Diario conservador de la actualidad

El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”. Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”.

sábado, 24 de agosto de 2024

Urgencia nacional, por Itxu Díaz

 Una urgencia es cuando te estás haciendo pis en la cola del supermercado. Cuando te quedan 48 horas de vida y necesitas una operación para salvarte. Cuando se agota la gasolina de tu coche en mitad de un viaje. Cuando te quedas sopas el día de tu boda, faltan cinco minutos y no hay taxis disponibles (ni campo para correr como no llegues a tiempo). Una urgencia es conseguir la segunda copa en una discoteca en Ibiza. El gol que has de meter en la prórroga para pasar a semifinales. Acordarte del nombre de un emperador en el examen final de Historia. O comprar el ingrediente que te falta para la cena antes de que cierre la tienda.  


Una urgencia es cuando las llamas dividen en dos el salón de casa. O cuando cae agua a chorro sobre el dormitorio. O si recibes un mensaje demasiado amable de una ex. O, si estás dentro de un barco, cuando notas que el agua supera la altura de tus rodillas. Una urgencia es lo del Windsor. O el 11-S. O lo de Chernóbil. O qué sé yo. Una urgencia es todo aquello a lo que debes dar una respuesta de forma urgente, si no quieres que sea demasiado tarde y, por tanto, tu actuación se vuelva tan irrelevante como innecesaria. Feijoo se ha marcado el meme de la republiqueta sí, la republiqueta no. Primero, bravo, declarando una «urgencia nacional». Y segundo, a los tiburones, reaccionando a la urgencia convocando a los presidentes autonómicos en septiembre, con la calma. 


Las dos cosas no son compatibles. O no es tan urgente, o septiembre es muy tarde. Hay quien se ha sonreído cómplice al leer la noticia, pensando que a fin de cuentas el líder del PP rinde así un homenaje al español medio, que no perdona la playa, el pincho y la caña durante el mes de agosto ni aunque comience la tercera guerra mundial sobre su maldita costa de vacaciones. No seré yo quien lo culpe por esto. Pero entonces no puedes declarar una «urgencia nacional», por más que es indudable que estamos —hace tiempo ya— en una «urgencia nacional», porque el enemigo que está provocando el caos se va a reír a de ti, porque además le das varias semanas para preparar su defensa a tu ofensiva, y porque para colmo contribuyes a relativizar la emergencia y perder credibilidad. Es tan obvio que me da hasta pereza dar lecciones. 


Los presidentes autonómicos, por su parte, deberían estar prendiendo fuego al país, aunque sea metafóricamente, por el robo que Sánchez está dispuesto a hacer en favor de Cataluña, pasándose por enésima vez por el arco de triunfo la igualdad de los españoles y la Constitución del 78, si es que queda algo de la Constitución y del 78. Pero ocurre que también están de vacaciones. Precisamente por eso el melón de La Moncloa armó el lío en pleno agosto, sabedor de que no hay nada más vago que un político en agosto, y gracias a Dios, que es el único mes en que nos dejan en paz durante unas semanas; sin embargo, esta vez, su presencia en la contienda diaria no sólo era admisible, sino que era obligada, porque, como dijo el propio Feijoo, estamos ante una urgencia nacional.


Nadie que se esté meando en la cola del supermercado exclama: «Me hago pis, esperaré a septiembre y entonces iré con todo al cuarto de baño batiendo el récord de los cien metros lisos». Nadie que llegue tarde a su boda y quiera sobrevivir dice: «Ya si eso después del verano me paso por la iglesia». Y nadie que necesite una operación a vida o muerte se va de fiesta al grito de: «¡Que me quiten lo bailao! Ya llegará septiembre y el Tío Paco con las rebajas». 


Todo el circo del payaso Puigdemont, su fregona, el maletero, el cupo, y la enésima traición de Sánchez a España cogió al PP de vacaciones, culo en chiringuito, pies a remojo en la playa, y chascarrillo en el pub del pueblo. No interrumpirlas, si quiera unos días, y salir a defender a todos los españoles, sin pretenderlo, traslada a la opinión pública la impresión de que no es tan grave, que ya se sabe, que los catalanes hacen cosas. Las palabras de Feijoo ahondan en esa idea del sí, pero no. Ahora deberán ingeniárselas para trasladar lo contrario con la mayor celeridad: que es gravísimo. Que es, de hecho, un inmenso robo, un desastre nacional. Y que detener la locura de ambición y narcisismo en la que se encuentra inmerso Sánchez es la mayor urgencia de la España de hoy y, por tanto, la mayor urgencia de todos los españoles hoy. 


Escrito con cariño desde la playa, mediada la marea y fresquita la caña, a 14 de agosto de 2024.

https://gaceta.es/opinion/la-urgencia-nacional-20240815-0818/

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