Tanto sufrir por el proceso y resulta que, a los catalanes nos quedan cuatro días. La Vanguardia publicó hace una semana que «Catalunya ha pasado en 40 años del 2% al 21% de población extranjera». Además, me sorprendió porque era con letras bien grandes y en portada. Hasta ahora, los temas de inmigración eran tabú.
De hecho, a los de Vox, siempre que sacaban el asunto en el Parlament, los cortaban apelando al código de conducta de la cámara catalana. Fuera el porcentaje de presos de origen extranjero en las cárceles catalanas o la nacionalidad de detenidos en operaciones policiales.
A pesar, incluso, de que son datos oficiales aportados por la propia Generalitat. Lo he visto hacer a Laura Borràs, a su sucesora en el cargo Alba Verges, de ERC; e incluso a Anna Erra, la presidenta elegida en junio del año pasado después de meses de interinidad.
En el bien entendido, por otra parte, que no es el 21%. Es más, porque los datos oficiales en este caso, como los presupuestos públicos, siempre van a la baja. Los inmigrantes sin papeles no salen en las estadísticas por razones obvias y los nacionalizados tras diez años de residencia legal dejan de salir.
Hace años fui a renovarme el DNI. No sé cómo entablé conversación con la funcionaria que me atendió. Me confesó que muchas mujeres magrebíes de edad avanzada iban con la nieta a la hora de recoger el documento porque no entendían el español.
Normal, a mí me pasaría lo mismo. Aprender otro idioma a una edad madura debe ser complicado. Y más entre dos idiomas tan distintos como el español y el árabe. Sin entrar en otras consideraciones como que la mujer de origen magrebí difícilmente hace vida social fuera de su familia o su colectivo Hay, sin duda, sociedades más machistas que otras. ¿Pero entonces, cómo se puede dar la nacionalidad a alguien que apenas habla español?
Por eso, a los catalanes nos quedan 200 años. Quizá menos. Hace años un periodista estrella de TV3, Toni Cruanyes, que ahora presenta el informativo de la noche, publicó un libro sobre la materia. Hasta el título era políticamente correcto: Un antídoto contra la extrema derecha (2013). Y fue Premio Octubre de Ensayo que da la editorial de Eliseu Climent. Todo muy correcto.
Me llamó la atención una cosa, entre otras. Pronosticaba que «si no cambia la tasa de natalidad de los alemanes, en el 2300 desaparecerán como pueblo» (página 34). Que conste que no lo digo yo, lo dice el mencionado Toni Cruanyes. Por eso; si a los alemanes -que son más de 83 millones- les quedan 200 años, ni les cuento a los catalanes, que hemos llegado ahora a los ocho millones con penas y trabajos.
La Generalitat lo ha celebrado por todo lo alto. Pere Aragonès se apresuró a hacer un tuit para remarcar el acontecimiento mundial. «Ya somos más de ocho millones», dijo.
Pero tres de cada cuatro catalanes son ya hijos de la inmigración. De hecho, el Gobierno catalán festejó el pasado 1 de enero la llegada de los nuevos catalanes. De los siete -aquí cuentan por veguerías, no por provincias- seis eran hijos de padres extranjeros.
Quizá por eso la inmigración empieza a estar en la agenda política. Hasta ahora, como decía, sólo hablaba Vox pero le ha salido ya un duro competidor independentista, Aliança Catalana, que se hizo en las últimas elecciones con la alcaldía de Ripoll. Tampoco es de extrañar: ¿de dónde eran los terroristas de las Ramblas? Todo de Ripoll excepto uno que era de un pueblo vecino. Habían nacido aquí o habían venido muy jóvenes.
Por supuesto les dimos educación, atención sanitaria, prestaciones sociales. Lo que no impidió que bajaran a toda pastilla por tan céntrico paseo matando a gente.
