cambie la ley".

El propósito de Ahid y otros grupos del mismo índole va más allá de levantar el anonimato de los donantes. "Hay muchos modelos, muchos matices y muchas posibilidades", dice Miquel. Ejemplifica con el caso de Francia, donde se ha abolido recientemente. Aunque no es retroactivo, se ha creado una comisión que estudia las peticiones de las personas que nacieron antes de este cambio de ley y quieren que se consulte a su donante si estaría dispuesta a descubrir su identidad.

De momento, los hijos de donantes en España han optado por recurrir a pruebas de ADN, como MyHeritage, para averiguar su procedencia. "Algunos hemos encontrado medio hermanos, incluso una persona ha llegado a identificar a su padre biológico que vive en el extranjero", comenta Miquel.

Por otro lado, en el certificado de nacimiento no aparece cómo han nacido. "Y esto es algo que debería constar, igual que pasa con la gente que es adoptada", dice el miembro fundador de Ahid. "Se nos está negando la posibilidad de saber sobre nuestro propio origen en un futuro también", lamenta.

Miquel recrimina que "no se debería permitir que alguien que no es tu padre biológico se pueda hacer pasar él". "La ocultación y el secreto son potenciales peligros para el desarrollo psicosocial de las personas que nacemos de donante", según se refleja en el Comité de bioética.

Defiende que estos "secretos" hay que normalizarlos desde un inicio. "Nosotros no confundimos quiénes son las personas que nos crían, que nos quieren, que conforman nuestra familia, con las personas que han donado", expresa Miquel, "distinguimos de quién vamos a buscar un afecto y quién no".

"Hay que poner encima de la mesa para hacer una ley que sea ética y cuidadosa con todas las partes", dice uno de los fundadores de Ahid, destacando el sistema australiano como el "más respetuoso y el modelo a seguir".
Los donantes, protegidos por la ley

España es uno de los pocos países del mundo donde el anonimato de los donantes está protegido por la ley. Además, es la cuarta nación que realiza más ciclos de fertilidad al año en términos absolutos, estando por detrás de Japón, Estados Unidos y China y siendo líderes en Europa, según informa la Sociedad Española de Fertilidad (SEF). En esta línea, los últimos Registros SEF evidencian un aumento de los nacimientos por reproducción asistida.

España va a contra de la tendencia europea. La Unión Europea ya instó a los Estados miembros a que modificasen la ley porque "no va en armonía con lo que dice la Carta de los Derechos Infantiles". En 2018, Portugal eliminó el anonimato. Recientemente, Francia lo ha hecho también. En Alemania directamente es ilegal la donación de gametos.

Aunque el reglamento actual impide conocer la identidad de las personas que realizan donaciones, la ley establece que "tienen derecho por sí o por sus representantes legales a obtener información general" de los donantes. Asimismo, la normativa prevé que se levante el anonimato si es necesario por cuestiones penales o de salud, como en un trasplante de médula ósea.

Las clínicas y los expertos en el sector han compartido su preocupación respecto a una posible reducción de donaciones si se elimina el anonimato, tal y como ha pasado en aquellos países donde se ha cambiado la ley. Recomiendan que, en todo caso, se implante un sistema mixto como el que tienen en Dinamarca, en el que los donantes eligen si quieren permanecer anónimos o no. Ante esto, Miquel explica que "hay una tendencia a la baja y luego hay un repunte de los donantes con un cambio de perfil".

A pesar de lo establecido en la Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción humana asistida, desde Ahid denuncian que en las clínicas no la aplican completamente. Según cuenta Miquel a Vozpópuli, las personas que nacieron antes de la ley de 1988 -la primera sobre esta cuestión en España- no han conseguido ninguna información sobre sus donantes.

Señala "negligencias" por parte de las clínicas de reproducción asistida. "Cuando lo hemos hecho a nivel individual nos han dicho que no tienen los registros, que no aparecen, que ya se esfumaron por la ley de conservación de los datos, nos dijeron que ha habido una inundación, también nos han dicho que se cambiaron de centro", relata Miquel.

La ley de 1988 incluía ya un registro de donantes. Sin embargo, no se ha puesto en marcha hasta 2021 "y aún no es obligatorio, sólo el 75% de las clínicas están adheridas". Además, la gestión de datos ha pasado de Sanidad a la SEF, "el consorcio de las clínicas privadas, quien gestiona en nombre de lo público los datos que deberían fiscalizar".

"La reproducción asistida tiene que ser desmercantilizada", exigen desde Ahid. Debe haber unas "garantías", como una serie de criterios que verifiquen que las personas que acuden a este tratamiento realmente quieren tener un hijo y no es un "capricho" o sean posibles "pederastas", como se hace con los niños que van a ser adoptados. Con el sistema actual, "tienes dinero, lo pagas, lo consigues", dice Miquel, "eso nos deja nosotros a nivel de producto".

