Da igual los muchos años que vayas cumpliendo, siempre hay actitudes que te dejan fuera de juego. En los últimos tiempos, me ocurre con la violencia del discurso antifamilia de muchos periodistas progresistas, que han convertido en tendencia titulares del tipo "Me dan igual tus hijos", "Pero quién va a tener hijos hoy en día", "Amigas, dejad de buscar pareja para tener hijos", "Cuando tener un hijo te convierte en pobre: 'Ser padre es uno de los caprichos más caros" y "Madres arrepentidas: 'Si pudiese volver atrás no me quedaría embarazada'". Tenemos enfrente al progresismo más individualista de nuestra historia y no queda claro si es que se han rendido por completo a la sociedad de consumo o si es un autopremio de consolación porque la mayoría carecen de un sueldo que les permita comprar una casa y fundar una familia.
Cojamos, por ejemplo, un revelador artículo del periodista progresista Hector G. Barnés en El Confidencial. Allí podemos ver los efectos de una izquierda que ya no aspira a que los trabajadores sean propietarios, solo a que sobrevivan con alquileres no demasiado asfixiantes. “Siempre que hago cálculos llego a la conclusión de que la paternidad me lanzaría de pasar relativamente bien a vivir, seguramente mal en términos económicos. Con mi sueldo puedo permitirme una vida desahogada, sin hijos, pero vivir con el agua al cuello con uno o dos. Los ejemplos que uno ve a su alrededor le recuerdan sin parar que, más allá de la gratificación personal, los alicientes para embarcarse en aquello que antes era un hito vital son cada vez menos”, admite. Tenemos tan asumido que la izquierda no tiene ya capacidad para proteger a las familias que el debate es si debemos asfixiarnos con una gasto extra por los niños o resignarnos a renunciar.
Muchos no lo recuerdan, pero la palabra "proletario" alude a los miembros de la clase social que no tienen más riqueza que su propia prole. Puede parecer un concepto muy lejano, pero la crisis de 2008 pegó tan fuerte que hizo recordar a miles de españoles que la solidaridad intrafamiliar era su principal protección para no terminar viviendo debajo de un puente. Aquel año se registraron 1,7 millones de hogares con todos los miembros en paro, según el Instituto Nacional de Estadística. Hasta un 3% de familias españolas llegaron a depender de las pensiones de los jubilados. Con un Estado del Bienestar entre debilitado e inexistente, muchos sólo pudieron contar con la familia para sobrevivir. Por eso sorprende el rechazo a esta institución seacada vez más palpable en ambientes de izquierda en España.
“La izquierda identifica la familia con la opresión, la identidad con la xenofobia y el Estado con la represión", explica Diego Fusaro
Además de agresiva, se trata de un actitud estéril, ya que la familia ha sobrevivido a todos las fases de la historia de la humanidad, por mucho que hayan intentado disolverla el comunismo, el hippismo, las tribus iroquesas, el darwinismo espartano y los kibutz israelitas. ¿Qué alegan los antifamilistas para defender su postura? La antropóloga Nuria Alabao, colaboradora del ministerio de Igualdad de Irene Montero, es una cerrada defensora de la abolición de la familia, eslogan que destaca en inglés ("Abolish family') en su bio de Twitter. "Las lecturas feministas inciden en explicar que uno de los principales problemas de las mujeres a la hora de tener hijos son los hombres. Esto ya sea porque, dicen, estos no quieren tener hijos, porque ‘no se comprometen’ o incluso porque las mujeres no encuentran parejas adecuadas para el grado de esfuerzo y dedicación que implica hoy la aventura familiar”, ", explica en un reciente artículo para CTXT.
Hombres, culpa, familia
Alabao es una de esas firmas progresistas que culpan a los hombres de la crisis de la familia al mismo tiempo que reconocen que sería deseable terminar con esa institución, tal y como reconocía en una entrevista hace dos años: “Es importante también la dimensión utópica, pensar que es posible un mundo de familias libremente elegidas, que se puede hacer parentesco no genético. Make kin, not kids, 'haz parentescos, no niños', dice Donna Haraway. Creo que ya lo estamos haciendo de muchas maneras que escapan a veces a las representaciones públicas, por ejemplo, a muchas migrantes no les queda de otra que inventarse formas de reciprocidad no meditadas por la genética porque tienen a sus familias lejos". Han leído bien: para Alabao el modelo alternativo a la familia son los apaños de las migrantes ecuatorianas que hacen equilibrios al borde de la exclusión social. Pocas veces se ha expuesto una idealización de la precariedad tan obscena como esta.
Por supuesto, hay otra forma de ver las cosas, como nos enseñó el pensador italiano Diego Fusaro durante su última visita a España, en enero de 2021 : “La izquierda identifica la familia con la opresión, la identidad con la xenofobia y el Estado con la represión. Por supuesto, una familia puede ser autoritaria, pero también es la forma de organización humana donde florece el amor. El razonamiento que despliegan es defectuoso: como pedir al médico que nos extirpe el pulmón para terminar con la pulmonía”, explicaba. “Un gobierno autoritario tiene dos formas de destruir una institución: decir ‘queda prohibida la familia’ o bien hacerla tan inclusiva que el concepto deje de tener sentido. Lo que hace específico al matrimonio es la posibilidad de crianza de los hijos: extenderla a cualquier tipo de agrupación humana lo desvirtúa”. Cuando pronunció su conferencia, en una sala del Teatro Pavón de Madrid, nuestro gobierno acababa de regular la existencia de dieciséis tipos de familia, dieciséis nada menos.
https://www.vozpopuli.com/altavoz/cultura/izquierda-antifamilia-historia-espana.html
Cada vez son más las parejas que deciden no tener hijos. Por otra parte querría vivir algunos años para ver cómo crecen los chicos que nacen de vientres alquilados por la característica de sus progenitores, un abrazo Susana!
ResponderEliminarSe arrepentirán cuando sea tarde y cuando haya niños sin madre. Un beso
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