La primera víctima de un aborto es siempre el bebé al que se le impide nacer y que es asesinado en el vientre de su madre, bien con una solución salina que lo abrasa vivo, bien con pastillas que lo expulsan del útero, bien por desmembración.
Pero, junto a él, quedan otras víctimas colaterales: las madres que ya no lo serán de ese hijo vivo y que muchas veces abortan forzadas por su situación, los médicos de centros públicos obligados a practicar abortos... y también los padres, atados de pies y manos e incapaces de impedir que, en caso de un embarazo imprevisto, la madre de su hijo (porque es él quien lo ha engendrado) pueda acabar con su vida, sin su conocimiento y sin su consentimiento.
Este clamor, usualmente silenciado, cada vez llama más la atención, e incluso el Wall Street Journal ha escrito sobre la cuestión, a raíz de varios padres de Texas que se han organizado para alzar la voz por semejante atropello.
También lo ha hecho el divulgador provida Raimundo Rojas, director de Difusión del Comité Nacional por el Derecho a la Vida (NRLC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos.
Leyes que excluyen a los padres
Rojas, que fue presidente de Florida 'Right to Life' y es representante del NRLC ante las Naciones Unidas, ha publicado un reciente artículo en el portal provida LifeSiteNews, para explicar «la creciente ola de demandas presentadas por hombres cuyas parejas acabaron con sus embarazos, sin su conocimiento ni consentimiento».
Estos casos, «presentados bajo la ley de homicidio culposo, buscan desafiar el marco legal que excluye a los padres de tomar decisiones sobre la vida de sus hijos no nacidos. Porque tras los titulares y los documentos legales se esconde algo más profundo, que el artículo del WSJ apenas comienza a tocar: el dolor de estos padres es mucho más profundo de lo que una demanda puede expresar. El corazón roto de un padre es mucho más profundo de lo que cualquier tribunal puede medir», explica Rojas.
«Imaginen a un futuro padre soñando con criar a un hijo, estar presente en sus primeros pasos, compartir los momentos cotidianos que forman una vida. Pero cuando el embarazo terminó sin su conocimiento ni consentimiento, sólo le quedan preguntas. La ley no contemplaba su participación. No podía oponerse. No podía expresar su duelo abiertamente. Lo que perdió no fue teórico; fue un futuro y un bebé que estaba listo para abrazar. Y, sin embargo, su participación en esa pérdida no existía ante la ley», apunta.
Uno de cada tres padres quería al hijo
Rojas explica que no son casos aislados, ni excepcionales: «Un estudio de 2022 realizado por 'Support After Abortion' reveló que más de un tercio de los hombres cuyas parejas abortaron dijeron que deseaban tener el hijo. En algunos casos, nunca se les informó hasta después del aborto. Otros se enteraron por casualidad, demasiado tarde para poder intervenir ofreciendo apoyo y prometiéndoles cuidados. Estos hombres no abandonaron la paternidad; les fue arrebatada por una cultura y un sistema legal que no les ofrecieron un lugar. Su dolor a menudo pasa desapercibido, no porque no sea real, sino porque resulta incómodo para una narrativa que los excluye».
Esta situación provoca un enorme impacto emocional en los varones, que también recoge el autor: «Los estudios demuestran que el 40 % de los hombres cuyas parejas abortan experimentan trastorno de estrés post traumático crónico, incluso 15 años después. El 88% declara duelo. El 82% lucha con la culpa. Más del 70% sufre ansiedad e ira».
Dolor real, no consignas políticas
Rojas explica algo obvio y, sin embargo, ocultado: «Estas no son afirmaciones políticas. Son las experiencias vividas de hombres que lloran en silencio. Un hombre describió su pérdida como 'una muerte sin funeral'. Otro dijo que se siente como 'un padre abortado, un padre sin paternidad'».
Además, este experto en acompañamiento a mujeres y hombres que han pasado por un aborto explica que «los efectos psicológicos se ven agravados por el aislamiento. La mayoría de los hombres nunca se lo cuentan a nadie. Lo reprimen o lo descartan como algo que deberían superar. Pero el duelo no funciona así. Espera. Reaparece cuando otros niños se ríen en el parque o cuando los cumpleaños llegan y pasan sin velas. Para algunos, el dolor fractura relaciones. Para otros, se convierte en una sombra silenciosa que los persigue el resto de sus vidas».
«Su dolor es real. Su pérdida es real. Un niño existió, aunque sólo fuera por unas semanas. Ese niño importaba. Y también la esperanza del padre», insiste Rojas.
