Para comprender como millones de compatriotas han votado al sanchismo con todo lo que conlleva hay que saber que en España existe muchísima gente que vota siempre a la contra por que sí, por fastidiar, por no darle la razón a su cuñado, por molestar a la pareja, por hacerse el tremendo en la barra del bar, por impresionar a una extranjera o incluso por quedar bien con de los suegros. Ante tamañas razones, si lo fueran o fuesen, no cabe más que la mirada compasiva de quien sabe que trata con alguien que se aferra a su obsesión como el pintor que se cogía desesperadamente a la brocha mientras le quitaban la escalera en la que se hallaba apoyado.
Estas gentes precisan no ya que ganen los suyos porque en el fondo tampoco saben muy bien quienes son a base de tanto ver telebasura, sino que pierdan los que le han dicho que son la encarnación del mal. Añadan ustedes que lo que mola es decir que uno es progresista, feminista, izquierdista —sin precisar, que tampoco dan para muchas honduras estas gentes— y ecologista. Antitaurinos, por descontado, partidarios de una España federal, confederal, plurinacional o medio pensionista, que todo sirve sin con ello derruimos El Escorial, derrumbamos todas las esculturas de Cortés, Pizarro o Manolete, que para estas gentes es todo lo mismo, y hacemos libros de historia que digan que Paracuellos fue una merienda, las Checas una cadena de tiendas de ropa, Stalin una marca de paté y la Brigada del Amanecer un grupo de hip-hop, que es lo que más o menos se está haciendo ya.
Ya sé que ustedes me dirán que, a pesar del lavado de bajos y cerebelo, cuando vengan duras, que ya están asomando, en materia económica la gente tendrá que rendirse ante la evidencia de que, mientras Mari Yoli vive en un pisazo pagado por todos, el kilo de patatas está a precio de caviar. Y ahí es donde se autoactivará el resorte que el sanchismo ha implantado en esa legión que intuimos próximamente «famélica»: «Sí, sí, tu dirás lo que quieras, pero al menos no gobierna la derecha». Y se acabará la discusión, porque ante tamaña afirmación no cabe respuesta alguna. Si la economía se desploma, si el paro se incrementa, si el socialcomunismo se apodera cada día más de organismos e instituciones, si se censura a la prensa libre, si se cede parte del territorio nacional, si se lamen las botas a los asesinos etarras, si se pone en la calle a violadores o pederastas, si, en suma, se pretende asaltar la forma de Estado para volver a aquella república malhadada que asesinó al líder de la oposición por citar solo un caso, su interlocutor dirá «claro, claro, todo eso es muy triste, pero, oye, al menos no gobierna la derecha». Esto me recuerda un viejo chiste de la época de Stalin en el cual un mujik le dice a otro en voz baja, por si la Lubianka: «Camarada, acabaremos por comer estiércol», a lo que el otro responde sonriente: «Puede ser, pero gracias al camarada Stalin habrá para todos».
https://gaceta.es/opinion/pero-al-menos-no-gobierna-la-derecha-20230726-0450/
Esa frase final es terrible, un abrazo Susana!
ResponderEliminarEs muy fuerte. No la conocía. Un beso
EliminarEs lamentable lo que pasa es Espana, y lo peor es que no se trata de la excepción.
ResponderEliminarEs algo generalizado. Un beso
EliminarUn país con un escenario deplorable, Susana.
ResponderEliminarDios no coja confesados. Un beso
EliminarQue triste realidad lo que dice este escrito pero bueno es lo que tenemos y nos lo tenemos que tragar, pase lo que pase saldremos perjudicados todos pero los que han votado al sanchismo seguro que lo disfrutarán. Besicos
ResponderEliminarSe ve que a diez millones de españoles no les importa que el PSOE gobierne con esta. Un beso
EliminarEta (el corrector)
EliminarLas urnas hablaron, hay que respetarlo. Pero aún no está decidido del todo y habrá que esperar...
ResponderEliminarUn beso.
Tiene mal arreglo. Un beso
EliminarNo me meto en política de otros paises. Pero no la derecha ni la izquierda sirven. Te mando un beso.
ResponderEliminarUnos menos que otros. Un beso
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