"En España está generando muchísimo negocio" con la reproducción asistida. Miquel señala al Instituto de Infertilidad Valenciano (IVI), el gran reconocimiento que han recibido sus doctores fundadores por la Generalitat y el movimiento económico detrás de ella. Además de la compra de fondos de inversión, como la New Jersey Associates por 300 millones de euros, "tenemos la familia Bonomi, propietaria de PortAventura que ha adquirido ya 9 clínicas aquí", comenta el fundador de Ahid.

Critica también que estas clínicas estén dirigidas por empresarios y no médicos. "España ahora mismo es un destino de turismo reproductivo, es un paraíso para las empresas y para las familias", denuncia Miquel. Asimismo, hace mención del comercio de óvulos y esperma a otros países donde no hay anonimato.

 https://www.vozpopuli.com/espana/hjos-donantes-reclaman-conocer-origen.html

viernes, 24 de enero de 2025

La motosierra del género, por Itxu Díaz

 Más de 140 millones de euros ha dado el Gobierno a las comunidades autónomas para el desarrollo del Pacto de Estado contra la Violencia de Género. Uno se imagina que están destinados a financiar la castración química de violadores, a ampliar cárceles, a incrementar la dotación policial, a agilizar trámites judiciales, o a aparatos de alerta para mujeres en riesgo de maltrato. No exactamente. Pasen y vean:

Espectáculo de malabares "El amor es un derecho humano", ayuntamiento socialista de Almazán; concierto Orgullo "Somos del verbo ser" a cargo de "Nacha la Macha", gobierno popular en Cartaya; mobiliario urbano (AKA banquitos de colores), ayuntamiento socialista de Solana de los Barros; "gymcana por la Igualdad", ayuntamiento socialista de Arguis; merienda y tertulia, ayuntamiento regionalista cántabro de Liérganes; charla "De aquellas bacterias sexys a esta humanidad sin seso", ayuntamiento popular de Voto; inauguración pasos de peatones de colores "del Orgullo y Trans", ayuntamiento socialista de Toral de los Vados; y cata de tortillas "Gira la tortilla", ayuntamiento nacional-comunista de Ripollet.

¿Quieren más? "Cursillo para hablar delante del público", ayuntamiento proetarra de Arbizu; taller de "poesía-haiku", ayuntamiento popular de Villa del Prado; taller de menstruación, ayuntamiento popular de Torres de la Alameda; campaña contra la ludopatía "Mal uso de los videojuegos", ayuntamiento socialista de Toledo; talleres de Igualdad "Aprende y diviértete", redes sociales, fotografía y risoterapia, ayuntamiento popular de Alcalá de Henares; taller de reciclaje de tapones, ayuntamiento social-comunista de Castrillón; show drag "Miranda Warrin", ayuntamiento popular de Béjar; Día Internacional de la Visibilidad Trans, ayuntamiento socialista de Leganés; y taller de risoterapia y salud emocional "me quiero, me cuido", ayuntamiento indescifrable de Mogán.

¿Más lucha contra la violencia? Seguimos: "San Valentín ¡encuentra a tu amante!" y cuentacuentos, ayuntamiento popular de Jalance; carnaval Plasencia 2023 "¡Desfile, animación y fiesta!", ayuntamiento popular de Plasencia; concurso de pintura rápida, ayuntamiento popular de Valdeagua; documental y charla "Las Pelotaris", ayuntamiento proetarra de Etxauri; taller de imagen personal, ayuntamiento nacional-comunista de Manises; mobiliario urbano sobre feminismo (banquitos), ayuntamiento socialista de Hoyos; cuentacuentos, baile, vermú, y taller de suelo pélvico, ayuntamiento popular de Torrelaguna; estantería arcoíris en la biblioteca municipal, ayuntamiento socialista de Méntrida; concierto de canciones de grandes mujeres "Magdalena, soy mía", ayuntamiento socialista de Las Palmas de Gran Canaria; y taller familiar de elaboración de jabones, ayuntamiento popular de Olula del Río.

¿Todavía más? ¿Se descojonan de nosotros? Por supuesto: Psicología sensitiva femenina con cata de "7 chocolates terapéuticos", ayuntamiento popular de Albolote; torneo de pádel y futbolín, ayuntamiento socialista de Cúllar Vega; cata chocolates, ayuntamiento popular de Alhama de Granada; degustación de buñuelos y masterclass de aeróbic, ayuntamiento socialista de Ugíjar; mobiliario urbano (más banquitos) y colector para tapones de plástico, ayuntamiento socialista de Campanario; formación a escolares en institutos y público en general para "sensibilización" sobre "diversidad sexual y formas de LGTBIfobia", ayuntamiento popular de Curtis; programa "NEEducaSEX" de "desarrollo afectivo-sexual del alumnado", gobierno social-comunista de Canarias; y uno de mi favoritos: scape room, photocall y taller de flamenco "Nos ponemos flamencas", ayuntamiento socialista de Bembibre.

