Diario conservador de la actualidad

El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”. Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”.

sábado, 30 de septiembre de 2023

Ser conservador o progresista

 Me llega este texto que no tiene desperdicio 


QUÉ SIGNIFICA SER CONSERVADOR Y SER PROGRESISTA.


Según la Secta, un conservador es una persona mala que ha progresado en la vida y que, por puro egoísmo, quiere conservar las cosas tal y como están: inamovibles. El progresista, en cambio, es una buena persona que sólo desea progresar. Progresar él, por supuesto. Y su familia, y sus amigos, y sobre todo sus votantes y trovadores. Pero también desea que progrese la sociedad en su conjunto. 


Yo, lo reconozco, soy un progresista chapado a la antigua, de la época de Marcelino Camacho, de cuando la Caja de Ahorros regalaba cacerolas y el médico te desaconsejaba el tabaco fumándose un puro. Porque para catalogar hoy a alguien de “progresista” debe cumplir, obligatoriamente, algunos supuestos básicos que yo, afortunadamente, no cumplo ya.


Es imprescindible, por ejemplo, que un progresista de ahora sea también nacionalista. Antes, en mi juventud, ser de izquierdas y nacionalista era absolutamente incompatible: por algo nuestro himno se llama “La Internacional”, y no “La Nacional”. Después, al progresar el progresismo progresista, ya fue posible ser ambas cosas a la vez. Más tarde, incluso se hizo obligatorio el “nacionalismo de izquierda”. Y por último, en estos días de absoluto progresismo absolutista, quien no acepte la autodeterminación y la independencia de alguna parte de España para que allí coman aparte, y coman más, y coman mejor, es un fascista de mil pares de cojones. Cagoentóloquesemenea y mitad del cuarto más. Si eso no es progresar, que venga Dios y lo vea.


Para ser progresista en España es imprescindible, además, convertir el Parlamento en una torre de Babel, en una especie de ONU. Al Parlamento, como su propio nombre indica, se viene a parlamentar: o sea, a charlar. Y nada mejor para entenderse que unos auriculares para cada señoría, y un ejército de traductores por cinco millones de euros al año. Eso son, aproximadamente, 76 médicos, o 102 enfermeras, o 203 conductores de ambulancia o 98 maestras. Pero dónde va a parar. Es mucho más progresista que sus señorías progresen en idiomas, que progresar todos juntos en disminuir las listas de espera al especialista, las tardanzas de las ambulancias o las ratios escolares. Cagoensanpitopato.


Ah. No podemos olvidar tampoco que, para ser progresista en España, además de exigir auriculares y traductores en Madrid, debemos sancionar severamente a los comerciantes catalanes que rotulen en español en Barcelona. Es más, si somos dirigentes de un partido progresista español o de un sindicato progresista, habremos de manifestarnos en las calles de Barcelona, cogidos de la mano de Junqueras, para protestar por las clases de castellano en las aulas. Y es que no hay nada más progresista que abominar de Cervantes y cagarse en Sancho Panza. Cagoentóloquesemenea y mitad del cuarto más.


Un progresista fetén debe aceptar, sin abrir la boca, que en el sistema educativo público se lea “La Celestina” para poder sacar conclusiones sobre los derechos LGTBI, y no sobre la literatura del siglo XVI. Un progresista fetén debe aceptar, acríticamente, que en el sistema educativo público ya no se estudie el reinado del fascista Felipe II, ni se hable del genocida Cristóbal Colón. Un progresista fetén debe aceptar que, en el sistema educativo público, el abordaje de la guerra civil se centre en el asesinato del poeta García Lorca, en el problema de las fosas comunes y en los collares de doña Carmen Polo de Franco. A un progresista fetén deben interesarle las ecuaciones diferenciales logarítmicas en la medida que empoderan a la mujer, castigan al heteropatriarcado opresor y ayudan a resolver conflictos en la Alianza de Civilizaciones, pero no en la medida que sirven para construir rascacielos o lanzar cohetes a la Luna. Aunque eso sí: un progresista fetén enviará a su hijo a la mejor enseñanza privada para ahorrarle el bochorno de los disparates que él mismo, su padre, Director General de Ocurrencias, con su progresismo fetén, ha provocado en la enseñanza pública española. Cagoenmismuelas.

Lo que está pasando ahora en España es exactamente igual. Nadie es ciego. Ni tonto. Todos vemos lo que hay: un partido socialista y un partido comunista amancebados con lo más fascista del fascismo catalán, y con lo más fascista del fascismo vasco. Digo con los plutócratas excluyentes de Puigdemont, con los proetarras excluyentes de Bildu y con las locas del coño de Podemos. Lo mismo que cuando Stalin y Hitler se aliaron. Pero el líder de hoy, tan sagrado ahora como entonces lo era Stalin, desde La Moncloa o desde Galapagar, ya sabe bien lo que hace. Y en sus manos me pongo.


¿Pagaremos las consecuencias? Por supuesto que sí. A un precio desorbitado que no quiero ni imaginar. Y cuando digo precio, no hablo sólo de dinero. 


Pero bueno. Hay que llorar con un solo ojo: al menos… no nos gobierna el PP.


Firmado:


Juan Manuel Jimenez Muñoz.

Progresista de los de antes, de cuando los tomates sabían a tomate.

6 comentarios:

  1. Y sí, Susana, con distintos nombres los temas son parecidos, seguro hay un Gatopardo dando vueltas por el mundo, un abrazo!

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  2. Perdona pero no entiendo la referencia del gato pardo. Un beso

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    1. Se refiere a una derivación de la novela El gato pardo de Lampedusa, que tiene el significado "Hay que cambiar todo para que todo siga igual bajo un cambio aparente pero no de fondo"

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  3. Es una verdadera incógnita cual será la política y el nivel personal de los políticos en adelante, pero esta España de hoy está instalada en el odio que generan los políticos de izquierda hacia la otra mitad de la España de siempre y el ninguneo de la derecha hacia los desastres ideológicos y disparatados de la izquierda. Volvemos a tener dos Españas irreconciliables y desde la política a esa hoguera no hace más que añadir más y más leña toda la clase política, aunque es cierto que más una parte que otra.
    No veo claro el futuro, tengo muchos años, ya, Susana, pero esta falta de entendimiento brutal que hay entre los dos grandes partidos lo acabaremos pagando todos si no lo estamos pagando ya.
    Intentemos no pensarlo, feliz noche, Susana.

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    1. El problema no es sólo español. Es a nivel global y viene como siempre de EEUU. El partido demócrata decide lo que está bien y lo que está mal. Un beso

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