Pocos dudan a estas alturas de que su líder, Sílvia Orriols, entrará en el Parlament en las próximas elecciones. El hecho de que llegara a alcaldesa ya muestra que la convivencia en este municipio no era todo lo ejemplar que decía el Govern y TV3.
Incluso Junts han variado su actitud. De hecho, Puigdemont, en la rueda de prensa que hizo en Bruselas el 9 de noviembre del año pasado, sacó por primera vez el tema de la inmigración. Ahí ya me dije: aquí ocurre algo.
Los de Junts han pasado de manifestarse en contra del cierre de los CIE a pactar el traspaso de las competencias de inmigración. Aunque nadie sabe, a ciencia cierta, cómo ha quedado la cosa porque es una competencia estatal.
Hasta el líder del PSC, Salvador Illa, se descolgó el otro día en una entrevista en el digital indepe de José Antich, El Nacional, afirmando que «aquí, a Europa, no puede venir todo el mundo». Ayuso lo dijo unos días antes y los mismos socialistas la pusieron a caldo.
¿Y los de Esquerra? Siguen en su mundo feliz. Alcaldes de Junts del Maresme pidieron la expulsión de menas reincidentes y salió la portavoz del partido, Raquel Sans, diciendo que esto se soluciona «abordando las desigualdades» e incrementado las «inversiones en la educación». Ojo, dijo «educación», no «seguridad ciudadana».
Claro que el propio Pere Aragonès fue un día de visita oficial a la comunidad islámica de Martorell -sé de lo que hablo porque es el municipio en el que vivo: más de un 18% de población extranjera- y les dijo «no hace falta que os integréis. Sois Catalunya».
No deja de ser curioso que el independentismo, que ha tratado a los catalanes que se sentían españoles de botiflers, de «ñordos» y de «colonos» trate en cambio a los magrebíes con otra vara de medir.
Por eso, la inmigración será un tema clave en las próximas elecciones. No sólo las catalanas sino también las europeas. Todo puede dar un vuelco. Porque es muy fácil hablar del tema desde un despacho universitario o desde un barrio bien. Pero vayan a preguntar a barrios populares qué piensan los vecinos de toda la vida del asunto.
Sin ir más lejos, en Francia, la mayoría de votantes del Partido Comunista Francés se han acabado pasando a Marine Le Pen. En los años 80, en el primer gobierno de Mitterrand, llegaron a tener cuatro millones de votos y cuatro ministerios. Ahora están refugiados en la izquierda de MéMélenchon.
Xavier Rius
Http.://Okdiario.com/opinion/extincion-catalanes-12401983
Como muchas veces lo expresaste Susana, se debería dar ayuda a la gente en su país de origen, el problema son sus gobiernos, un abrazo!
ResponderEliminarLos gobiernos corruptos se quedan con todo. Un beso
EliminarEs la globalización y creo que es bueno, nos vamos mezclando igual que los españoles, catalanes, vascos, gallegos, etc no son descendientes de los originales autóctonos de la zona sino que somos mezcla de los diferentes pueblos que han pasado por la península. Es lo normal ya que el ser humano es el ser más adaptable y siempre se ha movido y desplazado. No es que se desaparezca, es que se cambia y se avanza, yo creo que es positivo y a la larga trae prosperidad a una sociedad.
ResponderEliminarTal vez no digas lo mismo cuando hables árabe y lleves burka. Si son más nos sustituyen. Un beso
EliminarCuando el narcisismo y el radicalismo se apodera de la razón sucede esto, Susana.
ResponderEliminarLamentable.
Se pierde el raciocinio. Un beso
EliminarEs muy triste. Te mando un beso y ten una buena semana.
ResponderEliminarEs lo que han elegido. Buena semana. Un beso
EliminarYo creo que los catalanes mayores de cuarenta años hace tiempo que son minoría, primero llegaron andaluces, extremeños y castellanos, después los extranjeros, a este paso pronto los de los ocho apellidos no llegarán a la centena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pero tienen la misma cultura los primeros. Un beso
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