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lunes, 11 de abril de 2022

Epidemia de COVID 19


Fernando del Pino

Así, aunque sea prematuro establecer conclusiones, según los primeros datos oficiales del Ministerio de Sanidad, y contrariamente a la consigna repetida por políticos y periodistas, dos de cada tres hospitalizados por covid en España, más de la mitad de los ingresados en UCI y ocho de cada diez fallecidos por covid son personas perfectamente vacunadas[5]. Como hay muchos más vacunados que no vacunados, en términos relativos los mismos datos muestran que la letalidad (CFR) en vacunados mayores de 60 sería del 1,7% frente al 2,8% en no vacunados.

En segundo lugar, si el virus se contagia y transmite con toda tranquilidad a través de los vacunados, carece de sentido acusar a las personas no vacunadas (de aquí o de África) de ser incubadoras de nuevas variantes. Al inicio de la epidemia expertos como el epidemiólogo de la Universidad de Yale Dr. Grubaugh y otros colegas intentaron atajar el sensacionalismo mediático respecto a mutaciones apocalípticas: “No deberíamos preocuparnos cuando un virus muta durante una epidemia, pues las mutaciones son una parte natural del ciclo de vida de un virus y raramente impactan dramáticamente en una epidemia, así que el espectro de un virus súper asesino es completamente infundado”[6]. La esperanza de erradicar un coronavirus diseminado por todo el mundo es ilusoria: con toda probabilidad, el coronavirus será una enfermedad endémica y leve[7], pues no conviene olvidar que en los últimos 200 años sólo hemos podido erradicar del planeta la viruela. En realidad, la barrera de protección realmente eficaz contra la epidemia son las personas que han pasado el covid, escandalosamente ignoradas por bastardos intereses económicos y políticos.

Desgraciada pero previsiblemente, las vacunas no sólo han resultado ser mucho menos eficaces de lo que nos prometieron, sino también mucho menos seguras. Sus efectos adversos, extrañamente censurados por la omertá, muestran inequívocamente que su peligrosidad es inusualmente alta. Según la base de datos VAERS (gestionada por el CDC norteamericano), en EEUU han muerto tras vacunarse más de 10.000 personas y 11.000 han quedado con discapacidad permanente. Para ponerlo en contexto, en nueve meses de vacunas covid ha muerto tras vacunarse el mismo número de personas que la suma de fallecidos tras vacunarse con todo tipo de vacunas en los últimos 30 años[8].

El programa de vacunación debería haberse detenido por prudencia una vez cubierta la población de riesgo dejando abierta la posibilidad para los demás mediante un consentimiento informado sobre sus beneficios y riesgos (muy distintos según edad y estado de salud) obviando a quienes hubieran superado la enfermedad, que han consumido dosis y un tiempo precioso sin beneficio epidemiológico alguno. Asimismo, debería haberse explicado con transparencia a la población las limitaciones de las vacunas y centrarse en reducir el número de muertes y no el de contagios, siendo una enfermedad que cursa leve para la inmensa mayoría de la población.

Sin embargo, por razones políticas y por un desmedido afán de lucro, sobre la incalificable campaña de terror mediática se construyó una pirámide de mentiras y se crearon falsas expectativas y, ahora, en vez de culpar al fiasco vacunal, se culpa a variantes de chichinabo (¡qué buena coartada!) o a los pocos no vacunados. Está claro que no querían la inmunidad de rebaño. Querían el rebaño, y a fe mía que lo han conseguido: ante tanto engaño y atropello, en España no se oyen protestas sino balidos. Y para más inri, el Tribunal Supremo se contradice sin pudor al avalar la dictadura del absurdo con ese paripé llamado pasaporte covid, contribuyendo a la injusta estigmatización de una minoría y fomentando la histeria supersticiosa. Lamentable.


 


Fernando del Pino Calvo-Sotelo

8 comentarios:

  1. Por acá las cifras fueron al revés, Susana, esperemos que sigan bajando como hasta ahora y en todo el mundo, un abrazo!

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  2. Las mayores muertes e ingresos se produjeron mucho antes de tener disponibles las vacunas.Besicos

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  3. Yo si creo que las vacunas han servido. Por desgracia, he tenido un ejemplo en un amigo que enfermó no hace mucho. Tanto él como su esposa. Ella estaba vacunada. Él no. Tal vez fue casualidad, pero él no tuvo oportunidad y murió. Creo que no todo lo que nos cuentan sobre las vacunas es verdad, y también soy consciente de que tienen muchos efectos secundarios, pero opino que sí que ayudan.
    Besos Susana :)

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    1. Funcionan en personas mayores pero son inútiles y peligrosas para los jóvenes. Un beso

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  4. Cuando con las décadas todo haya prescrito, nos enteraremos, ya verás. Y los responsables, o estarán jubilados o muertos.
    Saludos cordiales.

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