No sigo citando despilfarros porque, en este punto, una repentina inflamación testicular me impide manejar con soltura el teclado. Se trata de actividades financiadas con el citado pacto de Estado, extraídas del mapa de la malversación que ha elaborado la asociación feminista (esta sí es feminista) Contra el Borrado de las Mujeres.
Del autor

    27 Sep. 2024: Nadie recuerda tu Savoy
    20 Sep. 2024: La vida canalla
    13 Sep. 2024: Andar en bici
    9 Sep. 2024: Cómo volver de vacaciones y morir en el intento

Tal vez esté yo poco actualizado en cuanto a prevención de delitos, pero me intriga muchísimo el modo en que aprender a hacer jabones puede ayudar a las mujeres a defenderse de los maltratadores, a menos que sean para dejarlos en el suelo de la habitación con la confianza en que el agresor lo pisará y se partirá la crisma. Tampoco estoy seguro de cómo caerá en el alma dolorida de una víctima rodearse de diez charos descojonándose de ella (risoterapia), carezco de conocimientos científicos como para glosar la contribución del "taller de suelo pélvico" a erradicar la violencia sexual, albergo serias dudas sobre cómo los banquitos y estanterías de colorines disuaden al macho violento de agredir a la mujer, si bien imagino que "Nacha la Macha" es una eminente filósofa especialista en feminismos que impartirá fecundas conferencias, y necesito pensar que la actividad de scape room para mujeres contra la violencia machista del ayuntamiento de Bembibre no es humor negro.

Lo de las catas de chocolates para mujeres en varios ayuntamientos me desconcierta, si bien los de Ugíjar han tenido la visión comercial de unir esta actividad a la de las clases de aeróbic. Eso de las "bacterias sexys" y la "humanidad sin seso" solo puede ser fruto de una noche de borrachera y drogas duras, seguida de un "¿a qué no hay huevos?", mientras que la proliferación de espectáculos de drag queens pagados con fondos públicos destinados a la lucha contra las agresiones a mujeres es la versión de género del timo de la estampita.

El "cursillo para hablar delante del público", que así se anuncia, es obra de un visionario, por cuanto sospecho que un cursillo para hablar "detrás del público" no resultaría tan seductor para las chicas de Arbizu, hay que tener muchos huevos para colar la cata de tortillas "¡gira la tortilla!" dentro de esta partida presupuestaria de género, y los pasos de peatones de colores son todo un hito de gestión política de fondos públicos, que además de contribuir entre cero y nada a evitar el maltrato de mujeres, propician que, en caso de sobrevivir, puedan ser fácilmente atropelladas por conductores que sacamos el carnet antes de que la señal vial de bandera arcoíris significara "deténgase y deje cruzar".

Este es el socialismo del siglo XXI y su efecto mariposa: Judith Butler escupe sandeces en una estúpida cátedra americana y provoca que, al otro lado del charco, el Gobierno de España haga un inmenso pacto de Estado de género que, cuando llega al último estadio de degradación política, al ayuntamiento, se traduce en un espectáculo de malabares, una charla sobre las pelotaris, el concierto de un drag queen, un par de cursos de masturbación, y una degustación de buñuelos.

Y lo pagamos tú, yo, y hasta las mujeres maltratadas.

Un tip "inspiracional" para los implicados en la cadena de trinque: no habrá infierno suficiente para todos estos hijos de una hiena cuando alguien se decida a coger aquí la motosierra de Milei.


- Seguir leyendo: https://www.libertaddigital.com/opinion/2024-10-04/itxu-diaz-la-motosierra-de-genero-7170864/

jueves, 23 de enero de 2025

La gota que colma el vaso

 Muchas veces he pensado que estaba en la gota que colma el vaso, en el límite. Son embargo luego ha pasado y al final no era para tanto.

Dice la Virgen en Garabandal que el vaso se está desbordando y yo estoy de acuerdo. La pregunta es hasta cuándo podremos seguir así.

Sobre cristianos perseguidos: https://www.cesarvidal.fm/2022276/episodes/16449548-editorial-la-persecucion-de-los-cristianos-en-el-mundo-16-01-25

miércoles, 22 de enero de 2025

El estado-posee-32300-inmuebles vacios, infrautilizados u okupados en España

 El estado es propietario de 32.300 inmuebles -viviendas, suelo rústico, locales y edificios- que en un elevado porcentaje se encuentran vacíos, infrautilizados u okupados. De estos, 4.500 son dependientes de los ministerios de Interior y de Defensa, pero no aparecen detallados en los registros por razones de seguridad desde 2020. En torno al 20% de los de la Seguridad Social se encuentran totalmente vacíos. Hay cientos de edificios okupados en el inventario. Su desalojo resultará más lento de lo habitual.

