Cuando era niña me sentía como un adulto atrapado en un cuerpo infantil. No entendía a los otros niños ni ellos a mí.. Me sentía mejor rodeada de mayores. De manera que ahora en cierto modo estoy en mi lugar natural. Por fin mi cuerpo y mi mente se corresponden. Claro que he dejado muchas cosas en el camino: mi ingenuidad, mi afán de aprender y buena parte de mi salud.
A cambio, ahora la gente no lee extrañada mis disertaciones y los médicos ya no creen que me invento mis dolencias. Desde que aprendí a leer y escribir, las letras se convirtieron en mi mundo. A menudo el único que tenía. El colegio, los parientes eran circunstancias pasajeras. Yo vivía con los personajes de las aventuras que poblaban mi mente..
Sentía que tenía mucho que analizar y pensar y no sabía por dónde empezar. Escribía en hojas sueltas lo que me pasaba por la cabeza. Trataba de atar cabos, de encontrar el sentido de las cosas. Pero no era más que un náufrago rodeado de aguas procelosas. Cada día rompía lo que había escrito para volver a empezar al día siguiente. Y así durante años.
Realmente no sé qué hubiera hecho sin los libros, ya que me ayudaban a evadirme de la realidad. Con el tiempo, mi vida se pobló de objetos y personas reales; pero los libros y la escritura siguieron siendo mi pequeño refugio secreto, donde podía seguir siendo más yo y ahondar en los abismos de mi cerebro.
La lectura me permitió acceder a otras culturas, a otros mundos incluso imaginarios. La escritura me ayudó a conocerme, a descubrir mis gustos y mis anhelos; y, sobretodo a comunicarme con gente lejana con quien nunca hubiera sido capaz de relacionarme en persona. Las palabras trascienden mi vida y me dan otra dimensión que nunca hubiera soñado antes.
A través de mis escritos he reflexionado sobre todas las cuestiones de la vida y la muerte, el amor y el odio, la incertidumbre y el miedo. He puesto palabras a cada sentimiento, cada intuición y actitud que me rodeaban. Le he dado un sentido a mi historia. Muchas personas desconocen esa parte de mi personalidad, pero sé que mis escritos seguirán al alcance de todos cuando yo falte.
(Este texto lo presentė a un concurso)
Más sobre Palestina: https://cesarvidal.com/la-voz/editorial/editorial-las-tres-opciones-de-israel-14-06-24
Yo tengo un escrito, La sillita, que habla de mi infancia sentada y leyendo hermosas historias, los libros me rodean, mi casa está poblada! Llegaste con todo tu caudal hasta este lugar, Susana, en el cual nos acompañamos y contamos historias y nos sentimos bien, un abrazo!
ResponderEliminarGracias por acompañarme en el camino. Un beso
EliminarNaciste con el don de la escritura y sabes muy bien sacarle provecho, te felicito. Besicos
ResponderEliminarMuchas gracias. Un beso
EliminarA mi me encantó siempre leer. La lectura es gratificante.
ResponderEliminarAún conservo cuentos de mi niñez.
Un beso.
Yo leía incluso comiendo. Un beso
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