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viernes, 24 de octubre de 2025

La inmigración no puede reemplazar la baja natalidad española

bortos, divorcios, menos bodas, políticos que dejan de lado la natalidad... cada vez menos parejas deciden formar una familia. Alejandro Macarrón, responsable de Estudios y Análisis Social del Programa CEU-CEFAS, ingeniero en telecomunicaciones y uno de los demógrafos más prestigiosos, alerta de que nuestro país avanza hacia un «suicidio demográfico». Para frenar esta situación, el experto plantea varias medidas sin depender del reemplazo poblacional extranjero.
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El Debate

— La sociedad actual no tiene nada que ver a la de hace 50 años: cada vez hay más divorcios, la inmigración está ganando terreno y el suicidio demográfico es más que notable, ¿por qué ocurre esto?

— Es un proceso lento y largo, con un modelo de sociedad con raíces muy profundas. El problema es que, además de que hay factores que favorecen que tengamos menos niños, hay muy poca oposición y reacción. Antes, los dirigentes sociales eran natalistas porque la riqueza de un país dependía en gran parte de su población. Ahora eso no ocurre igual.

También hay una pérdida de valores cristianos y religiosos, que están muy ligados a la familia.

Hay algo positivo. Actualmente, necesitamos muchos menos niños para mantener la sociedad y las familias igual de bien, debido a la reducción de la mortalidad infantil y juvenil. Pero, aun así, tenemos muchos menos niños de lo necesario.

Entre las principales causas está la desvalorización de las ganas de tener niños y formar familias estables. Si no tienes ganas de tener hijos, de casarte, si los matrimonios se rompen fácilmente o si retrasamos la edad para tener el primer hijo, todo eso afecta.

Otro factor es el aborto. Hace 50 años en España estaba prohibido, pero ahora es un derecho financiado por el Estado. Casi uno de cada cuatro embarazos termina en aborto. Esto refleja una desvalorización de la vida humana y de las necesidades de los niños. Todo eso junto nos lleva a la sociedad que tenemos hoy.

Hay que educar a los niños para que, de mayores, se casen relativamente pronto y formen parejas estables, que es una decisión fundamental

— Hablando de todos estos factores, ¿cuál es la solución? ¿Hay solución?

— Resignarse es como aceptar una muerte lenta, y eso no tiene sentido. Hemos sabido tener familias estables durante milenios. Incluso en sociedades no cristianas, las parejas suelen ser estables. Sabemos cómo tener hijos, solo que ahora tenemos que reaprender un poco.

Primero, no es aceptable resignarnos a no tener niños. Segundo, hay que recuperar las ganas de formar familias. Desde el punto de vista político, hay que favorecer el matrimonio y la natalidad, y reducir la carga fiscal sobre las familias. En los últimos 50 años, el gasto público se ha disparado, con lo que han subido los impuestos. En 1975, el Estado gastaba solo el 19 % del PIB y se tenía un nivel sanitario comparable al actual. No hace falta tanto gasto público ni tanta presión fiscal, que quitan dinero a las familias.

Además, los políticos deberían ser naturalistas y recuperar valores tradicionales. Hay que educar a los niños para que, de mayores, se casen relativamente pronto y formen parejas estables, que es una decisión fundamental. También hay que tener varios hijos antes de ser demasiado mayor, ya que la edad media para tener hijos ha aumentado mucho.
Alejandro Macarrón, responsable de Estudios y Análisis Social del Programa CEU-CEFAS

Alejandro Macarrón, responsable de Estudios y Análisis Social del Programa CEU-CEFASThorun Javier Piñeiro

— ¿Qué papel han jugado los partidos políticos en esta evolución demográfica? ¿Hay alguno que haya actuado con visión de futuro?

— Ahora mismo, Vox es el partido que más apuesta por esto. El PP también está girando un poco en esa dirección, y otros partidos empiezan a hablar de natalidad, algo que antes no hacían. La única mejora es que hay más conciencia del problema y se empieza a actuar, pero aún es insuficiente.

Me preocupa que solo una parte del espectro político tenga conciencia del problema. Esto debería estar fuera de la lucha política, porque todos sufrirán las consecuencias del envejecimiento demográfico.