Los datos analizados por THE OBJECTIVE muestran el descontrol, avalado por el Tribunal de Cuentas, de las numerosas propiedades públicas. El registro, recogido en el Portal de Transparencia y cuya última actualización tuvo lugar en 2021, convierte al Estado en el mayor propietario de bienes de este tipo en España. Todo en un contexto en el que la vivienda se ha convertido en protagonista del debate político.

Las propuestas del Gobierno y del Partido Popular, principal formación de la oposición, se enfrentan con el trasfondo de los casos de corrupción y tráfico de influencias que afectan al presidente, Pedro Sánchez. Las iniciativas sobre el mercado inmobiliario de los dos grandes partidos coinciden en la movilización de suelo público para la construcción de más vivienda.

Precio de los inmuebles

El precio de las casas ha aumentado un 10% en 2024 y se ha convertido en inaccesible para la mayor parte de los jóvenes. En el punto de mira están en los inmuebles vacíos, la especulación y fenómenos como la okupación y los pisos turísticos, a los que la Administración no es ajena. El análisis de los inmuebles dependientes del Estado muestra que los ministerios poseen 3.790 propiedades, mientras la Seguridad Social dispone de 4.396.

El resto de las propiedades corresponde a bienes patrimoniales, que no necesariamente están destinados a uso público: palacios, museos, paradores… Antes de 2020 se incorporaban 4.547 propiedades de Defensa e Interior que hoy ya no aparecen en la estadística. El detalle, analizado por THE OBJECTIVE, muestra que la Seguridad Social es el mayor tenedor de inmuebles, seguido a larga distancia por el Ministerio de Trabajo.

El Estado, el mayor tenedor

De los 27.805 bienes inmuebles del Estado -excluidos los de Defensa e Interior-, solo 359 estaban fuera de territorio español en 2021, principalmente embajadas y consulados. Sorprendentemente, es Valencia la provincia que más propiedades estatales acoge, seguida de Castellón y León. Desde el punto de vista del tipo de inmueble, 16.980 Bienes Inmuebles son rústicos y 6.498 son edificios. El resto son solares -2.295-, locales -1.305-, fincas rústicas -486-, vivienda -120- y naves y plazas de garaje -121-.

La Seguridad Social, uno de los principales tenedores de inmuebles, tiene más de mil edificios vacíos o infrautilizados. Un patrimonio enorme que se ha convertido en un importante problema económico y que deja la puerta abierta a la okupación y abandono de estos edificios, algunos emblemáticos. El departamento de Elma Saiz es consciente de esta pesada carga, que provoca costes innecesarios e ineficiencias. Por esta razón se ha fijado el objetivo de ceder o vender una buena parte de los edificios desocupados.

Los inmuebles de la Seguridad Social

El Tribunal de Cuentas, a través de un reciente y amplio informe, analizó la red inmobiliaria del ministerio y su ineficiente uso. El organismo fiscalizador detectó hasta 33 inmuebles dependientes del ministerio okupados de forma ilegal. De estos, siete son ocupaciones consentidas por los organismos de los que dependen los inmuebles. Otros son okupaciones «no consentidas ni autorizadas». Destaca el órgano fiscalizador que la Tesorería de la Seguridad Social no ha regularizado estas situaciones a pesar del tiempo transcurrido, 34 años en un caso y 12 en el otro.

Mientras, hay otros 39 inmuebles que nunca se han llegado a utilizar. La inversión y el mantenimiento de estos edificios casi olvidados superó los 126 millones. A estos hay que añadir 26 solares que nunca han entrado en funcionamiento. La venta a un privado es una de las soluciones, pero resulta lenta y nada fácil. La otra alternativa son las cesiones a otras administraciones. En este caso el interés se ha demostrado mayor.

Cesión de inmuebles

El pacto del PSOE y ERC que ha facilitado la investidura de Pedro Sánchez contempla el análisis de hasta 1.400 inmuebles que el Estado posee en Cataluña. Son edificios, solares, viviendas y naves, algunos especialmente interesantes y una parte vacíos y en el inventario de la Seguridad Social.

En las últimas dos décadas se han subastado o vendido de forma directa 1.250 inmuebles de la Seguridad Social. En las transacciones se han obtenido 465 millones de euros. Sin embargo, poco más de 200 han sido cedidos a diferentes administraciones. Según recoge el estudio del Tribunal de Cuentas, la Seguridad Social dispone en la actualidad de algo más de 4.500 inmuebles. De ellos, 874 -el 18%- están totalmente vacíos. Mientras, 179 -el 4%- solo lo están parcialmente.

