El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”. Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”.

jueves, 28 de marzo de 2024

La islamización de Europa

La crítica a la inmigración descontrolada y al crecimiento de la inseguridad ciudadana en determinadas zonas de Europa suele ser identificada por los grupos autotitulados "progresistas" como racismo y xenofobia, más concretamente como islamofobia. Pero este reduccionismo psicologista oculta que estas cuestiones son, sobre todo, problemas de la política y de la geopolítica. Porque cuando hablamos de inmigración no estamos hablando de seres humanos en abstracto, sino que en todo caso hablamos de ucranianos, argentinos, venezolanos, chinos, marroquíes, argelinos, senegaleses, etc. Cada uno de ellos llega al país de recepción con unos atributos que lo determinan absolutamente: hablan una lengua concreta, vienen con una formación que les permite, mejor o peor, sumarse al mercado laboral y también vienen marcados por unos valores morales y por una religión que será, objetivamente, más o menos compatible con los valores morales que, de hecho, se ejerzan en los países que reciben la inmigración.

En suma, lo que tenemos que subrayar es que las normas éticas entran muchas veces en contradicción con las normas morales y políticas y que es ejemplo de extrema imprudencia subordinar el criterio político al criterio ético. En efecto, las normas éticas prescriben dar acogida, alojo y alimento a todo inmigrante que traspase nuestras fronteras. Pero la prudencia política exige que el número de inmigrantes sea controlado, pues una abrumadora cantidad de inmigrantes sólo traería un consecuente caos que haría insostenible tanto la economía política como la estabilidad social de cualquier Estado.

Quienes sostienen la idea bobalicona del diálogo entre religiones y entre culturas no se dan cuenta de que el islam ni se quiere integrar ni puede integrarse. El islam, eso sí, está dispuesto a aceptar conversos, pero no busca en absoluto la integración porque no quiere ni puede renunciar a sus dogmas religiosos. Ese ha sido el gran error de Francia: pensar que la religión es una magnitud despreciable, pensar que los ideales ilustrados de libertad, igualdad y fraternidad iban a convencer a la población musulmana asimilada de sus territorios en África. Y el problema es que el islam está dotado de potentísimos componentes no sólo religiosos, sino políticos y geopolíticos, y que se encuentra en creciente e imparable avance frente a nuestras descristianizadas y estériles sociedades europeas (invierno demográfico). Aunque también hay que apuntar que el islam, al igual que el cristianismo, no es un bloque unitario, sino que contiene dialécticas internas muy fuertes que hay que tener en cuenta.

 

Mal que le pese a algunos, la identificación entre Iglesia y Estado, característica del islam, no fue jamás propia del catolicismo. La Iglesia católica siempre mantuvo la doctrina de la separación de la Iglesia y del Estado: "Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César". En España, la identificación entre Iglesia y Estado fue considerada una herejía que conducía al cesaropapismo: la herejía arriana. Este cesaropapismo propio del arrianismo sería asimilado por el islam y rebrotaría más tarde en las iglesias reformadas (todavía en la Iglesia anglicana el rey o la reina se confunde con el papa o papisa). Ningún rey de nación católica pretendió jamás convertirse en líder religioso porque para eso ya estaba el papa. En el islam, por el contrario, todo está envuelto en Dios y la Ley de Dios está por encima de las leyes humanas, aun en nuestros días. Todo ello es consecuencia de la imposibilidad de distinguir entre un gobierno temporal y otro espiritual, pues el modelo del musulmán es la propia vida del profeta Mahoma, que unifica los ámbitos religioso, político y social en uno solo, según indica la ley islámica.

Recordemos, además, que en 1991 los ministros de asuntos exteriores de los 45 estados que formaban parte en 1990 de la Organización de la Conferencia Islámica, adoptaron en El Cairo la "Declaración de Derechos Humanos en el islam" que, apartándose de la Declaración de la ONU de 1948 (algunos todavía se atreven a llamarla "universal"), establece la ley de la sharía como "la única fuente de referencia" para la protección de los derechos humanos en países islámicos. Las políticas de fronteras abiertas agudizan estas contradicciones, pues en muchos Estados europeos existen guetos de inmigrantes musulmanes que viven bajo marcos políticos, morales y culturales determinados por la sharía, una ley ajena y contradictoria al ordenamiento jurídico español, en nuestro caso. Pero el problema central es que el aumento de la inmigración sin control puede hacer desaparecer las funciones propias del Estado que recibe dicha inmigración: ¿O es que la policía francesa puede realizar plenamente sus funciones en guetos como los que existen en Marsella? ¿Pudieron, acaso, las fuerzas de seguridad parisinas repeler los actos delictivos acaecidos en el estadio Saint-Denis? ¿Y qué decir de Molenbeek, barrio situado en el centro de Bruselas que se ha convertido con el paso de los años en un gueto musulmán donde viven más de 100.000 personas y que las autoridades no controlan? También convendría mencionar a Rosengård, en Malmö, la tercera ciudad de Suecia, un barrio donde la policía sueca apenas puede operar.

En conclusión, es crucial entender que lo preocupante no es tanto la delincuencia que pueda provocar quien no pueda o no quiera integrarse, pues delincuencia siempre hay. Lo preocupante es la sistematicidad de dicha delincuencia como síntoma de una amputación parcial en alguna o muchas funciones del Estado. Esto es, lo preocupante es asumir como normal que haya áreas de Europa donde el Estado, ya sea el sueco, el francés, el belga, etc. ya ha desaparecido de hecho. Porque cuando existen zonas donde la ley islámica está por encima de la marcada por la república (como sucede en el caso de Francia) el reemplazo y la sustitución del Estado ya se ha dado de facto, por mucho que fuera de dichas zonas los franceses no vayan a desaparecer. Lo que tendemos a ver cada vez más en distintas áreas de Europa es la consolidación de psuedo-estados donde prevalece la ley islámica dentro de las naciones canónicas europeas, todas ellas herederas de la filosofía griega, el derecho romano y el cristianismo.

- Seguir leyendo: https://www.libertaddigital.com/cultura/historia/2024-01-30/paloma-hernandez-garcia-la-islamizacion-de-europa-7091260/

 

 https://www.libertaddigital.com/cultura/historia/2024-01-30/paloma-hernandez-garcia-la-islamizacion-de-europa-7091260/

6 comentarios:

  1. Cuánto mejor iría el mundo si cada cual pudiera quedarse en su tierra y vivir y multiplicarse! Un abrazo Susana!

    ResponderEliminar
  2. Totalmente de acuerdo con lo que dice Cristina. Besicos

    ResponderEliminar
  3. Estoy de acuerdo con María Cristina, Susana.
    Gadafi 'predijo' en 2011 ataques yihadistas a Europa y también que en veinticinco años Europa sería pacíficamente ocupada por el Islam.
    No hará falta que siga.
    Feliz día del amor fraternal.

    ResponderEliminar

Fornicar con los reyes de la tierra, por Juan Manuel de Prada

 Durante los últimos meses hemos leído noticias estremecedoras protagonizadas por sacerdotes entregados a formas de vida abyectas. Hemos leí...