Diario conservador de la actualidad

El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”. Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”.

domingo, 23 de febrero de 2025

La política se està apoderando de la vida, por Itxu Díaz

 La política no es importante. La vida sí lo es. La política es sólo un mal supuestamente necesario. No es un fin. Es sólo algo que se interpone en el camino y con lo que tropezamos. Pero lo impregna todo.

La polarización ideológica que algunos denuncian es una farsa: es la izquierda la que ha derivado hacia el extremo, y la derecha, como le corresponde históricamente, se limita a la reacción. La omnipresencia de la política ha llegado a tal extremo que en algunas aplicaciones de citas se puede leer en el perfil “sólo salgo con antifas” o “no tolero a los fascistas”; no está de más recordar que, para la izquierda, un fascista es todo aquel que no dice amén —con perdón de los laicos— a todas las locuras del progresismo posmoderno. (LEER MÁS: Los campus estadounidenses amenazan a los estudiantes y a la nación )

La polarización también alude a dos extremos que se distancian, aunque la palabra radicalización define mejor el desplazamiento ideológico de uno de ellos. Las consecuencias ya están aquí. Veamos este titular de una encuesta de Harris Poll e Indeed: “ El 40% de los trabajadores de la generación Z y de la generación del milenio dejarían un trabajo por diferencias políticas en el lugar de trabajo ”. Cuando la ideología crece demasiado, el individuo decae y las ideas ocupan el lugar de las personas. Estamos en ese punto.

En política no se puede debatir sobre las emociones

Esta encuesta de Harris (Kamala no tiene nada que ver con esto) significa varias cosas. Por un lado, intolerancia hacia el disenso. Me recuerda a cuando tenía 15 años y discutía absolutamente todo lo que decían mis padres, sin importar cuán obviamente equivocado estaba. Estos jóvenes solo quieren verse a sí mismos como parte de un grupo grande, cargado hasta los topes de prejuicios.

En la medida en que la izquierda posmoderna ha abandonado las ideas para dar paso a su amalgama de causas identitarias, su discurso ha quedado reducido a las emociones. Y las emociones no se pueden debatir. No se puede debatir sobre el aborto si alguien dice “Existe una vida humana con derechos” y el otro responde “¿Quieres condenar a una mujer a la tristeza eterna?”. (LEER MÁS: Google controla Internet… ¡y a nosotros! )

No se puede debatir nada cuando el oponente sólo domina el arte de la manipulación emocional. Es una especie de inmadurez, y el inmaduro es como un adolescente: no tolera que le contradigan porque todo parece afectarle lo más profundo del corazón, cada vez que cuestiona sus ideas o las de los demás parece una cuestión de vida o muerte.

Por otra parte, los datos reflejan las consecuencias del esfuerzo de muchas corporaciones por convertirse en altavoces ideológicos. Los proyectos DEI y el cosmos progresista han logrado lo imposible: ahora identificamos un aliado o un enemigo en el sabor de un refresco de naranja. ¿Cómo se ha producido este milagro? Con mucho gusto se lo recuerdo:

Muchas empresas están dando marcha atrás porque saben que son ellas, con su actitud de “ir a la quiebra”, con sus posiciones ideológicas extremas y absurdas, las que han contribuido a poner de relieve la polarización política, como si fuera obligatorio tener un criterio claro sobre todo, desde el medio ambiente hasta los techos de cristal. Se da a entender que el consumidor debe comprometerse. Se oye muy poco decir “no tengo ni idea de este tema, así que no voy a dar una opinión”; admito que yo nunca lo he dicho, pero soy columnista, me gano la vida expresando mi opinión.

El hombre no es un mero animal político

Permítanme aclarar algo. Hay razones ideológicas que justifican la decisión de los jóvenes encuestados. Yo no tendría como jefe a un terrorista del Estado Islámico o a alguien que utiliza las ganancias de su empresa para apoyar al régimen asesino de Venezuela. No por odio, sino por principios. Pero más allá de eso, a lo largo de mi carrera he trabajado con conservadores y progresistas por igual, y tengo la suerte de tener entre mis amigos a un amplio abanico de lunáticos ideológicos de todo tipo.

Quizás porque supongo que sigo considerando a las personas como personas, con toda su dignidad, y no como meros animales políticos. Son los políticos quienes intentan desposeer a las personas de su identidad para atraparlas en la forma de vivir y pensar de sus sectas. Aclaro también que el compromiso con las ideas no es criticable, es loable. El problema es cuando ese compromiso se antepone a todo lo demás como si llevar el carné de un partido en la boca fuera una garantía de algún tipo, como si no hubiera militancia más importante en la vida.  (LEER MÁS: Tulsi Gabbard respalda a Donald Trump )

La mal llamada polarización política ha destrozado en los últimos años familias, matrimonios y amistades, y ahora también podría dinamitar las relaciones entre compañeros de trabajo. Es demasiada responsabilidad para un puñado de ideas y una colección de malditos presupuestos. Es hora de que los políticos se ocupen de sus propios asuntos por un tiempo y nos dejen cenar en paz con nuestros amigos y querer a nuestros compañeros de trabajo, incluso si sabemos que ejercen su derecho a votar, no con las manos, sino con el culo.

https://spectator.org/politics-is-taking-over-life/


6 comentarios:

  1. La radicalización en política(de uno y otro signo ideológico) no beneficia ni a los que la practican.
    Un abrazo.

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  2. Habría que plantearse hasta que punto las ideas de las personas ya son las ideas de un grupo determinado. Cuando decimos que la política se está apoderando de nuestra vida, significa que ya se ha apoderado. Esta poca pemisividad de los grupos ante la disidencia, sin atender al debate y recurriendo a la descalificación, significa que el comunismo ya ha triunfado.
    Un saludo.

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    1. Es cierto. Desde el momento en que no se puede disentir ya no hay democracia. Un beso

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  3. Es real, la vida de las personas se ha derivado a las emociones políticas, cuando debería ser un pensamiento, un abrazo Susana!

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