Diario conservador de la actualidad

El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”. Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”.

domingo, 31 de agosto de 2025

Fin

 He terminado mi último libro de giros idiomàticos y expresiones. Incluye artículos y cartas al director. Lo he autopublicado en Bubok.es. A partir de ahora vuelvo a mis orígenes y pienso escribir reflexiones personales como un diario.

Espero que mantenga el interés. El resto de la semana seguiré copiando artículos ajenos interesantes de Internet. Necesito poner en orden mis ideas y comunicarme de forma más personal. Besos

sábado, 30 de agosto de 2025

Muerte a la biología, por itxu Díaz

Vivimos tiempos de un fascismo exasperante. El Supremo británico acaba de dictaminar que el término «mujer» sólo puede estar determinado por el sexo biológico, es decir, por la ley de la selva, impidiendo de modo totalitario que también puedan ser «mujeres» una mesa camilla, una semilla de amapola, o el abogado que llevo aquí colgado. 

Por suerte en España las cosas van en otra dirección. Sumar, el partido aritmético que desconoce la aritmética, ha pedido añadir una casilla al DNI para el sexo —dicen género— no binario. Lo aplaudo, pero queda mucho por hacer. Veamos.

En primer lugar, se necesitan al menos tres casillas más para el sexo en el DNI: «Mucho», «poco» o «ninguno». En cuanto al género, dos más: «Tonto», o «de dudas». Y en cuanto al no binarismo, conviene que el carnet de identidad refleje el grado de fluidez o solidez del género en puntos porcentuales, en una casilla dinámica que pueda actualizarse en tiempo real, que como es sabido uno puedo sentirse muy hombre para declarar la independencia de su región, digamos en un 90%, y muy poco hombre para declarar ante el juez, cayendo incluso al 3% de hombría, en homenaje a las mordidas.

Éramos felices haciendo leyes a la medida de nuestra imaginación, y ahora vienen los jueces a tocar lo que cada uno tenga ahí a cada momento con la excusa de las ensoñaciones de la biología, enseñanza fascista que pretende imponer normas de comportamiento, aspecto, e identidad a los seres vivos. Esta materia, sin duda engendrada bajo el franquismo más atroz, establece la estructura de los animales y plantas, sin considerar siquiera que ésta puede mutar en el libre ejercicio de algunas criaturas, como cuando el cocodrilo devora libremente una pierna a un ciervo, modificando de forma ostensible su estructura. ¿Qué hace la biología ante eso? Calla como lo que es.

La biología también se mete en el jardín viviente de la evolución, pretendiendo dictaminar quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos, algo que ya aclaró hace mucho tiempo Siniestro Total, como si no fuera viable que un castaño nazca del huevo de un avestruz, o que la hormiga proceda de la libre mutación de una ballena queer. Quizá donde más se nota la deriva ultraderechista de esta ciencia es en su empeño por delimitar la distribución de cada especie por regiones y hábitats, en clarísima afrenta xenófoba contra la migración

Ahora bien, donde a mi ya se me calienta la tecla es en el asunto de las relaciones entre seres vivos. La biología, el fascismo verde, se atreve a señalar con quién deben procrear unos y otros, como si no fuera posible que la yegua se trajine al puercoespín en una noche de confusión etílica (sola y borracha las yeguas no vuelven a casa), o que el cardo borriquero se dé un festín con un ministro en esos paradores de turismo sexual. 

El machismo biológico luce en todo su esplendor cuando nos encaramamos a la rama de la neurobiología, donde pretenden encontrar distinciones notorias entre el cerebro de los hombres y el de las mujeres, cayendo en lo más inconcebible al asumir que los varones disponemos de uno. Pero tampoco se queda atrás la parasitología, que trata de hacer risible la noble actividad sindical, ni la fisiología, que estudia con todo el machismo al aire los pormenores de los varones que tienen unas irresistibles ganas de hacer pis, ni la zoología que, como su propio nombre indica, celebra el cautiverio en jaulas y recintos de los más bellos animales de la selva, sólo para que los ricos puedan torturarlos arrojándoles cacahuetes como pasatiempo de clase.

La bioquímica —lo tienen todo los biólogos—, en fin, promueve abiertamente el mundo de las drogas, mientras que la citología, la más arrogante y soberbia de sus ramas, asegura conocer la forma y funciones de las células, cuando no hay maldito ser humano que haya visto jamás una cara a cara. La anatomía, fascismo en vena, priva a los varones de la posibilidad de ser mujeres sólo por conservar intacto su sacacorchos, y niega que las mujeres de pelo corto y frondosa axila puedan operarse de próstata si así les viene en gana.

Cada una de las ramas de la biología que encandila a los jueces británicos es más reaccionaria que la anterior. Pensemos en la botánica, que en el sumun de su locura afirma que las plantas tienen sexo, si bien no explica si es por correspondencia, o de noche cuando nadie las ve. Y se atreve a encorsetar la exuberante libertad de las flores en dos reducidos órganos, masculinos o femeninos, asegurando que los primeros gozan de estambre, y los segundos de pistilo, por más que a todo el mundo le suena mejor «estambre» para describir lo de las chicas, y que ningún lingüista objetaría nada si digo que este célebre columnista que a usted le ilustra goza de un pistilo de importantes dimensiones. 

Si los ingleses quieren regresar a la Edad de Piedra, es su problema. Pero el Gobierno progresista de España está obligado a plantarse, hacer un DNI de 300 páginas con casillas para todo el mundo, y a prohibir ya mismo la propaganda totalitaria de la biología en las aulas, al tiempo que prepara el terreno para el siguiente estandarte fascista a derribar, que es la medicina, que no es de recibo que aún te sigan preguntando en la consulta del ginecólogo si eres varón o hembra, como si no fuera posible defender mi condición de gladiolo asexuado femenino pero fluidillo, con arbitrario pero notable accidente geográfico pitoforme.

 https://gaceta.es/opinion/muerte-a-la-biologia-20250417-0535/

viernes, 29 de agosto de 2025

Tambores de guerra, por Ramón Cacabelos

Un simple artículo (“la”) -en el cofre de la semántica- cambia radicalmente el significado de una frase. Eso es lo que ocurre entre “economía de guerra” (referida a la austeridad que una familia o una empresa deben practicar en momentos de dificultad) y “economía de la guerra” (que es el motor que pone en marcha la maquinaria bélica y aboca a los seres humanos a su autodestrucción).

Los principales elementos que oculta la cortina política de cualquier guerra son la economía y el poder (o viceversa). Karl von Clausewitz dice en War, Politics & Power (1962) que “la guerra es una continuación de la política por otros medios; no es un mero acto político, sino un verdadero instrumento político”. La guerra es una aberración en democracia, sobre la que no hay plebiscito. Fue Brooks Atkinson quien dijo en Once Around the Sun (1951) que “después de cada guerra hay un poco menos de democracia”. Y mucho más infortunio. Ni Cervantes privó a don Quijote de decir que “no hay nada tan sujeto a la inconstancia de la fortuna como la guerra”. En la guerra no hay Dios ni religión -aunque algunas sean declaradas en nombre de Dios-; solo crueldad, ira e irracionalidad al servicio del único dios superviviente, el dios de la guerra, como apuntaba Eldridge Cleaver en Soul on Ice (1968). La guerra es un abuso de la incultura. En Analects (s.VI a.C.), Confucio manifestaba que “llevar a un pueblo ignorante a la guerra es conducirlo a su destrucción”.  La guerra es una falta de respeto a la gente común. William Cowper decía en The Task (1785) que “la guerra es un juego al que los reyes sabios no querrían jugar si sus súbditos fueran sus súbditos”. Charles Caleb Colton es todavía más claro: “La guerra es un juego en el que los príncipes rara vez ganan; el pueblo nunca”. En uno de los sermones de John Donne, de 1622, resuena: “Así como la paz es todo bondad, la guerra es un emblema, un jeroglífico, todo miseria”.

    «La juventud es la primera víctima de la guerra; el primer fruto de la paz. Se necesitan 20 años o más de paz para formar a un hombre; solo se necesitan 20 segundos de guerra para destruirlo.»

Aunque las guerras de hoy no son con palos y piedras, ni espadas y flechas, sino con sofisticados misiles y artilugios cibernéticos, la realidad es que los que mueren son los mismos de siempre. La guerra es un atentado a la juventud. En una sesión del Congreso de los Estados Unidos, el 12 de mayo de 1959, el rey Balduino I de Bélgica proclamó: “La juventud es la primera víctima de la guerra; el primer fruto de la paz. Se necesitan 20 años o más de paz para formar a un hombre; solo se necesitan 20 segundos de guerra para destruirlo”. El 27 de junio de 1944 en la Republican National Convention de Chicago, Herbert Hoover recriminaba: “Los mayores declaran la guerra; pero son los jóvenes los que deben luchar y morir”. En 1937, Aldous Huxley escribía en The Olive Tree: “El hecho más impactante sobre la guerra es que sus víctimas y sus instrumentos son seres humanos individuales, y que estos seres individuales están condenados por las monstruosas convenciones de la política a asesinar o ser asesinados en disputas que no son las suyas”.

Los factores económicos detrás de cualquier guerra son complejos y multifacéticos, ya que a menudo se entrelazan con motivos políticos, ideológicos y sociales. Sin embargo, algunos de los elementos económicos que históricamente han influido en los conflictos incluyen: (1) Competencia por Recursos Naturales: Muchas guerras se han desencadenado por la disputa por recursos estratégicos como petróleo, minerales, agua y tierras fértiles. El control de estos recursos puede traducirse en ventajas económicas y geopolíticas. (2) Intereses Comerciales y Expansión de Mercados: La necesidad de asegurar rutas comerciales, mercados para productos y el acceso a materias primas ha motivado a los estados a intervenir en regiones estratégicas. Esto se relaciona con la expansión colonial y, en tiempos modernos, con disputas comerciales y económicas. (3) Inestabilidad Económica y Crisis Internas: Las crisis económicas internas o la desigualdad extrema pueden debilitar la cohesión social y servir como catalizador para conflictos. En ocasiones, los gobiernos recurren a la guerra para distraer a la población de problemas económicos internos o para consolidar el poder. (4) Política de Poder y Dominación Económica: Las guerras pueden ser utilizadas para reestructurar el orden económico global, estableciendo hegemonías o imperios que permitan dominar económicamente a otras regiones. Esto se traduce en la consolidación del poder y la influencia internacional. (5) Competencia por Territorios Estratégicos: El control de territorios con ventajas económicas (por ejemplo, zonas con recursos o posiciones geográficas privilegiadas) es otro factor importante. La expansión territorial puede estar motivada por el deseo de asegurar activos económicos clave. (6)  Inversiones y Gastos Militares: La industria militar y el complejo militar-industrial también juegan un papel en la economía de un país. La producción y venta de armamento generan beneficios significativos, lo que puede influir en la política y en la decisión de iniciar conflictos.

En términos generales, se estima que en el mundo existen ahora entre 25 y 40 conflictos armados activos. De estos, alrededor de 20 suelen considerarse guerras «mayores» (con más de 1.000 muertes relacionadas con combates al año), mientras que el resto son conflictos de menor intensidad, insurgencias o enfrentamientos localizados. Las guerras activas en el mundo provocan entre 50.000 y 100.000 muertes directas al año. Por ejemplo, para Rusia, en la guerra ruso-ucraniana, aunque el gobierno ruso reporta cifras significativamente menores, diversos analistas y medios occidentales estiman que las muertes militares rusas podrían estar en el rango de 100.000 a 150.000 hasta la fecha. Estas cifras incluyen a soldados caídos en combate, pero no siempre se consideran las muertes indirectas o las de bajas en otros contextos relacionados con el conflicto. Para Ucrania, las estimaciones independientes indican que las bajas militares ucranianas podrían oscilar entre 50.000 y 70.000, aunque esta cifra varía según la fuente. Además, el conflicto ha provocado un número considerable de muertes civiles, con estimaciones que en algunos informes sitúan ese número entre 20.000 y 30.000 o más, dependiendo de la región y del período analizado.

