Un escándalo silenciado
Las terapias génicas nunca detuvieron la transmisión del virus
Por Juan Manuel de Prada
Hace unos pocos días, desfiló por el Parlamento europeo una patulea de mandamases de diferentes compañías farmacéuticas. Habían sido convocados para responder a las preguntas de una comisión creada para investigar las irregularidades detectadas en el proceso de adquisición de millones de dosis de las llamadas cínicamente ‘vacunas’ del coronavirus, en realidad terapias génicas experimentales de muy dudosa eficacia (y efectos adversos mucho menos dudosos).
No acudió a la cita el pajarraco que dirige Pfizer, amparándose en los contratos ignominiosos que su compañía había firmado con la Comisión Europea, que lo blindan frente a todo tipo de reclamaciones. En su lugar, acudió una subordinada suya que se dedicó a eludir las preguntas más incómodas; pero, en un momento de relajación (¡es lo que tiene la conciencia de impunidad!), reconoció que su compañía ni siquiera se había molestado en comprobar si el mejunje vendido en millones de dosis prevenía la transmisión del virus, confiando que el ‘mercado’ les proporcionara datos sobre su funcionamiento.
No hacía falta que esta sinvergüenza nos confirmase algo que ya habíamos comprobado empíricamente con creces. Las terapias génicas experimentales, en efecto, no detuvieron nunca la transmisión del virus (algún día se sabrá si en realidad la aceleraron), como tampoco procuraron inmunidad a los inoculados (algún día se sabrá si, por el contrario, los hicieron más vulnerables al contagio y a otras enfermedades devastadoras). Pero los mandamases de Pfizer, en los días en que proclamaron orgullosos que habían hallado la purga de Benito contra el coronavirus, aseguraron engañosamente que su ‘vacuna’ cortaba la transmisión, incluso con una sola dosis; y también que las personas ‘vacunadas’ no contagiaban. Y fueron estas falsedades manifiestas las que animaron a gobernantes psicopáticos, loritos sistémicos con tribuna mediática y medicuchos untados a jalear medidas gravemente persecutorias y estigmatizadoras de las pocas personas que aún guardaban un ápice de sensatez y prudencia, convirtiéndolas en chivos expiatorios de una sociedad temblona que se comportaba como rebaño dócil a sus designios, a la vez que como jauría rabiosa contra quienes no quisieron obedecerlos.
Hoy ya sabemos que los gobernantes psicopáticos, los loritos sistémicos y los medicuchos untados mentían como bellacos, a cambio de asegurarse patrocinios opíparos y retiros fastuosos. La chusma más corrupta y proterva se ha enriquecido salvajemente inoculando con un mejunje a millones de personas, mientras florecen misteriosas ‘epidemias de cáncer’, se llenan las consultas médicas con pacientes que padecen insuficiencias cardíacas y arritmias, se multiplican los infartos y las neumonías, los ictus y las enfermedades autoinmunes. Pero no seamos conspiranoicos: de todas estas afecciones que están disparando la mortalidad no tiene ninguna culpa el mejunje, sino la carne de las macrogranjas, la guerra de Ucrania y el cambio climático.
Juan Manuel de Prada https://noticiasholisticas.com.ar/un-escandalo-silenciado-las-terapias-genicas-nunca-detuvieron-la-transmision-del-virus-por-juan-manuel-de-prada/
Quizás con el tiempo se devele la incógnita muy sospechosa de lo que sucedió en este famoso virus, ojalá sirva también para poder responsabilizar a los culpables, un abrazo Susana!
ResponderEliminarMe temo que la mayoría de los interesados habrán muerto. Un beso
EliminarNem a nós próprios dizemos tudo, quanto mais os outros dizerem a nós. É a lei da vida.
ResponderEliminar.
Uma semana feliz. Cumprimentos poéticos.
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Pensamentos e Devaneios Poéticos
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Eso es mentir. Un beso
EliminarBueno yo me he puesto ya la cuarta dosis de Pfizer y la verdad que me siento bien.Consulté con mis hermanos médicos y también van por la cuarta dosis y me han dicho que he hecho bien en ponérmela.Cofío en ellos.Besicos
ResponderEliminarMe parece que no queréis saber lo que os habéis inoculado
ResponderEliminarQué ocurre Susana, eres negacionista?,
ResponderEliminarSoy realista. La mortalidad del covid es del uno por ciento, y la edad media sobre los ochenta años. En cambio, los efectos secundarios están produciendo una mortalidad inexplicable. Un beso
EliminarNo estoy segura de si alguna vez lograremos saber qué ha pasado en realidad. Perdí a un amigo por covid, tenía sesenta años, no se había vacunado y tenía un problema de bronquios. No pudo superarlo y le informaron que si hubiese estado vacunado habría tenido muchas más posibilidades.
ResponderEliminarSiendo enfermo crónico se justifica, porque compensa los efectos secundarios. Un beso
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