El activismo contra el cambio climático es
una de las mil y una formas de activismo que nos ha tocado soportar en
estos años de siglo. Porque el fin —o casi— de las ideologías
sistemáticas no ha enterrado la pretensión de edificar algún maravilloso mundo nuevo sobre la tabla rasa de lo existente.
La pretensión continúa, sólo que atomizada. El activista es el
personaje de nuestro tiempo. No ha habido nunca tantas personas
dedicadas a alguna causa, naturalmente buena, ni tantas empeñadas en
cambiar el mundo y, sobre todo, en cambiar a sus semejantes. La cantidad
de activistas que quieren moldearnos se multiplica y todos van de
salvadores, pero se llevan la palma los que quieren salvar al planeta
del cambio climático.
Los salvadores del planeta siguen la estela de ciertas organizaciones ecologistas que optaron, hace años, por acciones espectaculares para atraer la atención de las cámaras,
y lo hacen porque la fórmula funciona. Si salieran a la palestra con
datos y argumentos, no les haría caso nadie, pero si lanzan unos botes
de sopa de tomate al cuadro de Los Girasoles de Van Gogh, tienen publicidad asegurada. Lo de la sopa de tomate no fue un guiño deliberado a Warhol, pero es a Warhol a quien se le atribuye la frase de que que todo el mundo iba a tener sus quince minutos de fama.
Eso es exactamente lo que el activista busca, dando por sentado, que es
mucho dar, que sabe qué es lo que busca. El activismo es más de hacer
que de saber y de pensar más bien poco.
Tan poco pensaron las que arrojaron el tomate que cuando
tocó explicar su acto vandálico dijeron que protestaban, a la vez,
contra la carestía de los precios de la energía y contra el cambio
climático. Eso no puede ser. No se puede estar al mismo tiempo en contra
de la reducción del suministro de energía, porque provoca un alza de
precios y en contra de que aumente el suministro de energía, porque hay
que eliminar los combustibles fósiles. La incompatibilidad es
manifiesta. No es posible disponer de una energía barata y abundante y, simultáneamente, acabar con el petróleo, el carbón o el gas natural de un plumazo. Estamos viviendo en directo esa imposibilidad. Y pagando su precio.
El activismo, decíamos, no es de mucho pensar. Lo mueve la pasión redentora, no la reflexión coherente. Pero
no son sólo unos activistas los que caen en el disparate. La
"transición verde", que han abrazado Gobiernos de todo tipo en los
países ricos, lleva dentro la misma discordancia. Y no es banal recalcar
lo de países ricos, porque esto va de riqueza y de pobreza. Los
ecológicos planes de futuro pintan un mundo ideal en el que hemos
abandonado los sucios combustibles fósiles, hemos reducido el uso de
energía en aras de una vida más natural y hasta hemos dejado atrás la
obsesión por el crecimiento económico. Pero resulta que en ese mundo
soñado no vamos a ser más pobres, sino más ricos o igual de ricos que
ahora.
Ese milagro no puede ser y además es imposible. Mejor dicho: puede ser que los ricos de los países ricos no sufran merma. Pero los pobres de esos mismos países serán más pobres.
La "transición verde" proyecta un mundo ideal reservado para los ricos,
mientras los pobres viven o malviven en el sucio mundo de siempre, y
pagando más caros energía y combustibles. Ya lo estamos viendo. Tan
disparatado como el activismo de las sopas de tomate.
https://www.libertaddigital.com/opinion/cristina-losada/la-cara-sucia-de-la-transicion-verde-6947496/
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y lo hacen porque la fórmula funciona. Si salieran a la palestra con
datos y argumentos, no les haría caso nadie, pero si lanzan unos botes
de sopa de tomate al cuadro de Los Girasoles de Van Gogh, tienen publicidad asegurada. Lo de la sopa de tomate no fue un guiño deliberado a Warhol, pero es a Warhol a quien se le atribuye la frase de que que todo el mundo iba a tener sus quince minutos de fama.
Eso es exactamente lo que el activista busca, dando por sentado, que es
mucho dar, que sabe qué es lo que busca. El activismo es más de hacer
que de saber y de pensar más bien poco. - Seguir leyendo: https://www.libertaddigital.com/opinion/cristina-losada/la-cara-sucia-de-la-transicion-verde-6947496/Los salvadores del planeta siguen la estela de ciertas organizaciones ecologistas que optaron, hace años, por acciones espectaculares para atraer la atención de las cámaras,
y lo hacen porque la fórmula funciona. Si salieran a la palestra con
datos y argumentos, no les haría caso nadie, pero si lanzan unos botes
de sopa de tomate al cuadro de Los Girasoles de Van Gogh, tienen publicidad asegurada. Lo de la sopa de tomate no fue un guiño deliberado a Warhol, pero es a Warhol a quien se le atribuye la frase de que que todo el mundo iba a tener sus quince minutos de fama.