Entre las causas están los cambios de localización de las dependencias de las entidades de Seguridad Social. Además, otros de los motivos de la caótica gestión son la reversión de bienes adscritos a las CCAA a partir de traspasos de competencias antes desempeñadas por la Seguridad Social o la retrocesión de inmuebles que habían sido objeto de cesión a otras entidades públicas o privadas. El Tribunal de Cuentas ha reprochado a la Tesorería General de la Seguridad Social (TGSS) mantener cientos de inmuebles vacíos. Algunos de ellos se alquilaron a particulares durante los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y ya se han quedado sin inquilinos.

https://theobjective.com/espana/2025-01-15/estado-posee-32300-inmueblesvacios-infrautilizados-okupados/

martes, 21 de enero de 2025

Se enfrentarà el nuevo orden mundial a una rebelión juvenil?, por Itxu Díaz

 No todos los jóvenes se suman a los radicales universitarios. En Occidente, algunos se rebelan volviéndose contra el progresismo.

Al igual que Hunter Biden, yo hice muchas cosas tontas cuando era joven, pero dejé de hacerlas antes de llegar a la mediana edad. Me lo pasé bien. A veces pienso que mi generación fue la última que podía ir a una fiesta sin tener que preocuparse por los pronombres o contar chistes políticamente incorrectos en la universidad sin que abrieran un expediente secreto sobre ti.


Hicimos locuras: beber cócteles con pajitas de plástico, estudiar matemáticas no igualitarias, ver Dumbo sin encontrar rastro alguno de racismo y aprender historia en lugar de reescribirla. A menudo doy gracias a Dios por haber nacido en 1981. Nuestro ídolo era John Belushi, no Greta Thunberg. Y la única vez que me pusieron bajo arresto domiciliario antes de la pandemia fue cuando mis padres lo pidieron, por llegar tarde y estar un poco borracho.


La juventud es una época de libertad, diversión y rebelión. Eso es bueno. Si no tuviéramos ciertos conflictos adolescentes con nuestros padres, nunca sentiríamos la necesidad de buscar un camino propio y, en última instancia, formar un nuevo hogar y tener nuestros propios hijos. Sin embargo, en medio de un entorno agobiante de progresismo omnipresente, los jóvenes de hoy carecen de esa libertad y se divierten mucho menos; lo único que puede salvarlos es ese anhelo de rebelión juvenil.


Está empezando a hacer efecto.


Ahora bien, un vistazo al panorama universitario norteamericano —con sus reprimendas moralistas y, últimamente, hordas de apologistas de Hamás— no da la impresión de que la juventud de hoy esté atravesando una transformación política. De hecho, algunos son tan radicales como siempre, pero no hablan en nombre de toda su generación. Una interesante encuesta reciente de Redfield & Wilton Strategies para Newsweek mostró que el 72 por ciento de los jóvenes de entre 25 y 34 años apoyan en realidad el lema “Go awakened, go broke” (despierten, arruinen). Tiene sentido. A los jóvenes de hoy no sólo el gobierno y la mayoría de los medios de comunicación les dicen cómo pensar, por qué indignarse o qué eventos y personas cancelar. También reciben sermones de las grandes corporaciones que se han rendido locamente a la religión del progresismo extremo. En otras palabras, es un orden elitista y establecido, algo contra lo que hay que rebelarse. Yo conozco a la gente indicada para hacerlo.


Es cierto que los jóvenes sienten desde hace mucho tiempo una fascinación desmesurada por la izquierda. Recuerden la Prohibición de las Bombas, el Mayo del 68 francés y los grupos maoístas formados por hijos rebeldes de familias conservadoras durante la segunda mitad del siglo pasado. Recuerden el pelo largo, los pantalones ajustados y el hábito de fumar cigarrillos junto a la puerta de una Volkswagen Kombi. No estoy tratando de romantizar toda esa basura moral, pero, para ser justos, muchos de esos jóvenes abandonaron el izquierdismo en cuanto recibieron su primer cheque de pago y descubrieron cuánto de él se queda el gobierno. Hay gente que necesita pasar por ese proceso como parte de su experiencia de vida.


Ser joven era pensar que todo lo que se había hecho antes estaba mal y que era necesario y posible cambiar el mundo desde abajo, presionando a los de arriba. Hoy, los gobiernos de la izquierda posmoderna y sus aliados creen que todo lo que se hizo antes estaba mal, pero pretenden cambiar el mundo desde una posición de poder, imponiendo sus métodos a los de abajo.


