Diario conservador de la actualidad

El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”. Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”.

lunes, 31 de marzo de 2025

El cadáver de Europa

 He estado hace poco en Roma viendo cuando Europa regía el mundo. Ahora estamos gobernados por una comisión que nadie ha votado, y sigue los designios de grandes corporaciones económicas y militares.

Entonces reclamamos que se nos escuche cuando llevamos décadas siguiendo la voz de nuestro amo. No de extrañar que nadie nos tome ya en serio si hemos renunciado a nuestra cultura, nuestra historia y la autoestima.

Europa era la Cristiandad y así tendría que seguir siendo. Sólo la religión servía de nexo entre naciones ta dispares. Una sola fe, un destino manifiesto.

Nuestros ahorros: https://www.cesarvidal.tv/videos/europeos-vienen-a-por-vuestros-ahorros-28-03-25

Más sobre el tema en el artículo siguiente

El aborto de una nación, por Sertorio

 El aporte más interesante de Emmanuel Macron y los comisarios europeos a la teoría política es, sin dudael patriotismo apátrida, el nacionalismo sin nación, la identidad autodestructiva. Resulta sarcásticamente cómico ver cómo los que han combatido a los Estados históricos de Europa, los que han sometido a nuestras verdaderas patrias a un proceso de expropiación de su soberanía y de subordinación a una élite cosmopolita de burócratas, ahora clamen por una patria europea, ellos que tanto han vociferado contra las naciones y las identidades; ellos, los que han negado los fundamentos clásicos y cristianos de una Europa, a la que se han limitado a definir como un aséptico «espacio de derechos». Ahora, a estos hijos de patria desconocida, les da por el nacionalismo, justo cuando el amo yanqui les arrastra por los rastrojos, como las malas putas que son.

Y todo para que el tinglado aguante, para camuflar de algún modo algo aún peor que la derrota política y militar: el ridículo, la insignificancia, la insoportable levedad de todos estos chupatintas, rábulas y contables, de toda esta recua de asnos que nos llevan de latrocinio en latrocinio y de error en error hacia el colapso definitivo de nuestra civilización. Quienes están islamizando y africanizando Europa de forma implacable nos llaman a defender una patria común, a la que ellos han sometido a un borrado de identidad sin paralelo en la historia. Quienes se niegan a guardar nuestra frontera sur de las invasiones migratorias y de la islamización quieren que vayamos a morir por ellos en su peculiar cruzada contra Rusia, un país tradicionalista y europeo. Como ya es un atavismo entre los caciques y bergantes de Bruselas, conducen una guerra a muerte contra los países o minorías cristianas (Siria, Rusia, los serbios de Bosnia y Kosovo) y abren las puertas a la colonización salafista. Los que se niegan a celebrar la defensa de Viena, la batalla decisiva de Las Navas o la victoria de Lepanto quieren que nos sacrifiquemos por la ideología de género, la islamización de nuestras naciones y la sustitución de la población nativa por colonos africanos. Los que nos obligaron a pincharnos unos potingues de dudosa eficacia pero muy alta rentabilidad, ahora quieren intervenir en nuestros ahorros con la abolición del dinero efectivo, para que desde sus bases informáticas puedan hacer con nuestros escasos fondos lo que les dé la gana, es decir: robarnos. Los que quieren que tengamos un simulacro de patria, es decir, una tierra de los padres, nos quieren estériles, sin progenie, destinados y programados para la extinción y el reemplazo.

Estos oligarcas que no quieren proteger nuestros barrios quieren que luchemos en Ucrania. Estos covachuelistas de una mediocridad infinita pretenden meternos en un conflicto internacional gravísimo, que ellos mismos causaron, frente a Estados Unidos, China y Rusia… Unos pigmeos políticos, que sólo sirven para arrancar olivos y reglamentar el grosor del pelo de los ángeles para luego cobrarle el IVA, pretenden construir una gran potencia. Con estos mimbres no haremos sino un muy mal cesto. No se puede edificar una patria con apátridas que, para colmo, se dejan gobernar por un Estado que no es miembro de su “Unión” mal llamada “Europea”: Inglaterra, la eterna enemiga de toda hegemonía europea y el socio que reventó todas las políticas comunes del club financiero de Bruselas mientras formó parte de él. Pero los británicos tienen una clara ventaja sobre los espectros estatales que vegetan encerrados en las covachuelas de Estrasburgo, Luxemburgo y demás lugares de perdición: Inglaterra es soberana, actúa como agente y no como paciente de la historia. Por eso dirige y domina y convierte en instrumento de sus intereses a los abúlicos ectoplasmas de la «Uropa» zombi.

Esa patria que quieren que nazca será un engendro teratológico, un aborto que no dará más que unas boqueadas o llevará una vida de eterna impedida, de vástago degenerado de una progenie decadente: llámese «Uropa», Gayropa o Eurabia. Una patria de pacotilla, un ersatz hecho para matar a nuestras patrias centenarias, para traicionar a nuestra tierra y nuestros muertos, para secar las raíces del roble de la nación. Y todo para que unos cuantos empleadillos de la gran banca hagan más caja.

https://elmanifiesto.com/gay-uropa-el-aborto-de-una-nacion/

domingo, 30 de marzo de 2025

Señales en la pareja de que están desconectados

 
Distancia y pareja: estas son las 10 señales que indican que estáis desconectados

Una relación de pareja es dinámica y en algunos momentos uno o los dos miembros pueden sentir cierta desconexión 

    Nuria Hernández Castellano
    -
    Bienestar

Publicado: 16/03/2025 ·19:00
Actualizado: 16/03/2025 · 19:00

Una relación de pareja no siempre es perfecta al cien por cien. El amor puede pasar por diferentes etapas y fases durante una relación duradera y hay ocasiones en las que uno o los dos miembros de la pareja puede sentirse distanciado del otro. La distancia emocional no significa que una relación de pareja esté condenada directamente al fracaso, sino que indica que hay algo que necesita atención por parte de los dos.

Las relaciones de pareja estables y felices se basan en la confianza, la comunicación y el respeto mutuo. Restablecer esa conexión cuando hay un bache o uno de los dos se muestra alejado del otro requiere esfuerzo y que las dos personas quieran solucionarlo, pero es posible.

Las relaciones de pareja son dinámicas y cambian con el tiempo. Lo que en un principio parecía una conexión fuerte e indestructible puede ir debilitándose sin que nos demos cuenta. La desconexión emocional es un problema común en muchas relaciones y, si no se aborda a tiempo, puede llevar a rupturas dolorosas.
10 señales de desconexión en la pareja

Si sientes que algo ha cambiado en tu relación pero no sabes exactamente qué, presta atención a estas 10 señales que podrían indicar que tú y tu pareja estáis desconectados emocionalmente:

1. Falta de comunicación. Como siempre decimos, la comunicación es la base de toda relación feliz y sana. Si últimamente las conversaciones con tu pareja son superficiales o se limitan a temas logísticos o rutinarios, puede ser un indicio de desconexión emocional. Cuando una pareja está conectada, hay conversaciones profundas sobre emociones, sueños, preocupaciones y proyectos en común. Si han dejado de compartir este tipo de cosas con el otro, es probable que se esté dando esa distancia y conviene hablarlo con el otro.

La comunicación, clave si quieres reconectar con tu pareja.La comunicación, clave si quieres reconectar con tu pareja. Foto: Pixabay.

2. Menos intimidad física y emocional. La intimidad no se trata solo del contacto físico, sino también de la cercanía emocional. Si los abrazos, besos, caricias o el contacto visual han disminuido significativamente, es una señal clara de desconexión. No es raro que con el tiempo las parejas pasen menos tiempo juntos en la intimidad, pero cuando la falta de contacto se convierte en una norma y deja de ser importante, puede indicar que hay un problema más profundo.

3. Menos tiempo de calidad juntos. Si antes solías pasar tiempo de calidad con tu pareja, si hacíais planes tanto solos como con amigos o simplemente disfrutábais de un rato solos viendo una película, pero ahora cada uno prefiere estar a lo suyo y hacer planes por su cuenta, puede indicar que hay algo de desconexión. Hacer cosas o planes por separado no significa que haya desconexión y de hecho es algo muy saludable en la pareja, pero cuando solo se quieren hacer por separado, es cuando puede haber un problema. La falta de tiempo de calidad reduce la cercanía y puede llevar a una desconexión emocional mayor.

4. Discusiones frecuentes sin solución. Las peleas en una relación son normales, pero si últimamente tenéis discusiones por cualquier cosa y no llegáis nunca a soluciones reales, puede ser una señal de que algo anda mal. Las discusiones constantes pueden desgastar la relación y generar resentimiento. Además, si los conflictos se vuelven repetitivos sin resolver la causa de fondo, es probable que la conexión emocional se esté debilitando.

5. Falta de interés por la vida del otro. Antes querías saber cómo le había ido en el trabajo, qué había hecho durante el día o cómo se sentía ante cualquier inquietud o problema que pudiera tener. Ahora, esas preguntas han desaparecido o las respuestas no te interesan tanto como antes. Ojo porque ahí puede haber una desconexión emocional clara. Cuando uno o ambos dejan de preocuparse por el bienestar del otro, es un claro síntoma de desconexión. La falta de interés por la vida del otro es un reflejo de la pérdida de compromiso y afecto en la relación.

6. Os evitáis. Si antes os gustaba pasar tiempo juntos, pero ahora buscáis cualquier excusa para estar separados o simplemente preferís estar solos, hay algo que no está funcionando.

Muchas parejas desconectadas comienzan a sentirse más cómodas en soledad o con otras personas que con su pareja. Esto puede ser una forma inconsciente de evitar conflictos o de evadir la falta de conexión.

7. Sientes que no te entiende o que no lo entiendes. La empatía es fundamental en una relación. Si sientes que tu pareja ya no comprende tus emociones o tú no logras entender las suyas, es una señal de desconexión. Cuando una pareja deja de esforzarse por comprenderse mutuamente, comienzan a sentirse más distantes. Esta falta de entendimiento puede generar frustración y sensación de soledad dentro de la relación.

8. No hay apoyo emocional. Una pareja conectada se apoya en momentos difíciles y celebra los logros del otro. Si últimamente sientes que tu pareja no está a la altura cuando la necesitas o tú no tienes ganas de estar para ella, hay una desconexión emocional. El apoyo emocional es clave para sentirse seguro y valorado en una relación. Su ausencia puede hacer que uno de los dos (o ambos) empiece a buscar esa conexión fuera de la pareja.

9. Falta de proyectos en común. Las parejas conectadas suelen hacer planes a futuro juntos: viajes, proyectos laborales, metas personales compartidas. Si ya no habláis sobre el futuro o ya no hacéis planes juntos, puede ser una señal de que la relación ha perdido dirección. Cuando una pareja deja de imaginar un futuro en común, es posible que estén emocionalmente distantes y que la relación esté en riesgo.

10. Uno (o ambos) piensa en terminar la relación. Si en algún momento te has preguntado si deberías terminar la relación o has pensado en cómo sería tu vida sin tu pareja, es una señal importante de desconexión. Cuando una relación está en equilibrio y hay conexión, no se considera la idea de separarse. Pero si esos pensamientos aparecen con frecuencia, es probable que sientas que la relación ya no te satisface emocionalmente.