    Comparar el número de muertes por COVID-19 con las muertes derivadas de las guerras activas en el mundo implica analizar contextos y escalas muy diferentes. La ventaja para políticos y secuaces es que quien mata en la pandemia es un virus, mientras que en una guerra los inductores de muerte son ellos

Según los datos oficiales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta finales de 2023 se han reportado alrededor de 6.9 millones de muertes atribuidas a COVID-19 en todo el mundo. Sin embargo, diversas investigaciones y estudios de exceso de mortalidad sugieren que la cifra real podría ser significativamente mayor, llegando a estimaciones de hasta 15 millones de muertes globales. En esta guerra, se cumplió lo que Jean Giraudoux expresaba en Tiger at the Gates (1935): “Durante la guerra encarcelamos los derechos del hombre”.

Para los políticos y los arácnidos que bailan en la tela de los conflictos, no todas las vidas humanas tienen el mismo valor. Comparar el número de muertes por COVID-19 con las muertes derivadas de las guerras activas en el mundo implica analizar contextos y escalas muy diferentes. La ventaja para políticos y secuaces es que quien mata en la pandemia es un virus, mientras que en una guerra los inductores de muerte son ellos. Un proverbio alemán señala que “en tiempos de guerra el diablo hace más espacio en el infierno”.

Sin embargo, a pesar de la diferencia entre cifras de muertos (1.000.000 vs 200.000 por año), los movimientos estratégicos, las reuniones de líderes y los ruidos de sables en los bajos fondos de la diplomacia internacional son mucho más activos ante la confrontación Rusia-Ucrania que contra el dilema mortal de la COVID-19 (donde todos se escondían en las alcantarillas de sus guaridas de poder, exponiendo al mundo el ridículo de la OMS; se adueñaban de argumentos falaces para limitar la libertad individual y los derechos colectivos; usaban comités fantasma de expertos para imponer restricciones, redirigir recursos económicos, fabricar chanchullos, obligar a consumir recursos sanitarios inútiles o insanos, y silenciar la voz de la ciencia, poniendo amplificadores a los micrófonos que proclamaban consignas de la industria farmacéutica, principal beneficiaria del miedo a la muerte).

Según múltiples análisis e informes de organizaciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, el coste económico mundial de la COVID-19 -incluyendo gastos directos como el gasto sanitario y costes indirectos como la pérdida de productividad, las interrupciones en la cadena de suministro y la reducción del PIB- se ha estimado entre 10 y 16 billones de dólares. Estas cifras abarcan tanto el impacto financiero inmediato como las consecuencias económicas a largo plazo de la pandemia. En cambio, diversas estimaciones sugieren que el costo de la destrucción física en Ucrania (edificios, infraestructuras, sistemas energéticos) podría oscilar entre 400 y 500 mil millones de dólares o incluso más. Además del impacto económico directo, las pérdidas en vidas humanas y el desplazamiento masivo generan costos sociales y de reconstrucción a muy largo plazo. Rusia ha invertido enormes sumas en su esfuerzo militar. Se estima que los gastos directos podrían superar los 200 mil millones de dólares hasta la fecha. Las sanciones económicas impuestas por EE.UU. y la UE han afectado sectores clave de la economía rusa. Algunos análisis sugieren que, a lo largo del tiempo, el coste económico indirecto (pérdida de inversión, aislamiento financiero, impacto en el comercio) podría elevarse a cifras comparables o superiores a los gastos militares directos. Por su parte, Europa enfrenta varios desafíos económicos derivados del conflicto, como el aumento de los precios de la energía, la crisis de refugiados y el coste de la asistencia humanitaria. Algunas estimaciones apuntan a que el impacto económico para la Unión Europea podría ascender a cientos de miles de millones de dólares en forma de pérdidas en productividad, mayores costes energéticos y gastos en seguridad y apoyo a refugiados. Los países europeos también están destinando mayores recursos a la defensa y a diversificar su suministro energético, lo que añade más presión a sus presupuestos. Estados Unidos ha invertido decenas de miles de millones en asistencia militar, ayuda económica y en la implementación de sanciones. Algunos informes sitúan el coste directo del apoyo militar y las medidas económicas en el rango de 50 a 100 mil millones de dólares, aunque estas cifras pueden variar según el horizonte temporal. Además, EE.UU. asume costes estratégicos al involucrarse en la seguridad global y en la estabilidad de sus aliados, lo que a largo plazo influye en la economía y la geopolítica mundial.

    «Llama la atención el silencio cómplice de los intelectuales ante una guerra que pagamos todos para que mueran unos cuantos en la frontera de al lado. Sorprende el posicionamiento descomprometido de las lenguas de trapo que llenan de mierda las redes sociales. A los poderes fácticos les interesan los gobiernos débiles porque son más fáciles de manipular; y a todo tirano le conviene el silencio de los intelectuales para hacer más sonoro el griterío de los voceros pagados del reino».

El sector que tradicionalmente se beneficia más durante los conflictos bélicos es el complejo militar-industrial. Esto incluye: (1) Industria de Defensa y Armamento: Empresas dedicadas a la producción de armas, vehículos militares, tecnología de defensa, sistemas de comunicación y equipamiento relacionado suelen experimentar un aumento en la demanda durante la guerra, ya que los gobiernos incrementan su gasto en defensa. (2) Tecnología y Ciberseguridad: La necesidad de modernizar y proteger infraestructuras críticas y sistemas militares también impulsa la inversión en tecnologías avanzadas, incluyendo ciberseguridad y sistemas de inteligencia. (3) Sector Energético: En algunos conflictos, especialmente aquellos relacionados con recursos energéticos, ciertos segmentos del sector del petróleo y el gas pueden beneficiarse de precios elevados o de cambios en las dinámicas del mercado energético.

Si bien el conflicto genera enormes costos y pérdidas en muchos sectores, el complejo militar-industrial se destaca por recibir asignaciones presupuestarias sustanciales, lo que le permite expandir sus operaciones y desarrollar nuevas tecnologías. A todo ello hay que añadir costes de limpieza y reconstrucción (de post-guerra), que hunden más a quien tiene que pagar y enriquecen más a quienes cobran por la reconstrucción de ciudades, instalaciones esenciales, carreteras y comunicaciones. Por lo tanto, el juego final de la guerra es un balance desequilibrado entre los que se arruinan y los que se forran.

Si ponemos en la balanza las astronómicas cifras de la destrucción bélica en un pedazo de suelo europeo con el rastro de daño que este capricho geopolítico genera, y lo ubicamos en contexto con lo que John F. Kennedy soltaba en un mensaje al Congress on the Inter-American Fund for Social Progress el 14 de marzo de 1961(“El crecimiento económico sin progreso social permite que la gran mayoría de la gente permanezca en la pobreza, mientras unos pocos privilegiados cosechan los beneficios de la creciente abundancia”), quizá lleguemos a la simple conclusión que algo anda muy errado en la política mundial del siglo XXI. Quizá es herencia de siglos pasados cargados de contradicción moral y política. El propio Kennedy declaraba el 25 de septiembre de 1961, dirigiéndose a los respetables miembros de la United Nations General Assembly: “La humanidad debe poner fin a la guerra o la guerra acabará con la humanidad”.

Llama la atención el silencio cómplice de los intelectuales ante una guerra que pagamos todos para que mueran unos cuantos en la frontera de al lado. Sorprende el posicionamiento descomprometido de las lenguas de trapo que llenan de mierda las redes sociales. A los poderes fácticos les interesan los gobiernos débiles porque son más fáciles de manipular; y a todo tirano le conviene el silencio de los intelectuales para hacer más sonoro el griterío de los voceros pagados del reino.

    «La cruda realidad es que nos preparamos para la guerra como gigantes precoces y para la paz como pigmeos retrasados.»

A la guerra se la disfraza de patriotismo, pero el único fin de la guerra es la economía y el poder. Giraudoux pensaba: “Todo el mundo, cuando hay guerra en el aire, aprende a vivir en un nuevo elemento: la falsedad”. Charles Caleb Colton se preguntaba: “¿Para qué sirven los triunfos de la guerra, planeados por la ambición y ejecutados por la devastación? Los medios son el sacrificio de muchos; el fin, el engrandecimiento desmesurado de unos pocos”. El 13 de septiembre de 1938, André Gide afirmaba que “es más fácil conducir a los hombres al combate y excitar sus pasiones que templarlos y exhortarlos a las pacientes labores de la paz”. Sorprenden las negligentes declaraciones de algunos políticos irresponsables que pretenden atraer la paz mediante una escalada de rearme europeo, con la desunión de sus miembros en fase apoteósica; una Unión Europea decadente y económicamente irrelevante frente a EE.UU. o China. Estos muñecos de política de salón -vendidos a intereses espurios-  y egolatría metastática, deberían echar una ojeada a Actions and Passions (1949) de Max Lerner: “La manera de prevenir la guerra es concentrar todas las energías en evitarla, y no proceder por el dudoso camino de prepararse para ella”. En un resumen de prensa del 15 de marzo de 1955, Lester Pearson apuntaba: “La cruda realidad es que nos preparamos para la guerra como gigantes precoces y para la paz como pigmeos retrasados” (cosa que hoy ilustran grotescamente los medios audiovisuales del mundo, mostrando la humillante altanería y falta de respeto mutuo de los gallos de pelea sacados del corral del imperialismo capitalista y de la miseria post-comunista).

Entre las sabias reflexiones de Voltaire se encuentra lo siguiente: “Los hombres parecen preferir arruinar mutuamente sus fortunas y cortarse el cuello unos a otros por unas pocas aldeas insignificantes, a ampliar los grandes medios de la felicidad humana”. Y en una carta a M. le Riche, del 6 de febrero de 1770, le recuerda: “Se dice que Dios siempre está del lado de los batallones más poderosos”.

Ante lo irremediable -cuando el daño ya está hecho- no estaría de más que los inútiles desalmados que juegan con la vida y el futuro de sus pueblos en beneficio de ellos mismos y de las fuerzas ocultas que los mantienen en el poder, sufrieran un ataque de sentido común apopléjico, del que pudiesen aprender algo, como lo que le decía Benjamin Franklin a Josiah Quincy en una carta del 11 de septiembre de 1773: “Nunca hubo una buena guerra ni una mala paz”; o  se fijasen en el Adagio que Erasmus escribió en el año 1500: “ La paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa”.
 

 https://www.diariodesantiago.es/opinion/tambores-intereses-de-guerra/

jueves, 28 de agosto de 2025

Dios los cría y ellos se juntan

 Se suele decir en sentido negativo sobre personas que comparten un vicio o un comportamiento poco agradable. Es decir, que la vida reúne a los que se parecen en algún sentido.

También vale en un sentido positivo, como ser tal para cual. Supone una intervención del destino en la vida de las personas,

miércoles, 27 de agosto de 2025

Liberales del Made in China, por Hughes



Trump proporciona momentos inolvidables como ver a la embajada china tuitear un discurso de Reagan. Coinciden así en Reagan el Partido Comunista  chino y los liberales (el comando laissez faire).

Hemos visto estos días a los socialistas defender a Wall Street y el sistema financiero internacional y a los liberales  defender el made in China. Y a los dos, por supuesto, anunciar el gran crack, el lunes negro, la crisis que confirme sus deseos…

Tendrán que esperar un poco. A Trump le han echado un Covid, el deep state, tiradores con estancia en Kiev, jueces de partido, todos los medios tradicionales arruinados posibles… incluso le han dedicado libros los liberalios españoles, que más horror ya no cabe, y a todo se ha sobrepuesto.

Hay que detenerse aquí en dos coincidencias. Una es la de liberales y progresistas, indistinguibles ya en la defensa de lo mismo, de lo establecido. Otra es la coincidencia (maravillosa) entre comunistas chinos y los liberales occidentales, coincidencia que tiene todo el sentido.