Leyes abortistas y contrarias al varón
El director de Difusión del Comité Nacional por el Derecho a la Vida de Estados Unidos apunta a la realidad legal del país, análoga a la de cualquier otra legislación internacional en esta materia: «Nuestro sistema legal –afirma– no ofrece ninguna vía de protección ni base de apelación. Incluso cuando los hombres imploran por la vida de su hijo, la respuesta es el silencio. Su papel desaparece en el momento en que el embarazo se considera no deseado. No pueden actuar, hablar, ni intervenir. Son anulados porque los llamados 'derechos reproductivos' que defienden los especuladores del aborto privan de sus derechos a la mitad de la población. Los hombres carecen de capacidad legal para tomar decisiones reproductivas. No pueden elegir cuándo ser padres, si lo son o cuántos hijos tendrán».
Oleada de demandas
Rojas apunta que «esto no es teoría» y cita un caso entre los muchos que están apareciendo en Texas: el de «una demanda federal presentada en julio, en la que Jerry Rodríguez acusa a un médico californiano, Rémy Coeytaux, de usar el correo para entregarle pastillas abortivas a su novia, poniendo fin a un embarazo que ella supuestamente deseaba y a la vida de un bebé que él estaba dispuesto a criar».
Según explica Rojas, el demandante «invoca la ley de Texas, calificándolo de homicidio culposo. Solicita una indemnización de 75.000 dólares y una orden judicial para detener las entregas de los peligrosos medicamentos que mataron a su hijo». Además, presentó otra demanda en un tribunal estatal «contra la madre de la mujer y su exesposo, quienes presuntamente presionaron a la joven para que abortara el embarazo».
«Deberían tener justicia»
«Estas demandas no son maniobras políticas. Son actos de desesperación de hombres que han agotado todos los recursos para hacerse oír. Acuden a los tribunales porque la ley no les ha dejado otro lugar adonde acudir. En sus demandas se encuentran historias de bebés que estaban listos para criar, relaciones que se derrumbaron bajo el peso del secretismo y la pérdida, y un sistema legal que se niega a reconocer su participación en la vida de su propio hijo. Estos casos exigen a los tribunales que hagan algo que la cultura se ha negado a hacer: reconocer que los padres pueden sufrir y que el duelo merece un lugar en el debate público», afirma este observador ante la ONU.
Y concluye con un llamamiento que trasciende las fronteras de Estados Unidos: «Los padres piden ser vistos antes de que su hijo sea destruido y asesinado por un aborto, y si no pueden serlo, entonces que su dolor sea reconocido legalmente. Y deberían tener justicia».
https://www.eldebate.com/familia/20250910/padres-abortados-lucha-padres-varones-impedir-parejas-aborten-hijos_332862.html
Diario conservador de la actualidad
El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar.
Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”.
Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”.
sábado, 18 de octubre de 2025
Lucha de los padres por evitar el aborto de sus hijos
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Es un tema peliagudo, que las leyes no lo tienen claro.
ResponderEliminarUn abrazo, Ssusana
Yo lo tengo claro. Un beso
EliminarEstoy en contra del aborto. Pero creo que no se puede generalizar. No sé cuántos padres se oponen (o intentan impedir) a que sus hijas aborten, pero tampoco sé cuántos hacen todo lo posible para que lo hagan. Y estoy en total desacuerdo con que una menor se presente a abortar sin el conocimiento de sus padres.
ResponderEliminarUn saludo
Los padres del niño tienen que contar también en esto. Un beso
EliminarCuando quedé embarazada a los 42 años de mi último hijo, mi marido decía, no estoy de acuerdo, tenía miedo. Yo seguí adelante, luego fue su hijo más disfrutado. La otra cara de la moneda, un abrazo Susana!
ResponderEliminarMi madre tenía 40 años y no quería más hijos pero me tuvo. Un beso
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ResponderEliminarEl aborto es una opción que se reconoce en las leyes en nuestro país, pero no lo veo como un derecho. Personalmente yo no abortaría en mi vida. Tenemos 4 hijos, no nos sobraba ningunos, estábamos más estrechos que con dos, pero los hemos sacado adelante, con amor, sacrificios y orgullo. Ahora están emancipados, son universitarios y están bien situados en la vida, nadie les regaló nada, Tienen sus hijos y todo eso es nuestro mejor regalo y orgullo que la vida nos deparó.
Un beso.
Abortar es matar a tu hijo por mucho que se quiera disfrazar de otra cosa. Un beso
EliminarUn tema polémico para el que le guste polemizar. No es mi caso.
ResponderEliminarSi proteger a los niños es polémico, mal vamos. Un beso
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