Una pareja puede pasar por un bache de desconexión.Una pareja puede pasar por un bache de desconexión. Foto: Pixabay.
Cómo volver a conectar con tu pareja

Si notas varias de estas señales en tu relación, no significa que todo esté perdido. La desconexión emocional es un problema que puede resolverse con esfuerzo y compromiso de ambas partes. Estas son algunas de las cosas que deberías hacer para volver a conectar con tu pareja:

    Reconocer que hay una desconexión es el primer paso para solucionarlo. Con compromiso y amor, muchas parejas logran reconectar y fortalecer su relación.
    Hablar abiertamente: Expresar cómo te sientes y escuchar a tu pareja es el primer paso para reconstruir la conexión.
    Recuperar el tiempo de calidad: Volver a hacer actividades juntos puede ayudar a reavivar la cercanía.
    Mejorar la comunicación: Aprender a comunicarse mejor y evitar los malos entendidos puede reducir la distancia emocional.
    Buscar ayuda profesional: Un terapeuta de pareja puede ayudarles a encontrar soluciones si sienten que no pueden hacerlo solos.
    Trabajar en la empatía: Intentar comprender las emociones y necesidades del otro fortalecerá la relación.

https://www.vozpopuli.com/bienestar/distancia-pareja-senales-desconectados.html

sábado, 29 de marzo de 2025

La familia, célula de la sociedad, por Rebeca Ortega

En el debate sobre cuál es el elemento por el que se fundamenta la sociedad, aumentan las corrientes que lo centran en el individuo. ¿Se puede considerar a cada persona aislada como «célula» de la sociedad?

Mi teoría, basada en la biología, es que no es así.  Igual que tampoco lo es cualquier grupo que conviva bajo el mismo techo. La única estructura que merece el apelativo de célula de la sociedad es la familia, y es fácil de entender:

Las familias son a la sociedad lo mismo que las células a los organismos: unidades funcionales vitales que garantizan la continuidad del sistema y el bienestar del medio al que pertenecen.

¿Qué es la familia?

La familia, célula de la sociedad, construye y mantiene el tejido social. En ella se dan las tres funciones vitales:

Nutrición (proporcionando los recursos necesarios, que van desde el alimento hasta la educación en valores);

-Relación (entre sí y con su entorno, contribuyendo a la cooperación y el bien social).

-Y reproducción (para perpetuar la vida física y espiritual, transmitiendo un legado de virtudes que asegura la continuidad social).

Además, y esto es muy importante, tanto las células como las familias sirven para un bien superior. No son  entes aislados sino que pertenecen a un todo mayor, en el que cada una tiene una misión en la que ayudar (sea el cuerpo para la célula o la sociedad para la familia).

Podemos deleitarnos contemplando cómo unidades tan pequeñas pueden englobar semejante grandeza. Cada parte de la célula está meticulosamente diseñada para un fin. Y la familia se adapta muy bien a esta metáfora.

La membrana, que representa el límite físico de cada célula, puede equipararse con el hogar. Pero observemos que también es el área que se dedica al intercambio de sustancias.

Un hogar que no se abre a las relaciones sociales es un hogar tan enfermo como una célula que tiene alterada su permeabilidad y acaba explotando o deshidratándose.

El citoplasma, líquido donde se producen las reacciones químicas destinadas a la obtención de energía, nos recuerda al trabajo que necesita una familia para obtener sus recursos. Con una complejidad difícil de explicar, permite alcanzar un equilibrio para la supervivencia (sin carencias ni excesos que podrían resultar tóxicos).

El núcleo actúa como centro de control de la célula. Contiene la codificación genética, es decir, toda la información (la que se expresará y la que no) y hace posible la reproducción. Es así, en esta analogía, el equivalente a la unión conyugal, tanto en el plano físico como en el trascendental ya que ahí se toman las decisiones que van a guiar el futuro de la familia (o de la célula).

Es curioso observar lo que ocurre en las células que no tienen núcleo.

Su simplicidad estructural les permite una existencia autónoma, pero no tienen capacidad de formar tejidos. Es decir: cumplen las tres funciones vitales (interactúan con el entorno, se nutren y se reproducen al disponer de material genético disperso por el citoplasma) pero si antes decíamos que lo sublime de la «célula» era ensamblarse en el organismo, estas células anucleadas (procariotas) no logran ese objetivo, quedando aisladas. Se trata de seres unicelulares propios del reino archea.  Los organismo vegetales y animales se componen de células eucariotas, nucleadas.

Cuando una familia no tiene un buen núcleo, sino que vive en continuas crisis y conflictos, sus miembros no tendrán cubiertas sus necesidades afectivas, con riesgo de interiorizar dinámicas perjudiciales.

El sentido de la familia no radica solo en proveer bienes materiales, sino en enseñar a cada persona a integrarse en la sociedad ejercitando ante todo el amor.  

Amor altruista

Hace unos días oí en un magazine de la radio un chascarrillo, que aunque se decía en tono de humor, me pareció absolutamente escandaloso por atentar contra la esencia de la felicidad que es el amor.  Decía lo siguiente: «si tu pareja no hace lo que quieres cámbiala por otra», afirmación acompasada por risas y aplausos de varias locutoras apoyando la tesis. ¡Menuda contrariedad!

Si el núcleo de cada relación no es un amor altruista a la humanidad sino un egoísmo tirano hacia uno mismo, el fruto no será otro que la frustración y el aislamiento. Quizá se puedan cumplir las tres funciones vitales, pero al no haber un ejemplo de amor y respeto al otro sino una amalgama de caprichos y reproches, el resultado, lejos de ser una feliz integración, supondrá un desafío en la cohesión social… al igual que esas células procariotas no podían construir tejidos ni órganos en los seres vivos.

No creo que una persona educada en la autocomplacencia adquiera fácilmente habilidades como la abnegación que supone desarrollar una labor social, o la disciplina de cumplir con un horario profesional.

Una sociedad con un número creciente de familias disfuncionales es una sociedad que está enfermando, al cambiar su complejo engranaje de tejidos por células desestructuradas.

Urge recordar que hay más alegría en dar que en recibir. Que una unión se fundamente en la entrega no es ninguna condena ni ninguna opresión. Es la respuesta a la ley natural. La maternidad trae consigo un derroche de cariño, una admiración incondicional por los hijos y una capacidad de perdón que sólo se puede explicar cuando se es madre (o padre).  Y esto es universal. Ocurre en todas las razas para que cada persona aprenda a amortiguar adversidades y serle útil a las demás.

Una familia sana crea unos vínculos emocionales sólidos que cristalizan en virtudes enriquecedoras para la sociedad.

Debemos invertir nuestros esfuerzos en promulgar el ejemplo de familias que construyen, no que se destruyen a sí mismas y en derredor.

Por eso he elegido la fecha de la Sagrada Familia para escribir estas palabras. María, José y el Niño Dios. Modelo de entrega. Célula de eternidad.

 https://www.forumlibertas.com/familia-sociedad/

viernes, 28 de marzo de 2025

La mutación de la estupidez, por Itxu Díaz

 Detecto a los idiotas al instante. Me hice sociólogo para poder detectarlos en manadas. Puedo olerlos a cientos de kilómetros de distancia. Y en cuanto los veo venir, me encargo de identificarlos: verdaderos idiotas. No importa si vienen de frente o de atrás. Aunque tengo una habilidad innata para detectar al tonto común por su perfil. La silueta de una persona dice casi todo sobre ella, pero lo dice en un lenguaje que sólo nosotros, los investigadores experimentados, somos capaces de descifrar. Si tiene pico, es un pájaro. Si tiene cola, es un perro. Si tiene trompa, es un elefante. Para todas estas situaciones, hay excepciones. Como digo, es una ciencia compleja. La estupidez es todo un universo. Cuando creemos que la dominamos, se rehace y vuelve con un traje nuevo.

La modernidad es un caldo de cultivo para los idiotas. Antes había que buscarlos. Hoy están por todas partes. Allí donde surge una moda, aparecen unos cuantos, se regodean en ella, se exponen, no pueden evitarlo. Son simpáticos. Del mismo modo que los monos del zoo son simpáticos cuando les tiras cacahuetes. Lo que los distingue de los animales es su capacidad de reinventarse y hacer de la estupidez una forma de vida. Llevo años trabajando en este campo y estoy a punto de dejarlo por desesperación. Sospecho que la estupidez es infinita.

Dicen que, en el pasado, el idiota era conocido por su falta de lectura. Hoy se han sofisticado y leen, y ese es el problema. Son idiotas muy bien preparados. Por eso su estupidez no se borra fácilmente, porque la huella de su necedad es profunda y el camino que lleva a ella está lleno de falsos señuelos. Se esconden en la moda, en la cocina y en las redes sociales. Se esfuerzan por pasar de moda, como si lo vintage fuera sinónimo de victoria, y como si alguien supiera realmente lo que significan las palabras vintage, naif y mainstream.

La nueva estupidez tampoco se cura viajando. Como si se tratase de una mutación de un virus letal, los idiotas contemporáneos absorben lo extranjero como parte de su propia identidad, y viajan lejos de casa para observar toda la vanguardia que son incapaces de detectar en su propia cuadra. Por cierto, los idiotas comunes de nuestro siglo tienden a comer manzanas mientras caminan por las calles de las grandes ciudades del mundo, con una frialdad y una seguridad en sí mismos que harían quedar en ridículo a Adán y Eva. Es natural. Es sano. No engorda. Y me hace sentir muy independiente. ¿Comen manzanas en una avenida lujosa? Sin duda, son idiotas profesionales. ¿No comen manzanas en una avenida elegante? Entonces son sólo idiotas conscientes de sí mismos, capullos a punto de estallar.

En los años 90, no sé si era el nihilismo, el éxtasis o el cannabis, pero lo importante era ser escéptico. El escepticismo se expandió de tal manera que la única certeza a la que uno podía aferrarse era que el bajo del pantalón tenía que cubrir la pierna como si faltaran 10 metros más de extremidad para llegar al suelo. Hoy, el escepticismo es superfluo. No sé qué dirían los filósofos clásicos al respecto, pero hoy los idiotas no son escépticos sobre nada, no se arrepienten de nada y están convencidos de que su camino es el correcto, aunque el mundo entero gire en la dirección opuesta, pues todos saben que la masa siempre está equivocada y es ordinaria, aunque en esto a menudo tengan razón.

Lo saben todo, les interesa todo, menos lo que es realmente interesante. La mayor cualidad del idiota moderno es un interés desmesurado por la cultura, cuando su estereotipo reside en las apariencias, y una pasión espantosa por la ideología, sea cual sea. La politización de los idiotas es una de las grandes incógnitas filosóficas con las que me he enfrentado en mi extenso estudio de campo de la especie. No puedo adivinar si el idiota se politiza porque lo es, o si se convierte en idiota por politizarse demasiado.