La globalización de las últimas décadas los ha unido como aliados. Son, además, los beneficiarios claros del proceso. Es una globalización triunfal para los países asiáticos y para los ricos occidentales. Por un lado, China, con sus altísimas tasas de crecimiento; por otro, las élites occidentales (en nombre de las que hablan los doctores de una pseudociencia económica ad hoc). Son los ganadores de la globalización y socios declarados: el capital occidental deslocaliza la producción en Asia. Así gana Asia y ganan ellos, pero no gana todo el mundo porque la clase media occidental pierde. La clase media ha perdido estas décadas respecto a la china y también, sobre todo, respecto a las elites de su propio país.

Esto por lo que respecta a EE.UU. Qué decir de España, donde el salario del español se quedó en los años 90. Al comando laissez faire la necesidad de un tejido industrial nacional (que inventen ellos ¡y que fabriquen ellos también!) y el nivel de vida del español le suenan a falangismo.

Pero en EEUU, volvemos a incidir en ese pequeño asunto, hay una democracia. Y es posible aún que surja un Trump que si algo es (y por fin llegamos a ello), es una propuesta económica. Su populismo (palabra bellísima) es, sobre todo, populismo económico. Lo dijo Bannon: es en este punto donde se separa el grano de la paja. O se hace política para la clase media, o se va uno. Porque… ¿es posible una democracia sin clase media fuerte?

Trump convirtió el Partido Republicano, mucho tiempo lleno de petimetres al estilo de los que por aquí florean, en un «partido de trabajadores de todas las razas» (Bannon).

La globalización de las últimas décadas puede haber sido buena para la humanidad en su conjunto. Puede ser, sin duda lo es, muy beneficiosa para algunos individuos. pero no lo ha sido para las clase media y los trabajadores occidentales. La desigualdad dentro de estos países se ha disparado.

El verano de 2024 viajaron a Europa más norteamericanos que nunca en la historia. Nunca hubo tantos turistas de EEUU. Y nunca hubo tantos norteamericanos recurriendo a los bancos de alimentos en su país. La desigualdad es galopante.

En décadas de globalización, el mundo financiero se ha enriquecido, pero el salario de los norteamericanos no ha crecido como indicaría su productividad (je).

Y ese es el objetivo de Trump: incrementar el salario real del 50% de las rentas inferiores de EEUU. Hacer efectiva una mejora en su nivel de vida. Como verán, un propósito del mayor fascismo imaginable.

La riqueza y bienestar de un país no se miden solo por los índices bursátiles, también por cosas como la esperanza de vida. No puede medir tanto la bolsa cuando el 90% de sus valores está en manos de un 10% de la población.

Para lograr sus objetivos, Trump no está en ninguna radicalidad, como pregonan los muy deshonestos medios españoles y el comando presupuestario laissez faire. Para empezar, el uso estratégico del arancel no es nuevo en EEUU. Trump está con Hamilton y hasta con Lincoln. Incluso, y es un especial placer para mí repetirlo, con Reagan, que se encontró un declinante imperio soviético y no la pujanza china.

El neomercantilismo de Trump (profundamente americano) está acompañado de otras cosas. No es neomercantilismo con planificación estatal interna. Es un uso exterior del arancel que se complementa en el interior con una reducción de tipos, una bajada de impuestos, una política de energía barata y abundante y una fuerte desregulación. Trump busca cambiar el sistema internacional político y económico y revolucionar su Estado con el DOGE hacia una mayor eficiencia. Su neomercantilismo se combina con medidas de tipo libertario. Y esto es una dificultad añadida: su pretendida reindustrialización parte de una seducción de las empresas y de un marco de incentivos, no de una planificación central clásica.

Igual que refuerza su frontera física, EE.UU refuerza su «frontera económica», un sistema de aranceles que protegería una economía libre, un hegemon diríase tecnolibertario frente al hegemon de comunismo capitalista chino (mundo de hibridaciones, de mezcolanzas, de síntesis).

Ese tipo de libertad concreta, desaparecida en todo el mundo, o más bien inexistente, o se protege con una frontera-membrana fuerte o desaparece. ¡Los liberales extractivos ibéricos no se enteran pero ya nos lo contarán!

Cuando uno comercia con un producto, compra el producto, pero también el sistema político-social-cultural que lo produce. Al extenderse por el mundo, extiende también las condiciones de su producción. Pero a los liberalios esto no les importa  porque son insensibles al nivel de vida del currito y ya les va bien que seamos todos un poco chinos mientras ellos, nunca deslocalizados, liban y liban. Hay división del trabajo en el globalismo: el progresista pone el grito moral en el cielo al defender la inmigración masiva; el liberal hace de guardián de la racionalidad económica para defender la deslocalización.

El trumpismo, única rebeldía occidental, muestra su cara económica: el populismo económico, neomercantilismo libertario o nacionalismo económico. Llámenlo equis. Por un lado, fortalecer estratégicamente su industria, liberarla por seguridad nacional de las cadenas de suministro chinas. Por otro, reequilibrar la globalización para que ganen también los de abajo (que le votan) fortaleciendo así su clase media, fundamento de la república constitucional mayor que la propia Constitución.

Entendemos que a los liberales del made in china (portagráficas de la élites) y a los comunistas chinos esto les moleste. Pero los trabajadores estadounidenses parece que ya han decidido. Ahora hace falta que lo puedan hacer los europeos.
 

 https://gaceta.es/opinion/liberales-del-made-in-china-20250409-0500/

martes, 26 de agosto de 2025

Horror en las clínicas abortivas, por María Fernández

 ana era una mujer al uso, tenía marido, vivía una vida feliz. De la noche a la mañana todo se desmoronó. Se divorció, su vida se comenzó a sumir en el caos y se reencontró un viejo amigo drogadicto, el cual sería meses después el padre de sus tres hijos. Ella quería ser madre, pero el miedo se apoderó de ella y decidió acudir a una clínica abortiva, concretamente a Planned Parenthood, para acabar con la vida de los fetos que llevaba en el vientre.

No estaba segura de lo que iba a hacer. Quería encontrarse a alguien que le dijera que todo iba a salir bien y que continuase adelante con el embarazo, pero en el abortorio, el más grande de Estados Unidos, solo la animaron a seguir adelante. No tuvieron en cuenta sus lágrimas ni temblores. Continuaron adelante con el procedimiento, que terminó siendo un horror para la madre.

Según declaró Dana a Live Action, el procedimiento fue «brutal». Le ejecutaron una dilatación de cuello uterino con la posterior extracción de los bebés que duró dos horas y donde sus hijos fueron «desmembrados». Cuando todo terminó, la mujer volvió a casa llena de dolor y de culpa. Debía tomarse medicamento varios días y descansar. Pensaba que todo había pasado, pero no había hecho más que empezar.
Se proporcionará de forma gratuita la píldora del día después
España, el país de Europa que abre las puertas a las mujeres para abortar


Una semana después del infanticidio, la paciente seguía sangrando. Sabía que algo no iba bien, por lo que decidió volver a Planned Parenthood. Allí descubrieron que la persona que le había sacado a sus hijos había dejado restos de ellos dentro de la madre: «Sobreviví a lo que muchas mujeres no sobreviven», afirmó Dana a la organización antiaborto estadounidense, quien además aseguró que tuvo «dos abortos» porque «sus pequeñas partes seguían dentro de mí».

La decisión que tomó la estadounidense fue en frío, sin pensar y con miedo por el futuro de sus pequeños. Sin embargo, a día de hoy, garantiza la afectada, escucha «el latido de sus corazones» y siente «sus pataditas». Así, apunta que si en ese momento la hubiesen mandado a casa, si le hubieran pedido que pensara un poco más, ya que estaba en shock, jamás hubiese regresado a la clínica a matar a sus hijos.

Después de su trágico desenlace, Dana dedica su vida a ayudar y acompañar a mamás cuyo embarazo no estaba planeado y no están seguras de si seguir adelante con ello. «Quiero que sepan que el aborto es permanente. No es algo que se pueda cambiar. No es algo que puedas arreglar. No es algo que puedas repetir. Hay muchísimos lugares y personas que quieren ayudarte. Te vas a arrepentir del aborto. Será lo peor que hayas hecho», concluyó la mujer en la entrevista con Live Action.

https://www.eldebate.com/sociedad/20250409/horror-clinicas-abortivas-todavia-tenia-partes-mis-bebes-cuerpo_286356.html

lunes, 25 de agosto de 2025

Cría cuervos

 Y te sacarán los ojos. Se refiere a no confiar ciegamente en alguien. Porque a menudo son los más cercanos los que te traicionan.

Porque uno desconfía de los extraños y es màs difícil que te engañen, pero con los cercanos te muestras a corazón abierto y te pueden herir.

domingo, 24 de agosto de 2025

Inmigración ilegal

 Ilegal quiere decir que es delito, por tanto no deberían estar aquí. Un país con tres millones de parados no puede acoger siete millones de inmigrantes, aun suponiendo que cubran puestos que los locales no quieren.

Además, las diferencias de idioma y cultura en algunos casos hacen muy difícil la integración.  Así que no es extraño que muchos acaben en la ociosidad y la delincuencia. Negar la realidad no sirve de nada y sólo empeorará el problema.

Existe una agenda internacional para sustituir la población europea por una africana. Piensan que serà más manejable y ahí es donde se equivocan. Nos manejaràn ellos a nosotros antes de lo que pensamos.

sábado, 23 de agosto de 2025

 _Para Adultos contemporaneos pseudo-intelecto-neuro-hipocondriacos..._


             *Es decir: nosotros...*

      *Dicen que todos los días tenemos que comer una manzana por el hierro y un plátano, por el potasio. También una naranja, para la vitamina C, medio melón para mejorar la digestión y una taza de té verde sin azúcar, para prevenir la diabetes.*

    *Todos los días hay que tomar dos litros de agua (sí, y luego orinarlos, que lleva como el doble del tiempo que llevó tomárselos).*

      *Todos los días hay que tomarse un Activia o un Yogur para tener 'L. Cassei Defensis', que nadie sabe qué es, pero parece que si no te tomas eso todos los días, empiezas a ver a la gente como borrosa.*

      *Cada día una aspirina, para prevenir los infartos, más un vaso de vino tinto, para lo mismo. Y otro de blanco, para el sistema nervioso. Y uno de cerveza, que ya no me acuerdo para qué era. Si te lo tomas todo junto, por más que te dé un derrame ahí mismo, no te preocupes pues probablemente ni te enteres.*

      *Todos los días hay que comer fibra. Mucha, muchísima fibra, hasta que logres defecar un suéTer. Hay que hacer entre cuatro y seis comidas diarias, livianas, sin olvidarte de masticar cien veces cada bocado.. Haciendo un pequeño cálculo, sólo en comer se te van como cinco horitas.*

    *Ah, después de cada comida hay que lavarse los dientes, o sea: después del Activia y la fibra los dientes, después de la manzana los dientes, después del plátano los dientes... y así mientras tengas dientes...*

    *Mejor amplía el baño y mete el equipo de música, porque entre el agua, la fibra y los dientes, te vas a pasar varias horas por día ahí adentro.*

    *Hay que dormir ocho horas y trabajar otras ocho, más las cinco que empleamos en comer, veintiuno. Te quedan tres, siempre que no te agarre algún imprevisto. Según las estadísticas, vemos tres horas diarias de televisión. Bueno, ya no puedes porque todos los días hay que caminar por lo menos media hora (dato por experiencia: a los 15 minutos regresa, si no la media hora se te hace una).*

    *Y hay que cuidar las amistades porque son como una planta: hay que regarlas a diario. Y cuando te vas de vacaciones también, supongo. Además, hay que estar bien informado, así que hay que leer por lo menos dos diarios y algún artículo de revista.*

    *En fin, a mí la cuenta me da unas 29 horas diarias. La única posibilidad que se me ocurre es hacer varias de estas cosas a la vez, por ejemplo: Te duchas con agua fría y con la boca abierta así te tragas los 2 litros de agua.*

    *Mientras sales del baño con el cepillo de dientes en la boca, mira TV y te cuenta, mientras También barres.  ¿Te quedó una mano libre? Llama a tus amigos. ¡Y a Tus padres! Tómate el vino (después de llamar a tus padres te va a hacer falta). Y menos mal que ya crecimos, porque si no, nos tendríamos que clavar un Extra Calcio todos los días.*

    *¡Úuuuf! Pero si te quedan 2 minutos, reenvíale esto a los amigos (que hay que regar como las plantas). Y ahora te dejo porque entre el yogur, el medio melón, la cerveza, el primer litro de agua y la tercera comida con fibra del día, ya no sé qué estoy haciendo pero necesito un baño urgente. Ah, voy a aprovechar y me llevo el cepillo de dientes...*


    *_SI YA TE LO ENVIÉ ANTES, PERDONA... ES EL ALZHEIMER (😥) QUE A PESAR DE TANTOS CUIDADOS NO LO HE PODIDO COMBATIR._*

viernes, 22 de agosto de 2025

Europa, wokismo y pérdida de identidad, por Alvaro Gil Ruiz

Todavía en algunas ocasiones se oye en misa o en una conferencia la melodía estridente de un móvil que no consigue silenciar su dueño, situación que nos traslada a otros tiempos donde este episodio era más frecuente aún. Pero una melodía por definición es armónica, ya que tiene un ritmo y un tono creados para resultar agradable para el deleite del que la escucha. Pero en este caso su “compositor” busca claramente que llame la atención y no pase desapercibida, decisión que lleva convertir la “melodía estridente” es un oxímoron, que en muchas ocasiones es agónico ya que se prolonga el intento de silenciarlo se eterniza la llamada hasta recorrer el pasillo de la iglesia de turno y salir por la puerta, para la desesperación de los que la escuchan.

