Todos hemos visto las imágenes. Los grupos de jóvenes cantando y dando palmas en la calle alrededor de beatíficos abuelitos que se arrancan por sevillanas mientras un espontáneo saca una guitarra que lleva siempre encima por si se produce un apagón generalizado en España y hay que ponerse necesariamente a bailar. O esos alegrísimos pasajeros del AVE que se bajan del convoy parado por falta de electricidad en mitad del campo y tras descender por un peligroso terraplén se ponen a ensayar una coreografía tan torpe como animosa. Porque los españoles somos así, alegres, optimistas, siempre dispuestos al buen rollito y a ponerle al mal tiempo buena cara. Y es que es mucho mejor pasarse seis horas en un ascensor con tu vecino del quinto y poder por fin poneros a hablar de corazón a corazón, o ligar con desconocidos a la luz de las velas en una terraza que solo da cervezas calientes previo pago en metálico, que seguir con tu vida normal y tu luz y tu agua caliente y tus trenes a la hora y tus tarjetas de crédito. Todas esos avances calvinistas que en el fondo nos arrancan de nuestra naturaleza intrínseca de sureños pobretones y vitales y nos drenan la alegría de vivir a cambio de comodidades más o menos necesarias.
Que son tan pobres pero tienen tan buen ánimo y de todo hacen una fiesta. Teatrillo barato de lo más meta: se baila no para disfrutar del baile, normalmente ridículo, sino para que te vean bailar.
Eso sí, todas estas escenas tan de “que bello es vivir” las hemos visto porque alguien las ha grabado con el resto de batería que les quedaba en el teléfono móvil. Y es que lo esencial de estas escenas no es vivirlas, sino poder colgarlas en redes para que el resto de los mortales hundidos en la tristeza de sus casas con luz y calefacción en perfecto estado de revista, esos pobres niños ricos, puedan sentir envidia de la alegría y el duende de la españolidad. Que son tan pobres pero tienen tan buen ánimo y de todo hacen una fiesta. Teatrillo barato de lo más meta: se baila no para disfrutar del baile, normalmente ridículo, sino para que te vean bailar.
De lo que no se dan cuenta estos ciudadanos estupidizados es que en esos vídeos lo que de verdad se pone de manifiesto es la docilidad bovina con la que una gran parte de la población asume sin rechistar el continuo chuleo de un gobierno de ineptos que les exprime fiscalmente hasta extraerles la última gota como si fueran un limón y les acostumbra a no darles nada a cambio. Un gobierno de sobrinas de catálogo colocadas en empresas públicas, asesores a cientos, corrupción generalizada e ignorancia cósmica, con ministras adoradoras de Greta Thunderberg que no quieren entender que no puede dependerse casi en exclusiva de las renovables, que vienen a ser la lechuga que acompaña al filete de la energía hidráulica y nuclear, y ministros con el desarrollo neurológico parado en una adolescencia mostrenca que dedican su jornada laboral a pelearse a twitter con ciudadanos anónimos en vez de ponerse a trabajar. Un gobierno que ha dilapidado la herencia recibida, como la de un sistema de trenes de alta velocidad que era la envidia del mundo, y la ha malbaratado con su nefasta gestión.
Palmitas durante el apagón
Sobrevivir a la era Sánchez sin bajar los niveles de exigencia propios de personas adultas e inteligentes ha resultado imposible. Con sus mentiras y sus cuentos nos ha ido arrastrando a casi todos al fango de la vagancia y la aceptación de las ruedas de molino con las que nos obliga a comulgar a diario. Yo reivindico aquí al pasajero del AVE que se niega a cantar en mitad de la avería , al ciudadano que no se pone a tocar palmas por la calle durante el apagón, al legítimamente enfadado, al que no se ríe con el chascarrillo del animoso ecologista, al que recuerda las corrupción, al que no perdona las traiciones. Hagamos un elogio del que no se deja llevar y cabreado con una mona toma nota de todo para votar en consecuencia.
Si conseguimos salir de esta, que está por ver, será gracias a ellos
https://www.vozpopuli.com/opinion/a-oscuras-y-a-lo-loco.html
Es importante mantenerse despiertos en una era en que nos quieren dormidos, un abrazo Susana!
ResponderEliminarY no reírles las gracias a los culpables. Un beso
EliminarA estas alturas ya tendríamos que darnos cuenta que no va a haber explicaciones del apagón. Y la indignación queda como un asunto privado. Efectivamente reir para no embestir contra todo.
ResponderEliminarUn saludo
Hay explicaciones pero no las creen. Un beso
EliminarSomos así: ante la catástrofe, la solidaridad, ante los apagones y los retrasos de todo tipo, los chistes. Lo hacemos por no llorar, pero a veces, como dice el artículo de Ignacia de Pano, habría que llorar más (protestar) y reír menos las gracias.
ResponderEliminarAbrazos!
Así nadie se toma nada en serio. Un beso
EliminarTe deja pensando. te mando un beso.
ResponderEliminarGracias. Un beso
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