— ¿Cree que el modelo económico español incentiva la llegada de inmigración de baja cualificación? ¿Por qué no cambia?

— Absolutamente. La inmigración masiva en España y Occidente viene de países menos desarrollados, muchos con Estados fallidos. La diferencia en el nivel de vida es enorme y el estado de bienestar atrae más inmigración de la necesaria. Además, hay una política muy laxa en el control de fronteras.

Esto ha llevado a una gran cantidad de inmigrantes, muchos de los cuales vienen a vivir del subsidio o evaden trabajar. No es culpa de los inmigrantes, sino de nuestros políticos y parte de la sociedad que permite esta situación.

Desde 2008, España no ha bajado de cuatro millones de parados reales, sumando los oficiales y los que no buscan trabajo pero quieren trabajar. Sin embargo, entre 2015 y 2025 han llegado 3.6 millones de inmigrantes netos, un disparate para la economía española y para los propios inmigrantes, que son los primeros en sufrir las consecuencias de la sobreinmigración.
Alejandro Macarrón, responsable de Estudios y Análisis Social del CEU-CEFAS
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Nicolás Cordón Lozano

— Hablando de inmigración, ¿qué ocurre con la segunda generación, los hijos de inmigrantes nacidos y criados en España?

— La segunda generación es muy numerosa, pero la mayoría aún es menor de 25 años, por lo que no tenemos una experiencia sólida de su integración.

Los inmigrantes suelen tener menor nivel educativo y dificultades con el idioma, lo que afecta a sus hijos en la escuela. Hay un problema educativo grave que no se soluciona creando guetos, porque eso tampoco ayuda a la integración.

La idea de que la inmigración puede reemplazar la baja natalidad española es una teoría absurda. Depender de que otros tengan los hijos que no tenemos nosotros no es viable. En vivienda ocurre algo similar. La llegada masiva de inmigrantes agrava el déficit habitacional, porque no se construyen suficientes viviendas.

— ¿Es posible una inmigración islámica compatible con una integración efectiva en una sociedad occidental? Recientemente, hubo confrontamientos en Torre Pacheco.

— Si miramos lo que ocurre en Torre Pacheco o en otros países, la integración no parece buena. El Islam tiene ciclos de radicalización, y desde hace 60-70 años estamos en un ciclo de mayor radicalización.

Con un Islam radical, es difícil la convivencia. Si el Islam evolucionase como el cristianismo, no habría problema, pero eso no está ocurriendo. La fractura social en Francia, Bélgica o el Líbano lo demuestra.

En España hay además factores únicos: fuimos Al-Ándalus, por lo que para el islamismo militante somos un objetivo preciado. Además, la mayoría de los musulmanes en España son marroquíes, y Marruecos reivindica territorios españoles como Ceuta y Melilla, lo que añade tensiones.

— ¿Puede la revitalización de la fe cristiana entre los jóvenes, como se ha visto en el reciente Jubileo de Jóvenes, ser una esperanza para aumentar la natalidad?

— La esperanza es fundamental para los cristianos. Que haya jóvenes que vuelvan a la fe y se involucren es muy positivo. La religiosidad está claramente correlacionada con mayor natalidad, tanto en cristianos, judíos como musulmanes.

Cada vez hay más gente que vive sola y eso tiene que ver con tener menos niños, con muchos divorcios y con menos bodas

En España ha habido una hostilidad hacia la religión católica en las últimas décadas, lo que es un error, porque la religiosidad genera frutos positivos para la sociedad. Por eso debemos apoyar que haya más personas cristianas y católicas, al menos por el bien de la natalidad.

— ¿Qué hay del empobrecimiento afectivo ligado a la baja natalidad?

— Se suele hablar de que el problema de la natalidad es un problema de pensiones, un problema económico y, por supuesto, una sociedad que envejece y que pierde población.

Si no tienes hermanos, luego tampoco tendrán primos tus hijos. Hay un empobrecimiento afectivo, una soledad. Cada vez hay más gente que vive sola y eso tiene que ver con tener menos niños, con muchos divorcios y con menos bodas.