Bien, pues una de las melodías más estridentes y agónicas de alcance universal ha sufridio desde hace décadas la Unión Europa y occidente en general, que ha llevado a la pérdida de su esencia,  de sus raíces, por una “composición yankee” que se ha difundido por toda nuestra civilización, que hace que  Europa no necesite de una leyenda negra creada por otras naciones enfrentadas, porque ya tiene como hilo musical el relato del globalismo wokista.
¿Pero qué es el globalismo wokista?

El pasado lunes 10 de marzo estuvo el famoso politólogo Agustín Laje en Madrid, invitado por la fundación Neos. En un encuentro con su director general Javier Martínez-Fresneda habló de wokismo y de globalismo. Esta teoría viene de EEUU, y no nace de manera espontánea, ya que se engendra del mundo académico y ha sido financiada por las élites. Nació en Europa pero saltó a la fama en “orquestas” estadounidenses, donde se remasterizaron y divulgaron. Laje define esta ideología como una dictadura de las minorías, que han sufrido algún tipo de opresión y que esto les legitima en su victimismo artificial, que les concede el derecho a dominar a las mayorías opresores. Los opresores son el patriarcado, heteronormatividad, sisgénero, sisnormatividad, racismo, xenofobia, neocolonialismo, belleza hegemónica, gordofobia, capacitismo físico... Y la interseccionalidad de todos estos relatos de minorías oprimidas las valida para ser la melodía estridente de moda, o subcultura dominante y hegemónica, como diría Laje. De tal manera que cancelan todo intento de superar estas “piezas” musicales con otras aunque haya otras más “armónicas” y menos ideologizadas.

También habló el politólogo en la conferencia de la nueva derecha. Definiéndola como la triple unión que hace que los conservadores pongan la tradición al servicio del progreso, a los nacionalista a que no confunden la patria con el estado y a libertarios no progresistas que defienda el valor de la familia, de la vida y de la sociedad civil; como una posible solución a la melodía estridente de Europa.
La melodía silenciosa de China

Mientras, China sin llamar la atención es como una melodía silenciosa -otro oxímoron- ya que para 2050 se ha propuesto ser la mayor potencia económica y geopolítica del mundo. Por eso puja y no quiere soltar el control de Canal de Panamá , o quiere convertir Canarias  en su base en el Atlántico, quiere dominar muchos puntos de todos los continentes por multiples intereses, para la extracción de materias raras, el control del comercio, el dominio militar...Y todo con grandes virtudes del viejo occidente como la discreción, la constancia y la claridad de ideas, y vícios globalistas como no ser ecosostenible.

Aranceles a diestro y siniestro, Groenlandia, la libertad de movimientos que ha dado a Elon Musk, la escenificación en la Casa Blanca con Zelenski, el cierre de múltiples partidas de dinero para financiar el globalismo a través de USAID...  Es decir, todas las medidas estridentes, estrambóticas e ininteligibles que Trump ha realizado en los pocos días que lleva en el poder tienen desconcertados y atemorizados a muchos, ya que son un cúmulo de decisiones que no se sabe cuál es su intencionalidad pero parecen tener algún sentido, otra cosa es que se esté de acuerdo o en desacuerdo con lo que pretende, porque no se entiende el sentido o porque no se comparte. Algo parecido ocurre con Putin, Milei... se muestran extravagantes pero saben lo que quieren. Ese continuo desconcierto y estridencia “musical”, que proyectan al mundo, tiene de bueno algo que también tiene China: les importa lo que puedan pensar sobre ellos, siempre y cuando den pasos en sus políticas, que tienen una finalidad clara. Y tienen de diferentes que frente a la discreción china hay descaro yankee o ruso, por lo menos en apariencia.

En todo caso, ya hablemos de una “melodía estridente de Europa”, “una melodía silenciosa de China” o de “la estridencia musical intencionada de América y Rusia" hay que saber que son realidades muy complejas, que buscan sus intereses y que a veces tenemos adhesiones a algunas de ellas sin tener bien claro lo que pretenden, lo que está pasando en nuestra cultura y cómo nos afecta. 

 https://www.vozpopuli.com/altavoz/cultura/la-melodia-estridente-de-europa-wokismo-y-perdida-de-identidad.html

jueves, 21 de agosto de 2025

Tirar con bala

 Es decir justo la verdad, lo que nadie quiere saber. Cuando era jovencita me iba màs la ironía y el sarcasmo. Se me daba bastante bien.

Con los años me fui ablandando. Ahora soy una persona dulce de apariencia, voz y actitud. Por eso nadie me toma ya en serio.

miércoles, 20 de agosto de 2025

El caso Rufián, por Pérez Reverte

 

Durante uno de los últimos debates de investidura brilló con luz propia una nueva estrella parlamentaria: el diputado Gabriel Rufián, de Esquerra Republicana de Cataluña. Nieto de un albañil de Granada y de un taxista de Jaén, el joven independentista, nacido en Santa Coloma de Gramanet, milita en un catalanismo radical del que se nutrió toda su intervención en la tribuna: un discurso a medio camino entre la retórica de Paulo Coelho y el humor de Tip y Coll; con el detalle terrible de que allí, en el Parlamento, el joven diputado catalán estaba hablando en serio. O lo pretendía. Para definir el estilo y al individuo, nada más exacto que el comentario publicado en La Vanguardia por el periodista Sergi Pàmies: «Una cursilería low cost con toques de confucianismo de bazar que, si el espectador supera los primeros momentos de vergüenza ajena, puede degenerar en ternura».

«Soy lo que ustedes llaman charnego», empezó diciendo Rufián, y siguió por ahí. Sentado ante el televisor, asistí fascinado a su intervención. A menudo el joven diputado aludía a cosas de contenido social con las que estoy completamente de acuerdo. Pero lo embarullaba su discurso sesgado, zafio, pobre de sintaxis, hasta el punto de que llegué a preguntarme si se había preparado antes de subir a la tribuna con algún reconfortante volátil o espirituoso. Pero al poco comprobé que nada de eso. Negativo. Aquél era el estilo propio, el tono auténtico. El individuo.

Me quedé de pasta de boniato. Y acto seguido, lo dije en Twitter: «La España que sentó en el parlamento a Gabriel Rufián merece irse al carajo». No me refería a la España catalana votante de ERC, sino a la España en general, en la que me incluyo. «La España de Aznar, de Zapatero, de Rajoy», precisé. Pero como de costumbre, la habitual falta de comprensión lectora hispana motivó una racha de comentarios irritados -«Pérez-Reverte manda al carajo a Cataluña» y cosas por el estilo-, entre ellos uno del propio Rufián: «No se preocupe, que ya nos vamos». Zanjé por mi parte el asunto con un último comentario: «A usted no le llaman charnego en España, sino en Cataluña. Y ése es el problema, creo. Su necesidad de que no se lo llamen».

Y sí. Lo sigo creyendo y lo creo cada vez más. En la biografía de Gabriel Rufián, semejante a la de otros jóvenes independentistas, hay una línea clave: cuando él mismo afirma que descubrió la lengua y la cultura catalanas «cuando mis padres me matricularon en un instituto de Badalona». Es decir, cuando se vio inmerso en un sistema educativo que, desde hace mucho, tiene por objeto cercenar cualquier vínculo, cualquier memoria, cualquier relación afectiva o cultural con el resto de España. Un sistema perverso, posible gracias al disparatado desconcierto que la educación pública es en España, con diecisiete maneras de ser educado y/o adoctrinado, según donde uno caiga. Donde las autoridades locales se pasan por la bisectriz leyes y razones, y donde su egoísmo cateto, provinciano e insolidario, aplasta cualquier posibilidad de empresa común, de memoria colectiva y de espíritu solidario.

Y no sólo eso. Porque en el caso Rufián, y de tantos como él, se da otra circunstancia aún peor: el abandono de la gente, de los ciudadanos decentes, en manos de la gentuza política local. A cambio de gobernar de cuatro en cuatro años, los sucesivos gobiernos de la democracia han ido dando vitaminas a los canallas y dejando indefensos a los ciudadanos. Y ese desamparo, ese incumplimiento de las leyes, esa cobardía del Estado ante la ambición, primero, y la chulería, después, de los oportunistas periféricos, dejó al ciudadano atado de pies y manos, acosado por el entorno radical, imposibilitado de defenderse, pues ni siquiera las sentencias judiciales sirven para una puñetera mierda. Así que la reacción natural es lógica: mimetizarse con el paisaje, evitar que a sus hijos los señalen con el dedo. Tú más catalán, más vasco, más gallego, más valenciano, más andaluz que nadie, hijo mío. No te compliques la vida y hazte de ellos. Así, gracias al pasteleo de Aznar, la estupidez de Zapatero, la arrogancia de Rajoy, generaciones de Rufiancitos han ido creciendo, primero en el miedo al entorno y luego como parte de él. Y van a más, acicateados por la injusticia, la corrupción y la infamia que ven alrededor.

No les quepa duda: en un par de generaciones, o antes, esos jóvenes votarán independencia con más entusiasmo, incluso, que los catalanes o vascos de vieja pata negra. A estas alturas del disparate nacional no queda sino negociar y salvar los muebles, como mucho. Porque yo también me iría, si fuera ellos. Por eso digo que la imbécil y cobarde España que hizo posibles a jóvenes como Gabriel Rufián, merece de sobra irse al carajo. Y ahí nos vamos, todos, oigan. Al carajo.    

 https://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/1081/el-caso-rufian/

martes, 19 de agosto de 2025

La globalización, por José Javier Esparza

Estamos viviendo un momento propiamente histórico, uno de esos momentos en los que cambian líneas de fuerza que parecían sólidamente asentadas. No es fácil saber hacia dónde van a conducirnos los cambios, pero sí es posible identificar las nuevas líneas y describir el paisaje que va formándose. Uno de los sismógrafos más elocuentes que tenemos es el vicepresidente de los Estados Unidos, J.D. Vance, cuyos discursos, sin duda bien meditados, ofrecen siempre abundante material para entender el nuevo dibujo del mundo. En ese sentido, su discurso más reciente, la semana pasada, ha abierto el mapa de un territorio que hasta ahora sólo podíamos intuir: la determinación de rectificar la globalización, es decir, nada menos que saltar en marcha de lo que, hasta ahora, parecía ser el movimiento natural de la Historia.