En cualquier caso, no puedo evitar sentirme molesto porque su independencia o su buen gusto musical se conviertan en polvo en cuanto surge cualquier enfrentamiento político, y porque sus discursos para cambiar el mundo —venas hinchadas y cara roja incluidas— produzcan en el resto de la audiencia un extraño efecto sedante. En lugar de animarse y animarse a conquistar la causa, los oyentes se duermen, se van o simplemente mueren de aburrimiento. Sin querer, finalmente, meterme en las aguas que tan acertadamente vendieron Mendoza, Montaner y Vargas Llosa en su Manual del idiota perfecto , a nadie se le escapa que el arma más letal del bobo contemporáneo es su locuacidad, la solidez y la calidez de sus sofisterías ideológicas. El idiota ideologizado, la especie más extendida hoy en día, parece una nueva versión del idiota común desarrollado por una IA freemium, de esas que sólo te dan soluciones de mierda hasta que pagas por el plan pro.

https://spectator.org/the-mutation-of-stupidity/

jueves, 27 de marzo de 2025

Nadar y guardar la ropa

 Es justo lo contrario a lo que he hecho toda mi vida. No soy persona de maquinaciones o de hacer algo con segundas intenciones. Soy incapaz de resguardarme del aguacero.

La verdad es que con eso he metido alguna vez en problemas a mis familiares y lo lamento, pero cada cual es como es. No sé actuar y protegerme al mismo tiempo. Para eso prefiero no hacer nada.

Sobre Israel: https://www.cesarvidal.tv/videos/por-que-ha-destituido-netanyahu-al-jefe-de-la-inteligencia-israeli-26-03-25

miércoles, 26 de marzo de 2025

Entrevista con el Padre Javier olivera

Nos encontramos con el padre Javier Olivera Ravasi. Si su figura transmite serenidad, su mirada refleja la intensidad de quien vive cada día con un propósito definido.

A través de su voz pausada pero firme, el padre Olivera, nos adentra en un relato en el que la fe y la valentía se entrelazan como pilares de una vida dedicada al servicio y la verdad.

Hablar con él es como escuchar una historia épica contada al calor de una chimenea, pero también es adentrarse en una conversación cercana, sin distancias, entre amigos. Su presencia irradia confianza y en sus palabras se percibe la fuerza de quien ha encontrado en la fe un hogar sólido en medio de la tormenta.

Para este sacerdote argentino, que congrega a más de 400.000 seguidores en su canal de YouTube -es, por tanto, un influencer- la vida es una aventura que afronta con el coraje, humildad y plena confianza en Dios.

Quien se acerque a esta entrevista, que bien pudiera ser una conversación, descubrirá una vida entregada al más alto ideal.
Óscar Rivas- La Orden de San Elías, a la cual usted, padre Javier, pertenece, tiene dos vertientes, la primera es la apologética histórica y la segunda la contrarrevolución cultural. ¿Qué importancia tiene la cultura y la historia en la propagación de la Verdad?

P.Javier Olivera- La contrarrevolución cultural no es una revolución contraria, sino hacer lo contrario de lo que se hace en la llamada revolución con R mayúscula, que consiste en cambiar el orden establecido de las cosas.

Uno de los modos en que la Revolución cultural ha obrado en los últimos años, en las últimas décadas, y en los últimos dos siglos, por lo menos, ha sido invirtiendo el orden natural para a su vez destruir el orden sobrenatural.

Esto lo habló muy pero que muy bien, primero la escuela de Frankfurt y también Antonio Gramsci, dos vertientes de la nueva izquierda del siglo XX, que decían que no solamente hacía falta tomar los cuerpos sino también las inteligencias, cambiar el sentido común. Por eso es tan importante la contrarrevolución cultural: para destruir los mitos que se nos han planteado tanto desde el punto de vista de las ideas como de la historia.


    Por medio de la falsificación histórica van cambiando incluso nuestro propio modo de ser

Esta es una de las razones por las cuales cuando la izquierda moderna, pero también el liberalismo moderno, toma el poder en algunos ámbitos, una de las primeras cosas que hace es tomar también el ámbito de las humanidades. Y dentro de las humanidades una de las ramas principales y quizás más preferidas: la historia. ¿Por qué? Porque por medio de la falsificación histórica van cambiando incluso nuestro propio modo de ser y a su vez pueden incluso también dañar y cambiar nuestra propia fe.

Si a mí me dicen que mi padre y mi madre fueron dos delincuentes, probablemente las cosas que mi padre y mi madre me han enseñado yo comience a ponerlas en duda. Por lo tanto, si me dicen que la iglesia ha sido siempre una tirana, una torturadora, una institución machista que oprimía a la gente, o que mataba a todos los indios en América, o que mataba a la gente porque pensaba distinto en la quema de brujas… El ataque a la verdad histórica también va dañando de modo tangencial por lo menos nuestra propia fe. Daría importancia a hacer esto que uno puede llamar una contrarrevolución cultural en los ámbitos de la filosofía, la historia, la literatura…

Resulta indudable y sin embargo, no son pocos los que insisten en que no hay que tocar la historia. No entienden que a través de la historia, o mejor dicho, de la manipulación de ésta, lo que se ataca de raíz es el basamento de la cultura cristiana. John Senior, en su libro Restauración de la Cultura Cristiana define la cultura católica como “la Santa Misa y todo lo que se ha generado a su alrededor para enriquecerla y protegerla.” ¿Qué representa para usted esa cultura cristiana?

Bien, la cultura pudiera definirse como esa serie de hábitos intelectuales que le dan una cara, un rostro a una sociedad en un momento determinado.

De la cultura va a depender también el culto que después se realice. La cultura azteca, entre comillas, si uno puede llamar cultura a esas civilizaciones, o la cultura maya, la cultura maori, también van engendrando un modo de vivir y de expresarse dentro de un momento histórico determinado que podrá ser mayor o menor, que podrá ser más elevado o menos elevado.

Por eso, no hay que auto-censurarse diciendo que hay culturas mejores y culturas peores, culturas más elevadas y culturas más primitivas.

    La cultura pudiera definirse como esa serie de hábitos intelectuales que le dan una cara, un rostro a una sociedad en un momento determinado.

De ahí que la cultura que ha forjado, al menos algunos de los siglos, en la Mesoamérica, como puede ser, por ejemplo, México, con el canibalismo, con los sacrificios rituales, etc., sea una cultura bastante decadente. De ahí que los españoles, gracias a Dios, nos hayan liberado de todo ese yugo tiránico que imponían muchos de los pueblos precolombinos.  La  cultura azteca, la maya, o la que fuere, tenían también un culto; el culto a los falsos dioses, el culto a los ídolos, en fin…

La cultura cristiana es esa serie de hábitos intelectuales, morales, que le dieron, en su momento, a la Iglesia Católica un rostro determinado, un modo de ser concreto. Por aquello que se dice de que la Lex Orandi es Lex Credendi, o sea, se reza conforme se cree, lo mismo sucede con la Santa Misa.

Conforme ha sido la cultura casi bimilenaria de la Iglesia Católica, se fue conformando a lo largo de los siglos un culto, un culto razonable, un culto conforme a esa cultura. En la medida en que esa cultura cristiana fue comenzando a decaer, ese culto comenzó también a decaer. Es algo natural. En consecuencia, la cultura cristiana es la expresión de una civilización, un grupo de personas que normalmente termina en un culto, que puede ser mejor o peor según los tiempos y según los hábitos intelectuales y morales.
Tanto usted como yo nos movemos en el área de la comunicación. Tal vez se trate de una deformación profesional pero concedo gran importancia al lenguaje y creo que usted también. El lenguaje es relevante, lo vemos cada día. Cada palabra presenta una significación muy concreta que suele obedecer a un sentido. El uso de la palabra parresía, de origen griego, y hoy en desuso, resulta, sin embargo, muy frecuente en sus intervenciones. ¿En qué consiste predicar con parresía y cuál es su importancia?

La palabra parresía es una palabra de origen griego que en muchas lenguas hoy existe todavía. En nuestra lengua castellana, aceptada por la Real Academia Española significa hablar con franqueza, hablar abiertamente, hablar sin temor a ser criticado, a ser tildado de políticamente incorrecto.

Nosotros en nuestra pequeña congregación, la Orden San Elías, intentamos predicar con parresía en dos ámbitos bien específicos: por un lado, el de las llamadas misiones ad gentes, es decir, en los lugares donde no hay cristianos, donde no hay católicos; predicar en aquellos lugares donde todavía no se conoce el nombre del buen Jesús. Y por otro lado, en el ámbito de la llamada contrarrevolución cultural, que antes conversábamos.

    La parresía es hablar con franqueza, sin temor a ser criticado, a ser tildado de politicamente incorrecto

En los últimos años los gobiernos de muchos países han avanzado en su pretensión de apropiarse de la enseñanza. Una ministra del presidente Sánchez se atrevió incluso a afirmar públicamente que no debemos pensar que los hijos son de los padres. Su audacia, y que conste que valoro la audacia como virtud, no parece tener límites. Llegados a este punto, ¿dónde queda la libertad?

Decía Chesterton que las palabras se han vuelto como locas, ¿no? Y una de estas palabras que se ha vuelto como loca ya desde la Revolución Francesa, incluso desde antes, es la palabra libertad, que ya no reside en la capacidad de hacer o de buscar el bien, por medio de esa potencia que es la voluntad, la voluntad racional, sino que se entiende por libertad el libertinaje, la capacidad de hacer, decir u omitir, hacer cualquier tipo de cosas en nombre de la libertad.

La Iglesia siempre ha enseñado que los primeros educadores de los hijos no es ni la escuela, ni el Estado, ni siquiera los profesores; son los propios padres, guiados por la enseñanza de la Iglesia, por la enseñanza bimilenaria de la cultura católica.

    Los primeros educadores son los padres, guiados por la enseñanza bimilenaria de la cultura católica

Por esta razón, en estos tiempos en los que tanto se habla de libertad, pero termina restringiéndose la posibilidad incluso de educar a sus propios hijos en la verdad, uno tiene que oponerse, como el Quijote, frente a los molinos de viento, aunque parezca que uno va a ser degollado en el «tribunal de la tolerancia».

Eso es lo que tenemos que buscar siempre; que la educación, que implica llevar al máximo las potencialidades de la persona que tenga enfrente, por medio de uno, que es un mero instrumento que va tratando de ayudarlo, que no se nos quite ese ámbito de la verdadera libertad para que esos hijos puedan ser educados para el cielo.
Hay muchos católicos que parecen tener miedo a revelar públicamente su fe, y no digo ya a predicar la Buena Nueva ¿Cómo convencerles de la necesidad de que el católico incremente su presencia en la vida pública?

Esto que me pregunta es en concreto lo que se conoce como el catolicismo liberal. Es decir, ser católico nada más que en la esfera privada, pero no revelar públicamente nuestra condición de cristianos. Lo cual es justamente contrario, no solamente al evangelio, a aquello de que «vosotros hoy sois sal de la tierra», a aquello de que «vosotros sois la luz del mundo», que se encuentra en el evangelio de San Mateo, «no se puede esconder una ciudad en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa».

