Por un lado, Thierry Breton, francés y loco de profesión, es además comisario europeo de Mercado Interior. Por otro, Elon Musk, un loco con mucho talento y un gran sentido del humor.
Musk consiguió una entrevista con Donald Trump por la que todos los periódicos del mundo habrían matado. En cuanto Breton vio que Musk entrevistaría a Trump, le envió una carta abierta kilométrica llena de amenazas: “Estamos vigilando los riesgos potenciales en la UE asociados a la difusión de contenidos que puedan incitar a la violencia, el odio y el racismo en relación con grandes acontecimientos políticos —o sociales— en todo el mundo, incluidos debates y entrevistas en el contexto de elecciones”, escribió . Breton lleva años intentando derribar a Trump, Musk, Orban, Le Pen y tantos otros, pero solo los ha reforzado.
Es el típico comisario europeo, es decir, representa todo lo que va mal en la UE. Lleva ya más de 20 años deambulando por cargos públicos, habiendo pasado antes por diferentes puestos en la empresa privada, aunque siempre manteniéndose muy cerca del poder político y del dinero público. Su última gran hazaña en el sector privado fue en Atos, un gigante global de las comunicaciones que salió a Bolsa en 2017. Breton fue su consejero delegado entre 2008 y 2019. Cuando en 2019 Breton dejó el cargo de consejero delegado de la empresa, Atos era tres veces más grande que cuando él llegó, pero su viabilidad pendía de un hilo, pues necesitaba un milagro para evitar la quiebra. Una gestión brillante. Bajo el liderazgo de Breton, Atos ganó numerosos y suculentos contratos públicos europeos.
La principal obsesión de este genio epistolar francés es acabar con la libertad en Twitter y Facebook con la excusa de una supuesta desinformación. También ha criticado TikTok, pero no por el riesgo de espionaje del régimen comunista chino, sino más bien porque es demasiado adictivo para los niños. Eso da una idea de su tipo. Cuando el gobierno húngaro rechazó una concesión a una emisora de radio opositora a Orban, Breton se puso furioso. Y eso es precisamente lo que quiere hacer con Elon Musk, X y Donald Trump. Su obsesión con Trump viene de lejos. Cuando las redes sociales suspendieron las cuentas del expresidente en 2021, Breton lo celebró.
En teoría, Breton y Musk deberían ser amigos. El punto oscuro de Musk es su apuesta por el odiado vehículo eléctrico, y la principal ensoñación de Breton es la desaparición de los coches de gasolina. Quería prohibirlos en toda la UE en 2035 y se vio obligado a prorrogar la medida para evitar la destrucción de 600.000 puestos de trabajo. Cuando Meloni criticó estas medidas, Breton, alcanzando cotas insuperables de cinismo, dijo que se trata de una decisión tomada por “los pueblos europeos”, como si alguien nos hubiera preguntado antes sobre esta cuestión.
Pero donde encontraréis al auténtico Bretón (y a todos los bretones que inundan la Comisión Europea de Ursula von der Leyen) es en la letra pequeña de este asunto del coche: ha decidido prohibir la venta de coches de combustión a partir de 2030… pero sólo si el comprador es europeo. Así pues, los coches de gasolina podrán seguir fabricándose siempre que se vendan fuera de la UE. En otras palabras, significará que el ciudadano europeo pagará mucho dinero por un coche eléctrico cutre y el ciudadano africano comprará grandes coches de gasolina a precios ridículos y sin que nadie se queje de su comportamiento. Así es como Bretón salva el planeta; así es como funciona la UE. Gracias a los idiotas de Bruselas, tendremos que convertirnos en nacionales senegaleses para vivir en libertad. En Europa nos darán alojamiento, salud y ayuda económica, y en África nos dejarán conducir el coche que queramos. Es una situación en la que todos ganan.
Creo que a estas alturas probablemente ya habrán adivinado que, si tengo que posicionarme en esta contienda entre Musk y Breton, estoy en el equipo de Elon.
Creo que este artículo invita a diferenciar entre un radikal (Bretón) y un radical (Musk). Ambos inamovibles en sus convicciones, uno las impone y el otro las promociona (intenta convencer).
ResponderEliminarCreo que Musk es un radical de la libertad. Un beso
EliminarHay genios locos buenos y genios locos malos, habrá que saber distinguir, un abrazo Susana!
ResponderEliminarEn la Ue nos han tocado los malos. Un beso
Eliminar¡Hola! Interesante reflexión, la verdad es que tiene razón Musk aunque a decir verdad es una persona que no me cae bien. Pero es absurdo que aquí no pueda haber coches de combustión por la contaminación, pero luego en África no pase nada, ahí los coches no contaminan o que pasa?
ResponderEliminarBesos :)
En China tampoco contamina nada. Ya sabes. Un beso
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