Vance pronunció ese discurso en una cumbre organizada por la firma de capital riesgo Andreessen Horowitz sobre el «dinamismo estadounidense» (American Dynamism). Una versión en español del discurso puede encontrarse aquí. El vicepresidente enmarcó sus palabras en una posición sugestiva: los populistas —él se define como tal— y los tecno-optimistas pueden trabajar juntos. ¿Cómo? Poniendo la capacidad de innovación norteamericana al servicio de los Estados Unidos. Ahora bien, eso implica dejar de sacar fuera del país la producción de las cosas que se diseñan en los Estados Unidos. En ese sentido, Esteban Hernández interpreta bien el sentido de lo que ha dicho Vance: la globalización ha sido nociva para los Estados Unidos y, en particular, para el ciudadano de a pie. Consecuencia implícita: hay que abandonar el esquema del mundo global —mercado global, gobernanza global, ideología global— y abrir otras vías, por más que Vance eluda la mención expresa del término «globalización».

Aquí, en el fondo, se combina la perspectiva económica con la geopolítica y la social. La globalización queda retratada como un movimiento dirigido por las elites de los países más desarrollados, y en especial por los Estados Unidos, para externalizar la producción, pero reservándose el diseño; es decir, sacar fuera la potencia de trabajo, que ahora descansaría en los países pobres, pero manteniendo la dirección del proceso y el control del capital, la creación de valor, lo cual teóricamente revertiría en una acumulación aún mayor de beneficios. Todo eso tendría un coste evidente: «La desposesión de gran parte de la población de este país de los procesos de producción», en palabras de Vance. El trabajador norteamericano, en efecto, quedaba en una situación cada vez más precaria. «Los populistas —-dice textualmente Vance—, cuando contemplan el futuro y lo comparan con el pasado, ven en su mayoría una alienación de los trabajadores con respecto a su empleo, su comunidad y su sentido de la solidaridad. Alienación como pérdida de sentido (sense of purpose). Ven sobre todo a una clase dirigente que cree que la asistencia social puede sustituir a un empleo y que una aplicación en un teléfono puede sustituir la búsqueda de sentido». Nos suena, ¿verdad?

Ahora bien, la globalización no tuvo el resultado apetecido. Los países que supuestamente iban a desempeñar el papel de proletario en este nuevo esquema global, lejos de contentarse con ese lugar secundario, han terminado colocándose al frente de la cadena de valor. «Resulta que las zonas geográficas donde se fabrican nuestros productos —explica Vance— se vuelven terriblemente buenas para el diseño de esos productos». El ejemplo más notorio es China, que ha desarrollado una potencia formidable en términos financieros y de diseño, es decir, justo aquellos ámbitos que las elites occidentales creían haberse reservado para sí. «Pensábamos que los demás países —detalla el vicepresidente— siempre estarían detrás de nosotros en la cadena de valor. Pero resulta que, al mejorar en la parte inferior de la cadena de valor, también han empezado a alcanzarnos: nos han aplastado por ambos extremos». Y ahora China, como los demás BRICS (Brasil, Rusia, India…) rehúsan cualquier tipo de subordinación en la escena internacional. De este modo el viejo esquema de la lucha de clases retorna, pero ahora convertido en lucha de territorios. Toda la política nacional e internacional empieza a reconfigurarse en función de este nuevo eje territorial. Y los Estados Unidos quieren reaccionar.

Estímulo de la producción interna, creación de trabajo de calidad para los ciudadanos norteamericanos, poner la capacidad de innovación al servicio del proyecto nacional de los Estados Unidos… A esos objetivos se dirigen —explica Vance— medidas como acabar con la importación masiva de mano de obra de baja calidad —clara referencia a la inmigración ilegal—, marcar aranceles para proteger la producción propia o dar facilidades fiscales y administrativas para las empresas. El vicepresidente también hace una mención expresa a la energía: no se puede aspirar a liderar la innovación en un estado de dependencia energética, y es sintomático que su única referencia a Europa en este discurso sea precisamente a propósito de la energía (más precisamente, nuestra carencia de ella). Pero es que Europa, sus actuales líderes, representan exactamente lo contrario que el proyecto de Vance: aquí seguimos jugando al mismo juego equivocado que la vieja elite globalista norteamericana, externalizando la producción, precarizando a nuestros trabajadores, incorporando masas de mano de obra extranjera poco o nulamente cualificada, pensando que aún tenemos el control financiero de un proceso que, en realidad, ya se nos ha ido de las manos.

Este discurso de Vance debería hacer reflexionar a nuestra oligarquía continental. No lo hará. Nuestras elites siguen viviendo en el mundo de la globalización. Seguramente son ya las únicas en el mundo que permanecen enganchadas al viejo esquema. Habrá que despertarles por otros métodos de un sueño que, para cada vez más europeos, se está convirtiendo en una insoportable pesadilla.

 https://gaceta.es/opinion/rectificar-la-globalizacion-otro-discurso-clave-de-vance-20250325-0500/

lunes, 18 de agosto de 2025

Cortar por lo sano

 Cuando se poda una planta hay que asegurarse de cortar por una zona verde para que retoñe el próximo año.  También con la gangrena. Supongo que de ahí viene la frase.

A veces es duro tener que cortar una situación pero no queda màs remedio. Llevo años intentando cortar con el aborto, la eutanasia, la ideología de género...

Me daría por contenta con saber que a alguien le han servido mis palabras.

domingo, 17 de agosto de 2025

Los católicos ante el sionismo 3, por Juan Manuel de Prada

Sesenta años después de aquel encuentro infructuoso entre Herzl y Pío X que resumíamos en nuestro anterior artículo, la Iglesia quiso cerrar (en vano) la herida que supuraba entre católicos y judíos a través de la declaración ‘Nostra Aetate’ (nº 4). Allí se establecía que «el Pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente unido con la raza de Abraham», pues «la Iglesia de Cristo reconoce que los comienzos de su fe y de su elección se encuentran ya en los Patriarcas, en Moisés y los Profetas, conforme al misterio salvífico de Dios»; y se ponderaba el gran patrimonio espiritual común a cristianos y judíos. También se afirmaba taxativamente que, si bien «las autoridades de los judíos con sus seguidores reclamaron la muerte de Cristo, […] no puede ser imputada ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los judíos de hoy. Y, si bien la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, no se ha de señalar a los judíos como reprobados de Dios ni malditos, como si esto se dedujera de las Sagradas Escrituras». Además, ‘Nostra Aetate’ deploraba «los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos«.

A renglón seguido, sin embargo, ‘Nostra Aetate’ recordaba que es «deber de la Iglesia en su predicación anunciar la cruz de Cristo como signo del amor universal de Dios y como fuente de toda gracia», en alusión velada a la necesidad de predicar el Evangelio también a los judíos. Pero lo cierto es que los papas posconciliares renunciaron a este mandato divino («… en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra», Act 1, 8), o siquiera lo relajaron, como muestra de ‘buena voluntad’ hacia los judíos (pero ninguna ‘buena voluntad’ puede contrariar un mandato vigente sin solución de continuidad desde los tiempos apostólicos). Indudablemente, en el polaco Juan Pablo II y el alemán Benedicto XVI la influencia del trauma al que nos hemos referido en anteriores entregas actuaba como una losa sobre sus conciencias; pues, sin haber participado en ella, ambos eran contemporáneos y testigos de la persecución nazi a los judíos, lo que se tradujo en una actitud acusadamente deferente y sensible hacia ellos que a veces desembocó en excesos retóricos o incluso en muy discutibles zurriburris teológicos. Pero, en su mayoría, fueron gestos de caridad y cordialidad sinceras, superadores de atavismos cerriles; pues, como señalaba Bloy, el odio a los judíos en un católico es «el bofetón más horrible que Nuestro Señor haya recibido jamás en su Pasión que dura siempre, el más sangriento y más imperdonable, pues lo recibe sobre el rostro de su Madre».

Tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI fueron hombres marcados por acontecimientos históricos que explican ciertos énfasis en la proclividad judía, que en Francisco (quien ya no había sido contemporáneo de la persecución nazi a los judíos) resultaron también muy notorios y un pelín cargantes. Aunque –lo cortés no quita lo valiente– en los meses previos a su fallecimiento, Francisco condenó sin ambages la respuesta del ente israelí al atentado de Hamás de octubre de 2023, llegando incluso a sugerir que «lo que está sucediendo en Gaza podría tener las características de un genocidio». Y es que la superación de odios y heridas históricas no puede amparar el silencio ante la inicua actuación del ente israelí con los palestinos, desposeídos violentamente y privados contra todo derecho de una patria y un hogar; y mucho menos ante las matanzas execrables que en los últimos años se han perpetrado en Gaza, así como ante las hambrunas y éxodos obligados que se están imponiendo a los palestinos supervivientes, despojados de hogar y de medios de vida y amputados de sus diezmadas familias. Estas matanzas constituyen una piedra de escándalo que interpela gravemente a los católicos.

Desde luego, un católico debe abominar de las matanzas de judíos perpetradas durante la Segunda Guerra Mundial y debe contribuir a mantener viva su memoria, para que no se repitan; y del mismo modo debe actuar ante otras matanzas que, misteriosamente, han sido envueltas en la nebulosa del olvido, sin memoriales ni museos que las recuerden, sin prensa ni historiadores que las denuncien. Y entre esas matanzas aberrantes debe prestar especial atención, antes que a las matanzas pretéritas en las que las generaciones presentes ninguna culpa tuvieron, a las matanzas que se desarrollan en nuestro tiempo, empezando por la matanza de inocentes en el vientre de sus madres, convertida en abyecto derecho de bragueta amparado por leyes democráticas, así como las matanzas silenciosas de católicos que grupos islamistas (por lo común promovidos y hasta patrocinadas por el anglosionismo) están perpetrando en diversos arrabales del atlas. Y entre esas matanzas actualísimas que deben interpelar a los católicos mucho más que las matanzas pretéritas con las que se les trata de traumatizar se cuenta, desde luego, la matanza que están padeciendo los palestinos.

Las opiniones y análisis expresados en este artículo pueden no coincidir con las de la redacción de Kontrainfo. Intentamos fomentar el intercambio de posturas, reflejando la realidad desde distintos ángulos, con la confianza de aportar así al debate popular y académico de ideas. Las mismas deben ser tomadas siempre con sentido crítico.

Ningún católico tiene por qué cargar sobre su conciencia con un lastre de crímenes en el que la Iglesia no estuvo institucionalmente implicada (salvo como víctima, pues muchos hijos suyos fueron masacrados), por mucho que algunos ‘católicos’ los apoyaran, como ahora otros ‘católicos’ (acaso los hijos y nietos de aquéllos, o sus discípulos) apoyan otros crímenes actualísimos que han sido notorios desde el primer día y que demandan atención y justicia perentoriamente. Y, por supuesto, un católico puede mantener firme la opinión de que la invención del estado de Israel es una iniquidad, sin que por ello se le pueda tachar de antisemita ni parecidas calumnias que tanto gustan de divulgar los ‘católicos’ que hoy apoyan y aplauden las matanzas de palestinos, como sus maestros y abuelitos aplaudieron las matanzas de judíos. Y es que el fariseísmo, en sus grados más extremos y diabólicos, siempre ha gustado de aplaudir los crímenes más aberrantes, mientras señala y persigue a los verdaderos creyentes.

 https://kontrainfo.com/los-catolicos-ante-el-sionismo-y-iii-por-juan-manuel-de-prada/

sábado, 16 de agosto de 2025

Origen y actualidad del estado profundo, por Carlos Estéban

Quizá uno de los fenómenos más curiosos de los últimos años, acelerado por la victoria electoral de Donald Trump, ha sido la rehabilitación de las explicaciones conspiracionistas de la historia y de la actualidad.