Que brille vuestra luz ante los hombres, dice el Señor, para que viendo vuestras buenas obras glorifiquen a vuestro Padre que está en el cielo. ¿Cómo hacer para convencerles de la necesidad de que un católico se muestre en la vida pública? Bueno, primero, en concreto, volviendo a las Sagradas Escrituras, a la sagrada tradición, volviendo a la vida de los santos, que nunca fueron de aquellos que escondían la cabeza, sino todo lo contrario. Y quizás, si ni siquiera todo eso convence, al menos viendo lo que hacen los mundanos.

Los mundanos no tienen ningún tipo de temor en mostrarse como abortistas, como eutanásicos, como prosodomíticos. No tienen ningún problema en mostrarse públicamente como contrarios a la verdad, a la fe, y públicamente hacen gala de todo esto. Pues bien, contra la malicia hay que oponerle milicia.

    Contra la malicia hay que oponer milicia. No hay otra posibilidad

No hay otra posibilidad, no hay otro modo de vivir para un cristiano sino dando el buen combate, que es el buen combate de la vida cristiana.
En efecto, se trata de una realidad cada día más evidente. Ellos no se cortan, de hecho, si alguna vez la tuvieron, dejaron atrás la sutileza. Tanto es así que parece que se hayan quitado la máscara definitivamente. ¿Resulta exagerado señalar que el católico se enfrenta a uno de los momentos más críticos de las últimas décadas?


No, no creo que sea exagerado, por lo menos que nos encontramos ante uno de los momentos más críticos de las últimas décadas, no creo que lo sea. A todos los cristianos siempre les ha parecido que eran los últimos tiempos. Desde San Pablo en adelante pensaban que el Señor vendría en poco tiempo.

    No creo apresurado ni tremendista decir que vivimos uno de los momentos más complejos de las últimas décadas

Lo que sí es cierto, y que no se veía tan claramente como ahora se ve –que es lo que se encuentra en el Catecismo– es que una gran apostasía, incluso dentro de la misma Iglesia, nos está casi como dominando. Uno ve que en una parroquia un cura dice una cosa, en otra otro dice otra, en una diócesis un obispo dice algo que contradice otro obispo en otra diócesis. Conferencias episcopales enteras, como sucedió recientemente con el tema de la bendición de las parejas homosexuales, se han opuesto a lo que venía desde, por ejemplo, la Santa Sede.

Es decir, la gran confusión que hay, la gran división y la gran dialéctica, forma parte de nuestros tiempos, donde la verdad parece que no rige, sino que lo que rige es una pseudocomunión o una pseudounidad, que si no está basada en la verdad no funciona. Por eso no creo que sea para nada apresurado ni tremendista, afirmar que el actual es uno de los momentos más complejos que hemos vivido, por lo menos claramente, en las últimas décadas.

La prudencia debe ser un atributo virtuoso de todo católico, pero debe estar exenta de miedo. Un Papa por el que personalmente siento gran admiración y devoción, Juan Pablo II, nos animó a no tener miedo, a abrir de par en par las puertas a Cristo. ¿Cómo podemos ser valientes sin caer en la imprudencia?

La prudencia es aquella virtud moral, la principal de las virtudes morales, la principal de las virtudes cardinales, junto con la justicia, la templanza y la fortaleza, que regula los medios para alcanzar el fin. En el momento en que uno lo realiza, no siempre sabe si se trata de un acto prudente o no. Normalmente la prudencia se determina de ver por el resultado, porque si los medios fueron lícitos, fueron buenos y el resultado finalmente es bueno, entonces eso fue un acto prudente.

En el momento nunca nos parece que tengamos la certeza absoluta, metafísica, o matemática para eso. Tenemos una certeza moral para para actuar, es cierto. Pero una de las cosas que terminan castrando las voluntades, los sueños o las acciones, es justamente una prudencia malentendida, que es, al final de cuentas, cobardía.

Hoy muchos cristianos entienden que prudente equivale a ser cobarde, que prudente equivale a ser falsamente tolerante, que prudente equivale a no meterse en las cuestiones de los otros, en no decir las verdades. Para tener la clave de actuar con prudencia, pero a su vez sin temeridad, para conseguir la clave de ser valiente sin quedarla en prudencia, hay que conjugar esa virtud moral, esa virtud moral de la prudencia, con la virtud principal de las teologales, que es la caridad. Y una de las cosas a las que lleva la caridad es a hablar con verdad, a no falsear la realidad, a no mentir, a no engañar al prójimo.


    No hay caridad si uno miente, si uno termina prostituyendo la verdad.

No hay caridad si uno miente, si uno termina prostituyendo la verdad. Por eso quizás un modo concreto de no caer en la imprudencia, de no caer tampoco en la cobardía, es conjugando esa virtud moral con esa virtud teologal. Para mí resulta fundamental, seguir el ejemplo de aquellos que nos precedieron en la historia, que son los santos, que han llegado al cielo, y si han llegado al cielo es porque tuvieron las virtudes, y si tuvieron las virtudes, tuvieron la virtud de la caridad de la prudencia.
¿Qué destacaría de la figura y obra de este Papa?

 Dos cosas destacaría. La primera, es la de haber llevado el Evangelio hasta los confines de la tierra con una enorme pero enorme parresía, sin temores a las ideologías, sin temores sobre todo a la ideología nefasta del siglo XX que fue el comunismo. Por tanto, una de las cosas que yo destacaría es esa.

    De Juan Pablo II destaco la valentía de haber predicado la verdad hasta los confines de la tierra, que nosotros tenemos que siempre intentar imitar.

Junto a esta enorme virtud que tuvo el Papa San Juan Pablo II, también encontró una exageración por parte de algunos, que tomaron la figura papal de ese Papa que viajaba por todo el mundo, como si fuera una especie de cuarta persona de la Santísima Trinidad. Pues, si bien supuso un magnífico logro de Juan Pablo II devolver a la centralidad el Primado de Pedro, el cual, después del Vaticano II, parecía haber quedado un poco de lado en favor de las conferencias episcopales de cada país, también esa misma virtud de su figura pública llevó a que muchos católicos acogieran la idea de que el Papa es una especie de cuarta persona de la Santísima Trinidad, o sea, la encarnación de la verdad en la tierra.

Quizás, sumado a nuestro amor tan grande por el papado como pueblo hispano que somos y, sumado al ataque de protestantismo contra el papado y al dogma de la infalibilidad papal –muchas veces muy mal explicado– a partir de la figura de Juan Pablo II, dada la duración de su pontificado, es posible que a muchos católicos les quedara la idea de que siempre, necesariamente, y en todo lugar los Papas, cuando hablan de cualquier tema, aún cuando no sean temas dogmáticos, ni para toda la Iglesia universal, jamás puedan equivocarse.

De esta manera, llegamos al punto en que si uno quizás hoy no está de acuerdo con ciertas posturas, incluso políticas o prudenciales, de algunos Papas, uno termina siendo mal visto o considerado una especie de cismático en potencia, por lo menos. Es por ello que una de las cosas que yo más le rescato a Juan Pablo II es esa valentía de haber predicado la verdad hasta los confines de la tierra y que nosotros tenemos que intentar imitar.
Hace unos días pronunciaba una conferencia en el colegio Juan Pablo II de Alcorcón, cuyo lema proclama “Educar en la Verdad para ser libres”. En un momento en que toda disidencia frente a lo políticamente correcto es perseguida. ¿Se puede defender la verdad objetiva sin que ello suponga un coste para la persona?

No, de hecho, no solamente no se puede defender la verdad objetiva sin que esto suponga un coste, sino que no debe ser así, porque si así fuera entonces nos encontraríamos en dos momentos muy complejos o muy extraños. El primer momento sería que si uno dijera la verdad objetiva frente a toda la gente y no existiera ningún coste, en ese caso sucedería que, o bien a nadie le importa la verdad o a nadie le importa lo que uno dice, ni siquiera cuando es algo, entre comillas, disruptivo; o bien, que todo el mundo ya se ha convertido, en cuyo caso no tiene sentido que haya ningún costo.

    La defensa de la verdad objetiva siempre conllevará un coste

Pero la realidad que ninguna de estas dos circunstancias no se dan en el presente. Porque lo cierto es que ni todo el mundo se ha convertido, ni todo el mundo se encuentra en la verdad, ni tampoco encontramos todavía en el día de hoy, gracias a Dios, una total indiferencia respecto a ciertas verdades que deben ser dichas en honor justamente a Aquel que es la verdad por antonomasia, que es Jesucristo Nuestro Señor.

Por eso, siempre, siempre que uno intente defender la verdad objetiva, necesariamente va a encontrar una oposición en aquellos que no quieren descubrirla o en aquellos que quieren simplemente opacarla, esconderla
En la educación, cada vez más uniformizada, que padecemos no se tienen en cuenta los temperamentos. ¿Cómo educar conforme al temperamento que Dios nos ha dado?

 Los temperamentos son ese modo que por nuestra manera física, también de ser, somos un coprincipio de cuerpo y de alma. Hemos nacido a partir de esos llamados humores, como los llamaban también los griegos, Hipócrates y otros más, en la antigua Grecia. Modos distintos de ser, modos distintos de haber sido «fabricados», entre comillas, por nuestros padres. Nos vienen por nuestro coprincipio corpóreo.

No es lo mismo educar a alguien que de temperamento es más bien colérico, que educar a alguien que es de temperamento flemático, sanguíneo o melancólico, dividiendo los cuatro modos clásicos de temperamentos. Quien así lo hiciera estaría intentando colocar un mismo traje o un mismo vestido a personas distintas. Y, aunque sean excelentes vestidos y excelentes trajes, no a todos nos quedan exactamente igual o ni siquiera bien. Un padre, una madre, un educador, tienen que intentar, en la medida lo posible, saber a quién está educando.

Asimismo, sirve para que, en la propia vida espiritual, nosotros mismos sepamos cuáles son nuestros puntos débiles, por un lado, y, por otro lado, cuáles son nuestros dones, nuestros talentos naturales, que no nos vienen porque nos hayamos esforzado, sino que nos vienen de fábrica. De ahí que también sea tan importante esto en la psicología experimental, que antes era sencillo de conocer –cuando el mundo pensaba con más sentido común–, lo que son los temperamentos o los modos de hacer de cada uno.
Acaba de mencionar el sentido común. Es una cuestión esta que me interesa mucho, de la que hablo y escribo a menudo, y que me hace pensar en Gramsci, al que usted conoce bien. El fundador del Partido Comunista Italiano y, todavía hoy, uno de los grandes referentes intelectuales del neomarxismo mundial, establecía una íntima correspondencia entre ideología y sentido común. En mi opinión, esta ideologización del sentido común está alterando por completo el mundo que conocemos, ese que heredamos de nuestros padres, y que ellos, a su vez, heredaron de los suyos. Hemos llegado a tal extremo que aceptamos como normales las mayores anomalías. ¿Cómo revertir la situación?

 El único modo de buscar lo contrario a lo que decía Gramsci es volviendo a decir que el agua moja y que el fuego quema, que 2 más 2 son 4, que la verdad no depende del número, y que porque un montón de moscas coman excremento eso no hace que el excremento sea ni saludable ni apetitoso.