— ¿La inmigración también perjudica indirectamente a las listas de esperas sanitarias...

— La sanidad se está colapsando por la llegada, sobre todo masiva inmigración, entre una población que envejece porque somos más mayores, tenemos, por tanto, más achaques y viene mucha más gente que además del inmigrante. Como no tiene patrimonio, tiene dinero, pues consume prácticamente solo sanidad pública.

Los españoles consumen mayoritariamente sanidad pública, pero hay muchos que consumen sanidad privada, o sea, de su bolsillo, es como si pagasen impuestos adicionales. Los que consumimos sanidad y educación privada estamos descargando a los demás de pagar dinero y estamos aliviando la congestión de los centros, por ejemplo, sanitarios. Eso también es un problema.

— ¿Qué soluciones propone para frenar el «invierno demográfico» español sin recurrir a la inmigración?

— Lo primero es que debe haber una mayor concienciación sobre dos aspectos fundamentales. La sociedad y los políticos deben entender que la baja natalidad es un problema muy grave. Segundo, hay que transmitir que tener hijos es algo estupendo. Realmente, nos encanta tener niños. El mejor modelo de vida posible es una familia estable con hijos, al menos para la gran mayoría de la población.

Actualmente, el Estado quita mucho dinero a las familias. Es necesario que las familias paguen menos impuestos y, según el número de hijos, deberían pagar menos impuestos y recibir una mayor pensión. Esto no es una cuestión moral, sino económica. Criar niños cuesta dinero y es un bien para la sociedad.

Por otra parte, la figura paterna ha sido vilipendiada. Una alcaldesa de Madrid afirmó que los hombres tienen un ADN violento. Eso es un delito de odio. Es aberrante generalizar diciendo que todos los hombres son violentos. Sí, hay más hombres violentos que mujeres, pero esos hombres violentos son una pequeña minoría. Lo mismo ocurre con los inmigrantes: delinquen más que los españoles, pero solo una pequeña minoría.

Por último, para que esto mejore, se necesita un cambio cultural, porque sin él no se conseguirá nada. Y no podemos resignarnos, porque resignarse es resignarse a la decadencia.
 

 https://www.eldebate.com/sociedad/20250810/alejandro-macarron-idea-inmigracion-puede-reemplazar-baja-natalidad-espanola-teoria-absurda_324046.html

14 comentarios:

  1. Habrá que renacer como el ave fénix, un abrazo Susana!

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  2. Como otros países europeos, tenemos un problema con este asunto.

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  3. Un post crítico y profundo acerca de un álgido tema.

    Abrazos grandes

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  4. Mira, al lado de casa están construyendo pisos. Son seis plantas. ¿Sabes de cuantas habitaciones?...UNA, si, pisitos de una habitación, tal como suena.
    ¿Qué quiere decir esto?, que ahora no hay proyectos de hijos, a lo sumo de tener una mascota, un perro.
    la gente no quiere responsabilidades. No quiere hijos, no quiere hipotecas, no está dispuesto a sacrificarse, ni a perder su libertad por una familia. Es lo que hay.
    Los pisos estos no son de estudiantes, ni cosa parecida; al dia de ayer, vendidos, por el módico precio de 240.000 € más iva y por supuesto escritura aparte, luego te salen a 300.000.
    Hoy todo es facil, la mujer "empoderá" se mete a la cama con el primero que le apetece y el hombre se declara bisexual porque quiere probarlo todo.
    Es lo que hay.
    Un beso

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    1. Lo has explicado muy bien. Puse una carta al director en Hispanidad con ese tema está semana. Un beso

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  5. Interesante entrevista. Leí hace mucho tiempo en un libro de texto de EGB que las auténticas bajas que provocaron las guerras mundiales no fueron los muertos que en ella hubo sino los que no nacieron porque sus padres estaban en el frente. Parece que nuestra sociedad está en modo guerra, hay prioridades que están muy por encima de tener niños. Por otra parte, y creo que aquí es estado tiene mucha culpa, asistimos a la desintegración de la familia como institución básica.
    Un saludo.

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    1. Es muy cierto. Parece un estado de guerra. Pero creo que el PP piensa igual. Un beso

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