En 1985, se pasó de la despenalización del aborto a la aceptación en determinados casos, y en 2010, se dio un paso más, hacia la actual ley de plazos
que convertiría el aborto en un derecho de la mujer, y zanjaba el
derecho a la vida del no nacido. Desde entonces, las voces sociales y
políticas que se oponían al aborto, salvo los movimientos provida en su
mayoría de concepción cristiana, se han ido apagando y acomodando a la
triste realidad de lo que supone acabar con la vida del no nacido, hasta permitir que el aborto se haya convertido en un medio anticonceptivo más y en un asunto intocable.
Ni existe el derecho a matar, ni el derecho a morir. La muerte es algo natural, inherente a la vida humana
No es difícil adivinar que este proceso, mediado por una labor de
ingeniería social, será repetido en la nueva iniciativa legislativa de
la eutanasia y el suicidio asistido impulsada por el actual gobierno de
España. Curiosamente, cuando las legislaciones de todo el mundo
han terminado prácticamente con la legalidad de la pena de muerte, en
España se promueve una ley de eutanasia disfrazada de progresismo,
únicamente por razones ideológicas, utilitaristas, de oportunismo
político, y en el peor momento, al margen de cualquier sentimiento de
sensibilidad por la muerte causada por la pandemia de Covid-19. Cuando
ni existe demanda social ni razones médicas en una etapa en la que la
Medicina puede aplicar soluciones para paliar tanto el sufrimiento
físico como el psicológico.
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Ante el principal de todos los derechos, el derecho a la vida, tan negativo es el aborto como la eutanasia.
Ni existe el derecho a matar, ni el derecho a morir. La muerte es algo
natural, inherente a la vida humana, y si existe un derecho claro es
precisamente el derecho a la vida. Sin embargo, suscita una gran duda el
pensar sobre qué es más grave, acabar con un embarazo sin conceder la
más mínima oportunidad de que llegue a nacer un ser humano concebido y
en pleno desarrollo, o eliminar una vida en su madurez, aunque obedezca a
un deseo expreso de una persona adulta y aunque se trate de justificar
por razones compasivas.
El caso es que, dejando al margen la dignidad y el derecho a la vida,
en ambas situaciones lo que se persigue es apuntarse el tanto político
de conseguir la aprobación de una ley, aunque sea inaceptable para una
parte importante de la sociedad. Para lograr adeptos se recurre a
razones coyunturales o de oportunismo, y se muestran casos individuales
concretos que se exhiben con todo tipo de detalles para conmover
emocionalmente a la población en los medios informativos afines. Una
labor de ingeniería social para convencer de cualquier cosa, llámese
aborto, eutanasia, canibalismo, racismo o lo que se quiera… El resultado
será positivo siempre que se oculte lo que no interesa y se elijan
oportunamente los argumentos, edulcorados y convenientemente adornados
con eufemismos.
se habla de «aborto terapéutico» para justificar la eliminación del no nacido cuando se supone hay problemas de salud
Es la conocida ventana de Overton, una estrategia
política bien conocida en los EE.UU., capaz de inculcar en la sociedad
cualquier idea por extremista que sea presentándola solo en un sentido
positivo, para transformarla así en un hecho deseable. Por supuesto
también vale en sentido contrario, convirtiendo algo positivo en la idea
más indeseable del mundo. La ingeniería social por medio de los eufemismos está al cabo de la calle en los temas bioéticos.
Así, el aborto se convierte en una «interrupción voluntaria del
embarazo»; se califica de «aborto ético» al que se propone en caso de
violación; se habla de «aborto terapéutico» para justificar la
eliminación del no nacido cuando se supone hay problemas de salud; se dice que el embrión es un «amasijo de células» en lugar de una vida en pleno desarrollo; se habla de «muerte digna» para referirse a la eutanasia o al suicidio asistido, etc.
En España, como en su día el aborto, se mantenía como delito
la eutanasia y el suicidio asistido hasta ahora, aun cuando nadie haya
ido a la cárcel por esos motivos. Esto debería hacer pensar
sobre la necesidad de legislar sobre estas prácticas contrarias a la
vida. Sin embargo, ante la nueva realidad y una vez aprobada la ley,
empieza la pendiente resbaladiza hacia nuevas conquistas. Hay sobrados
ejemplos de esta tendencia en los escasos países que cuentan con leyes
de eutanasia, como Holanda, Bélgica, Australia, Colombia o el Estado de
Oregón.
