Confieso que a veces se me nubla el ánimo y paso por fases de profunda tristeza cuando pienso en la horrible marginación que soportan Cataluña y el País Vasco.
A Cataluña se le regaló en el siglo XIX la lotería del arancel textil, obsequio del Gobierno de España que hizo posible su despegue industrial y que asombró al escritor Stendhal por la bicoca que suponía. Además, disfrutó del primer ferrocarril de España, las primeras autopistas, la primera luz eléctrica para el público, un duradero monopolio de ferias de muestras, la planta de Seat, que llevó allí Franco; la única olimpiada española, la catalanización por Felipe González de parte del sector eléctrico estatal y todas las financiaciones autonómicas diseñadas siempre a su dictado. Todas las capitales catalanas ya estaban conectadas por AVE catorce años antes de que llegase, malamente, a Galicia. Como ven, Cataluña ha sufrido una odiosa y constante postergación en España.
El País Vasco, otro tanto. Se le ha mantenido el privilegio del cupo, una anomalía histórica que le otorga una sobreprima que le permite atar perros con longanizas. Los vascos están sobrefinanciados respecto al resto de los españoles con el ventajosísimo cuponazo, un chollo del tal calibre que camufla con éxito el hecho de que su sociedad está muy envejecida y de que ha perdido su antaño notable inventiva empresarial (realmente viven de rentas de empresas creadas en el siglo XX). Los valencianos, por ejemplo, padecen una infrafinanciación crónica. Pero tienen un problema: no son vascos ni catalanes.
Todas esas ventajas jamás serán reconocidas por los nacionalistas de Cataluña y el País Vasco (ni por la mayoría de su población, adoctrinada por ellos durante décadas). Pasan los lustros y continúa la cantinela victimista, que se traduce luego en beneficios económicos, pues el errado sistema electoral español sobrerrepresenta a los partidos separatistas y les otorga una influencia en la gobernabilidad de España que no concuerda con su peso.
Ante esta situación, cabrían dos posturas por parte del Gobierno de España. La cabal sería un ejercicio didáctico constante para recordarles a catalanes y vascos los inmensos beneficios que reciben al formar parte de España, a la que ellos, por supuesto, también aportan con su indudable valía. La otra vía posible es la de Sánchez: aceptar con la testuz gacha las exigencias de un nacionalismo victimista y xenófobo e ir comprando su apoyo con sucesivas gracias, que agravian a otras regiones y van aflojando los hilvanes de la nación. Este lunes, Sánchez regaló a Cataluña un aguinaldo estival de 1.500 millones como aperitivo para tratar de engrasar la investidura de Illa.
Pero no queremos que nos acusen de obtusos «fachosféricos». Seguramente estamos muy equivocados y tiene razón nuestro presidente Pere Sànchez en lo que llama políticas de «desinflamación». Por lo tanto, como leales «progresistas» no podemos dejar de contribuir con algunas ideas que ayudarían a hacer justicia a Cataluña y el País Vasco y a pagar su «deuda histórica». Veamos:
Desde luego las Meninas deben ser regaladas de inmediato al Guggenheim de Bilbao, porque la carcasa es muy chula, pero lo de dentro es un poco fulero. Otra medida interesante sería crear la «tasa eusko-cat», por la que todas las regiones de España pasarán a aportar el 20% de lo que recauden a Cataluña y el País Vascos, por ser más identitarios y superiores a los parias del común. TVE debe empezar a emitir solo en vasco y catalán, acaso permitiendo subtítulos ocasionales en castellano. El VAR de la Liga lo llevarán árbitros de Gerona designados a dedo por Laporta. Los viajes de Renfe serán gratis para todos los vascos y catalanes que acrediten al revisor cuatro apellidos pata negra. La tortilla de patatas, mácula españolista intolerable, será prohibida en las tascas de Cataluña y el País Vasco. El reguetón solo podrá sonar en las discotecas de las regiones identitarias si los artistas perrean en euskera, catalán o spanglish. Por último, el President Puigdemont será propuestos por el ministerio de Urtasun para el Nobel de la Paz.
Esperemos que el testigo Sánchez se ponga presto a ello. Con estas medidas de concordia y desinflamación podemos dar un impulso a la nación de naciones plural y diversa y cargarnos del todo España a cambio de que tú y Begoña durmáis en la Moncloa un par de añitos más y Azagra siga teletrabajando en Badajoz desde algún lugar inconcreto del espacio sideral.
https://www.eldebate.com/opinion/20240724/horrible-marginacion-cataluna-pais-vasco_214692.html
Muchas veces pienso que tener a la Justicia con la imagen de una mujer con la venda en los ojos es una contradicción aunque quieran justificarlo con análisis filosóficos, un abrazo Susana!
ResponderEliminarYo también lo he pensado. Es absurdo. Un beso
EliminarMuy bueno, pero mucho, y no dice nada que no sea cierto.
ResponderEliminarsalut
Me alegro de que estés de acuerdo. Un beso
EliminarComo decimos por aquí: ¡Qué parto!
ResponderEliminarUn excelente artículo y que te agradezco que lo hayas compartido.
Un beso.
Es un placer. Un beso
EliminarSi solo escuchar el principio de los telediarios ya te pones triste, solo cosas malas. Qué desastre!!!
ResponderEliminarBuen finde y un abrazo.
Yo no veo telediarios. Un beso
EliminarBuen artículo aunque el fondo es muy triste. Besicos
ResponderEliminarPues sí. Parece mentira cómo les han manipulado. Un beso
EliminarUy es un tema duro. Te mando un beso y te deseo un buen fin de semana.
ResponderEliminarEstimada Susana; te saludo y dejo mi recuerdo. Agradezco me permitas no expresarme en relación a este asunto tan complejo que, solo le compete a los españoles. Más allá que pueda tener una idea, por respeto no puedo opinar y sobre todo por su complejidad.
ResponderEliminarBuen fin de semana!
☀️🌼
Gracias por pasar por aquí igualmente. Un beso
EliminarEs todo muy complicado. Y, sin duda, triste.
ResponderEliminarUn beso.