    El único modo de buscar lo contrario a lo que decía Gramsci es volviendo a decir que el agua moja y que el fuego quema

No queda otra opción para volver al sentido común que retomar la verdad. La verdad, que es la adecuación de la cosa y del intelecto, que no depende de mí, que no depende de si estoy dormido, despierto, soñando, percibiendo o autopercibiendo diversos colores, sabores o sexos.

No hay otra opción para volver al sentido común que seguir predicando, que seguir intentando conocer la verdad y predicándola a los cuatro vientos. Ese es el orden natural de las cosas. El orden natural reside en volver al sentido común, que jamás fue perdido por la Iglesia, sino que siempre se mantiene idéntico.

La iglesia es esa institución que se mantiene in semper in eodem, esto es, siempre en lo mismo.

Por eso, el mismo Gramsci destacaba que si uno no tomaba ciertas estructuras de la iglesia, esas que hacían que todos los domingos una viejita en su parroquia escuchase el mismo discurso, el mismo mantra; que un catedrático de Oxford y el Evangelio del domingo fuera los mismos para una persona en Australia que para una persona en China; si uno no cambiaba ese sentido de las cosas, esos discursos, o esa moral Incluso en la iglesia, señalaba el intelectual italiano, en ese caso, iba a ser muy difícil cambiar la sociedad según su paradigma de la revolución cultural, reflexionado y escrito desde la cárcel. Gramsci planteaba la necesidad de cambiar el sentido común católico.

Y para terminar una última pregunta. Por muy complejo que sea el contexto, el católico siempre debe tener la esperanza en el horizonte. ¿Hay espacio para la esperanza?

 Pues claro que sí, porque la esperanza es aquella virtud sobrenatural y fundida por Dios en nuestras almas que nos hace esperar aquellas cosas que Dios nos ha prometido. No hablamos aquí de una esperanza terrenal. Sabemos, buscamos, anhelamos y trabajamos para que Cristo nuevamente reine en la sociedad, no solamente en nuestras almas y en nuestras familias, sino que reine en el mundo entero, que reine en los gobiernos, es decir, como aquello que decía el gran Papa León XIII: que la filosofía del Evangelio gobierne nuevamente los estados.

    La esperanza es aquella virtud sobrenatural y fundida por Dios en nuestras almas que nos hace esperar aquellas cosas que Dios nos ha prometido

Tenemos que intentar buscar, incluso aquí en la Tierra, que Cristo reine en nuestra sociedad. Tenemos que hacer todo lo posible para que Cristo reine en todos los ámbitos. Si Dios quiere, algún día vendrá un nuevo momento para la Cristiandad. Y si Dios no lo quiere, por lo menos, cuando parezca que ya no queda nada por salvar, tenemos que pensar que siempre queda algo por salvar, que es la propia alma. Que al menos Cristo reine en nuestras almas.

Por eso la esperanza en cuanto a virtud surnatural que nos hace esperar el cielo depende también en gran parte de nuestra cooperación para poder alcanzarlo, para poder llegar al cielo, incluso arrebatarlo por asalto. Así que claramente que sí. Muchas gracias.
Gracias a usted padre, ha sido un auténtico placer tenerle en Forum Libertas.

 https://www.forumlibertas.com/javier-olivera-ravasi-entrevista/

martes, 25 de marzo de 2025

Cop 29 o la falsa moralidad climática



    Otra cumbre en la que se tratará de coartar el acceso a una energía asequible, y por tanto la prosperidad, a millones de personas y prevalecerá la hipocresía ecologista

Asistimos otra vez a otra cumbre mundial de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, más conocidas como COP.  Este año se celebra en Bakú y, a primera vista, parece que sus objetivos y resultados serán mucho más grises que los del año pasado en Dubái.  Sin embargo, esta edición tiene temas muy interesantes que merecen nuestra atención, como es la pretensión de establecer un comercio mundial de emisiones y un asunto tan crítico como la redefinición de los países contribuyentes a un fondo de compensación climática.  

Al igual que en los años anteriores, esta cumbre nos ofrece ejemplos de cómo este evento se va consolidando como un espectáculo mundial de hipocresía; a los habituales jets privados desde medio mundo se le añade el hecho de que el máximo representante de Azerbaiyán, el país que hospeda la cumbre, fue cazado negociando  millonarios acuerdos petrolíferos en secreto mientras el objetivo de la COP es precisamente eliminar los combustibles fósiles.

En la ceremonia de apertura de la cumbre, Simon Stiell, secretario general de la Convención Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, instó a las naciones a aumentar sus ambiciones en torno a la financiación climática y la reforma del sistema financiero: ‹‹la financiación climática no puede ser caridad, sino una necesidad imperiosa para todas las naciones, incluidas las más ricas y poderosas››. Todo un anticipo de hacia donde parece pretender dirigir los esfuerzos el cónclave mundial de supuestos expertos políticos que, apoyados por corporaciones transnacionales y bancos de inversión, están dispuestos a sacrificar el progreso real ante el altar del ecologismo radical.

Es evidente que la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses no les va a ser una ayuda precisamente. Estados Unidos, que con Joe Biden ha sido en las últimas ediciones uno de los mayores impulsores de las COP, ha dejado su lugar a China quien, aun siendo con mucha diferencia el mayor país contaminante del planeta, paradójicamente ha asumido un papel impulsor de estos acuerdos.

China se beneficia de un absurdo criterio establecido en 1992 por el que apenas 25 países del mundo son los obligados a reducir las emisiones y pagar por ellas mientras que otros con rentas muy elevadas y emisiones per cápita mucho mayores como Singapur, Catar, Emiratos Árabes, Israel o la propia China, están prácticamente exentos al estar considerados, según ese acuerdo de 1992, como ‹‹naciones en desarrollo››. El actual gobierno estadounidense, ya en salida y a la espera de Trump,  pretende cambiar este concepto y obtener un acuerdo global y evitar, o al menos hacerle pagar un coste mayor, a Trump, que ya anunció su intención de abandonar todo foro que suponga una reducción de emisiones.  

Lo que es indudable es que esta COP 29, como las anteriores, acabará en un fracaso. Podrá ser más o menos aceptado o reconocido, pero es la realidad a la vista de los precios de la energía en todo el mundo y las dificultades de acceso para los habitantes de los países más pobres. El intento por controlar las emisiones afectando al consumo y a la demanda de energía de millones de personas a nivel mundial, supone un encarecimiento continuo de los precios energéticos y ello se traduce en gran medida en impedir el acceso a la prosperidad y al bienestar a cientos de millones de personas.

El colmo del ridículo ha sido la asistencia a Bakú de un cobarde Pedro Sánchez que, huyendo del Parlamento español para no rendir cuentas de los trágicos eventos de Valencia, escondió su miserable actuación y la incompetencia de su gobierno afirmando compungidamente ‹‹el cambio climático mata››. De nuevo el dato mata al relato, pues la realidad es que nunca el ser humano ha estado más protegido y con más medios para poder hacer frente a tempestades o calamidades.

Muertes por desastres climáticos y evolución de la concentración de CO2 en la atmósfera
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Como en los años anteriores el objetivo final del COP 29 es restringir el uso de combustibles fósiles intentando reducir tanto la oferta como la demanda. Esto implica numerosas restricciones que se traducen en un aumento de precios que afecta, sobre todo, a las naciones con una dependencia energética mayor y que las hacen mucho más dependientes del exterior en términos financieros y geoestratégicos.

Sigue siendo dolorosamente incomprensible que, ante las necesidades energéticas mundiales y de millones de personas dependientes de las mismas, no se opte por impulsar la única energía masiva y que no emite CO2 como es la nuclear y que, en su lugar, se ofrezcan absurdas soluciones como las energías solares, eólica o el propio hidrógeno que, no sólo no van a solucionar problema energético alguno, sino que lo van a agravar con una carestía prolongada y unos costes de inversión que serán sufragados en su gran mayoría por deuda pública y los impuestos de los contribuyentes.

Al final, ninguna COP, ni las anteriores ni esta, van a poder ser una solución porque sus erróneas premisas y sus planteamientos son contrarios al progreso y a la prosperidad asociados a la energía y que, además, son intrínsecos a la naturaleza humana. Las prioridades del planeta deben ser la salida de la pobreza, la eliminación de la miseria, la mejora de la educación y la alimentación y para ello es imprescindible que la energía sea más accesible y universal. Eso, hoy por hoy, implica el uso de combustibles fósiles que son los más baratos, accesibles y adecuados. Como lo demuestra la historia, todos los países hoy desarrollados, sin excepción alguna, han alanzado un nivel de prosperidad usando el carbón, el petróleo y el gas.

El hecho de que Trump haya manifestado su intención de retirar a Estados Unidos del Tratado de París debería implicar que se tuviera que replantear a nivel mundial la utilidad de esos circos globales que sólo sirven de escaparate a algunos decadentes políticos que buscan un aplauso fácil con la excusa del clima y para hacer negocios, como lo demuestra el máximo representante de Azerbaiyán. Y es que no es aceptable que una clase política sin escrúpulos arruine a los sectores productivos y a las finanzas de sus países para poder aparentar una preocupación por el clima mientras vuelan en Falcon a un concierto.

El verdadero reto está en poder facilitar mucha más energía al planeta, no menos; y hacerlo de una forma mucho más barata, no incrementando los precios. Cuestiones como la reducción de emisiones de CO2 por su impacto en la calidad del aire (que no en el clima), la dependencia de los combustibles fósiles o sus precios son importantes; pero deben estar supeditadas a garantizar un suministro energético masivo y seguro a nivel mundial.

Es justo lo contrario de lo que está promoviendo el COP con su idea de la neutralidad de emisiones de carbono. Esa es la posición de Naciones Unidas, la Agenda 2030 y tantos gobiernos como el que padecemos en España; unas recetas de precariedad y escasez que se apoyan además en inversiones públicas millonarias que sólo ofrecen un horizonte de control político, intervención estatal, mayor presión fiscal y el consecuente empobrecimiento generalizado de toda la población.

Por mucho que se empeñen, sólo se podrá afrontar un futuro que ofrezca más prosperidad a toda la humanidad con un mayor uso de energía y que éste sea más asequible y económico. Para ello es imprescindible abandonar la senda actual y rechazar la máxima de la neutralidad de CO2 o la de priorizar la huella de carbono sobre el precio de la energía.

Para ello se ha de apoyar la única fuente energética capaz de producir masivamente energía limpia masiva que es la nuclear, fomentar la innovación y garantizar la libertad para particulares y empresas para poder elegir entre energías y tecnologías de generación.

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lunes, 24 de marzo de 2025

Sarna con gusto no pica

 Significa que no puedes quejarte de algo que has elegido. En España hemos elegido socialismo ya varias veces. Ha habido multitud de crisis y escándalos, pero muchos siguen votando socialismo.

Tendría que ser socióloga para explicar esto. Tal vez es porque la oposición no convence, o por la ley electoral.  El caso es que cuando tienen ocasión de cambiarla tampoco lo hacen. Pues eso, no se pueden quejar.

domingo, 23 de marzo de 2025

Por qué escribo

 Porque no sé hacer otra cosa. Porque lo necesito. Porque estoy muy implicada en la lucha contra el globalismo, el wokismo. Aborto, eutanasia, ideología de género, alarmismo climático y médico, feminismo radical, inmigración descontrolada...