Eso es exactamente lo que el activista busca, dando por sentado, que es
mucho dar, que sabe qué es lo que busca. El activismo es más de hacer
que de saber y de pensar más bien poco. - Seguir leyendo: https://www.libertaddigital.com/opinion/cristina-losada/la-cara-sucia-de-la-transicion-verde-6947496/Los salvadores del planeta siguen la estela de ciertas organizaciones ecologistas que optaron, hace años, por acciones espectaculares para atraer la atención de las cámaras,
y lo hacen porque la fórmula funciona. Si salieran a la palestra con
datos y argumentos, no les haría caso nadie, pero si lanzan unos botes
de sopa de tomate al cuadro de Los Girasoles de Van Gogh, tienen publicidad asegurada. Lo de la sopa de tomate no fue un guiño deliberado a Warhol, pero es a Warhol a quien se le atribuye la frase de que que todo el mundo iba a tener sus quince minutos de fama.
Eso es exactamente lo que el activista busca, dando por sentado, que es
mucho dar, que sabe qué es lo que busca. El activismo es más de hacer
que de saber y de pensar más bien poco. - Seguir leyendo: https://www.libertaddigital.com/opinion/cristina-losada/la-cara-sucia-de-la-transicion-verde-6947496/SeLos salvadores del planeta siguen la estela de ciertas organizaciones ecologistas que optaron, hace años, por acciones espectaculares para atraer la atención de las cámaras,
y lo hacen porque la fórmula funciona. Si salieran a la palestra con
datos y argumentos, no les haría caso nadie, pero si lanzan unos botes
de sopa de tomate al cuadro de Los Girasoles de Van Gogh, tienen publicidad asegurada. Lo de la sopa de tomate no fue un guiño deliberado a Warhol, pero es a Warhol a quien se le atribuye la frase de que que todo el mundo iba a tener sus quince minutos de fama.
Eso es exactamente lo que el activista busca, dando por sentado, que es
mucho dar, que sabe qué es lo que busca. El activismo es más de hacer
que de saber y de pensar más bien poco. - Seguir leyendo: https://www.libertaddigital.com/opinion/cristina-losada/la-cara-sucia-de-la-transicion-verde-6947496/Los salvadores del planeta siguen la estela de ciertas organizaciones ecologistas que optaron, hace años, por acciones espectaculares para atraer la atención de las cámaras,
y lo hacen porque la fórmula funciona. Si salieran a la palestra con
datos y argumentos, no les haría caso nadie, pero si lanzan unos botes
de sopa de tomate al cuadro de Los Girasoles de Van Gogh, tienen publicidad asegurada. Lo de la sopa de tomate no fue un guiño deliberado a Warhol, pero es a Warhol a quien se le atribuye la frase de que que todo el mundo iba a tener sus quince minutos de fama.
Eso es exactamente lo que el activista busca, dando por sentado, que es
mucho dar, que sabe qué es lo que busca. El activismo es más de hacer
que de saber y de pensar más bien poco. - Seguir leyendo: https://www.libertaddigital.com/opinion/cristina-losada/la-cara-sucia-de-la-transicion-verde-6947496/guirLos salvadores del planeta siguen la estela de ciertas organizaciones ecologistas que optaron, hace años, por acciones espectaculares para atraer la atención de las cámaras,
y lo hacen porque la fórmula funciona. Si salieran a la palestra con
datos y argumentos, no les haría caso nadie, pero si lanzan unos botes
de sopa de tomate al cuadro de Los Girasoles de Van Gogh, tienen publicidad asegurada. Lo de la sopa de tomate no fue un guiño deliberado a Warhol, pero es a Warhol a quien se le atribuye la frase de que que todo el mundo iba a tener sus quince minutos de fama.
Eso es exactamente lo que el activista busca, dando por sentado, que es
mucho dar, que sabe qué es lo que busca. El activismo es más de hacer
que de saber y de pensar más bien poco. - Seguir leyendo: https://www.libertaddigital.com/opinion/cristina-losada/la-cara-sucia-de-la-transicion-verde-6947496/ leyendo: https://www.libertaddigital.com/opinion/cristina-losada/la-cara-sucia-de-la-transicion-verde-
6947496/
Esa gente ensuciando y maltratando obras de arte no buscan un cambio, sólo quieren salir en las redes, un abrazo Susana!
ResponderEliminarY están organizados desde el exterior. Un beso
EliminarMucha gente ociosa y con la cabeza llena de pajaritos, porque también me gustaría vivir en un mundo feliz y ecológico pero esta gente con sus absurdeces no me representa. Besos
ResponderEliminarLo que quieren es llevarnos de vuelta a la edad media. Un beso
EliminarCada vez comprendo menos esas mentes tan retorcidas que quieren guiar al mundo a su manera.Besicos
ResponderEliminarNo hacen más que fastidiar y encima son ricos. Un beso
EliminarLa historia se repite una y otra vez.
ResponderEliminarMuchos besitos.
Son los mismos perros con distintos collares. Un beso
EliminarLo que me da pena es que siempre tenga que ser el que menos tiene o menos puede el que tenga que hacer los esfuerzos. Besos
ResponderEliminarLos agricultores y ganaderos. Un beso
EliminarCuando la Nada se adueña de un individuo y/o de una sociedad, hay que llenarla con cualquier trampantojo, y esto del activismo ecologista (que nada tiene que ver con el amor y el cuidado a la Creación) no es más que una pulsión desesperada por llenar la nada que preside la vida de millones. Saludos Cordiales.
ResponderEliminarEs una nueva religión panteísta indígena. Un beso
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