Tienen a sus perrijos encerrados en una casa, los sacan una vez al día con jersey, les dan pienso vegano, y critican a los perros de los cazadores, que son los más felices del mundo.
No quieren tener hijos porque les quitarían libertad, pero no pueden estar cinco minutos sin mirar sus redes a ver qué han escrito sus ídolos que tienen dos años más que ellos.
No ayudan en su casa ni saben hacer nada, pero cambian el mundo una vez al año yendo de voluntarios dos días a alguna catástrofe que mole y sea fotogénica.
Incapaces de dar un paseo por el campo con sus padres porque es una pérdida de tiempo, pero atraviesan el mundo para hacerse selfies en lugares exóticos que den envidia a sus amigos.
Dicen que los animales son mejores que las personas pero si aparece un reptil o insecto en su baño te llaman para que lo mates.
No usan zapatos porque son de piel de animales muertos pero estrenan deportivas de plástico cada dos meses fabricadas por personas maltratadas en fábricas infectas.
Les preocupa el clima cambiático salvo cuando se trata de sus móviles, cuyos metales raros de sangre prefieren no saber de dónde vienen.
Dejan de ser jóvenes pero se siguen vistiendo igual sin darse cuenta de que parecen vagabundos.
Creen que hacer deporte es ir al gimnasio, un lugar cerrado con fluorescentes lleno de hormonas igual que sus oficinas; hacer actividades deportivas al aire libre, con sol, ni se lo plantean.
No leen un libro, prefieren ver series compulsivamente, eso sí, si hay que opinar en una discusión sobre marxismo, microbiología o arte, lo saben todo al respecto.
Creen profundamente en el consenso científico porque así no tienen que saber nada en absoluto de ello.
Consideran que la Semana Santa, la Navidad, el Día de la Hispanidad, la Inmaculada o el desfile de las Fuerzas Armadas son memeces viejunas; pero vibran con el Black Friday, Halloween y celebran Acción de Gracias porque una vez viajaron a Estados Unidos.
Sostienen que las religiones son todas igual de malas porque no conocen ni siquiera la suya, pero todo rito exótico de la Madre Tierra o que sea en una playa les mola y bailan lo que haga falta, lo satánico es atractivo.
No les gustan los niños porque a los niños tampoco les gustan ellos; los pequeños no son tontos, tienen un instinto ancestral para detectar perdedores, distinguen a alguien poco atractivo de lejos, prefieren mil veces al abuelo boomer, que es un jefe.
¿Reconoce usted a alguien así a su alrededor? Ojo porque ya los hay de más de 40 años y siguen igual, esperando la herencia.
No creen en el sacrificio, ni en el trabajo, ni en la lealtad, pero en los suyos; el sacrificio de sus mayores lo aceptan encantados porque creen que se lo merecen. Esos viejos que le destrozaron el planeta, por lo menos que le dejen algo para compensar el disgusto.
Todos odian a “los fachas”, pero en realidad no saben lo que son; quizá una suerte de orcos que les han dicho que son tremendos; por si acaso, y mientras lo averiguan, la palabra sirve de insulto para cualquiera que te caiga mal.
Pero no tema, querido lector, el planeta se auto regula, y cuando medra un ser absurdo, se acaba extinguiendo de forma natural para formar parte del humus y del plancton que tanto les gustan.
Un aullido.
No usan zapatos porque son de piel de animales muertos pero estrenan deportivas de plástico cada dos meses fabricadas por personas maltratadas en fábricas infectas.
Les preocupa el clima cambiático salvo cuando se trata de sus móviles, cuyos metales raros de sangre prefieren no saber de dónde vienen.
Dejan de ser jóvenes pero se siguen vistiendo igual sin darse cuenta de que parecen vagabundos.
Creen que hacer deporte es ir al gimnasio, un lugar cerrado con fluorescentes lleno de hormonas igual que sus oficinas; hacer actividades deportivas al aire libre, con sol, ni se lo plantean.
No leen un libro, prefieren ver series compulsivamente, eso sí, si hay que opinar en una discusión sobre marxismo, microbiología o arte, lo saben todo al respecto.
Creen profundamente en el consenso científico porque así no tienen que saber nada en absoluto de ello.
Consideran que la Semana Santa, la Navidad, el Día de la Hispanidad, la Inmaculada o el desfile de las Fuerzas Armadas son memeces viejunas; pero vibran con el Black Friday, Halloween y celebran Acción de Gracias porque una vez viajaron a Estados Unidos.
Sostienen que las religiones son todas igual de malas porque no conocen ni siquiera la suya, pero todo rito exótico de la Madre Tierra o que sea en una playa les mola y bailan lo que haga falta, lo satánico es atractivo.
No les gustan los niños porque a los niños tampoco les gustan ellos; los pequeños no son tontos, tienen un instinto ancestral para detectar perdedores, distinguen a alguien poco atractivo de lejos, prefieren mil veces al abuelo boomer, que es un jefe.
¿Reconoce usted a alguien así a su alrededor? Ojo porque ya los hay de más de 40 años y siguen igual, esperando la herencia.
No creen en el sacrificio, ni en el trabajo, ni en la lealtad, pero en los suyos; el sacrificio de sus mayores lo aceptan encantados porque creen que se lo merecen. Esos viejos que le destrozaron el planeta, por lo menos que le dejen algo para compensar el disgusto.
Todos odian a “los fachas”, pero en realidad no saben lo que son; quizá una suerte de orcos que les han dicho que son tremendos; por si acaso, y mientras lo averiguan, la palabra sirve de insulto para cualquiera que te caiga mal.
Pero no tema, querido lector, el planeta se auto regula, y cuando medra un ser absurdo, se acaba extinguiendo de forma natural para formar parte del humus y del plancton que tanto les gustan.
Un aullido.
Como dijo un sabio: es lo que hay... y en ellos está el futuro ¿futuro?
ResponderEliminarUn saludo
No sé què futuro. Un beso
EliminarEl que ya formar una familia no esté en los planes de la juventud, es muy preocupante, un abrazo Susana!
ResponderEliminarNo sé quién nos va a cuidar. Un beso
EliminarA mí me parece muy preocupante, ojalá pase pronto. Lástima de generaciones. Besos
ResponderEliminarEspero que empiece a cambiar. Un beso
EliminarMuy buenas Susana; te saludo. Te he leído con mucha atención. Me sabrás disculpar que no deje opinión porque este asunto es sumamente complejo desde lo social, filosófico, antropológico e histórico. Lo único cierto y verdadero es que la historia de la Humanidad la distingue el cambio y las transformaciones constantes.
ResponderEliminarNo soy dogmática ni me quedo en los extremos; todo tiene explicación.
Ante tal complejidad, que da para escribir muchísimo, prefiero no profundizar en ello.
Te deseo una buena semana!
Gracias por estar.
Creo que nuestro futuro es muy preocupante, pero todo pasa en la historia. Un beso
EliminarMás que si conozco alguno, será si alguien de las nuevas generaciones no es así.
ResponderEliminarSaludos!
Es cierto. Un beso
EliminarMe ha gustado tu escrito Susana. Un beso.
ResponderEliminarGracias, pero es copiado. Un beso
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