No espero cambiar el mundo. Me conformaría con saber que a alguien le he hecho pensar. Que alguien cambió de opinión sobre alguno de esos temas leyendo mis escritos. Y ese alguien se lo contó a otro y ése a otro...

Sobre la guerra:https://www.cesarvidal.tv/videos/editorial-una-vez-mas-espana-bajo-control-frances-19-03-25

sábado, 22 de marzo de 2025

Científicos destrozan el alarmismo climático

Un grupo de científicos y académicos acaba de crear la Asociación de Realistas Climáticos (ACR), cuyo primer comunicado es un torpedo bajo la línea de flotación del alarmismo climático desatado tras la DANA que el pasado 29 de octubre generó un auténtico desastre en Valencia.

En su texto empiezan por señalar el profundo debate que se ha abierto en la sociedad tras estos sucesos y explican que "los científicos debemos contribuir a este debate con nuestro conocimiento para ayudar a la sociedad a entender y minimizar los efectos de unos fenómenos meteorológicos extremos que no van a dejar de suceder".

Porque tal y como demuestra de forma contundente el documento, estas riadas seguirán pasando, sobre todo porque han venido pasando toda la vida:

    Las riadas a consecuencia de una DANA se han producido siempre y no van a dejar de hacerlo, independientemente de que como cambie el clima. Sólo en Valencia capital hay registros escritos de 26 inundaciones provocadas por riadas extraordinarias en los últimos siete siglos, una media de cuatro por siglo.

Además, los datos desmienten rotundamente a los que las relacionan con el calentamiento del planeta:

    La gran mayoría de ellas tuvo lugar durante la denominada Pequeña Edad de Hielo (s. XIV-XIX), cuando la temperatura era de hasta 2°C por debajo de la actual, el mar Mediterráneo estaba considerablemente más frio y la concentración de CO2 en la atmósfera era un 33% más baja.

Y es que el factor determinante en una DANA y, en general, en los fenómenos climáticos extremos, "no es la temperatura sino la actividad atmosférica, que con el calentamiento actual está disminuyendo al reducirse la diferencia de temperatura entre el ecuador y el Ártico. Una atmósfera menos activa resulta en menos fenómenos extremos, no más", concluye el texto.
No hay más riadas

El documento de la ACR explica que, al contrario de lo que se está diciendo desde la política y los medios, las riadas no están siendo más frecuentes ni peores con el cambio climático. Para ello recuerdan el trabajo publicado en la revista Hydrological Sciences por los profesores Barriendos y Rodrigo en 2006, que incorporaba el mejor registro de riadas en España y demostró que la década con más riadas extraordinarias en la cuenca mediterránea española fue la de 1841-50, con tres riadas por año.

Al contrario de lo que se asegura en las últimas semanas, "desde 1960 y coincidiendo con el calentamiento reciente, el número de riadas en España ha ido disminuyendo, tanto en la cuenca mediterránea como en la atlántica, hasta alcanzar los niveles más bajos en siglos".

Y a nivel mundial hasta el IPCC reconoce en la página 1856 de su Sexto Informe de Situación (2022) que "no existe evidencia suficiente para sostener que esté cambiando la frecuencia de las riadas y otros tipos de inundaciones".
No hay más muertos, sino muchos menos

Otro aspecto en el que se detiene el documento es que las muertes relacionadas con el clima "han descendido en más de un 90% en el último siglo". La fuente de este dato es un artículo que el conocido profesor Lomborg publicó en 2020 en la revista Technological Forecasting & Social Change.
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Una reducción que, además "contrasta con la falta de cambio significativo en las muertes causadas por fenómenos naturales no relacionados con el clima, como terremotos, tsunamis y volcanes". Según los científicos de la ARC esto "demuestra que las muertes relacionadas con el clima son susceptibles de ser evitadas mediante la adecuada acción humana de prevención y adaptación".
La "desidia y el abandono", entre los culpables

Por lo que se refiere en concreto a la tragedia en Valencia, el documento señala que era mismo tiempo "impredecible" y "esperable" y que, eso sí, "los gobiernos y administraciones de España son responsables de la desidia y el abandono de su obligación de proteger a los ciudadanos por no haber realizado las acciones de prevención y adaptación necesarias para impedir que las inevitables riadas tengan un resultado trágico en pérdida de vidas humanas y destrucción económica".

Además, resaltan que estás acciones que se deberían haber puesto en marcha se conocen desde hace años e incluso "están planificadas desde hace muchas décadas".

Entre ellas está la "construcción de infraestructuras de protección frente a avenidas", que en algunos casos además son infraestructuras planificadas en esa zona "que no se ejecutaron a pesar de hubieran tenido un coste muy inferior a los daños causados por la riada".

También citan la "limpieza de las riberas de los cauces para mantener la capacidad de drenaje y reducir el efecto destructivo de las avenidas", es decir, el gran reproche que se ha hecho a la Confederación Hidrográfica del Júcar y al ministerio de Teresa Ribera. De hecho, tal y como comenta el texto "en muchos casos dicha limpieza ha sido prohibida, poniendo un mal entendido ecologismo por encima de las vidas y bienes de los ciudadanos".

Recuerdan también la necesidad de "regular el uso del suelo", ya que "permitir la construcción de viviendas y polígonos en zonas de inundación perfectamente conocidas es una imprudencia que resulta en muertes".

Por último, destacan la necesidad de tener "sistemas de alerta temprana a la población para todo tipo de situaciones de emergencia", que incluyan "ensayos regulares y responsabilidades definidas"; y de "impartir instrucciones claras a la ciudadanía" sobre cómo actuar durante una riada, unas instrucciones que tienen que darse "tanto en colegios como a través de los medios de comunicación".

Los científicos de la ACR concluyen su texto alertando del gran error que es culpar al cambio climático de lo ocurrido, ya que "reducir nuestras emisiones de CO2 y cambiar nuestros coches de combustión por eléctricos no impedirá futuras tragedias, mientras que tomar las medidas conocidas de prevención y adaptación frente a los fenómenos meteorológicos extremos, que se han producido en el pasado y se seguirán produciendo en el futuro, sí lo hará".
- Seguir leyendo: https://www.libremercado.com/2024-11-18/cientificos-destrozan-el-alarmismo-climatico-tras-la-dana-las-muertes-por-el-clima-han-caido-mas-del-90-en-un-siglo-7187841/

 

viernes, 21 de marzo de 2025

La dictadura de la libertad y los odiadores del amor

 

Las cosas son lo que son y no lo que la etiqueta dice que son. Otra forma de verlo es que si a una botella de agua le pones una etiqueta que pone ginebra, lo que hace que sea ginebra o agua no es la etiqueta sino el contenido. Una etiqueta que pone ginebra en un botella de agua, o viceversa, es una etiqueta equivocada, o una mentira, una estafa, un bulo. La etiqueta sigue a la sustancia y no a la inversa, parece evidente pero en política no lo es tanto, porque en política el juego consiste en ponerse a sí mismo una etiqueta que pone “maravilloso” y colgarle al contrario una que pone “veneno”.

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Si, por ejemplo, analizamos las medidas que el sanchismo pretende implantar para “mejorar” y “regenerar” la democracia, la pregunta es si el etiquetado realmente se corresponde con una mejora de la democracia o si, por el contrario, lo que se pretende es recortar la democracia y otorgarle poderes extraordinarios al gobierno.

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Podemos preguntarnos en esta línea si otorgar poderes extraordinarios al gobierno para luchar contra la desinformación y los bulos es regenerar la democracia o degenerarla. En primer lugar porque los partidos en el gobierno o con el gobierno no son precisamente los menores emisores de bulos. No habrá amnistía, traeré a España a Puigdemont para que responda ante la justicia, no pactaré con Bildu. Las mentiras y la desinformación del gobierno no sólo afecta a cuestiones estrictamente políticas. El covid era un catarrillo por el que no tenía sentido suspender el 8M. Las mascarillas eran inútiles. Las mascarillas después eran imprescindibles. Si habías estado con un contagiado podías seguir haciendo vida normal mientras no tuvieras síntomas. Si habías estado con un contagiado, poco más tarde, tenías que ponerte en cuarentena hasta ver que no desarrollabas los síntomas. Lo blanco puede ser negro o primero blanco y después negro, cuando se trata del gobierno. Lo que está claro es que democracia es que sea el gobierno el que está bajo vigilancia y no que sea el gobierno el que nos vigila a todos.

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Cuando criticar al gobierno se convierte en “desinformar”, hay que ponerse en guardia frente al gobierno. Muy particularmente cuando el gobierno pretende dar el paso entre desmentir a quienes le critican y perseguirlos. ¿Hay alguna democracia en la que no se pueda criticar al gobierno? ¿Hay alguna dictadura en que se pueda criticar al gobierno? ¿Hay alguna democracia en la que el gobierno decida lo que es verdad y lo que no y lo que, consiguientemente, se puede publicar y lo que no? ¿A dónde nos lleva este gobierno?

Criticar al gobierno es libertad de expresión. Es un derecho fundamental. La libertad de expresión no puede ser una concesión graciosa del gobierno para alabar al gobierno. No se puede dejar en manos del gobierno, al menos en una democracia, lo que se puede decir del gobierno y lo que no. La única garantía para poder criticar al gobierno no puede ser formar parte del grupo de partidos cuyos votos sostienen al gobierno.

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Que el gobierno elija a los jueces que tienen que juzgar lo que hace el gobierno tampoco es regenerar la democracia sino todo lo contrario. La esencia de un juez es que no sea nombrado por una de las dos partes en litigio. Si en un conflicto con el gobierno el juez lo nombra el gobierno no hay posibilidad de un juicio justo. No hay democracia. La cualidad fundamental de un juez entre dos partes es que el juez sea independiente de las dos partes. Por supuesto esto también rige en caso de que una de las partes sea el gobierno. Es más, esto rige especialmente cuando una de las partes es el gobierno.

Nadie instaura una dictadura en estos tiempos llamándola dictadura. Pero esto no significa que no haya en el gobierno enemigos de la libertad, sino que a la dictadura para poder venderla hay que llamarla de otra manera, por ejemplo regeneración de la democracia o batalla contra la desinformación. Si quieres convertir una democracia en una dictadura no lo puedes vender así, lo tienes que etiquetar como una mejora o una regeneración de la democracia. Volvemos al principio. Volvemos a lo que las cosas son realmente y no al etiquetado con que se venden.

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En la famosa novela de Orwell titulada 1984, el gobierno tenía 4 ministerios: al encargado de mentir al pueblo se le llamaba Ministerio de la Verdad, al ministerio encargado de la guerra se le llamaba Ministerio de la Paz, al ministerio encargado del racionamiento se le llamaba Ministerio de la Abundancia, y al ministerio de la represión se le llamaba Ministerio del Amor. El protagonista de 1984, Winston Smith, trabaja en el Ministerio de la Verdad. Su trabajo consistía en borrar de la hemeroteca todas las promesas incumplidas del gobierno. No habrá amnistía, no pactaré con Bildu… Con la hemeroteca de Pedro Sánchez habría que buscarle una legión de ayudantes al pobre Winston.

