Como respuesta al fundamentalismo woke en las escuelas, los conservadores están pidiendo una y otra vez «volver a lo básico» en educación; es decir, que en las clases se enseñe sólo lo práctico, y lo moral y los valores se dejen en exclusiva para la intimidad del hogar. Siendo una defensa razonable de las libertades y una buena manera de responder al empeño woke por moldear una a una las mentes de los niños, lo cierto es que ese «volver a lo básico» no es un buen objetivo de lucha, sigue siendo algo defectuoso.
«Durante años, algunos conservadores han respondido al contenido moralmente tóxico en las escuelas insinuando que la educación adecuada debe ser moralmente neutral», escribe Gillian Richards en The American Conservative, «Pero la educación nunca ha sido solo enseñar los hechos. La educación consiste en formar el carácter de un estudiante, de cultivar ciertas virtudes y hábitos«. «Los Fundadores y los primeros estadounidenses vieron una parte central de la educación como el cultivo de las virtudes, la moralidad y la religión, todo lo cual sustenta una sociedad libre y próspera», explica.
«No podemos despojar al aula de un marco moral, ni deberíamos querer hacerlo. Tal esfuerzo deja un vacío para que lo llenen ideas viciosas o falsas», concluye el autor, reclamando que la educación aspire a dotar a las personas de un modelo integral de conducta, no solo una información práctica y neutra; y el debate parece pertinente en el seno de los conservadores.
Entretanto, Estados Unidos ha comenzado eso que llaman el Mes del Orgullo y es un buen ejemplo de cómo, en plena guerra cultural, las respuestas neutras y asépticas moralmente no son suficientes, sino que bajo la lluvia fina de la propaganda urge instalar palabras bien sustentados en nuestros valores. Elise Temme ha elaborado en The Federalist una interesante guía para padres que se enfrentan a la omnipresencia del Orgullo Gay durante estas semanas.
La autora relata cómo actuó con sus propios hijos, después de sopesar pasar por alto el comentario de su hija de 4 años sobre la proliferación de banderas de arcoíris: «Me di la vuelta en mi asiento y le expliqué amablemente cómo algunas personas creen que las mujeres pueden casarse con mujeres y los hombres pueden casarse con hombres».
Temme propone varios puntos en su particular guía, desde recordar ciertos pasajes de la Biblia hasta mantener conversaciones abiertas con los menores. «Recuerde que no puede controlar cada elemento o agenda a la que están expuestos sus hijos, pero puede controlar cómo aborda estos asuntos», concluye, «como padres, por supuesto, debemos ser perspicaces y proactivos con respecto a las películas, los libros, los programas de televisión y las redes sociales accesibles para nuestros hijos. Sin embargo, no hay forma de protegerlos completamente del quebrantamiento del mundo. Lo mejor que podemos hacer es continuar con nuestra misión como padres: dar ejemplo a nuestros hijos, guiarlos en la verdad y equiparlos para que permanezcan firmes«.
Cuando decidimos no comparecer ante las batallas culturales de nuestro tiempo, cedemos a quien tiene una agenda —incluida la 2030— un espacio importante para avanzar. Relata Billy Hallowell The Washington Times un espeluznante atentado contra la libertad religiosa en Corea del Norte, cuando toda una familia, incluido un niño de 2 años, fue condenada a cadena perpetua en campos de prisioneros políticos por el grave delito de… poseer un Biblia. La autora, sin embargo, no ve imposible que ese tipo de patrón anticristiano pueda reproducirse en otras naciones occidentales tarde o temprano.
«Sería alarmista afirmar definitivamente que vamos en esa dirección, aunque la erosión de la libertad y la comprensión constitucional básica en los Estados Unidos hoy en día es, cuando menos, alarmante», escribe, «la desertora norcoreana convertida en ciudadana estadounidense, Yeonmi Park, ha advertido abiertamente que ve patrones peligrosos que se desarrollan en los Estados Unidos hoy».
El de libertad religiosa es el gran indicador del verdadero estado de las libertades de un país, porque a fin de cuentas hace referencia a la convicción más profunda del hombre, la más íntima, la que da un sentido a toda la existencia; no existe nada más personal y relevante que eso, ni siquiera una opción política, o una elección indentitaria, o algo que nos afecte personal o familiarmente. Y la libertad religiosa suele ser también la primera víctima de una deriva, como Park, “peligrosa”.
https://gaceta.es/cronicas-del-atlantico-norte/vivir-bajo-un-inmenso-arcoiris-ideologico-20230604-0700/
En la familia se debe hablar y tocar todos los temas que los chicos van a escuchar y ver afuera. En las escuelas la materia Moral y buenas costumbres sería un buen balance para quienes practiquen diferentes religiones, un abrazo Susana!
ResponderEliminarEs difícil dar moral sin centrarse en una religión. Un beso
EliminarUn tema del que he perdido toda capacidad de opinar, Susana, quizás me haya quedado antiguo o muy moderno, ya no lo sé.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hay que opinar y opinarán por ti. Un beso
EliminarO
EliminarEs preocupante lo dices. Hay que inculcar el respeto por los que piensan diferente. Te mando un beso.
ResponderEliminarSølo sí piensan como la mayoría. Un beso
EliminarPienso que en los centros educativos se debe de enseñar una moral y una ética más bien conservadora y respetuosa con todos y dejar que el resto de dicha educación se haga en cada familia.Besicos
ResponderEliminarEso estaría m7y bien. Un beso
Eliminar