Durante décadas Lidia Falcón ha sido un referente del
feminismo en la izquierda hasta que el Partido Feminista que ella
preside fue expulsado de la coalición de Izquierda Unida por su postura
crítica con el movimiento trans.
La guerra entre el feminismo clásico-marxista y el lobby queer
está en pleno apogeo. Y esta veterana feminista no tiene pelos en la
lengua a la hora de explicar las graves consecuencias del avance trans.
En este artículo en Voz Populi la feminista Lidia Falcón lo expresa con gran claridad:
La ofensiva trans
La semana del Orgullo Gay ha constituido una olimpiada de triunfo y
exaltación no solo de la homosexualidad -el lesbianismo, como siempre,
ha quedado oscurecido por el exhibicionismo masculino- sino también de
la llamada autodeterminación de género. Este es el estilo de los
tiempos. Ya no hay distinción de sexos, ya no existe ni la naturaleza ni
la biología ni la construcción corporal de la especie mamífera que
somos los humanos. El postmodernismo ha venido a descubrir que cada uno
se define y se presenta a sí mismo como su fantasía le sugiera. Este
constructo lingüístico del género que pusieron de moda algunas
profesoras universitarias estadounidenses, adoptado con enorme
admiración y papanatismo por las nuestras, sirve para abolir la
realidad. Con las nefastas consecuencias de que ya no se hace un
análisis materialista de la realidad sino que el destino humano depende de las patologías mentales que hoy se han de considerar normalidades.
A este monstruoso delirio están contribuyendo, muy eficazmente, los
medios de comunicación más prestigiosos. Periódicos nacionales de amplia
tirada y prestigio e incluso los medios públicos como Radio Nacional y
Televisión Española. Con desprecio absoluto por la biología, la psicología, la anatomía y la fisiología humanas,
realizan una continua campaña en defensa del proyecto de ley trans, que
con ahínco digno de mejor causa la ministra de Igualdad -y aguanten
semejante definición- defiende desde hace varios años. A partir de su
aprobación, será posible que niños de 8 años cambien su inscripción de
sexo en el registro Civil y después pueden sufrir el interminable
calvario de hormonaciones o bloqueadores de estas, cirugías y
mutilaciones, convirtiéndose en enfermos crónicos los que eran niños o
niñas sanos. Y, a continuación, todas las interferencias en el mundo
femenino por parte de varones que tienen la ocurrencia de querer
convertirse en mujeres.
Este futuro, cercano, que denuncia el feminismo desde hace varios
años, está promocionado, difundido y defendido por Radio Nacional en
programas semanales de muchos minutos, publicitado por Televisión
Española y constantemente repetido por El País, que se ha convertido en
el periódico trans más prestigioso de nuestro país. Ninguno de estos
medios contrasta la campaña realizada por los activistas de esa
doctrina, considerados por portavoces de la verdad, con informes
científicos ni con las denuncias que muchas víctimas están haciendo ya
del calvario que han sufrido en su deriva transicional, ni con los
argumentos que desde el feminismo se están realizando en contra de semejante agresión física y mental a las personas que han sido engañadas por la doctrina queer.
Esos medios no cumplen con la ética indispensable que se reclama para
el periodismo: contrastar las informaciones, dar espacio y palabra a
todas las opiniones, en definitiva, ser medios democráticos de
información y no voceros y propagandistas de una única ideología.
Países avanzados como el Reino Unido, Suecia, Noruega, Finlandia, que
aceptaron sin crítica ni investigación la transformación de los sexos,
están corrigiendo el nefasto error de haber permitido la hormonación y
la mutilación de genitales y de mamas a adolescentes a los que han
convertido en inválidos y mutilados los que eran muchachos y muchachas
sanos. En España el ejemplo de esas naciones no sirve de enseñanza, y esos medios de comunicación mantienen un silencio culpable sobre tales consecuencias de los experimentos anteriores.
Si la ley trans se aprueba, será el comienzo de una epidemia de imitación por parte de muchos niños y niñas,
de desestabilización emocional de adolescentes, y de irrupción chulesca
de hombres disfrazados de mujer que ocuparán los espacios higiénicos y
sanitarios de las mujeres, competirán en los deportes en las ligas
femeninas, se instalarán en las cuotas políticas y educativas que con
tanto trabajo consiguió el feminismo. El movimiento feminista dejará de
existir. Puesto que si no hay hombres ni mujeres no es preciso reclamar
la igualdad de trato, de oportunidades, de justicia, que todavía tenemos
que conquistar en un mundo desigual.
Es evidente que esta estrategia está diseñada por el antifeminismo que se ha desencadenado contra los avances del feminismo,
y tiene sus beneficiarios: empresas y laboratorios farmacéuticos,
clínicas de cirugía, profesionales de variadas especialidades y
constituirá un triunfo del Patriarcado contra el que las feministas
llevan luchando dos siglos.
Y este será el gran triunfo de Irene Montero, titular de Igualdad,
que tan asombrosamente ha hecho de la defensa de la ley trans su único
objetivo, mientras la violencia contra la mujer, el acoso sexual, las
violaciones, la prostitución, la pornografía, los vientres de alquiler,
la desigualdad salarial, la feminización de la pobreza, lacras que
llevan a la tumba y a la desgracia a miles de mujeres, no constituyen
para ella ni penosas realidades a combatir ni son competencia de su
ministerio. Nunca habíamos retrocedido tanto en nuestra penosa e interminable lucha contra la injusticia y la desigualdad.
https://www.religionenlibertad.com/polemicas/783422753/lidia-falcon-patologias-mentales-ofensiva-trans.html