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¿A quién hay que odiar? Al que se señala como odiador. El discurso del gobierno contra los llamados discursos de odio es un puro discurso de odio. Hay que exterminar a los odiadores, erradicarlos, taparles la boca, señalarlos, excluirlos, sacarlos de la vida política, construir alrededor de ellos un cordón sanitario, o mejor un muro. Todo odio contra el odiador es poco, está justificado y no es voluntario. Dice que envenena la convivencia gente que a todo el que no piensa como ella le llama fascista, enfangador, odiador, asesino de abuelos en las residencias,, ladrón. Naturalmente quien decide qué es o qué no es un discurso de odio y a quién hay que odiar es nuevamente el gobierno. “La regeneración democrática” es odiar todo lo que no sea el gobierno.

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A lo que vamos es a que las palabras no significan nada. O sea, las palabras sí significan algo cuando hay una concordancia entre el signo y la cosa significada. Decir que una botella es de leche significa algo cuando lo que hay dentro de la botella es leche. Y si en vez de leche no sólo hay otra cosa sino que esa otra cosa es veneno estamos ante una mentira muy peligrosa. Ya sabe lo que hace el que cambia la etiqueta, porque nadie salvo que sea suicida se bebe una botella de veneno con una etiqueta que pone veneno.

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 https://www.navarraconfidencial.com/noticias/la-dictadura-de-la-libertad-y-los-odiadores-del-amor/

jueves, 20 de marzo de 2025

Hay de todo en la viña del Señor

 Eso es una gran verdad. Hay buena gente y también hay mala gente. Tendemos a tratar de justificar a los que hacen mal por sus orígenes y sus circunstancias.

Sin embargo, en el mismo caso otros no caen en el mal, sino que sacan el mejor partido. De manera que no es tan fácil decidir quién tiene razón. Sólo Dios lo sabe.

Yo creo que hay gente mala por naturaleza. Me he cruzado con alguno y no creo que intentar ignorarlo mejore las cosas.

miércoles, 19 de marzo de 2025

Cinco tipos de insultos con los que te atacan los globalistas

 Agustín Laje, en su libro “Globalismo: Ingeniería Social y Control Total en el Siglo XXI”, explica que el globalismo es el proyecto más ambicioso de la historia. Y al mismo tiempo, uno de los más peligrosos, pues el control político y económico que pretende comienza con el control mental que se desarrolla a través del lenguaje.

Laje hace referencia a dos tipos de palabras clave que juegan un papel central en la manipulación del discurso globalista: las palabras talismán y las palabras malditas. Las palabras talismán tienen el poder de santificar cualquier expresión que las contenga, convirtiéndola en incuestionable y, al mismo tiempo, inhibiendo cualquier crítica o duda sobre ellas. Este fenómeno genera un ambiente en el que las ideas dominantes se imponen sin oposición, privando a los individuos de su derecho a opinar.

Por otro lado, las palabras malditas funcionan como armas de descalificación a todo aquel que se atreve a disentir. Estas son utilizadas por los globalistas para estigmatizar y silenciar a aquellos que cuestionan su agenda, su discurso o sus directivas.

Laje identifica cinco tipos principales de estas etiquetas:

    Las que patologizan al disidente, como el sufijo «-fóbico» (por ejemplo, «homofóbico», «transfóbico», «gordofóbico»). Esta estrategia busca asociar cualquier crítica o desacuerdo con una ideología determinada con un trastorno mental o una desviación patológica de la norma social que ellos sufren, ya que son una amenaza para la salud mental colectiva que necesitaría ser tratada o curada.
    Las que colocan al disidente en una posición extremista, como «extrema derecha» o «ultraderecha», con el objetivo de pintar a aquellos que se oponen al globalismo como figuras radicales, sin matices, sin justificaciones racionales. Laje sostiene que este es un recurso frecuente para desvirtuar las críticas al globalismo, sugiriendo que los opositores no tienen un marco teórico o filosófico coherente, sino que están guiados por una especie de odio irracional hacia el «progreso». Desde una perspectiva conservadora, esta es una táctica comúnmente utilizada por la izquierda progresista para asociar la defensa de los valores tradicionales con el extremismo.
    Las que apelan a fantasmas del pasado, como «fascista» o «nazi», asociando a quien se opone al globalismo con regímenes totalitarios pasados. Esta estrategia es una de las más efectivas, ya que evoca los horrores del fascismo y el nazismo, y sus implicaciones morales son tan profundas que el simple uso de estos términos genera repulsión inmediata. Sin embargo, como argumenta Laje, el uso indiscriminado de estos términos no solo es una distorsión histórica, sino que también busca ocultar el verdadero significado de los movimientos políticos de hoy, como el conservadurismo y el nacionalismo, que nada tienen que ver con los regímenes totalitarios del pasado.
    Las que expulsan al disidente de la historia actual, tildándolo de «retrógrado», «medieval» o «arcaico». Para los globalistas, aquellos que defienden los valores tradicionales, como el respeto a la familia, la identidad cultural o la soberanía nacional, están desfasados o perdidos en el pasado. Esta es una estrategia para desposeer de legitimidad el anhelo por preservar las tradiciones nacionales y culturales, asociándolas con un supuesto estancamiento en el tiempo, cuando en realidad son expresiones de resistencia frente a un proyecto que busca homogenizar las culturas y civilizaciones del mundo bajo un solo molde globalista.
    Las que descalifican como un delirio todo argumento que desafíe las agendas globalistas, tales como «negacionistas», «conspiranoico» o «alarmistas». Esta estrategia tiene como objetivo ridiculizar a quienes se oponen a la narrativa oficial del globalismo, haciendo que sus preocupaciones sean vistas como irracionales y sin fundamento. esta es una clara forma de silenciar la disidencia y aniquilar cualquier posibilidad de debate abierto, mientras se impone una narrativa única que no admite cuestionamientos.

¿Cuál es el antídoto para esta venenosa narrativa globalista?

Laje nos advierte, pero también nos conduce en la manera de libramos de estos ataques globalistas.  Nos dice que estas “palabras malditas” solo tienen poder en la medida que las aceptemos como parte del lenguaje con el cual nos comunicamos. Su influencia se debilita cuando decidimos impugnarlas y dejamos de otorgarles autoridad.

Para ello, existen dos vías principales: la ridiculización y la argumentación.

La ridiculización implica señalar y evidenciar los absurdos de estas etiquetas de manera creativa y accesible. Se trata de quitarle el aura de sacralización que el globalismo otorga a estas palabras. Por ejemplo, podemos referirnos a “Diversidad”, “Equidad” e “Inclusión” como el credo DEI de la santísima trinidad globalista.

La argumentación se enfoca en impugnar racionalmente el vacío conceptual que subyace detrás de estas palabras. No es difícil cuestionar ideologías como la diversidad cuando cree rígida y dogmáticamente que todo lo diverso es inherentemente bueno, y al mismo tiempo propone el igualitarismo que ignora la naturaleza diversa de la condición humana. La argumentación puede evidenciar las innumerables contradicciones del discurso globalista compuesto por numerosos microrrelatos.

La ingeniería social es la herramienta de un sistema global que pretende moldear a la sociedad a través del poder de la tecnología y el lenguaje. Esto se logra, en gran parte, mediante la desinformación en los medios de comunicación, el adoctrinamiento en las escuelas y, en muchos casos, las leyes sancionadoras que imponen quienes nos gobiernan. Es por esto que resulta fundamental comprender que el discurso es una de las mayores amenazas del globalismo, un medio a través del cual estos actores buscarán ejercer un control total sobre el mundo, a menos que se dé una batalla cultural que exponga las falacias del lenguaje impuesto.

En conclusión, la narrativa de los globalistas no está formado por simples insultos, sino por herramientas políticas profundamente efectivas para controlar el discurso y evitar la confrontación de ideas. La manipulación del lenguaje es un ataque directo contra la libertad de pensamiento y la autonomía cultural.

Si has sido víctima de estos insultos para ser estigmatizado por tus opiniones, alégrate. No eres irrelevante para los agentes del globalismo.

Ahora sabes que en el manual del globalista existen estos 5 tipos de descalificación con los que buscarán silenciarte.

Es fundamental comprender que el lenguaje es una batalla política por excelencia, y la resistencia al globalismo debe empezar por recuperar las palabras y devolverles su verdadero significado, basadas en la lógica, la razón y la defensa de los valores nacionales.

 https://adelanteespana.com/5-tipos-de-insultos-con-los-que-te-atacan-los-globalistas-carlos-polo-y-jose-martinez

martes, 18 de marzo de 2025

De la revancha lingüística al fracaso escolar

 De las cosas que han pasado y están pasando últimamente, no es la menor ni la menos importante la visita de una misión de observadores de la UE para ver qué pasa en las escuelas catalanas. Tristes eran las denuncias que acabaron forzando la existencia de esta misión. Más tristes aún son sus conclusiones. La miseria académica, política e intelectual del «model d’èxit de l’escola catalana» (sic) ha quedado trágicamente al desnudo.

Va ya para cuarenta años que las aulas en Cataluña (y en toda España) saludaron el fin del franquismo como una oportunidad de abrir puertas, ventanas y, por qué no, lenguas enteras, que hasta entonces no había podido abrir nadie. Quien firma esto recuerda perfectamente lo que es tener una abuela materna que se murió siendo analfabeta o no hablando una palabra de español. Una cosa llevaba a la otra porque si, como mi señora abuela, te habías criado en el campo, en lo más umbrío y recóndito del Montseny, el español solo lo podías aprender yendo a la escuela. Justo ese lugar que la madre de mi madre no llegó a pisar nunca.

La recuerdo ya de mayor, viendo a los payasos de la tele en TVE, haciendo como que se enteraba, pero no. Hasta el fin de sus días estuvo convencida de que, en español, tortilla se decía «truitada», y corbata, «curbatuela». Palabros sacados de la manga en alguna ocasión en que, por lo que sea, le interesó inventarse la lengua que no hablaba. Como aquel día que fue a revisarse la vista y, tras media hora de frenético examen, con el oftalmólogo al borde de la apoplejía al ver que mi abuela no era capaz de reconocer, ni teniéndola a un palmo de la cara, una sola letra del alfabeto, convencido de habérselas con un topo de inminente ceguera absoluta, va ella y se pica: «Oiga, que para no saber leer, no lo he hecho tan mal». ¡Acabáramos!

¿Acabarán los escolares catalanes actuales como mi abuela? No, porque viven en un mundo mucho más poroso y abierto donde todo el mundo sabe leer y escribir (si no hacemos mucho caso de las pruebas PISA). Pero ojo que, más espesos aún que los muros de la ignorancia o el analfabetismo, son los del odio. Cuando la ideología se come a la pedagogía y un miserable activismo revanchista barre toda lógica, cuando la mediocridad deviene hipnótica, faltona, matona e insultante, estamos todos perdidos. Nos consideremos de derechas o de izquierdas.

