Diario conservador de la actualidad

El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”. Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”.

lunes, 14 de abril de 2025

La mayoría silenciosa

Llamaron a la puerta de mi casa. ¡Somos del Ministerio de la Guerra, vamos casa por casa repartiendo fusiles para el conflicto bélico! ¡Hay que estar preparados! Aquello me hizo reaccionar de inmediato: ¿Quién es el enemigo? —pregunté. Nadie supo responderme. Tampoco ellos lo sabían.

Bajo mi humilde opinión, el enemigo es aquél que se sitúa uno enfrente del otro; de tal manera que alguien ordena a cada tirador que dispare al sujeto opuesto. Basta un fusil y algo de munición para que la secuencia de un combate bélico quede entre el enemigo de allí y el enemigo de este otro lado. Así pues, adversario uno, y adversario el otro, ambos forman parte de lo conocido como guerra, lugar en donde el escenario se vuelve oscuro porque uno mata y otro muere. ¿Y después?

Ante esta situación prebélica, fabricada por vayan ustedes a saber, uno pierde la orientación de lo que somos y por quiénes estamos gobernados. El enemigo de toda la vida se supone que ha de ser el invasor de casa ajena; pues bien, Europa se ha puesto a cavar trincheras y poco menos que a meternos el miedo en el cuerpo, comprometiendo nuestro estado de sosiego. Ante este aprieto, ¿cómo saber en realidad quién es el auténtico enemigo? ¿Los que nos atemorizan dentro de casa, o los que dicen tener miles de ojivas nucleares para darnos matarile? Y por qué.

Les aseguro que no hay peor enemigo que nosotros mismos. La indolencia de la mayoría silenciosa, incapaz de situarse en su papel dentro de la sociedad, es lo que impide dar paso a la acción-reacción frente a los verdaderos problemas colectivos. No olvidemos que al nuevo orden moral, basado en la sumisión controlada, en donde a los políticos se les considera seres de luz o nuevos apóstoles terrenales, les importamos la friolera cantidad de la nada más absoluta. A partir de ahí, el camino hacia el cadalso es la pena negra de nuestro destino.

Si queremos salir de la beata aceptación de nuestra suerte como especie humana, no queda otra que el despertar del estado comatoso ante el preocupante devenir que se viene gestando. Es nuestro futuro, el de nuestros hijos, familias o amigos lo que está en juego por un convenio de hacer la guerra traído por energúmenos dedicados a crear muerte y destrucción en detrimento de las víctimas inocentes y en beneficio de los de siempre.

Uno añora aquella cruzada del “No a la guerra” que tanto juego y rédito dio para la ocasión, aunque solo fuera por idealismo conceptual. Nos movilizamos porque aquello era una sinrazón como lo son todas las crueldades bélicas. Eran otras las circunstancias y también los intereses políticos; por concordatos o sin ellos, el rechazo por lo de Irán y sus armas de destrucción masiva tomó las calles como lo deberíamos hacer ahora mismo, aunque solo fuera por complicidad con nuestra propia vida y la de los nuestros.

Bruselas nos transmite negros nubarrones. Por eso vienen las urgencias de doña Úrsula. Quieren que seamos beligerantes en primera persona, por lo que, según ellos, debemos estar preparados; tanto es así que el Gobierno de Bélgica ya ha instado a las universidades a que comiencen a instruir a los estudiantes de medicina en el desempeño de labores sanitarias ante la alta posibilidad de guerra. El “más vale prevenir que curar” siempre me pareció una necesaria medida en todos los órdenes de la vida, pero ahora mismo, si la situación es la que es, según los “expertos” en calamidades, no nos queda otra que, como antes apunté, abandonar mantras hipnóticos y salir a la calle rechazando cualquier acto belicoso.

A mi juicio, quien no entienda esta situación debe considerar que lo que acontece a nuestro alrededor debiera abrirnos la mente para hacer valer un “No a la guerra” inmediato y global ante la estupidez de esas “minorías excelentes” que a la hora de la verdad nos venderán al mejor postor. 

 https://www.elimparcial.es/noticia/280906/opinion/la-mayoria-silenciosa.html

2 comentarios:

  1. La mayoría silenciosa tiene el defecto de dejarse guiar y admite cuanto les digan: ahora nos dicen quién es el enemigo y mañana nos dictaran cuales son nuestros problemas patra decirnos pasado mañana cómo tenermos que comportarnos para solucionarlos. No es una dictadura, es un aborregamieto.
    Un saludo.

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  2. La gente se deja manejar con facilidad. Un beso

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