Gobierno holandés no ha logrado controlar la práctica de la eutanasia, pues la mayoría de los médicos no notifican los casos
Tal vez el ejemplo más evidente es el de Holanda, país pionero en el
establecimiento de una ley de eutanasia en 2001, que se propuso
inicialmente con la finalidad de despenalizar 28 casos de presuntos
delitos de eutanasia y tras sucesivas reformas se ha convertido en una ley que no solo legaliza el suicidio asistido
y la propia eutanasia a los enfermos en estado terminal, sino a las
personas con enfermedades psíquicas, a las que se encuentran en estado
de coma, a los recién nacidos con malformaciones o enfermedades graves e
incluso, en un porcentaje significativo de casos a personas que no la
habían solicitado. El Gobierno holandés no ha logrado controlar la
práctica de la eutanasia, pues la mayoría de los médicos no notifican
los casos de eutanasia y no se constata el cumplimiento de las medidas
preventivas.
Hay además en estas leyes otro hecho preocupante, que es que, aunque
guste a unos pocos, nos implican a todos. En otros temas esto podría
tener menor importancia, pero es que estamos hablando de un derecho
humano fundamental, como es el derecho a la vida que trasciende a toda la sociedad.
Reconocer un derecho a acabar con la propia vida, aun en las
circunstancias de una enfermedad incurable, supone un atentado no solo
contra la vida propia, sino contra la vida humana en general. Es algo
que afecta a toda la sociedad y que una vez admitido no solo será
difícil dar marcha atrás, sino que irá a más y se irá llevando por
delante los principios y valores morales que supone el respeto a la
dignidad humana.
La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, en su sesión del 25 de enero de 2012, aprobó la resolución 1859/2012 con el título de: «Proteger los derechos y la dignidad humana en consideración a los deseos previamente expresados por los pacientes», en la que se señala que: «La
eutanasia, en el sentido de la muerte intencional, por acción u
omisión, de un ser humano en función de su presunto beneficio, debe ser
prohibida siempre«. Y la Asociación
Médica Mundial, que representa a las organizaciones médicas colegiales
de todo el mundo, afirmó en octubre de 2019: «La WMA se opone
firmemente a la eutanasia y al suicidio con ayuda médica… Ningún médico
debe ser obligado a participar en eutanasia o suicidio con ayuda médica,
ni tampoco debe ser obligado a derivar un paciente con este objetivo». Pero,
¿qué es el Parlamento Europeo o la Asociación Médica Mundial frente a
la Asociación Derecho a Morir Dignamente? Esta asociación, desde su
creación en España en 1984 viene promoviendo el discutible
derecho de cualquier persona a disponer con libertad de su cuerpo y de
su vida, y a elegir libre y legalmente el momento y los medios para
finalizarla. Una asociación, que ha gozado de espacio en la
tarea de ingeniería social promovida en los medios progres de
comunicación, dejando de lado el papel de los profesionales de la salud,
y defendiendo el pretendido derecho de los enfermos terminales a
decidir sobre el final de su vida y a morir pacíficamente y sin
sufrimientos.
el médico está para curar, no para quitar la vida a un enfermo.
Y aquí viene otro de los problemas de aplicación de la eutanasia ¿son
los médicos quienes han de prestarse a la eliminación de un paciente?,
¿se obligará a quien por razones de conciencia no desee acabar con la
vida de un paciente? Realmente, aparte de otras consideraciones
morales, lo que está en juego con la eutanasia no es el derecho a morir
pacíficamente, sino el derecho a exigir que un médico sea quien ejecute
al paciente, incluso en contra de su conciencia, y esto es muy
grave dado que el médico está para curar, no para quitar la vida a un
enfermo. El Art. 36 del Código de Ética y Deontología Médica de la
Organización Médica Colegial Española, reformado en 2011, señala que: «el
médico nunca provocará intencionadamente la muerte de ningún paciente,
ni siquiera en caso de petición expresa por parte de este».