Así, en algunos rincones de algunos países, los jóvenes están jugando un papel central en la resistencia contra el progresismo, y eso está teniendo consecuencias en el terreno político. En Argentina, en las elecciones PASO de agosto, la mitad de los jóvenes menores de 35 años votó por Javier Milei, que desprecia públicamente el progresismo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y otros sistemas de creencias de izquierda. El porcentaje fue aún mayor entre los menores de 20 años: siete de cada diez votaron por el candidato de derecha libertaria. Basta con ver sus actos, llenos de jóvenes, gritando consignas contra el kirchnerismo y la izquierda, y rugiendo de entusiasmo cada vez que Milei grita su consigna: “¡No vine a guiar corderos, sino a despertar leones!”. El domingo pasado, Milei ganó las elecciones presidenciales en su país, una victoria histórica impulsada por los votantes jóvenes. Recordemos que Argentina es uno de los pocos países en los que los jóvenes de 16 y 17 años pueden ejercer su derecho al voto. Con la elección de Milei, Argentina ha señalado su deseo de dejar atrás la política peronista que ha empobrecido al país durante décadas.


En Italia, el voto juvenil también ha sido decisivo para llevar al poder a la conservadora Giorgia Meloni. El análisis electoral del voto por edad confirma que, en las últimas elecciones, Meloni era la segunda favorita entre los jóvenes italianos, casi empatada con los populistas del M5S de Beppe Grillo. Esto también ocurre en España, donde en los sondeos del gubernamental Centro de Investigaciones Sociológicas el partido favorito entre los jóvenes de 18 a 24 años es Vox, el partido de derechas liderado por Santiago Abascal, el único abiertamente opuesto al progresismo y a la Agenda 2030.


Este efecto es significativo también en Estados Unidos. Un análisis de Michael Podhorzer para The Atlantic sorprendió a los autores al descubrir que, mientras que la Generación Z apoyó abrumadoramente a los demócratas en los estados azules, en los estados rojos esta misma generación votó abrumadoramente por los republicanos. (Curiosamente, Gallup descubrió el año pasado que “independiente” es una afiliación mucho más popular que cualquiera de los dos partidos principales entre los millennials y la Generación Z.) Me divierte ver que los analistas izquierdistas de mayor edad no comprenden del todo que podría haber jóvenes que no voten por los demócratas.


Es posible que su número aumente en los próximos años. Una sociedad que en el pasado ofrecía a los jóvenes valores orientados principalmente al cristianismo como guía para la vida (aunque optaran por rebelarse contra ese camino) ha ido reemplazando esos valores por una amalgama vacía de secularismo, progresismo y victimismo, como si fuera una nueva religión, sólo que más ascética que cualquier otra religión que hayan seguido generaciones anteriores.


Para empeorar las cosas, el nuevo feminismo coloca a muchos jóvenes en la misma situación que el Equipo A: perseguidos por un crimen que no cometieron. Independientemente de si la deuda histórica que las feministas radicales posmodernas quieren cobrar por la desigualdad del pasado es justa o no, es más relevante preguntarse si los niños de hoy deberían sentirse culpables por cómo era la sociedad de sus abuelos. Personalmente, creo que ya tienen bastante con lidiar con la ansiedad climática, evitar los clásicos cancelados y soportar TikTok. No es de extrañar que se rebelen contra este orden mundial.

https://www.nationalreview.com/2023/11/will-the-new-woke-order-face-a-youth-rebellion/

lunes, 20 de enero de 2025

Meterse en la boca del lobo

 Ha sido mi costumbre desde siempre. Con esta mala costumbre de decir lo que pienso y no disimular, he acabado muchas veces metiéndome en problemas. La primera vez fue con los etarras.

Después, he chocado con abortistas, feministas, ecologistas y todos los istas que se os ocurran. Pero es mi manera de ser y no puedo ni quiero evitarlo, ya a estas alturas.

domingo, 19 de enero de 2025

El lunes empieza una nueva era para occidente, por Itxu Díaz

  todo lo que necesito para asistir a la investidura de Donald Trump el lunes desde lejos. Debido a las bajas temperaturas en España, mi ceremonia también se celebrará en el interior. He llenado las paredes de banderas estadounidenses, he pedido media docena de hamburguesas de 10 pisos, tengo dos cajas de cerveza enfriándose en mi refrigerador y pienso desfilar por el pasillo con una urna llena de cenizas del Wokeism. Llevo semanas practicando el baile navideño de Donald Trump en el gimnasio y debo decir que mis bíceps ya parecen los de Hulk Hogan.

A partir del lunes… por fin habrá un adulto en el aula de política internacional.

A partir del lunes estaremos más cerca del fin de las guerras absurdas que están arruinando a Occidente, el patio de la escuela dejará de ser un caos y finalmente habrá un adulto en el aula de política internacional.