Al menos desde el magnicidio de John F. Kennedy, “conspiracionista” ha sido un eficaz tapabocas en cualquier debate de naturaleza política, al nivel de “fascista” o “xenófobo”, una acusación tan vergonzante que cualquier explicación de la realidad que implicase un transfondo oculto protagonizado por poderoso agentes de espaldas al público exigía, para ser aceptado en el discurso civilizado un complejo introito exculpatorio en la línea de “no seré yo quien defienda la teoría de la conspiración, pero…”.

De hecho, los poderes públicos de Occidente, sobre todo en Europa, están especialmente empeñados en prohibir la exposición de fuerzas ocultas como parte de su esfuerzo por imponer la versión oficial en cada caso como la única aceptable; todo lo demás serían “bulos” y peligrosa “desinformación”.

Pero, en paralelo con estas iniciativas crecientemente coercitivas, el público ha ido asistiendo a la confirmación de muchas versiones de los sucesos que hasta el momento de su exposición se tildaban de “absurdas conspiraciones” y se censuraban en consecuencias en redes sociales. Toda la extraña evolución informativa de la pandemia de coronavirus ha sido una larga y tortuosa marcha hacia la confirmación de varias de estas teorías conspirativas, como ha sucedido con la “trama rusa” planteada contra Trump en su primer mandato o con el asunto del portátil perdido de Hunter Biden, calificado de “desinformación de Moscú” por treinta agentes de los servicios de inteligencia norteamericano.

Hoy la presa se ha roto, y es ya difícil restarle respetabilidad al menos a algunas teorías de la conspiración cuando la propia fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, hace públicos importantes secretos oficiales como los relativos a la celebérrima ‘lista de Epstein’ –materia jugosísima de cualquier amante del complot– o al asesinato de Kennedy. Cuando escribo estas líneas no sé aún cómo de explosivas o pedestres resultarán estas revelaciones, pero todas ellas formaban parte de las promesas de campaña de Trump.

Porque ha sido el cuadragésimo séptimo presidente de Estados Unidos quien más ha contribuido a la rehabilitación de la conjura para explicar mucho de lo que ocurre. De hecho, los primeros amagos del magnate inmobiliario en la vida política giraron en torno a una teoría de la conspiración ampliamente ridiculizada en medios, la de los llamados truthers, según la cual el certificado de nacimiento oficial del presidente Obama era una falsificación y el primer presidente de color no era ciudadano estadounidense de nacimiento, siendo así un presidente inválido.

De los dos grandes pilares del mensaje de Trump, uno de ellos —«drenar la ciénaga»— es una confesión de conspiracionismo apenas velada. La ciénaga, con su epicentro en Washington, era el conjunto de personajes ignorados por el gran público que movían los hilos de la política norteamericana en nombre de inconfesables intereses. Y, ciertamente, la relativa incapacidad de Trump para cumplir sus promesas durante el primer mandato hicieron temer a muchos que, en su pulso con la ciénaga, la ciénaga hubiera ganado.

Pero Trump no habla ya de ciénaga, sino que le da un nombre más clásico, favorito de los adeptos a las teorías de la conspiración: el “Estado Profundo”. Alguien se entretuvo en contarlas, y encontró que entre enero y agosto de 2024 Trump había hecho en su propia red social, Truth Social, 56 referencias a la necesidad de acabar con el Estado profundo.

¿Y qué es ese Estado profundo? Para algunos, la expresión designa al ‘gobierno permanente’, es decir, a la inmensa burocracia que gestiona los asuntos públicos con independencia de quién sea el líder elegido en cada caso y que tienen una agenda propia. De esa inmensa maquinaria administrativa, la parte que más nos interesa es la constituida por las diferentes agencias de inteligencia.

Es curioso, de hecho, que se desestimen las conspiraciones como explicaciones del rumbo que toma un país cuando todos ellos tienen agencias de inteligencia, que al final no son otra cosa que conspiraciones con carácter oficial. Lo tienen todo: secreto en la actuación y en los datos que manejan, enormes recursos y escasa obligación de rendición de cuentas, por aquello de la seguridad nacional.

La expresión Estado profundo es una traducción literal del turco derin devlet, y es en Turquía donde tiene su origen el concepto. Surgió a finales del Imperio Otomano, a principios del pasado siglo (en la fotografía, los Jóvenes Turcos), cuando una supuesta red de oficiales militares, agentes de inteligencia, policías, figuras del crimen organizado, académicos, periodistas y políticos trabajaban entre bambalinas como una especie de gobierno en la sombra. Según el historiador Ryan Gingeras, el término “se refiere generalmente a una especie de sistema de gobierno paralelo o en la sombra en el que individuos no oficiales o no reconocidos públicamente desempeñan papeles importantes en la definición e implementación de la política estatal”. La expresión, añade Gingeras, se usa para “explicar por qué y cómo los agentes empleados por el Estado ejecutan políticas que contravienen directamente la letra y el espíritu de la ley”.

En Estados Unidos se puede empezar a hablar de un verdadero ‘Estado profundo’ tras la Segunda Guerra Mundial y la creación de la CIA y la NSA y otras agencias que empezaron pronto a actuar como verdaderos gobernantes electos, participando en magnicidios, golpes de Estado y elecciones amañadas por todo el mundo. En los años siguientes, como definió el senador Daniel Patrick Moynihan en Secrecy: The American Experience, en Washington prosperó una “cultura del secreto” donde se implantó el “ocultamiento como modus vivendi”.

El exagente de la CIA Ray McGovern acuñó un acrónimo para ampliar esta maraña de intereses ocultos, MICIMATT, que suma a los servicios de inteligencia las esferas militar-industrial, del Congreso, de los medios de comunicación, las universidades y los think tanks.

Trump ha sufrido en carne propia los embates de ese Estado profundo o MICIMATT durante su primer mandato y hasta la fecha, embates que se han vuelto cada vez más evidentes en forma de intentos de asesinato y acoso judicial y mediático. Y ahora parece decidido a acabar con la hidra; no en balde el lema principal de su regreso a la Casa Blanca ha sido retribution, que quizá sea más pertinente traducir por “venganza” que por “retribución”.

Es, en realidad, la gran batalla, mucho más importante que la lucha contra la inflación, la cultura ‘woke’ o la inmigración ilegal, porque en realidad implica todas las otras luchas. Es una misión titánica, pero los primeros golpes –como desmontar la USAID o colocar en la supervisión de las agencias de inteligencia a Tulsi Gabbard– han sido espectaculares y se están traduciendo en resultados reales y visibles. Sin embargo, el presidente no está solo en esta misión. El secretismo se hace cada día más difícil en el ecosistema mediático de las redes sociales. Señala David Brown, autor de Deep State: Inside the Government Secrecy Industry, la paradoja de que “la herramienta más vital de la comunidad de inteligencia hoy en día, las redes sociales, también son su perdición. Irónicamente, debido a que el público ha perdido interés en proteger su privacidad, también ha perdido interés en proteger la «privacidad» del estado (por así decirlo). El valor social de los secretos ha disminuido, y también lo ha hecho nuestra voluntad de guardarlos”.

https://ideas.gaceta.es/origen-y-actualidad-del-estado-profundo/

viernes, 15 de agosto de 2025

 "Primero vinieron a por Le Pen"

Por Ana Iris Simón

"Cuando llegaron los nazis, primero fueron a por los socialistas. Yo no dije nada porque no soy socialista. Luego fueron a por los sindicalistas y no protesté porque no soy sindicalista. Luego a por los judíos y no protesté porque no soy judío. Ahora vienen a por mí y ya no queda nadie para protestar”.
A veces le atribuyen este texto equivocadamente a Bertolt Brecht; sería normal que un marxista como él hubiera escrito contra los nazis y respaldara a socialistas, sindicalistas y minorías étnicas. La realidad es más interesante: son palabras de Martin Niemöller, un pastor cristiano proveniente de la derecha nacionalista, que pasó de apoyar a Hitler a formar parte de la resistencia contra él junto a socialistas, sindicalistas y minorías. Mantuvo siempre sus ideas conservadoras, pero nunca le preocupó reunirse con el comunista Ho Chi Minh para denunciar la guerra de Vietnam, ni recibir en la URSS el Premio Lenin por su oposición a la escalada nuclear de la OTAN. Su poema no es una mera consigna antifascista, sino una exhortación a solidarizarse con aquellos de ideologías distintas e incluso contrarias cuando se está ante un mal mayor.
Hoy podríamos decir “primero vinieron a por la candidata presidencial francesa Marine Le Pen”, que ha sido condenada e inhabilitada por malversar dinero europeo para su partido en Francia, una triquiñuela propia de la partitocracia. En contraste, el Tribunal General de la UE anuló por irregularidades las decisiones opacas de Ursula Von der Leyen respecto a la adquisición de vacunas contra el coronavirus en plena pandemia y la volvieron a poner al frente de la Comisión Europea. Christine Lagarde, por su parte, preside el Banco Central Europeo pese a que la justicia francesa la declaró en 2016 culpable de negligencia en un caso de desvío de dinero público del que se benefició el empresario Bernard Tapie.
Podríamos decir también “primero vinieron a por el candidato presidencial rumano Călin Georgescu”, inhabilitado por sospechas de haber recibido financiación electoral rusa para su campaña en TikTok (acusación que la propia red social niega). No se da el mismo escándalo cuando es la Unión Europea quien pretende influir en Georgia o Moldavia, ni se aplica la misma medida contra las figuras públicas europeas regadas con dinero de la USAID desde Estados Unidos.
Añadiríamos “y yo no protesté”, cargándonos de razón, “porque yo no soy facha, ni conspiranoico, ni prorruso”, ni ningún descalificativo de los que lanzan contra Georgescu y Le Pen, con mayor o menor verdad. Pero hay un grupo de valientes entre la izquierda europea que, sin compartir las ideas de ambos candidatos ultraderechistas, se atreven a lamentar y condenar su inhabilitación: son Mélenchon en Francia, Mick Wallace en Irlanda, Manu Pineda en España o Varoufakis en Grecia, que no olvida que antes de la actual persecución contra la derecha populista, los comisarios europeos de 2015 primero fueron a por los populistas de izquierda (Syriza, Podemos, 5Stelle). Hay otros izquierdistas que discrepan: “es que hoy en día los nazis contra los que luchar son Le Pen y Georgescu”, y por tanto su inhabilitación sería una excelente noticia para socialistas, sindicalistas y minorías.
Pero Varoufakis y compañía saben que a Le Pen y Georgescu no los inhabilitan por fachas, sino por oponerse a un enemigo que ellos comparten: el imperio germano-bruselense, que viene a por los socialistas para meter el gasto público en panzers, a por los sindicalistas del transporte y del campo y a por las minorías, quitándole la voz y el voto a los palestinos en Alemania o a los rusos en Estonia. Pero esta vez algunos están protestando. Que Niemöller los bendiga.

https://elpais.com/opinion/2025-04-05/primero-vinieron-a-por-le-pen.html

jueves, 14 de agosto de 2025

Agua pasada no mueve molino

 Se refiere a no darle vueltas al pasado. En España hay gente empeñada en revivir la guerra civil, que fue hace casi cien años.

Hubo crímenes en justicias por ambas partes, ya felizmente olvidados. De què va a servir ahora desenterrar un poco de polvo. Sólo para dividirnos de nuevo.

My love, my life. Abba


 https://youtu.be/mtlzj7P-Gkg?si=wpQuMMIq5Jbl-KPF

Homenaje a mi gatito Suerte

miércoles, 13 de agosto de 2025

La invasión de los ultracuerpos ultraderechistas, por Manuel Ruiz Zamora

 Según informa El País con su acostumbrada solvencia informativa, un virus ultraderechista se ha infiltrado en nuestro incomparable sistema educativo. Resulta que los alumnos se acuestan convenientemente convencidos de los nobles ideales progresistas que le han inculcado sus abnegados profesores (la Paz, la Mujer, la Diversidad, el Medio Ambiente, etc.) y, como si a lo largo de la noche hubieran sufrido una suerte de sigilosa abducción alienígena, se despiertan convertidos en furibundas bestias ultraderechistas. Queda constancia, por ejemplo, que algunos de ellos han llegado a afirmar sin el menor rubor que Franco hizo pantanos. Otros, los más descarados, como los chicos de S´ha Acabat!, han pretendido, nada más y nada menos, que expresarse con libertad en las universidades de Cataluña. Uno no puede menos que recordar la escalofriante escena en la que Donald Sutherland, al final de la inolvidable película de Philip Kauffman, señala al espectador al tiempo que emite un grito escalofriante con el que parece estar diciendo: «El ultraderechista eres tú».

