Miércoles por la mañana. Los españoles desayunamos escuchando análisis sobre el debate presidencial en Estados Unidos. Los tertulianos y corresponsales destacan un dato pop: la superestrellaTaylor Swift aprovechó los altos índices del combate diálectico para mostrar su apoyo a Kamala Harrisen Instagram. No lo hizo de cualquier manera, sino posando con uno de sus tres gatos. Parece una imagen inocente, pero no lo es tanto. Estaba reivindicando la figura de las "locas de los gatos", señoras sin niños sobre las que advierte J.D. Vance, aspirante de Trump a la vicepresidencia. Vuelve el choque entre el arquetipo de mujer emancipada y el del conservador que quiere devolver a las familias al centro de la vida nacional, con propuestas como reducir los impuestos según el tamaño del grupo familiar o incluso articular mecanismos para que los votos de quienes tienen hijos dependientes valgan más que los de los que no los tienen.
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En realidad, Taylor Swift es una chica tradicional, hasta el punto de que ha heredado el codiciado título "novia de América". Su piel blanca, melena rubia y expresión pizpireta la hacen perfecta para el papel, no digamos ya su afición a la música country y su novio campeón de la Super Bowl. El problema es que también responde a un estereotipo odiado por la parte conservadora del país: adicta al trabajo, sin niños a los 34 años y partidaria del aborto, a pesar de su condición de cristiana. El origen de la polémica es un antiguo comentario de J.D. Vance. Ocurrió durante una entrevista de 2021 con el presentador estrella de Fox News, Tucker Carlson: "Estados Unidos está siendo gobernado por demócratas, oligarcas corporativos y un grupo de mujeres amantes de los gatos sin hijos que son miserables con sus propias vidas y las decisiones que han tomado y por eso quieren hacer que el resto del país también sea miserable". No se cortó a la hora de dar nombres y apellidos de políticos demócratas: "Es un hecho básico: si nos fijamos en Kamala Harris, Pete Buttigieg, Alexandra Ocasio Cortez, todo el futuro de los demócratas está controlado por personas sin hijos. ¿Y qué sentido tiene que hayamos entregado nuestro país a dirigentes que en realidad no tienen un interés directo en él?", preguntaba.
Vance señala un cambio cultural sísmico que para muchos ha pasado desapercibido. En los años 50 la familia nuclear blanca era el centro del relato dominante: destacaba en los discursos presidenciales, en las ficciones de Hollywood y en las campañas publicitarias de coches, comida, limpieza. Poco a poco, a golpe de revolución contracultural, el protagonismo fue virando hacia las personas emancipadas, volcadas en consumir, experimentar y cultivar sus carreras laborales. Desde el cambio de siglo, lo que se glamuriza es el estilo de vida de los solteros urbanos, con sus intensas agendas de ligoteo y planes con amigos (Friends, Seinfield etcétera). Durante muchos años, la ficción emblemática fue Sexo en Nueva York, una serie que arrasó en todo el planeta y que ahora es bandera del sector profamilia, desde que su creadora (Candace Bushnell) declaró en 2021 que desearía haber tenido hijos porque ahora se sentía “verdaderamente sola”.
No estamos ante un debate particular de Estados Unidos, sino ante una batalla cultura global de la que España no se libra en absoluto. Podemos rastrear perfectamente el recorrido de cómo aterrizo en nuestro país. Todo comienza con una polémica portada viral de la revista The New Yorker, creada por Adrian Tomine en invierno de 2020, en la que aparece una mujer joven en su apartamento. Todo está desordenado, seguramente sucio, a excepción de lo que capta la cámara de su ordenador. Para quien la vea desde el otro lado de la videollamada, es una mujer glamurosa, arreglada, con una copa de cóctel en la mano. El influencer malagueño Nacho Raggio, padre del Mediterráneo Moral, retuiteó la imagen con la siguiente frase: “Whiskas, satisfayer y lexatín”. Aludía al tipo de solteras que encuentran emancipador renunciar a tener pareja e hijos, aunque luego su vida no fuese tan idílica como querían mostrar.
ContraviñetaContraviñetaJae Tanaka
Poco después, la escritora Esperanza Ruiz utilizó la frase de Raggio para un artículo que se hizo viral. Cortamos y pegamos un fragmento: “Como Andrea Levy, Flora enloquece bailando la versión que Ojete Calor ha hecho del Agapimú. Eso sí, ella baila sola. O más bien con su grupo de amigos gais y alguna amiga. Pasa de complicarse la vida con los tíos. Después de una relación traumática con su novio detodalavida -con el tiempo se dio cuenta de sus innumerables micromachismos-, y alguna que otra decepción, no se plantea nada. Solo escoge en Tinder. Flora ha conocido más hombres que la Tacones, pero se siente muy empoderada. Hasta tal punto que acaricia la idea de intimar con una mujer… De todas formas, cuando la cosa no está muy boyante siempre puede utilizar el artilugio rosa a pilas -que compró con descuentazo de Black Friday- después de una copa de Verdejo. Si eso no la ayuda a dormir, tirará de ansiolíticos. Mañana lo comentará con un coach que ha empezado a ver; están trabajando la resiliencia y la actitud disruptiva. A Flora le gusta mucho pensar out of the box”, retrataba Ruiz. La columna se convirtió en un libro del mismo título: Whiskas, satisfayer y lexatín (Monóculo, 2021), que ya ha alcanzado la cuarta edición.