A partir del lunes comienza una nueva era para Occidente. Será un momento mágico. De repente, los seres humanos volveremos a estar divididos en dos sexos, podremos llamar terroristas de Hamás a los terroristas de Hamás, y la naturaleza y sus recursos volverán a estar al servicio del hombre, y no al revés. El lunes gritar “¡ley y orden!” no será cosa de fascistas sino de hombres de bien, tendremos en la Casa Blanca un presidente capaz de abandonar el escenario sin caer al vacío, y el despacho del vicepresidente quedará libre de botellas de vodka vacías tiradas por el suelo.

A partir del lunes, los inmigrantes ilegales tendrán que volver a sus países y buscar una buena razón para legalizarse como todo el mundo, la policía se sentirá apoyada por el Gobierno en su lucha contra el crimen y el Gobierno sacará algunas de sus 25 manos de los bolsillos de los ciudadanos. A partir del lunes nadie se reirá de los chistes idiotas de Nicolás Maduro , los abortistas volverán a ocupar el último escalón de la escoria social y ninguna autoridad pública trabajará para dividir y enfrentar a los estadounidenses entre sí en función de su raza, sexo o ideología política.

A partir del lunes, nadie podrá considerarte terrorista climático por conducir un maldito devorador de gasolina, tal vez Estados Unidos pueda volver a bombear su petróleo con alegría y veremos el inicio de una auditoría gubernamental integral para detectar ineficiencias, redundancias y tonterías, que conduzca a un plan de adelgazamiento inmediato. Será un verdadero placer ver cómo este gobierno mórbido y obeso comienza lentamente a recuperar la figura de Melania Trump.

A partir del lunes estaremos más cerca del fin de las guerras absurdas que están arruinando Occidente , el patio de la escuela dejará de ser un caos y por fin habrá un adulto en el aula de política internacional. A partir del lunes se cerrará el grifo del que brota el inmenso gasto público destinado a lavar el cerebro de los niños en las escuelas con aberraciones como la Teoría Crítica de la Raza, la transexualidad o la sexualización de los menores.

A partir del lunes, los idiotas de la ONU y la OTAN tendrán que levantarse de sus traseros y ponerse a trabajar para convencer a los Estados Unidos de que tiene algún sentido permanecer allí, en medio de estas organizaciones anticuadas que solo se han dejado para actuar como altavoces de las tonterías progresistas del momento y otros defectos mentales de la izquierda globalista.

A partir del lunes será una mala idea convertirse en traficante de drogas en Estados Unidos, los islamistas tendrán que pensarlo dos veces antes de poner un pie en el país y los idiotas a cargo de México, Canadá y China tendrán que tragarse los tan esperados aranceles de Trump.

A partir del lunes, los aduladores del Parlamento Europeo, la loca de Von der Leyen, los socialdemócratas alemanes que han destrozado el Viejo Continente, junto con otros izquierdistas, centristas y conservadores que se sienten cohibidos por ser conservadores, tendrán que deshacerse de sus camisetas y gorras de Kamala Harris, empezar a respetar a Trump y dejar de demonizar el sentimiento patriótico conservador que está creciendo en toda Europa, aunque el idiota de centroderecha y la izquierda sigan uniendo fuerzas en un esfuerzo por detener la marea.

En este sentido, es una decisión justa y maravillosa que el lunes, en el Capitolio, no sean invitados ni el presidente socialista español, Pedro Sánchez, ni el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijoo (cuyo partido manifestó tímidamente su preferencia por Kamala Harris), sino el líder de Vox, Santiago Abascal, el único que apoyó desde el primer momento la campaña de Donald Trump y que defendió la urgente necesidad de un gran movimiento conservador en todo Occidente.

Al final de mi ceremonia doméstica he instalado un podio junto a la ventana, con un sistema de megafonía en el exterior, a través del cual leeré este artículo a mis vecinos. Concluiré solemnemente antes de hacer sonar el himno, con estas palabras para la posteridad: “A partir del lunes, por fin, Estados Unidos será mejor y más libre, y el mundo un poco mejor y un poco más libre”.

Luego beberemos hasta que no podamos deletrear la palabra “Trump”.

https://spectator.org/monday-begins-a-new-era-for-the-west/

No está hecha la miel...

 Para la boca del asno. Como era de esperar, tras la victoria de Trump muchos medios conservadores han dado reacciones contradictorias. Por una parte rechazaban a la abortista y woke Harris. Pero de algún modo no quieren celebrar la victoria conservadora.

Esto se puede considerar una psicopatía provocada por los años de servilismo progresista. Pero me temo que también es una prueba de hasta qué punto todos los medios han sido comprados por el nuevo orden mundial.

sábado, 18 de enero de 2025

Documental anti woke



Matt Walsh lo ha vuelto a hacer. El comentarista político conservador está arrasando en la cartelera de Estados Unidos con todo un tomahawk al pensamiento dominante, Am I racist? (‘¿Soy racista?’). El creador de What is a woman?, otro éxito contracultural de crítica y público, ha recaudado 10 millones de dólares en dos semanas con su último documental, que se ha convertido ya en uno de los 40 más taquilleros de la historia, lo cual tiene especial mérito teniendo en cuenta que muchos espectadores acuden a las salas de incógnito. Nadie quiere ser tildado de «racista» por sus conciudadanos.