El periódico global le ha dedicado a este preocupante fenómeno dos nutridos reportajes. El primero está dedicado íntegramente a la proliferación del pensamiento desviado en los centros de secundaria; el segundo se centra en su infiltración en nuestras, hasta ahora, incontaminadas universidades. Ambos reportajes vienen ilustrados por los testimonios de unos cuantos profesionales de la enseñanza que, a pesar de haber sido escogidos al azar, opinan exactamente lo mismo. El caso más conmovedor, al tiempo que trágico, lo representa, sin duda, un profesor asturiano miembro, según se nos informa, del Colectivo de Docentes para la Inclusión y la Mejora Educativa (DIME).

Este docente, que ha participado en el desarrollo de materiales educativos para detectar los bulos, constituye la prueba más evidente de que los ultracuerpos ultraderechistas no respetan ni siquiera el espacio sagrado de la familia, toda vez que sus dos hijos, según confiesa, han caído víctimas de dicha epidemia. No sólo no se avergüenzan de proferir en público opiniones «muy machistas y de rechazo a los inmigrantes», sino que defienden algo tan escandaloso y tan contrario a cualquier evidencia empírica como que «las mujeres tienen más derechos y más leyes que los hombres y que por qué no hay un día del hombre».


Mención aparte merece el mundo de la Universidad, en donde, como todos sabemos, ha imperado siempre un clima de acendrada tolerancia en el que cualquiera puede expresar libremente sus ideas, sean del signo que sean. Así lo proclama heroicamente el decanato de la facultad de Ciencias Políticas de la Complutense, la cual no sólo es reconocida por su indoblegable defensa de la libertad de expresión, sino que se ha convertido en una referencia internacional por la firmeza con la que ha acometido la lucha contra los casos de abuso sexual. «Esta facultad está firmemente comprometida con la tolerancia ideológica, la dignidad de las personas, el respeto a la diferencia, la libertad de expresión y el diálogo respetuoso, honesto y veraz», nos dicen sus mandatarios, justo un poco antes de desconvocar, por los consabidos problemas de seguridad, el acto en el que iba a intervenir el antiguo dirigente de Vox Espinosa de los Monteros.

Estos mismos problemas, que constituyen, al parecer, una realidad insoslayable, han sido igualmente el paraguas bajo el que se han cobijado los rectores de las Universidades de Cataluña y el País Vasco para no hacer absolutamente nada contra quienes no admiten ningún otro discurso que no sea el preceptivamente homologable. Por eso, resulta tan inexplicable esta inesperada aparición de brotes ultraderechistas en la enseñanza pública de nuestro país.

    «Uno de los triunfos más relevantes de la izquierda en la historia de nuestra democracia es su incontestable hegemonía sociocultural»

Frente a ello, ¿cuál es la solución que proponen estos profesores? Pues bien, todos inciden machaconamente en el mismo bálsamo de Fierabrás: «El pensamiento crítico». No obstante, hemos de reconocer que la idea que tienen del mismo es un tanto original. Si pensamiento crítico, hasta ahora, significaba, en su acepción más usuaria, pensar a la contra de un discurso establecido, tal y como de forma instintiva han empezado a hacer los alumnos, para nuestros profesores progresistas dicha actitud tan sólo se ejercita cuando uno piensa y cree lo que ellos te dicen que tienes que pensar y creer. Es el viejo aforismo de Oscar Wilde: «Los exámenes son preguntas que los tontos les ponen a los listos y los listos no sabemos responder».

El caso es que, de la misma forma que, según nos contaba Spinoza en su Ética, cuando Pedro habla de Pablo nos está hablando más de Pedro que de Pablo, al hablarnos de sus alumnos, de lo que en realidad nos están informando estos enseñantes es de ellos mismos y de la uniformidad por decreto del marco ideológico dominante. En ello se sustancia uno de los triunfos más relevantes, si no el que más, de la izquierda en la historia de nuestra democracia, ya que de ello se deriva, a su vez, lo que, al modo gramsciano, podríamos referirnos como su incontestable hegemonía sociocultural, la cual, por otra parte, nunca hubiera podido tener lugar sin la concurrencia, no ya pasiva, sino directamente proactiva del llamado primer partido de la oposición, que es ese partido del que nadie sabe a qué se opone.  


En los colegios, en los institutos, en las facultades de todo tipo, aunque sobre todo en esas donde se cursan esas disciplinas devaluadas que, por convención, llamamos de letras, se celebran única y exclusivamente los ritos y las mitologías convenientemente aceptados y bendecidos por la Santa Madre Izquierda, mientras que, a menudo en nombre de la inclusión y, por supuesto, del pensamiento crítico, se excluyen por sistema todos aquellos otros que pongan mínimamente en cuestión sus sacrosantos dogmas. La celebración, por ejemplo, de la bandera nacional como símbolo de unidad política y de solidaridad entre las diferentes regiones de España, no está ni se la espera en ningún centro educativo.

Tras casi 50 años de democracia, nuestra bandera constitucional sigue siendo un símbolo facha que ha tenido que ser, gozosamente, rescatado por los alumnos. El Día de la Constitución, que debería ser lectivo y de obligada concurrencia democrática pasa, en los colegios e institutos, perfectamente invisible al lado de un gran número de supersticiones de todo tipo, tales como el Día de la Paz, el Día de la Mujer y, por supuesto, el día de cada una de las presuntas identidades regionales, en donde, entonces sí, se despliega todo una obscena parafernalia de himnos, banderas y payasadas folklóricas con muchos trajes y muchos bailes.

    «Esta ola de rebeldía juvenil, si algo viene a poner de manifiesto, es precisamente su fracaso como enseñantes»

Por todo ello, si en vez de ocuparse de tratar de inculcar a los alumnos valores (educar en valores es como denominan a estas formas de perversiones psicopedagógicas institucionalizadas) que criminalizan cada una de las afinidades electivas de los chavales, el profesorado en curso se hubiera dedicado a cumplir con su obligación de explicar el qué, el porqué y el para qué de un sistema democrático, ahora, tal vez, no tendrían que andar flagelándose por los periódicos por esta ola de rebeldía juvenil, la cual, por otra parte, si algo viene a poner de manifiesto, es precisamente su fracaso como enseñantes.

Por supuesto, a cualquier demócrata que se precie no se le escaparán algunos aspectos inquietantes en muchas de las actitudes de estos jóvenes, pero, teniendo en cuenta que la juventud es flor de un día, resultan menos preocupantes que las pulsiones esclerotizadas de muchos de estos profesores que militan en una izquierda directamente liberticida.

Por eso, si yo fuera profesor de secundaria y quisiera alejar a mis alumnos de tentaciones despóticas y antidemocráticas les hablaría, por supuesto, de Franco, pero me encargaría de ilustrarles sobre los modos en los que pueden morir las democracias en el siglo XXI con las dos legislaturas de su mejor discípulo, Pedro Sánchez. Con ello los chavales tal vez aprenderían a no demonizar o, incluso, a aprender de quienes no piensan como ellos; a comprender la importancia que tiene la separación de poderes y el respeto que se le debe a las instituciones del Estado; y a saber, en fin, que no existe verdadera democracia si no hay ciudadanos propiamente dichos, es decir, individuos que, como decía el bueno de Kant con su maravillosa ingenuidad ilustrada, se atrevan a pensar por sí mismos y no como animales de rebaño.

 https://theobjective.com/opinion/2025-04-02/invasion-ultracuerpos-ultraderechistas/

martes, 12 de agosto de 2025

A Vance no le falta razón, por Antonio Carlos Pereira



Si, hablando en general, a nadie le falta algo de razón, quizá tampoco le falte al vicepresidente Vance, a pesar de los pesares.

A fines de enero, hablando en favor de las políticas migratorias de Trump, Vance alegó el clásico ordo amoris, el orden en la caridad, que se remonta a S. Agustín, según el cual los primeros para nosotros tienen que ser los más cercanos y después, escalonadamente, el resto.

Entre los católicos, sobre todo no americanos, hubo un cierto revuelo en medios y redes sociales, a veces olvidando que Vance es un gobernante que, con Trump, ha ganado unas elecciones en un país no católico pronunciándose sobre la inmigración.

Ahora que las aguas se van serenando, la cuestión de fondo merece un repaso porque, como decía don Álvaro d’Ors, en lo que no vaya contra el Derecho natural, libertad; y ello incluso en un país imaginario habitado sólo por buenos católicos.

Habría que huir de las soluciones universales. Inmigrantes, hay muchos y muy diferentes. Unos son problemáticos; otros son una bendición. Unos huyen de la guerra; otros, no. También las políticas migratorias son diferentes: no es lo mismo impedir entrar que deportar; ni es lo mismo permitir entrar, que, además, dar alojamiento, fondos y sanidad, con preferencia, a veces, sobre los del país, generando una especie de pobreza subvencionada.

Una cosa es recordar criterios morales universales y otra decidir a pie de obra, con todas las complejidades de cada caso; comenzando por los deseos del electorado americano, al cual Vance debería servir. En moral, política o Derecho, esto es de rutina. ¿Qué hace un juez? Decir el Derecho del caso concreto; de ahí la frase “el Derecho es la justicia posible”. Cada decisión política sólo puede tomarse por quien ocupa el cargo, aunque no sea perfecto, y el hacerlo forma parte de su obligación de gobernante.

Entramos, así, en el terreno de las virtudes prudenciales, las más propias de los políticos. Su margen de maniobra nunca es total: nunca se puede hacer el mal directamente, y además existen unos absolutos morales, pero eso tanto en este asunto como en otros. Biden, aunque senil, ha estado haciendo el mal directamente hasta el final sin que se levantara una polvareda mediática equivalente.

Así que el margen de maniobra inherente a toda tarea de gobernar respetará los mínimos básicos (ignoro si en USA se respetarán; ojalá que sí); formulados, a ser posible, negativamente, como los Diez Mandamientos. Ningún país tiene la obligación ilimitada de aceptar a cuantos deseen entrar en él, pero si entran, no puede maltratarlos. Migraciones, siempre hubo, pero hoy han roto todos los diques.

En todo asunto humano hay límites. También en Europa se está dando marcha atrás (aunque, como siempre, con menos ruido). Ningún país del mundo debe permitir la sustitución de su población; es de sentido común. Nadie tiene un derecho innato y universal a ir a donde quiera (lo que no quita un ápice a la obligación de dar a los inmigrantes un trato humanitario, compasivo y justo).

Galicia fue siempre emigrante y yo tuve que emigrar con mi mujer y dos niñas muy pequeñas; nadie nos puso entre algodones. Para mí, más que un derecho, es una sangría que Galicia padeció y padece, y tal vez lo primero sería tratar de parar esas sangrías, porque la marcha de sus mejores jóvenes es mucho más dañina para esas sociedades que las posibles remesas de dinero, que no dejan de ser un bien incierto y futuro.

Curiosamente, la especie de principio genérico “pro inmigrante”, hoy tan difundido en Occidente, coexiste con considerarlos, en el fondo, como débiles o poco capaces de afrontar sus propias decisiones (¿quedará ahí una sombra de supremacismo europeo?). De ahí el ponerlos entre algodones, como si fueran menores.

Lo que dice Vance sobre el clásico ordo amoris, intuitivamente no me suena disparatado; es lo que oí toda mi vida. En materias de sentido común debería bastar con éste. Además es conforme con el Derecho natural que uno esté más obligado con los de cerca que con los de lejos, a veces tan lejos que nunca los verá en su vida. “Prójimo” quiere decir “próximo”; en griego (la lengua de los evangelios), plesios, “cercano”.

