El nuevo Frente Popular nos acaba de marcar un golazo. Ha sido de falta injusta, por toda la escuadra y sin siquiera inmutarnos demasiado por el abuso. Ni una manifestación masiva de protesta en España. Tampoco quejas demasiado enérgicas de la oposición (aunque su líder ha prometido derogar este disparate si gana). Desde el viernes pasado somos menos libres. España ya es el único país de Europa Occidental donde el Estado impone una lectura única y obligatoria de su historia reciente, de la que no se puede disentir so pena de sanción. En la práctica se anula el artículo 20 de la Constitución, donde se consagra la libertad de expresión, de cátedra y de producción científica, artística y técnica. Los alumnos de doce años en adelante tendrán que estudiar una versión doctrinaria de la historia, escrita y manipulada por la izquierda a su mayor gloria. Todos los profesores españoles, crean o no en esa mixtificación, habrán de enseñarla por ley.
Diario conservador de la actualidad
El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar.
Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”.
Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”.
viernes, 18 de noviembre de 2022
Memoria histérica
La
nueva Ley de Memoria Democrática ha salido adelante con los votos de un
partido fundado por una despiadada banda terrorista antiespañola, ETA.
Es una norma que margina a las víctimas de sus matanzas y derriba además
la obra de concordia de la Transición, que pasa a ser investigada hasta
diciembre de 1983, cuando ya gobernaba el propio PSOE, aunque era el de
González. Es oportuno recordar la clarividente pregunta que en su día
dejó flotando el historiador Stanley Payne: si la Transición supuso un
pacto que tenía como objetivo alcanzar una democracia, ¿a dónde se
dirigen entonces quienes la cuestionan? La repuesta es evidente: su meta
es instaurar el imperio perpetuo de la izquierda, con una única
ideología admisible, el «progresismo».
La
Ley de Memoria Histórica parte de un error primigenio: el Estado se
atribuye una competencia que no le corresponde para convertirse en el
árbitro único de la Historia, además con potestad sancionadora. Dado que
hoy nos gobiernan los herederos sentimentales e ideológicos de los
partidos que perdieron la Guerra Civil (y que fueron incapaces de hacer
que funcionase la II República), lo que han hecho es reescribir ese
régimen, la Guerra y el franquismo para componer una historia maniquea,
sin matiz alguno, donde la izquierda republicana siempre es buena y el
bando nacional encarna el mal perenne y absoluto. Es un relato pueril,
injusto y anticientífico, porque se antepone una plantilla ideológica al
intento de estudio honesto de la realidad. Se soslaya también la
complejidad del siglo XX y el entorno mundial en la época.
España,
que sufrió un agitadísimo XIX, inicia el siglo XX con el mazazo de
perder su imperio, un trauma para cualquier nación (véase a los
ingleses, que en el fondo todavía siguen en el diván por ello). Tras el
bienintencionado experimento canovista –a quien hay que reivindicar,
porque al menos intentó un ejercicio posibilista, acorde al país real,
no a una Arcadia inventada–, lo cierto es que la etapa de Alfonso XIII
no acaba de funcionar. Depre postimperial, guerra complicada en
Marruecos, con el doloroso episodio de Annual, que desnuda graves y
profundas disfunciones; luego, el parche forzado de la dictadura de
Primo, y tras ella, una II República que acabará siendo dinamitada desde
dentro por varios de sus propios promotores (destacadamente el PSOE,
que hoy, en lo que supone un auténtico chiste, mitifica esa etapa).
España
además no flotaba en el vacío. Estamos hablando del momento en que el
Crack del 29 sacude el mundo con su onda expansiva. Estamos hablando de
la eclosión de los totalitarismos comunista y fascista, en una Europa
que ante la convulsión económica buscaba soluciones ideológicas
milagreras (como ahora, aunque hoy de un modo light, sin
violencia). Estamos hablando de una España todavía muy tradicional, que
probablemente no estaba preparada para una transición súbita a una
democracia avanzada (y menos cuando la de la II República no lo era, y
además incurrió en la peregrina y pérfida idea de perseguir al
catolicismo en un país profundamente católico).
Un
momento como el de 1936 y los años siguientes no se puede zanjar en
blanco y negro, porque la historia discurre siempre en gama de grises.
Este periódico, El Debate, auspiciado como ahora por la Asociación
Católica de Propagandistas, aceptó entonces de modo leal el régimen de
la República en un sonado editorial. ¿Cuál fue la respuesta a esa
actitud conciliadora? La ACdP perdió entre 1936 y 1939 a 81 de sus
miembros a manos de la represión republicana. En esos años se produjo
una abominable persecución religiosa del Frente Popular contra los
católicos. Fueron asesinados por su fe 4.184 curas seglares, 2.365
frailes, 296 monjas y 13 obispos. Miles de templos sufrieron ataques.
Esos mártires y sus verdugos no existen para la Ley de Memoria, pues
borra los crímenes de los republicanos. Es cierto que el bando nacional
supera en volumen el número de represalias violentas, debido a la
represión de la posguerra; pero un mal no puede servir para opacar otro
mal. No se deben imponer desde el poder relatos sectarios de brocha
gorda, porque hay mil repliegues, con ejemplos en ambos bandos de
crueldad abominable y maravillosa y heroica bondad. No es tampoco
coherente condenar el fascismo con máximo énfasis y al tiempo dar por
buena otra pésima ideología, que todavía ha resultado más letal: el
comunismo (que de manera anacrónica, lamentable, se sienta hoy en
nuestro Gobierno, una excentricidad única en la UE).
Desde
el viernes pasado España es un país peor, menos libre. Confiemos en que
el año próximo votemos para recuperar el derecho básico de poder contar
y estudiar en libertad nuestra propia historia. Y recordemos también a
los partidos de la oposición que la inflación es muy importante, sí,
pero la libertad de los españoles no lo es menos.
https://www.eldebate.com/opinion/20221023/espanoles-somos-menos-libres_67874.html
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Estar entre dos fuegos
Se refiere encontrarse en medio de un problema que no te incumbe, con dos opciones, sin saber de qué lado debes estar. Eso pasa mucho en la...
Bueno, por acá tenemos fotocopia, ya te conté del Ministerio del Pensamiento no? Cada vez más burros seremos mejor dominados, un abrazo Susana!
ResponderEliminarNos pueden impedir hablar, pero no pensar. Un beso
EliminarNo me había enterado y esto es tremendo...vamos rápidamente al comunismo puro y duro.Besicos
ResponderEliminarhan prohibido una versión de la historia. Un beso
EliminarEm Portugal os partidos também não se entendem. Todos dizem mal do Governo mas soluções para o que criticam, nenhum apresenta
ResponderEliminar.
Feliz fim de semana … (14 anos)
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Pensamentos e Devaneios Poéticos
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Si cambiamos de gobierno me temo que seguiremos igual. Un beso
EliminarEsto va de mal a mucho peor. Es insostenible y aberrante.
ResponderEliminarUn beso.
Además quieren borrar dieciocho siglos de historia. Un beso
EliminarTremendo. Sin palabras
ResponderEliminarSi me lo dicen no me lo creo. Un beso
ResponderEliminarInteresante reportaje Susana. Un beso.
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