El documental se adentra en la industria de explotación del racismo que se ha disparado desde los disturbios de Black Live Matters, allá por 2020. Este concepto woke del racismo equipara ser blanco con ser racista, como si fuera una desgracia de pecado original por la que uno debe pedir perdón y ofrecer una reparación.

Walsh se saca fácilmente un certificado DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión) y se infiltra en un mundo de estafadores y timadores, exponiendo la falta de rigor intelectual del mensaje y los abultados cheques que los vendedores ambulantes de ideología cobran por dar sermones a sus compatriotas sobre lo racistas que son.
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Marcos Ondarra

Así, la película transcurre en talleres, cursos y cenas en donde aprende que todos los republicanos son nazis, que las mujeres blancas son lo peor y que se puede ganar mucho dinero enseñando a los blancos a ser «antirracistas», un concepto popularizado por Robin D’Angelo, a la que entrevista (y destruye) en el propio filme, y a quien logra extraerle 30 dólares de su billetera como «reparación».

Las voces de la razón en la película proceden de la gente de la calle, blanca y negra, que comparte que la obsesión por el racismo perpetúa el problema, que Estados Unidos no es en realidad un país racista, y que dos personas deberían de tratarse entre ellas con independencia del color de piel, olvidándose de la raza. Por otro lado, los pseudoacadémicos que escriben libros y dan talleres sobre «fragilidad blanca» y «revisión de privilegios» suenan estridentes, enfadados e inestables.
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THE OBJECTIVE
La comedia como argumento

Walsh usó el método socrático, consistente en preguntar y repreguntar hasta llevar al interlocutor a la contradicción, para desmontar a los teóricos de género (teóricas, eminentemente) en What is a woman?; aquí, utiliza la parodia, la reductio ab adbsurdum, para ridiculizar el movimiento DEI con momentos desternillantes.

Habrá quien esgrima, con razón, que la película se centra en un tipo de subcultura dentro de la industria DEI, en concreto en los pseudoacadémicos más caricaturizables. Estos no son pesos pesados intelectuales, no son los teóricos detrás de la teoría crítica de la raza (CRT) y no la representan en su forma más rigurosa. Es decir, que se puede acusar a Walsh de crear un hombre de paja, pero el objetivo de la película no es tanto luchar contra las teorías sobre la raza que prevalecen en el mundo académico norteamericano como mostrar el absurdo al que conducen en la vida cotidiana del estadounidense medio. Además, la película se anuncia como una comedia y no un documental serio, así que cumple lo prometido.
Los dos autores negros que se mudaron a España huyendo del racismo en EEUU
Los dos autores negros que se mudaron a España huyendo del racismo en EEUU
Hernán Migoya
Momentos ridículos

La gracia del filme radica precisamente en lo burdo que resulta todo. Desde el disfraz (una cutre peluca con moño y unos jeans apretados que dejan traslucir perfectamente su identidad) hasta el pretexto con el que logra convencer a los sujetos para ser grabados: documentar su viaje antirracista en una película. Una toma de conciencia del privilegio blanco; una suerte de deconstrucción del racismo intrínseco. Una idea que entusiasma a los vendedores de crecepelo modernos.

Así es que vemos a Walsh infiltrado en un seminario antirracista. Cuando se le pide que se presenten con el cumplido más extraño que han recibido, el protagonista responde: «Me han felicitado por la cantidad de amigos negros que tengo; 17»

Walsh no tiene que apretar mucho para que los expertos en DEI se pongan en ridículo a sí mismos. Entre otras cosas, consigue que Robin D’Angelo, autora de White Fragility (Fragilidad blanca), le dé a un grupo de personas negras 30 dólares de su cartera como «reparación». También se infiltra como camarero en un evento Race2Dinner, organizado por Regina Jackson y Saira Rao, donde las mujeres blancas pagan para que les griten, y créanme que su dinero queda bien invertido.

El protagonista termina convertido en una eminencia en la materia y presenta un taller antirracista llamado Do the Work Workshop (en referencia a un famoso libro sobre esta temática) en el que les dice a los blancos que son inherentemente racistas y alienta la autoflagelación como forma de expiación. Tras poner fin al experimento, se propone compartir con los espectadores sus hallazgos.

La conclusión más valiosa del documental, y en general del fenómeno Matt Walsh, es que la máxima «go woke and go broke» cuenta con más predicamento que nunca, y que las producciones que se atreven a desafiar la doxa dominante, o reírse de ella, están a la orden del día. Alguien debería tomar nota en España; hay negocio.
 

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