La eutanasia y el suicidio asistido no son actos médicos, conseguir
que la muerte sobrevenga de forma pacífica y sin sufrimiento, si lo es. La muerte sin sufrimiento se puede lograr mediante los “cuidados paliativos”, que es algo real fruto de los avances en Medicina
y de lo que el Gobierno de España ha preferido no oír hablar a pesar de
los esfuerzos de las asociaciones de profesionales médicos, el Comité
de Bioética de España y numerosas plataformas y asociaciones que se han
manifestado en contra de una ley que llega a la paradoja de considerar
la práctica forzosa de la eutanasia o el suicidio asistido como muerte
natural.
Entonces ¿qué hacer ante un enfermo que por el estado avanzado de su enfermedad está abocado a una muerte con sufrimiento? Lo primero para responder a esta pregunta es admitir que hoy nadie tiene por qué morir con sufrimiento.
La experiencia que señalan muchos médicos que tratan a enfermos
terminales es que el paciente lo que quiere es no sufrir, por encima
incluso de no morir. Esa es precisamente la misión de los
cuidados paliativos, aliviar los síntomas que provocan el sufrimiento y
deterioran la calidad de vida del enfermo en situación terminal.
La Organización Médica Colegial aprobó en febrero de 2009 una Declaración en la que entre otros puntos señala que: «La frontera entre lo que es una sedación en la agonía y la eutanasia activa se encuentra en los fines primarios de una y otra.
En la sedación se busca conseguir, con la dosis mínima necesaria de
fármacos, un nivel de conciencia en el que el paciente no sufra, ni
física, ni emocionalmente, aunque de forma indirecta pudiera acortar la
vida. En la eutanasia se busca deliberadamente la muerte inmediata. La
diferencia es clara si se observa desde la Ética y la Deontología
Médica».
La atención al entorno familiar es
un elemento muy importante en la vida de toda persona y muy
especialmente en el último tramo de su vida
El sufrimiento es una compleja mezcla de factores espirituales,
emocionales y físicos que pueden ser encauzados de forma positiva y
hasta encontrarle un sentido, con una ayuda psicológica adecuada. Aunque no sea posible cambiar una situación contraria a la vida si lo es influir en el modo de afrontarla. Primero con los fármacos que alivien el dolor, y al mismo tiempo, con un apoyo en el aspecto psicológico al
paciente y a su entorno familiar. Una ley de eutanasia como la que se
tramita en España, ignora todo esto, e ignora, además, el aspecto
espiritual, que es otro componente importante de los cuidados
paliativos. La atención al entorno familiar es un elemento muy
importante en la vida de toda persona y muy especialmente en el último
tramo de su vida. Humanamente se debe atender la voluntad del enfermo
proporcionándole la presencia de quien el desee le conforte en el
tránsito hacia una muerte inevitable de forma natural, en paz consigo
mismo y de acuerdo con sus creencias religiosas.
Lejos de la insensibilidad y utilitarismo que supone promover y
aprobar la eutanasia en plena pandemia de la COVID-19, cuando han muerto
alrededor de 100.000 personas en nuestro país, no está de más recordar
el Informe del Comité de Bioética de España, que por unanimidad recomendaba la no aprobación de la Ley de eutanasia y que termina con estas palabras: «cobra
aún más sentido tras los terribles acontecimientos que hemos vivido
pocos meses atrás, cuando miles de nuestros mayores han fallecido en
circunstancias muy alejadas de lo que no solo es una vida digna, sino
también de una muerte mínimamente digna. Responder con la eutanasia a la
“deuda” que nuestra sociedad ha contraído con nuestros mayores tras
tales acontecimientos no parece el auténtico camino al que nos llama una
ética del cuidado, de la responsabilidad y la reciprocidad y
solidaridad intergeneracional».
https://www.actuall.com/vida/aborto-eutanasia-pendientes-resbaladizas-y-eufemismos-por-nicolas-jouve/?fbclid=IwAR1J4rCc6sS9h67zsZ0xK-tljSx36ElFAeRHbD13Ie3yKDtJSw5K_BxBQIk