No estamos ante una anécdota costumbrista, sino ante un debate político más central de lo que se piensa. Lo explicó Juan Manuel de Prada en una intervención en el programa de radio de Julia Otero, en 2021 también: "Los intereses de la plutocracia están muy claros, no hay más que leer a los autores fundadores del capitalismo. Si leemos la ley de bronce de los salarios de David Ricardo, deja muy claro lo que hay que hacer para debilitar a los obreros. En primer lugar, sacarlos de su casa, sacarlos de su tierra, y en segundo lugar impedir que tengan hijos. Ahí está Malthus con toda su obra dedicada a estas cuestiones. David Ricardo dice que ‘cuantos menos hijos tengan, sueldos más birriosos les vamos a poder pagar’.
En fin, es una cosa evidente: si nosotros cogemos el Informe Kissinger (1974), en donde habla de cómo hay que organizar el capitalismo, está muy claro que hay que conseguir que la gente no tenga hijos, que viva sola, que no esté arraigada, que no tenga vínculos, vamos a arrasar a toda esa gente y vamos a convertirlos en átomos solitarios, ensimismados en sus entretenimientos plebeyos...Vamos a enchufarlos a Netflix o a Internet, vamos a hacerlos vivir en cuchitriles de mierda y vamos a pagarles unos sueldos de pura supervivencia, que le den para la satisfacción de unos pequeños placeres. Yo creo que es un plan que está muy delineado desde el comienzo de la organización capitalista", denuncia. Según una encuesta reciente del Instituto Nacional de Estadística (INE), publicada en verano de 2024, dentro de quince años los hogares con una sola persona supondrán un tercio del total en España, superando a los ocupados por parejas o familias.
Volvamos a las preguntas del comienzo de este texto. ¿Tanto pueden influir las swifties, muchas de ellas potencialmente ‘locas de los gatos’, en las siguientes elecciones? Las cifras que maneja la prensa no son tan impresionantes. La publicación de Taylor Swift en Instagram apoyando a Kamala llevó a que 337,826 usuarios visitaran el sitio Vote.gov, pero no se sabe cuántos de ellos se registrarán finalmente para votar. La organización Swifties for Kamala, que trabaja para movilizar a los seguidores de la cantante en favor del voto progresista, ha recaudado poco más 150.000 dólares para la campaña de Harris, algo que puede conseguir en un día cualquier celebridad nacional o empresa grande. En enero, una encuesta realizada para Newsweek reveló que el 18% de los votantes dicen que es "más probable" o "significativamente más probable" que voten por un candidato respaldado por Swift, pero también que otro 17% afirma que es “menos probable”. El respaldo a Swift tiene su tramo más fuerte entre los estadounidenses menores de 35 años, ya que alrededor del 30% de ese grupo dice que es “más probable” que voten por alguien a quien Swift apoya, según una encuesta de Morning Consult de 2023.
En realidad, los debates presidenciales no influyen demasiado en los urnas, ya que los suelen ver personas muy politizadas, con su elección ya hecha. Lo importante es el recorrido posterior de los conflictos sociales que ponen encima de la mesa, como acabamos de comprobar esta semana.
https://www.larazon.es/cultura/whiskas-satisfayer-taylor-swift_2024091566e63297b3741e0001e61840.html
ResponderEliminarSupongo que en esa franja etaria puede haber influencia, un abrazo Susana!
Pero tampoco son tantos. Un beso
EliminarMe he leído con atención este texto, y he llegado a la conclusión que me es todo eso tan indiferente, tan ausente y tan lejano... Un abrazo
ResponderEliminarPues està de plena actualidad. Un beso
EliminarTe deseo una buena semana y espero que en las elecciones de los gringos gane el menos malo. Te mando un beso.
ResponderEliminarEso esperamos todos. Un beso
Eliminarcésar hildebrandt, el periodista más influyente de mi país, es de la opinión que da igual quien gane la presidencia de los estados unidos debido a que esta gran superpotencia sólo ve sus propios intereses (económicos, militares y geopolíticos a nivel mundial) y que la diferencia ideológica entre demócratas y republicanos es cuestión de sutilezas e interpretaciones. que elegir entre kamala harris o donald trump es al final de cuentas como tratar de elegir entre el beige y el marrón claro, ¡qué difícil!
ResponderEliminaralgunas encuestas dan a kamala harris una ventaja de cuatro puntos sobre trump y algunos analistas ven mejor posicionado a trump por encima de kamala harris. al final, todo depende sobre la simpatía personal que se tiene por uno u otro candidato para creer sobre lo que se quiera creer en torno a quien ganará. ¡todo un acto de fe!
un abrazo.
Supongo que tienes razón, pero Trump ha dicho que iba a terminar con las guerras. Veremos a ver si podría. Un beso
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