Eso no choca con la parábola del buen samaritano, porque éste —que se excede espléndidamente con el herido, aunque no sea de su nación— se lo ha tropezado, físicamente, allí. No digo que quienes ahora mismo estén remando malamente en una patera perdida en el océano me sean indiferentes, pero prójimo designa al cercano y, como decimos en Derecho, “a lo imposible nadie está obligado”.

Diversas circunstancias se confabulan hoy para erosionar el factor proximidad. Hasta ahora se suponía que debo amar a mi familia más que a los queridos vecinos lusos, y a estos más que a los ucranianos (menos vecinos y menos queridos), y a estos más que a los marcianos, nada queridos en absoluto. En todo hay límites en este mundo, recordemos. Ante la supuesta amenaza rusa, la histérica UE espera que los del Algarve, por ejemplo, arriesguen sus vidas por la remota Finlandia como lo harían por Lisboa. Eso sería anti-natural.

También atenúa el factor proximidad la concepción, ahora corriente entre algunos católicos, de la política como caridad. No sé Teología pero sé qué es la política, y nunca leí en Aristóteles ni Locke esa idea, la cual, de no ser en una comunidad muy pequeña, resultará imposible. (Pedro Sánchez y Úrsula: por caridad, trátenme sólo con justicia).

Si todos amáramos a nuestros cercanos —sin excluir, pero con orden, al resto— el mundo acabaría cubierto por una red de prójimos cuidándose unos a otros, porque todos somos prójimo de alguien.—
 

 https://www.elconfidencialdigital.com/religion/opinion/antonio-carlos-pereira-menaut/inmigracion-que-jd-vance-falta-razon/20250402044135052135.html

lunes, 11 de agosto de 2025

La unión hace la fuerza

 Creo que està claro que un grupo de personas influyen más que una sola. Lo malo es que hoy en día cuesta mucho que la gente se implique en cualquier tema.

Por ejemplo, creo que somos mayoría los que nos preocupamos por el exceso de inmigrantes en España, pero somos pocos los que nos atrevemos a decirlo.

sábado, 9 de agosto de 2025

Kit de supervivencia para gente muerta, por Karina Mariani

 A esta altura casi toda Europa y gran parte del resto del mundo han visto el inefable video de presentación del Kit de Supervivencia de 72 hs de la comisaria europea de Preparación y Gestión de Crisis e Igualdad de la Unión Europea, Hadja Lahbib.

Pausa I: No prosiga leyendo estas líneas si no vio el video, invierta aquí un minutito con 36 segundos con la seguridad de que no se trata de una broma hecha por una comediante. Es un video oficial, realizado por la más alta institución europea presentando su propuesta de respuesta inmediata para catástrofes.

Pausa II: Es necesario volver a destacar que los europeos pagan con sus impuestos un cargo que se llama: «Comisaria de Preparación y Gestión de Crisis e Igualdad» que prepara y gestiona (?) las crisis de forma ¿igual? para los 27 Estados miembros. You can’t make this up.

Hechas las pausas necesarias, volvamos al tema: la señora Lahbib llamó a los europeos a tener listo un «Kit de Supervivencia» que les dure tres días, para combatir situaciones de crisis bélica, climática, sanitaria, etc. Entre risas, miradas clownescas y bloopers, la funcionaria belga decía que en su «bolso: edición supervivencia», tenía anteojos (para ver y no ver (sic)), documentos de identificación protegidos del agua, una linterna, fósforos y un encendedor, agua (una botellita), una navaja suiza, medicamentos (ella toma muchos), comida (barritas de cereal y una lata), un cargador portátil, un mazo de cartas, una radio de las viejas para captar señales no digitales. Destaca también, la perspicaz Hadja, que hay que llevar dinero en efectivo, porque «la tarjeta de crédito puede ser sólo un trozo de plástico».

El video se viralizó, sí, pero por las razones no buscadas. Las dosis de ridiculez, inconsistencia e ignorancia y la pretensión humorística frente a un tema tan atroz hicieron de la pieza un comentadísimo objeto de crítica y burla. Todo justificado.

Sin embargo, surgen a partir de este evento una serie de urgentes preguntas: la primera es el público objetivo del video. Es muy útil, para comprender la crisis de representación política y la dinámica creciente de rechazo a las élites europeas, preguntarse cómo imagina Hadja Lahbib a su público potencial. Esta pregunta es la base de cualquier acto comunicacional: cuando hablamos imaginamos al receptor, a nuestro público. No hablamos igual con niños que con adultos, con amigos que con extraños y así. Volvamos pues a la pregunta: ¿cómo imagina Hadja a los europeos?

Por la forma y por el fondo del mensaje, evidentemente los piensa sin capacidad de comprender y metabolizar contenidos complejos. Esa es la razón por la que simplifica «las amenazas» y les pone una duración breve. Tratar la totalidad de las amenazas enumeradas tan llanamente es un insulto: ¿es lo mismo un evento nuclear que un ciberataque?¿Sirve el kit para un virus, un terremoto o el avance de los tanques rusos? ¿Cuál es, concretamente, el peligro para el cual el kit de la mochilita de la UE tiene utilidad? Nada de eso tiene respuesta porque la comisaria imagina que los europeos no tienen preguntas. Los imagina aniñados hasta el paroxismo, necesitados de gestos chistosos que ablanden la gravedad apocalíptica. Faltos de pulsión e iniciativa, incapaces de las acciones de autopreservación básica. Los imagina necesitados de omnipresente tutela, apichonados, crédulos. No es baladí el tono del video.

¿Por qué importa cómo las élites piensan a los ciudadanos de a pie? Porque en base a ese diagnóstico establecen políticas públicas, toman decisiones y crean narrativas: Como te piensan, te tratan.

Así es como estas élites vienen funcionando: el pánico covídico les sirvió de curso ultra acelerado de manipulación, control, corrupción, impunidad y enriquecimiento gracias al miedo. Pero es cierto que ya venían usando en dosis más moderadas el mismo sistema con otros miedos «del fin del mundo». Ahora la UE busca que su población considere la inminencia de nuevos escenarios de crisis con dos objetivos claros. Uno, como cabe a cualquier grupo de burócratas, es permanecer aferrado al timón. El otro es evitar el escrutinio de sus actos cuando estuvieron aferrados al timón.

El propósito de propagar estas guías de supervivencia con consejos obvios (medicamentos, anteojos) o estrambóticos (radio, cartas) sin explicar para qué debe la población prepararse, no es otro que generar una atmósfera de temor que induzca a justificar de nuevo la cesión de competencias y la sumisión al poder debido a las «causas excepcionales».

Esta nueva excepcionalidad incluye un plan de acción presentado por Ursula von der Leyen, quien declaró que «las nuevas realidades exigen un nuevo nivel de preparación en Europa». ¿Cuáles son esas nuevas realidades, Úrsula? ¿deuda disparada, inmigración descontrolada, la normalización de ataques terroristas, la sumisión de los sistemas judiciales a los poderes ejecutivos, el invierno demográfico? No, no. Las situaciones de emergencia que Úrsula prevé son desastres provocados por el «cambio climático», amenazas híbridas como injerencias en las redes de las «fake news», y crisis geopolíticas que impliquen «la posibilidad de agresión armada contra Estados miembros».

En esta nueva versión narrativa las élites hablan de la posibilidad de una guerra. La guerra es un evento omnipresente en la historia de la humanidad, pero las élites europeas han negado esta realidad por décadas. Son las responsables de haber descuidado todos los aspectos relativos a la seguridad de sus países. Resulta que esas mismas élites que se ocuparon de convencer a los ciudadanos que el gasto militar era pecado, ahora deben convencerlos aceleradamente de que lo hasta ayer era impensable: la guerra, hoy es inminente.

Pero no sólo eso, se trata de una guerra tan inminente, que los ciudadanos no deben detenerse a pensar para qué cuernos pagan a una «comisaria de Preparación y Gestión de Crisis» si la funcionaria no pudo prever las crisis que derivaron de las políticas de decrecimiento militar, energético o industrial que los puso a merced de Rusia en primera instancia.

Es más, los europeos no deben detenerse a pensar tampoco que las mismas élites que, hasta hace 15 minutos, les imponían la moneda digital controlada por instituciones bancarias centralizadas, ahora les dicen que sin efectivo no van a poder sobrevivir ni 72 hs. Y tampoco deben detenerse a pensar que las mismas élites que les decían que tenían que consumir alimentos sustentables, de cercanía, cultivados orgánicamente y sin conservantes, hoy les dicen que, si desean sobrevivir, deberán comer ultraprocesados envasados en plástico y metal. Todas cosas desaconsejadas en el marco de otros pánicos anteriores.

¡Pero es que hay que ser caradura!

El video de Hadja es muy revelador en muchos aspectos. Demuestra que la UE cree que los europeos no piensan, necesita que no piensen, se acostumbró a que no piensen acerca de todos los descalabros generados por las mismas élites y que son potenciales apocalipsis.

Si bien fuentes de la UE aseguraron que no buscan crear alarma, sus acciones indican un cambio de postura hacia una amenaza desde Rusia. En ese marco se inscribe la petición a la ciudadanía de preparar el famoso kit de supervivencia y el anuncio de la Comisión Europea de un plan de rearme millonario, sobre el que Von der Leyen pontificó: «si Europa quiere evitar la guerra, Europa debe prepararse para la guerra». ¿Recién ahora, Úrsula?

Otras revelaciones interesantes que nos ofrece el video viral de la «Comisaria de Preparación y Gestión de Crisis e Igualdad» es la homogeneización de alarmas y amenazas a las que deben atender los europeos. No queda claro si el Kit de Supervivencia sirve para sobrevivir a una nuke rusa en Polonia, pero es posible que los europeos del sur tengan una amenaza más importante desde el norte de África. ¿Servirán la linterna y la radio de la comisaria para ese caso? ¿para la amenaza del terrorismo islámico que campa a sus anchas dentro de Europa, no debería la comisaria incluir en el Kit una burka? En definitiva, ¿tienen todos los europeos las mismas amenazas y preocupaciones de seguridad, y para alguna de ellas sirve el Kit de Hadja?

La crisis de seguridad europea es una realidad que acumula décadas, y obviamente el rearme es necesario por la propia necesidad de la defensa territorial. Pero estamos viendo las consecuencias de una política que negó esta evidencia y en donde el tema militar pasó a ser invisibilizado y boicoteado. ¿Puede quedar el rearme en manos de los mismos que desarmaron Europa?

La respuesta obvia es que no. Por eso la Unión Europea necesita primero fabricar un consenso de pánico inmediato que impida que los europeos se den cuenta de lo obvio. Para conseguir que 27 parlamentos incrementen el gasto militar y pongan todo en manos de Bruselas necesitan que todos tengan el mismo miedo, a la misma amenaza, representada en la misma mochila con el mismo Kit de Supervivencia para todos. Como antes tuvieron el mismo plan de salud, de vacunación o de «restauración de la naturaleza». Todo dirigido y centralizado por la UE, que además va a manejar el gasto militar con la misma insolvencia y podredumbre con la que manejó el resto de los presupuestos a lo largo de su historia. Sumando un montón de rubros «especiales2 al gasto militar. Pero además, como son incapaces de cortar el gasto público, la única salida será la inflación y la deuda.

El fracaso del gasto militar y el rearme centralizado por Bruselas está garantizado, y es aquí cuando cobra verdadero sentido el Kit de Supervivencia, pensado para gente aborregada, sin espíritu crítico, sin memoria, sin coraje, sin criterio, sin voluntad, sin otro estímulo que el mero miedo. Por eso es necesario ver el Kit de Supervivencia como un talismán, no protegerá a nadie de nada; es un simple amuleto que sólo puede tener valor para gente muerta en vida.

https://gaceta.es/mundo/kit-de-supervivencia-para-gente-muerta-20250330-0839/

 

Sociedad

 Aunque es uno de los temas de los que escribo, la verdad es que yo soy muy poco sociable. Me cuesta relacionarme incluso con mis compañeros...