La novela negra escandinava se ha convertido en un subgénero. He leído algunas de ellas, sobre todo varias de Hening Mankell. Y sus detectives son más tristes que Sam Spade o Philip Marlowe. Al menos éstos conocen a rubias fatales y trabajan en la soleada California, mientras que los policías suecos viven en ciudades en las que a las tres de la tarde te envuelve la niebla y las mujeres son feministas amargadas.

No, las suecas o las danesas (no discriminemos) no son las mozas retozantes de las películas de Alfredo Landa. El cine que describe mejor la vida en Escandinavia es el de Ingmar Bergman. Yo estoy convencido de que el frío y la oscuridad hibernan las emociones y deprimen el espíritu. La manera de soportar esa vida consiste en animarse con alcohol y otras sustancias… o en emigrar al sur, como hicieron los vikingos y los godos. Los vándalos no detuvieron su marcha hasta conquistar la provincia romana de África.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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