Lo peor, lo más grave que han detectado los observadores europeos, empezando por la cabeza de la misión, Yana Toom, es la mala fe fundamental de la Generalitat independentista y su cada vez más agresiva imposición del catalán como lengua única de la escuela. Que no es que se equivoquen y no lo sepan hacer mejor, no: es que han decidido hacerlo así porque creen que ahora les toca a «ellos». Que si Franco se salió con la suya cuarenta años seguidos, ellos no van a ser menos. Les da igual si los platos rotos los paga un niño con Asperger, una familia recién llegada a Cataluña o simplemente un padre o una madre que no se resignan a que su hijo crezca pensando que su lengua materna, la castellana, es de segunda división.

Hasta aquí, las responsabilidades del separatismo. Hablemos de los presuntos progres que les han dado alas. En los años ochenta, la izquierda catalana clásica pega un giro copernicano de esos que ahora con Pedro Sánchez son el pan de cada día, pero entonces aún llamaban la atención. De decir, como decía Jordi Solé Tura, que la lengua había sido un arma política en manos de la burguesía, a venderles a los inmigrantes y a los obreros que solo hablando catalán saldrían de extranjeros y de pobres.

Con la inmersión se buscó/pretendió/escenificó una alianza entre catalanistas atormentados y castellanohablantes recién llegados que, de hacerse de buena fe, habría sido un milagro. Ciertamente sin la buena voluntad de infinitos andaluces, murcianos, extremeños, etc. que abrazaron la lengua catalana como propia, esta habría sido mucho más difícil de normalizar, de llevar a la centralidad legal, cultural, mediática y administrativa que ahora ocupa en Cataluña.

¿No va siendo hora de renovar y actualizar aquellos votos, aquella alianza? Pretender a día de hoy que la lengua catalana se va a extinguir si dejamos de machacar la otra lengua propia y oficial, tiene todavía menos credibilidad que en tiempos de mi abuela. ¿No va siendo hora de reconocer que por las mismas razones que había que cuadrarse en defensa del catalán en los años 60 ó 70, hay que hacerlo ahora en defensa del español? ¿No va siendo hora de reconocer y recompensar el esfuerzo de todos aquellos que, pudiendo ser arrogantes y catetos, eligieron ser generosos y bilingües? ¿Hasta cuándo se va a pretender impunemente que alguien es extranjero en esta tierra por hablar español, idioma que por cierto no fue ningún invento ni experimento franquista en Cataluña, sino que ha sido lengua legítima y propia de muchos, muchísimos catalanes desde hace siglos y sigue siendo la lengua madre de la mayoría? A los nietos de los nietos de mi abuela, ¿les van a negar el orgullo de aprender y disfrutar todo lo que ella no pudo? ¿Y con malos modos, encima? Ay la «iaia» si levantara la cabeza y esa escopeta de cartuchos de sal que solía disparar contra los listos que intentaban robarle la fruta... No digamos el alma...

 https://www.larazon.es/educacion/revancha-linguistica-fracaso-escolar_2024022165d54b9c82085c00018ed76f.html

lunes, 17 de marzo de 2025

Hacer el paripé

 Significa fingir que haces algo, cuando realmente no estàs haciendo nada. Parece escrito para el pp partido popular español. Desde Aznar llevan fingiendo que son la oposición cuando la verdad es que no se oponen a nada.

Lo único que hacen es sentarse a verlas venir, a que les toque su turno. Mientras tanto fingen que no estàn de acuerdo con el gobierno o últimamente creo que ya no se molestan ni en fingir.

domingo, 16 de marzo de 2025

Señalar al enemigo

 



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José Javier Esparza

Periodista, escritor e historiador. Director y presentador de 'El Gato al Agua' de El Toro TV.

Señalar al enemigo: ¿seguro que sólo es Rusia?

11 de marzo de 2025

La Unión Europea ha decidido que Rusia es el enemigo. Lo dijo sin disimulo la presidente de la Comisión, Úrsula von der Leyen, y lo ha repetido después el presidente de Francia, Emmanuel Macron. Rusia es el enemigo, amenaza nuestra seguridad colectiva y, por tanto, hemos de armarnos contra ese país. 


Señalar al enemigo es el acto fundamental de lo político, decía Carl Schmitt. No lo inventó él: la misma idea aparece en los tacitistas españoles del XVII, como Álamos de Barrientos. Si lo político consiste en asegurar la supervivencia de la polis, es lógico pensar que lo primero es señalar al que nos amenaza. Lo cual, por cierto, implica reconocer que, por lo general, es el enemigo el que antes te ha señalado a ti, como recordaba Julien Freund. En el nuevo discurso europeo, según parece, se da por hecho que Rusia nos amenaza (nos ha señalado como enemigo) y por eso nosotros tenemos que señalarla a ella. Hasta aquí, todo claro.


No obstante, parece que se está pasando por alto una pregunta previa de la mayor importancia, a saber: quiénes somos «nosotros», es decir, quienes somos esa polis que debe defenderse del enemigo. En términos de política práctica, un enemigo es toda aquella potencia que amenaza la seguridad de tu espacio territorial (las fronteras), la supervivencia económica de tu comunidad o la independencia de tus instituciones. Son esas tres cosas las que configuran materialmente la supervivencia de la Polis. Y en ese sentido, como recordaba recientemente Alexandre del Valle, hay razones para arquear una ceja cuando se señala a Rusia como enemigo colectivo de los europeos. Rusia es, ciertamente, enemigo de Ucrania, cuyo territorio ha invadido contra toda legalidad, y puede ser también percibido como tal por los países bálticos, siempre expuestos tras una frontera demasiado frágil. Pero es mucho más difícil considerar que Rusia sea enemigo de Francia, Italia o España. Puede ser una potencia incómoda e inamistosa, alguien con quien no es grato tratar, gobernada por un sistema que podemos juzgar con los dicterios mas severos, pero un enemigo, en los términos estrictamente políticos de los que hablamos, no es: porque no amenaza nuestra integridad territorial (nunca ha invadido un país de la UE ni de la OTAN), no amenaza nuestra supervivencia económica (antes al contrario, seguimos comprándole masivamente gas) y no ha amenazado la independencia de nuestras instituciones, por más que aquí y allá aparezcan conspiraciones frecuentemente tan fantasmagóricas como aquellos supuestos 10.000 soldados rusos que iban a invadir Cataluña para hacerla «independiente».


Si esto es así, ¿por qué las instituciones europeas deciden que Rusia es «nuestro enemigo»? La clave está en el nosotros. Y es una pregunta de la mayor importancia, porque nos remite al sujeto mismo de la soberanía política. Por decirlo en dos palabras, podemos representar ese «nosotros» como «los europeos» o podemos representarlo como todas y cada una de nuestras naciones individualmente consideradas (por ejemplo, como españoles). Podemos asumir el «nosotros» europeo porque estamos inevitablemente vinculados a pactos como la UE y la OTAN, pero entonces habría que hacerse algunas preguntas suplementarias. Por ejemplo: ¿cabe aquí el Reino Unido? ¿En nombre de qué? ¿De la OTAN o de una Europa que ya no es la UE? Y si es la OTAN, ¿es posible imaginarla sin los Estados Unidos? También por ejemplo: ¿en qué medida amenaza realmente Rusia al conjunto de una Europa así considerada? Los partidarios del rearme suelen aludir a la opinión de los expertos, «los que saben de esto», pero ¿esos quiénes son? ¿Los mismos que han ideado el monstruoso escenario sirio? No parecen juicios muy fiables. Por otro lado, esa táctica de señalar al enemigo y anunciarlo a los cuatro vientos antes de estar preparado para hacerle frente no parece la maniobra más inteligente del mundo. Como esta gente es cualquier cosa menos idiota, necesariamente hay que pensar que nos ocultan el verdadero objetivo. Probablemente se trata de esto: crear una atmósfera de miedo lo suficientemente intensa como para que la ciudadanía acepte sin rechistar los sacrificios económicos y sociales que el rearme exige. Rearme que, a su vez, no vendría causado por la inminente amenaza de que los tanques rusos desfilen por los Campos Elíseos, sino porque los Estados Unidos se han hartado de correr con la minuta del gasto.


Bien. Ahora volvamos a la pregunta esencial: ¿quién es nuestro enemigo como europeos? ¿El que fragiliza nuestras fronteras? Pero ha sido la propia oligarquía de Bruselas la que ha fragilizado nuestras fronteras con una política de inmigración demencial. ¿El que amenaza nuestra supervivencia económica? Pero ha sido la oligarquía de Bruselas la que ha erosionado nuestra potencia económica con las imposiciones de un «pacto verde» que ha multiplicado las trabas al crecimiento. Datos: hace quince años, el tamaño de la economía europea superaba en un 10% al de EEUU, pero en 2022 era un 23% inferior; el PIB de la Unión Europea (incluyendo Reino Unido antes del Brexit) ha crecido en este periodo un 21% (medido en dólares), frente al 72% de EEUU y el 290% de China. ¿Quién es, pues, nuestro enemigo? ¿El que pone en peligro la independencia de nuestras instituciones? Pero la oligarquía de Bruselas lleva años socavando la independencia de nuestras instituciones en países como Polonia o Hungría, tomando partido contra candidatos democráticos como se hizo en su día con Giorgia Meloni, limitando libertades públicas (véase el caso británico, ahora que al parecer vuelven a ser «europeos») o, en el colmo del abuso, amparando la anulación de unas elecciones libres en Rumanía. En términos de política clásica, la oligarquía que en los últimos años ha venido rigiendo las instituciones europeas es un enemigo de los europeos más eficaz que cualquier política extranjera. ¿Y en esa oligarquía hemos de confiar ahora para que señale a nuestro enemigo? La propuesta tiene algo de suicida.


Ahora formulemos la misma pregunta ya no como europeos, sino como españoles, estatuto que, por si alguien lo ha olvidado, sigue siendo el único que nos confiere cierta soberanía como ciudadanos. ¿Quién pone en peligro nuestra integridad territorial? En el exterior, y al margen de la vergüenza de Gibraltar, sólo Marruecos, que es el único país que ha repetido hasta la saciedad su ambición de arrancarnos parte del territorio nacional. ¿Quién amenaza nuestra supervivencia económica? En términos prácticos, todos los que hacen menguar nuestra capacidad para procurarnos alimentos, energía e industria, y aquí solo es posible mirar a Bruselas con la alegre aquiescencia de los gobiernos españoles. ¿Quién, en fin, amenaza nuestras instituciones? Aquí, una vez más, la respuesta no atañe tanto a Rusia como a nuestro propio sistema, empezando por el vigente gobierno. O sea que nuestro enemigo, como españoles, está más dentro que fuera y, desde luego, su amenaza no va a menguar por mucho que nos rearmemos para hacer frente al «peligro ruso».


¿Señalar al enemigo? Sea, pero aclarando antes quién es el que se ha de defender, quién es el que se ha de proteger. Si se trata de los españoles, nuestros intereses objetivos, materiales, están muy lejos de los que predican en Bruselas. Y equivocarse a la hora de señalar al enemigo es el error más fatal que una nación puede cometer.

https://gaceta.es/opinion/senalar-al-enemigo-20250311-0500/

Señalar al enemigo, por Jose Javier Esparza

La Unión Europea ha decidido que Rusia es el enemigo. Lo dijo sin disimulo la presidente de la Comisión, Úrsula von der Leyen, y lo ha repet...